Sábado 17 de octubre, para hoy teníamos en mente visitar Segovia y en función de la hora que acabáramos ir a La Granja (nos parecía muy forzado) o ir a Ávila; finalmente hicimos una breve parada en Villacastín antes de ir a la capital abulense.
TOTAL: 75kms.
Nos levantamos, desayunamos un chocolate con churros y pusimos rumbo a Segovia, a la que teníamos muchas ganas, una de las ciudades con más historia de la Península y de las más bonitas de Castilla, con el Acueducto (Patrimonio de la Humanidad) y el Alcázar como monumentos más representativos, pero con mucho más que enseñar (Catedral, iglesias, Judería...) Y todo ello siendo una ciudad muy pequeña, con apenas 50.000 habitantes (es la cuarta capital de provincia con menos habitantes de España)
Originario asentamiento de pueblos autóctonos, Roma conquistó la ciudad en el siglo I de nuestra era, convirtiéndola en un emporio militar. A la caída del Imperio los pueblos bárbaros se instalaron en ella hasta que, a su vez, fueron sometidos por los árabes, bajo cuyo dominio fue capital de diversos reinos.
En el 1088 Segovia fue conquistada por Alfonso VI, rey de Castilla, iniciándose un período de poderío político al convertirse en lugar
de residencia de la corte de la dinastía Trastámara, sede de un obispado y enclave destacado en el intercambio con el norte de
Europa en virtud, esencialmente, de su gran riqueza ganadera y una precoz industria de los paños.
Durante esta época se construyeron la mayoría de los abundantes monumentos románicos de la población, que hacen de ella el núcleo urbano con mayor número de construcciones de este estilo de toda Europa. En el siglo XV Segovia adquiere importancia con los Trastámara convirtiéndose en el centro de la corte real. En 1474, y como punto culminante de la etapa, Isabel la Católica fue coronada reina de Castilla en la iglesia de San Miguel.
Con la subida al trono de Carlos V y su nuevo gobierno imperial, Segovia se negó a admitir la pérdida de su preeminencia y encabezó la revuelta conocida como Guerra de las Comunidades, de la que salió derrotada en 1521. La urbe quedó entonces relegada a un segundo plano político, pero mantuvo su poderío económico centrado en las manufacturas textiles, alcanzando su máximo
desarrollo durante el siglo XVI.
En el siglo XVII se hundió la industria de los paños, arrastrando consigo mucha de la actividad de la ciudad. En el siglo XVIII recibió un cierto empuje de los monarcas borbónicos, especialmente con la construcción de los reales sitios de La Granja y Riofrío. (Folleto de Segovia Turismo, lo copio tal cual porque es un perfecto y breve resumen de la historia de la ciudad

Nos levantamos, desayunamos un chocolate con churros y pusimos rumbo a Segovia, a la que teníamos muchas ganas, una de las ciudades con más historia de la Península y de las más bonitas de Castilla, con el Acueducto (Patrimonio de la Humanidad) y el Alcázar como monumentos más representativos, pero con mucho más que enseñar (Catedral, iglesias, Judería...) Y todo ello siendo una ciudad muy pequeña, con apenas 50.000 habitantes (es la cuarta capital de provincia con menos habitantes de España)
Originario asentamiento de pueblos autóctonos, Roma conquistó la ciudad en el siglo I de nuestra era, convirtiéndola en un emporio militar. A la caída del Imperio los pueblos bárbaros se instalaron en ella hasta que, a su vez, fueron sometidos por los árabes, bajo cuyo dominio fue capital de diversos reinos.
En el 1088 Segovia fue conquistada por Alfonso VI, rey de Castilla, iniciándose un período de poderío político al convertirse en lugar
de residencia de la corte de la dinastía Trastámara, sede de un obispado y enclave destacado en el intercambio con el norte de
Europa en virtud, esencialmente, de su gran riqueza ganadera y una precoz industria de los paños.
Durante esta época se construyeron la mayoría de los abundantes monumentos románicos de la población, que hacen de ella el núcleo urbano con mayor número de construcciones de este estilo de toda Europa. En el siglo XV Segovia adquiere importancia con los Trastámara convirtiéndose en el centro de la corte real. En 1474, y como punto culminante de la etapa, Isabel la Católica fue coronada reina de Castilla en la iglesia de San Miguel.
Con la subida al trono de Carlos V y su nuevo gobierno imperial, Segovia se negó a admitir la pérdida de su preeminencia y encabezó la revuelta conocida como Guerra de las Comunidades, de la que salió derrotada en 1521. La urbe quedó entonces relegada a un segundo plano político, pero mantuvo su poderío económico centrado en las manufacturas textiles, alcanzando su máximo
desarrollo durante el siglo XVI.
En el siglo XVII se hundió la industria de los paños, arrastrando consigo mucha de la actividad de la ciudad. En el siglo XVIII recibió un cierto empuje de los monarcas borbónicos, especialmente con la construcción de los reales sitios de La Granja y Riofrío. (Folleto de Segovia Turismo, lo copio tal cual porque es un perfecto y breve resumen de la historia de la ciudad

Cabe destacar que la Ciudad Vieja y el Acueducto son Patrimonio de la Humanidad desde 1985 en virtud de 3 criterios diferentes:
· Criterio I (Representar una obra maestra del genio creativo humano) al comprender todo un conjunto monumental que en términos de belleza y significancia histórica son todo un ejemplo, incluyendo el Acueducto, el Alcázar y la Catedral como principales estructuras.
· Criterio III (Aportar un testimonio único o al menos excepcional de una tradición cultural o de una civilización existente o ya desaparecida) al ilustrar una realidad histórica compleja a través de su paisaje urbano y su desarrollo arquitectónico. Es un ejemplo perfecto de la coexistencia de diferentes comunidades culturales a lo largo del tiempo.
· Criterio IV (Ofrecer un ejemplo eminente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico, tecnológico o paisaje, que ilustre una etapa significativa de la historia humana) al ofrecer Segovia un testimonio de una ciudad histórica occidental a través de su paisaje arquitéctonico. Todas las construcciones, desde arquitectura doméstica a las grandes estructuas religiosas y militares, muestran un gran rango de técnicas y estilos de construcción, el cual refleja una gran diversidad cultural.
Centrándonos en la visita aparcamos en la Calle Taray, junto al Hostal-Residencia Taray; supuestamente no se podía aparcar ahí, pero todo el mundo se lo saltaba a la torera, y como bien dice el refrán: "Donde fueres haz lo que vieres"; y más si todo el centro era zona azul y no quedaba ni un sitio libre. Nos dirigimos al centro, a la Plaza Mayor para ir a la Oficina de Turismo a pedir unos planos. Es una bonita y amplia plaza que acoge el Ayuntamiento.


En la Oficina de Turismo nos dan un plano con los principales monumentos señalados y varias explicaciones sobre museos e iglesias a las que entrar. Decidimos empezar por el Alcázar, pero antes nos damos una vuelta por la plaza, donde también se encuentra el Teatro Juan Bravo, el principal de la capital segoviana e inaugurado en 1917.

Y en una de las esquinas de la plaza asoma la Catedral de Segovia, de estilo gótico aunque con rasgos renacentistas y conocida como "La Dama de las Catedrales" por sus dimensiones.

Es un templo enorme, uno de los últimos templos góticos construídos en Europa, y es que se proyectó en la década de 1520, tras la destrucción de la antigua, ubicada junto al Alcázar, durante la Guerra de las Comunidades; mientras que por toda Europa ya había calado el arte renacentista y en Italia estaba en su máximo esplendor con el Cinquecento.

Por desgracia la encontramos cerrada, primero por oficio religioso y después por una boda, siendo imposible ver su conocido interior. Una pena, pero no hay mal que por bien no venga, ya tenemos excusa para volver a Segovia.


Nos vamos entonces al Alcázar, dando un precioso paseo por las calles de Segovia. El día fue muy agradable y nos permitió caminar en manga corta, una delicia, y más habiendo estado 5 días antes en la nevada Cracovia.


Y pasamos por la Iglesia de San Andrés, construída en el siglo XII en estilo románico (como casi todo en Segovia, incluída la Antigua Catedral, la destruída en 1521) y con una torre mudéjar (me gusta mucho esta arquitectura, tengo ganas de visitar las muchas muestras existentes en Aragón)

Llegando rapidamente al Alcázar, uno de los principales atractivos de Segovia.


Construido en el siglo XII sobre restos de un antiguo castro fue, en su inicio, una fortaleza hispano-árabe. Residencia de reyes a lo largo de la Edad Media se hundió con Alfonso X en su interior, aunque sin víctimas por suerte. Este rey empezó a ampliarlo, ampliaciones que duraron varios siglos hasta que fue rematado por Felipe II en el siglo XVI. Fue la residencia preferida por los reyes de la Castilla Medieval por su posición segura sobre una colina y su cercanía a las zonas de caza, siendo uno de los palacios-castillos más conocidos en la Europa del siglo XV. En la Edad Media, por su seguridad como por la proximidad de zonas de caza, el Alcázar se convirtió en una de las residencias favoritas de los Reyes de Castilla, en especial de Alfonso X.
La fortaleza sirvió posteriormente como prisión de Estado hasta que en 1762 Carlos III fundó en Segovia el Real Colegio de Artillería que tuvo su sede en el alcázar. En 1862, un incendio destruyó las suntuosas techumbres de las salas nobles, que pudieron ser reconstruidas fielmente con posterioridad gracias a la existencia de grabados de D. José María Avrial y Flores en 1844. En 1931 fue declarado monumento histórico artístico. En 1953 se creó el patronato del alcázar que es el responsable del museo que se puede visitar en su interior.


Vamos a sacar las entradas y nos informan de que en 15 minutos comienza una visita guiada, así que nos apuntamos para tomar parte. El guía daba explicaciones correctas pero era muy aburrido, no ponía ningún interés y se limitaba a recitar lo que sabía de cada sala, no me gustó mucho, al final íbamos casi por libre porque pese a estar interesados en el tema perdimos por completo el interés en la visita.

En el pequeño edificio de la taquilla nos encontramos una maqueta del Alcázar muy trabajada.

El interior está muy cuidado, pero estaba lleno a reventar (no me quiero imaginar como tiene que ser venir en verano) Los tapices nos impresionaron desde el primer momento.

Aunque lo que más nos gustó fue el patio interior, muy cuidado y con un enorme parecido al claustro de un monasterio.


En una de las salas de la planta baja nos encontramos con una exposición de armas y caballeros de la Edad Media que volvía locos a los chinos.


Otra tenía un comedor, con muebles de época.


Los techos están muy trabajados y son realmente bonitos, así como las vidrieras.


Todo tiene un aire medieval y se nota que hay mucha inversión en mantenimiento. Los escudos, cuadros y frescos parecen transportarnos a siglos atrás.



Tenemos también un dormitorio, para ver como eran en la época.

Y una sala que nos encantó, que presume de la historia de España con varios cuadros y las esculturas de todos los reyes de nuestro país, estando el primero, como no, nuestro Don Pelayo



Salimos a la parte superior y podemos disfrutar desde aquí de vistas privilegiadas los alrededores de la ciudad. Bajo nosotros y extramuros tenemos las bonitas casas de San Marcos y la Iglesia de la Vera Cruz, que visitaríamos por la tarde.


A su derecha nos encontramos el Monasterio de Santa María del Parral, y escondida entre los árboles la Casa de la Moneda.

También vemos la cercana Sierra de Guadarrama, donde está el pico más alto de Madrid (Peñalara) que espero subir algún día.

Y buenas vistas del propio Alcázar, tanto de los jardines como de su torre.


Volvemos a entrar al edificio para asombrarnos con su decorada iglesia gótica, que cuenta con un retablo y varias vidrieras ricamente ornamentadas.


La parte de abajo acoge exposiciones temporales, cuando fuimos había una bastante insulsa sobre topografía geológica, nos dimos una vuelta rápida y ya abandonamos el Alcázar.


Información práctica
Acceso: En el centro de Segovia
Horario: 10-19:30 (abril-septiembre; viernes y sábados de octubre), hasta las 18:30 (octubre-marzo)
Precio: 5.50, 3.50 (estudiantes, desempleados, jubilados, niños hasta 16 años)+1€ visita guiada; gratis martes no festivos (14-16h)
Web: www.alcazardesegovia.com/
Nos vamos hacia la Plaza Mayor, no es ni la una y media pero el hambre empieza a apretar, así que vamos en busca de un restaurante mientras descubrimos preciosos y tranquilos callejones.

Vemos un cartel en la Plaza Mayor anunciando un menú del día por 11€ en el Restaurante San Miguel que estaba muy rico y con varios platos a elegir. Lo recomiendo por la relación calidad-precio, que es bastante buena, y más teniendo en cuenta la localización del restaurante.
Empezamos a bajar en dirección al Acueducto y nos seguimos maravillando con Segovia, tiene muchos rincones bonitos, como por ejemplo la Plaza Medina del Campo, que acoge la preciosa Iglesia de San Martín, un templo románico de estilo mozárabe que fue construido en el siglo XII

Llaman la atención su campanario mudéjar y su galería porticada.

Su portada es tipicamente románica, sobria y robusta, pero con bonitas esculturas en las columnas.

La plaza acoge además una estatua a Juan Bravo, noble castellano que fue uno de los tres líderes de la revuelta comunera y que conquistó la ciudad de Segovia para los sublevados antes de ser ajusticiado en Villalar tras caer en batalla ante el ejército de Carlos I.

Vamos dando un rodeo para bajar al Acueducto por la espectacular Calle San Juan, y nos encontramos con una fuente que da encanto a una pequeña plaza.

Pasamos por el Palacio del Rey Enrique IV, un precioso edificio del siglo XV que acoge hoy en día el Museo de Arte Contemporáneo de Segovia, al que no entramos (el arte contemporáneo no es lo nuestro)

Las estrechas calles de esta parte de la ciudad son preciosas.


Y llegamos a la Iglesia de San Juan de los Caballeros, un templo románico, de los más antiguos de la ciudad y que se cree que está construido sobre una basílica paleocristiana.

Actualmente acoge el Museo Zuloaga, y es que al igual que ocurriera con el Castillo de Pedraza la iglesia fue comprada por el pintor guipuzcoano.


Tiene un jardín junto a ella que cuelga por encima de la muralla medieval segoviana, con buenas vistas de la ciudad extramuros, destacando el campanario mudéjar de la Iglesia de San Lorenzo.

Empezamos a bajar hacia el Acueducto encontrándonos con un precioso palacio de piedra.

Y llegamos a la Calle San Juan, una de las imágenes más conocidas de la ciudad; y es que es una calle que baja hacia el Acueducto dejando estampas de postal.


Hablemos un poco de esta maravilla arquitectónica clásica que es el Acueducto de Segovia, sin lugar a dudas el símbolo de la ciudad. Fue construido a principios del siglo II dC, de la época del Emperador Trajano, y es el final de todo un conjunto de tuberías y canales que llevan el agua desde Fonfría (en la Sierra de Guadarrama) a la ciudad recorriendo más de 15 kilómetros. El acueducto en sí es todo un prodigio de la ingeniería romana, y es que mide 813 metros, constando de 167 arcos y una altura de 28 metros, teniendo una pendiente negativa del 1% para llevar el agua a la ciudad. Impresiona ver una estructura de estas características; además es lo primero que se ve de Segovia, pues la entrada principal a la ciudad pasa por delante del mismo.



Junto a él hay una escultura de la loba romana (se encuentran estatuas similares en muchísimas ciudades con origen romano, ahora mismo se me viene a la mente una igual en Tarragona) como obsequio de la capital italiana.

Y a la sombra del Acueducto se encuentra el famoso Mesón de Cándido, donde se cocina el cochinillo por excelencia de Segovia.

La plaza bajo este símbolo no es fea, con buenas vistas de la muralla y la ciudad.


Subimos hacia la Judería por la arteria comercial de la ciudad, una calle bonita y muy animada, seguramente influyera para ello ser sábado por la tarde y el buen tiempo.


Intentamos entrar al Convento de la Compañía de Jesús, pero se encuentra cerrado.

Y nos internamos en la Judería, en la parte trasera de la Catedral. Un conjunto de calles estrechas y laberínticas con mucho encanto.



Y perdiéndonos por la Segovia medieval damos con uno de los rincones que más nos gustó de todo el viaje, la Plaza de la Trinidad, que acoge la llamada Torre de Hércules, que a su vez forma parte del Convento de Clausura de las Madres Dominicas.

Aquí también se encuentra la Iglesia de la Santísima Trinidad, que como no podía ser de otra forma es de estilo románico.

Cerca nos encontramos la Iglesia de San Esteban, que pese a no ser demasiado conocida tiene la torre románica más alta de todo el país, y es que con sus 56 metros supera a las famosas torres del Valle del Boí.


Vamos de vuelta hacia el coche y nos encontramos con una estatua de San Juan de la Cruz, fraile abulense del siglo XVI conocido por ser cofundador de la Orden de los Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús. Desde mediados del siglo XX es además el patrono de los poetas españoles.

Para llegar al coche vamos paseando por el adarve de la muralla medieval.


Y ya en coche nos acercamos a la Iglesia de la Vera Cruz (se puede bajar caminando desde el Alcázar pero después la subida es curiosa) No entramos al estar teniendo lugar una visita guiada a un viaje de estudios y tener que esperar un buen rato para poder acceder al interior, una pena porque prometía y mucho.

Y desde aquí se tiene una vista de postal del Alcázar.

CONCLUSIONES DE SEGOVIA: Es una ciudad preciosa, aparte de los archiconocidos monumentos que no nos defraudarion para nada: Acueducto y Alcázar; la ciudad intramuros es un cúmulo de calles, plazas y rincones con un encanto especial. Es toda una delicia pasearla y disfrutarla con calma.
Para ver la ciudad basta con algo menos de un día para el viajero medio, pues se recorre entera bastante rápido y las visitas interiores son breves. Con una mañana y media tarde da tiempo para verla con calma, aunque si quereis entrar en museos y demás os llevará tranquilamente el día. Es una parada obligatoria en cualquier viaje por Castilla, y un alojamiento aquí sirve perfectamente como base para explorar toda la provincia e incluso ciudades como Ávila o Valladolid en excursiones de día. Además, sus buenas comunicaciones la hacen como una perfecta opción para hacer una excursión en el día desde Madrid.
Abandonamos la capital segoviana y descartamos ir a La Granja porque se nos había hecho tarde, así que ponemos rumbo a Ávila, decidiendo sobre la marcha parar en Villacastín al ver una enorme iglesia que bien parecía una catedral. Este pueblo segoviano se encuentra junto a la frontera con Ávila y es conocido por pasar la A-6 por sus inmediaciones, amén de ser todo un cruce de carreteras (se unen aquí la nacional Madrid-Coruña con la Soria-Plasencia, que une en este tramo Segovia con Ávila; naciendo en la actualidad aquí la AP-51 que une Ávila con la A6)
Aparcamos junto a la plaza del pueblo y nos tomamos un café, que nos hacía falta.

Es un típico pueblo castellano, sin un atractivo enorme pero que se deja pasear.

Y rapidamente llegamos a la mastodóntica Iglesia de San Sebastián, construida en el siglo XVI con fondos provinientes de la importancia de Villacastín en el Honrado Concejo de la Mesta, como parte de la cañada que seguían año tras año los pastores con sus enormes rebaños de ovejas.


Está a caballo entre el gótico herreriano y el Renacimiento, y es que este novedoso estilo italiano tardó en penetrar en la España rural.


Sus grandes dimensiones, así como su rico interior hacen que reciba el sobrenombre de "La Catedral de la Sierra", como la bautizó ya en el siglo XX el Marqués de Lozoya.


El interior es igual que el de una catedral gótica, con arcos apuntados y bóvedas de crucería muy altas (perdón por la calidad de la foto)


Acoge diversas imágenes religiosas.

Y posee una rica decoración en todos los detalles del interior.

El retablo es barroco y está bien trabajado, si bien, y pese a que el párroco nos encendió una pequeña luz y nos comentó por encima la composición del mismo (que amable fue el hombre), no pudimos apreciar bien por falta de iluminación

CONCLUSIONES DE VILLACASTÍN: Aparte de la Iglesia de San Sebastián no tiene nada más de interés.
Para el viajero medio le bastará con dedicar media hora a este pueblo para entrar en la iglesia, y es una parada interesante entre Ávila y Segovia si se va con algo de tiempo.
Y tras esto nos fuimos a Ávila, tras una odisea por el centro (que calles más estrechas y difíciles de conducir), logramos aparcar cerca de nuestro alojamiento. Fuimos a descansar y nos cenamos los bocadillos que llevábamos preparados solo tuvimos que comprar el pan) en la habitación antes de dar un paseo nocturno para empezar a explorar Ávila. Nos tomamos algo en una terraza frente a las murallas (por la parte de fuera) antes de ir a descansar tras un día agotador. Las fotos son del Ayuntamiento (iluminado de rosa por el día contra el cáncer de mama) y de la Muralla, perdón con la calidad, son con el móvil.


Nos alojamos en el Hostal Don Diego, un sencillo hostal en el corazón abulense, a 200 metros escasos de la plaza principal de la ciudad (Plaza del Mercado Chico) y justo enfrente del Parador de Turismo. Las habitaciones son sencillas pero completas y están totalmente limpias, no tenemos ninguna queja acerca del alojamiento.

Es muy recomendable como opción barata para alojarse en Ávila una o varias noches. El personal es muy amable y dan consejos muy útiles para visitar la ciudad y también para comer en ella. El problema es que no tiene parking, nosotros encontramos sitio a la primera en las cercanías, pero si no es fin de semana se debe pagar zona azul y es un completo engorro.