Lunes 14 de septiembre. Comienza la segunda etapa de la ruta a través de USA. He dejado “las praderas de las eternas cacerías”, y cambio totalmente de paisaje para subir a las nubes. Hoy voy a cruzar la Cordillera de las Rocosas a travesando el estado de Colorado de este a oeste.
Comienza también hoy el periplo por los Parques Nacionales, que se concentran en la mitad oeste del país. El primero de ellos será el de Rocky Mountain NP; y quiero llegar pronto para no encontrarme mucho tráfico. Desde Loveland solo hay que tomar la carretera 34 dirección oeste por el cañón del río Big Thompson hacia Estes Park. El paisaje ha cambiado de forma radical nada más salir de Loveland. Las inmensas llanuras que me han acompañado estos últimos días han dado paso de forma abrupta a las montañas y cañones. El altímetro del GPS también va subiendo de forma continua, marcando máximos. De los 300m de Iowa, ha pasado a los 800-1200 de Nebraska y de 1200-1500 en Wyoming y Colorado, con picos de 1800m. Curvas y más curvas se superponen hasta que llego al valle de Estes Park. Una localidad al pie del parque que recoge todos los servicios que no encontrarás dentro del mismo. 2300m y entro en el parque.
Los primeros minutos dentro de Rocky Mountain NP discurren por Moraime Park, en cuyo centro de información aprovecho para aliviar el desayuno entre otras cosas, que despues en la montaña no quiero encuentros con el oso.
La verdad es que tampoco es un trail tan difícil y veo bastantes personas mayores haciéndolo. No hay un gran desnivel, pero sí unos tramos bastante empinados o dificultosos en los que casi tienes que trepar agarrándote a ramas o rocas. Pero es un paseo agradable por la alta montaña y se van encadenando varios lagos glaciares. El tiempo también ayuda, pues la temperatura no es muy alta, incluso con algo de fresquito y hay bastantes nubes altas que sin embargo le quitan vistosidad a las fotografías.
Tras pasar por Nymph Lake (será por los nenúfares) y Dream Lake (a saber por qué ese nombre), el trail termina en el Emerald Lake, a los pies de Hallet Peak (3875m). La verdad con el nombre me esperaba un lago verde y no un charco lleno de troncos muertos; pero tan importante a veces como el destino es el viaje, y a pesar de la cantidad de gente que hay, he conseguido que no salgan en las fotos.
Lo malo de estos trails es que después hay que hacer el camino de vuelta al coche. Lo bueno es ver las caras de cansancio que tienen los que suben mientras tú bajas a toda mecha. Llego al coche y vuelvo a Moraime Park para tomar de nuevo la carretera 34: La Trail Ridge Road. La carretera a las nubes.
Esta carretera cruza el parque de este a oeste, atravesando la llamada división continental. Esa línea que parte el continente americano en dos, marcando la división entre las aguas que discurren hacia el Océano Atlántico y las que viajan al Pacífico. Esta ruta también tiene el honor de ser la carretera pavimentada con el puerto de montaña más alto de EEUU. Hay dos carreteras, también en Colorado, que aún suben más alto. Pero terminan en la cumbre. Ni que decir tiene que cuando está abierta esta carretera está llena de turistas que disfrutan de las espectaculares vistas de las Rocosas. Y hay que hacerla con calma que el tráfico es algo intenso y los barrancos profundos.
La primera parada es Many Parks Curve (si es que se matan poniendo nombres…) porque supuestamente puedes ver varios “parques” desde aquí. Aunque en realidad por parques entienden valles: Horseshoe Park, Moraime Park, Hollowell Park…
Casi 3000 metros. Estoy batiendo mi record de Tioga Pass y sigo subiendo. En Yellowstone solo había subido a 2200m, pero era invierno.
Hay que reconocerlo. El frío aprieta cuando subes a estas altitudes aunque sea verano oficialmente. Se agradecen los tramos en coche, porque recuperas un poco el calor que pierde cuando sales a hacer unas fotos en los miradores. La siguiente parada es Rainbow Curve (¡que bonito!) aunque yo no he visto el arcoíris. Lo que sí veo es la carretera serpenteando allá abajo. 3300m. más alto, ¡más!
Nueva parada en Forest Canyon Overlook. Más de 3500m y esto ya es pura tundra. Ha desaparecido toda vegetación salvo la hierba. Aunque por momentos sale tímidamente el sol, es su fuerza tan débil y el viento tan frío que corta como cuchillas.
Tres mil seiscientos cincuenta metros y parada en Lava Cliffs.
Es una lástima que no exista un lugar para detenerse en la cumbre, pero entre Lava Cliffs Overlook y Gore Range Overlook se llega a la cota máxima. 3715 metros sobre el nivel del mar. Tan alto como el Teide, con la diferencia que aquí se puede subir en coche o incluso en bus.
Desde Gore Range se puede ver por un lado el puerto que acabas de pasar, y por el otro lo que te falta todavía por bajar.
En la cima del mundo me hallo y me vengo arriba, así que me paro en el Alpine Visitor Center, a tan solo 3595m dispuesto a comerme el mundo y a hacer un trail. ¡Con un par!
Junto al centro está el Alpine Ridge Trail, que por sus características se puede decir que es una m*****a pinchá en un palo. Poco más de 900 metros de recorrido ida y vuelta, unos 60 metros de desnivel. Una gran parte es una escalera de 200 escalones. Pero por algo tiene el sobrenombre de Huffers Hill (literalmente: Colina de los jadeantes). Y es que el final del trail está en una cumbre a la bonita altura de 12,005 pies, o lo que es lo mismo 3,659 metros sobre el nivel del mar.
Y no es para menos. Como no estés acostumbrado a estas alturas, tu cuerpo se te declarará en rebeldía nada más dar dos pasos. Comienzas fuerte a escalar peldaños, pero a los 20 ya empiezas a respirar fuerte. El aire no llega a los pulmones y abres la boca jadeando. Con 50 escalones ya habrás realizado la primera parada “para admirar el paisaje” (y de paso disimular). 80 escalones y ya no puedes más, pero sigues por orgullo. 90 escalones y tu corazón se quiere salir del pecho; pero si el gordo ese sube yo también. 120 escalones y ya haces una pausa larga mientras la cabeza también pide una tregua. Notas la vena de la sien dando cada latido como si fuese in martillo.
Has hecho más de la mitad y ahora no te puedes rajar, así que salvo embolia cerebral, sigues arriba. La p**a cumbre se escapa y parece que se ríe de ti. 150 escalones. Ya queda menos. No respiras, no ves, no sientes. Solo subes. 200 escalones. Fin de la escalera, pero no del trail. Aun subes otro poquito más. Aprovechas para coger el poco aire que queda en el entorno. Me reviente el corazón y la sien. Mi móvil tiene función de medir el ritmo cardíaco. Voy a comprobarlo, ahora que he terminado de subir.
No puede ser. Es imposible. No puede estar midiendo bien. 197 pulsaciones por minuto.
Después de semejante esfuerzo, toca descender, cruzar la división continental en Milner Pass, y encontrarme con quien me acompañará estos próximos días: El Río Colorado. Almuerzo como puedo en Grand Lake, pueblo al pie del lago homónimo en la entrada suroeste del parque. Digo como puedo porque a pesar de la hora y la temporada no ofrece mucha variedad de locales para comer en condiciones.
Tras repostar en Grandby, voy rumbo oeste por la US-40, por el Cañón del Colorado. No, no es el que todos estáis pensando. El Río Colorado tiene más de un cañón y éste (el Cañón Byers) es mucho más pequeño porque el río también lo es. En éste carretera y tren discurren en paralelo (ver segunda foto anterior). La ruta lógica me indica un camino, pero yo voy a dar un pequeño rodeo, porque todavía no me he cansado de coche. En Kremmling, CO debería coger la CO-HWY 1, pero continúa por la US-40 hasta encontrarme con la CO-134. ¿Por qué este cambio? La CO-134 discurre por las Black Mountains a través de Gore Pass, un puerto de montaña de unos 3000 metros (lo mío es masoquismo)
Ciertamente, la carretera es preciosa, atravesando bosques interminables con los colores del otoño ya en sus árboles. Es de esas carreteras para disfrutar, aprovechando que el tráfico es casi nulo. En Toponas, CO giro al sur por la CO-131, y me cruzo de nuevo con mi amigo el Colorado en State Bridge. La 131 me lleva por un territorio prácticamente despoblado hasta Wollcot, donde me incorporo a la Interestatal I-70. Hacia el oeste ya de corrido por la autovía, en el último tramo hasta mi destino final, Grand Junction, acompañando al Colorado de nuevo.
Durante todo el día de hoy las nubes fueron alternándose con los claros. Y aunque en Rocky hacía frío, después al bajar a los valles, la temperatura se tornó mucho más agradable. Como se puede ver en las fotos, a última hora de la tarde aparecieron nubes de desarrollo que dieron lugar al caer la noche a tormentas que me sorprendieron afortunadamente ya en el hotel. Buen hotel con muy buena habitación con dos camas de matrimonio para mí solo (estos americanos) de la cadena Americas Best Value Inn de Grand Junction.
Esa noche fue tormentosa en la zona, pero días después me enteré que ese mismo día en Utah habían muerto dieciocho personas arrastradas por una riada dentro de sus coches. Nunca sabes dónde va a estar el peligro y cómo puede cambiar el tiempo.
Una pena, pero debo continuar mi camino. Mañana, más.
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