Domingo 13 de septiembre. Hoy la travesía será por mar.
Tranquilos que el sol de Nebraska no me ha afectado a la cabeza, ni me ha sacudido ningún tornado. La ruta de hoy es larga, muy larga, por un mar… de dunas. Casi 800km de recorrido por las tierras altas de Nebraska.
Me he despertado en Kearney, NE que está en la “frontera" entre las tierras bajas, sobre 300-500m sobre el nivel del mar que ocupan las cuencas de los ríos Mississippi y Missouri; y las llamadas tierras altas, que sobrepasan los mil metros de altitud, y que son el preludio de las estribaciones de la cordillera de las Rocosas. En estas tierras altas el clima es más duro y los cultivos dan paso a los pastos y también a los primeros desiertos.
Pero no adelantemos acontecimientos. Día precioso de final de verano con cielo despejado y sin rastro de tornados. El tiempo anima a despertarse pronto para ponerse en ruta cuanto antes.
Saliendo de Kearney rumbo norte.
La ruta directa sería rumbo oeste por la I-80, pero hoy no voy a pillar la interestatal tan pronto. Me interesa seguir una ruta más norteña, por lo que salgo de Kearney dirección norte por la NE-10 para después seguir dirección oeste noroeste por la NE-2. Es una carretera comarcal con muy poco tráfico porque prácticamente pasa por lugares deshabitados. Los pueblos cada vez son más escasos, los cultivos dan paso a los pastos y después a la pura arena. 170km después de salir, llego a Dunning. A partir de aquí comienza la naturaleza en estado puro: Es el National Natural Landmark de Sand Hills. Más de 60,000km² de tierras áridas casi despobladas y sin más vegetación que la hierba. Si te fijas un poco, descubres que en realidad son dunas de arena estabilizadas que apenas retienen agua.
En paralelo a la carretera discurre una línea de ferrocarril, por lo que te entretienes un poco de vez en cuando viendo pasar esos kilométricos trenes de mercancías que pasan continuamente, llevando su mercancía a lo largo y ancho del país. La sensación de soledad es abrumadora. Hasta donde alcanza la vista no puedes ver nada más que hierba y dunas.
Trenes a la izquierda, trenes a la derecha, y adelantando transportes especiales.
Hay que tener ojo con esta zona cuando se recorre en coche, puesto que al estar tan despoblada las gasolineras brillan por su ausencia. Tan solo hay alguna en los escasos pueblos junto a la carretera principal, y venden la gasolina a precio de diamante de cuernos de unicornio de Venus.
240Km de carretera solitaria entre Dunning y Alliance, en el corazón de Nebraska.
El primer repostaje del día lo efectúo en Alliance y después recorro algo más de 70km hasta la siguiente etapa de la ruta.
Chimney Rock National Historic Site.
El nombre le viene que ni pintado. Se han matado buscándoselo. (No confundir con Chimney Rock National Monument, que está en Colorado)
Chimney Rock es eso y poco más. Una roca con forma de chimenea que se levanta sobre la llanura, y que era paso obligado de las caravanas de pioneros hacia el oeste por la facilidad para orientarse con esta roca. Como es habitual en estos casos, los americanos han plantado allí su caseta del guarda, su oficina de turismo, un parking generoso y unos cuantos trails para llegar hasta el pedrusco, siempre que se tenga cuidado con las serpientes de cascabel. Podría hacerme una caminata hasta la base de la roca, pero lo único que vería sería exactamente lo mismo que veo desde la oficina del guarda, así que prefiero guardar las fuerzas para otro lugar a “solo” 37km de aquí.
Scotts Bluff NM está a media hora en coche y también es de esos lugares conocidos para los americanos como punto de paso de las caravanas. Varios de los Trails que cruzan el país convergen aquí.
Panorámicas desde Scotts Bluff NM
Básicamente lo que tenemos aquí es una meseta elevada sobre la llanura circundante que proporciona unas bellas vistas de las tierras altas de Nebraska, con la ciudad de Scottsbluff y el Río North Plate a sus pies. A destacar la carretera de acceso que serpentea por la ladera en busca de la cumbre, que está encajonada entre las rocas y con varios túneles horadados en la roca viva. Sobre todo al bajar tienes la sensación de estar en una montaña rusa y tu coche es un simple carricoche.
Video del descenso de Scotts Bluff NM.
Las vistas desde arriba son preciosas, tienes varios senderos para caminar e incluso bajar casi hasta el pueblo, y es un buen sitio para disfrutar del aire libre y hacer un picnic en domingo.
El Anual Pass cubre este parque que, aunque no lo parezca, tiene caseta del guarda en la entrada.
Sigo rumbo sur y oeste por las NE-71 y NE-88 hasta cruzar al siguiente estado: Wyoming. ¡Encantado de verte de nuevo, amigo!
Wyoming no parece tan encantado de verme de nuevo porque será el que me traiga la anécdota del día. Tras cruzar la frontera, me dirijo rumbo suroeste hacia la capital del estado por la US-85. El paisaje es puro desierto ocre. Ni siquiera hay pueblos a la vista y la altitud sube considerablemente. Entre los 1500 y 2000msnm. Esto en invierno tiene que ser duro.
La US-85 es una carretera convencional de doble sentido, pero preparada para adelantar a cualquier camión que se nos cruce delante. Amplios arcenes, buen firme, rectas y más rectas… De repente, ¡BANG! Oigo un golpe. ¿Qué ha pasado? ¿He atropellado un búfalo?
Pues no, resulta que en el único instante en que voy detrás de un camión porque no he llegado al tramo con doble carril de adelantamiento, éste ha levantado una china del asfalto y la ha estampado contra mi parabrisas, provocando una inmediata estalladura típica en forma de estrella, a la altura del copiloto.
OH My God, f**k, h**y sh*t!! (pii pii ppii) mis improperios deben haber resonado en cinco estados por lo menos. Vaya lugar para reventar el parabrisas, en medio de la nada y con el único camión en doscientos kilómetros a la redonda.
Afortunadamente el daño físico se ha limitado al lugar del impacto y no ha reventado el parabrisas completo, pero el daño moral ya está hecho. Me ha dolido en el alma. Los siguientes cincuenta kilómetros han estado marcados por la rabia y la impotencia. Lo peor de todo es que, a pesar de que mi seguro cubre también los cristales, lo que me evitará tener que pagar nada por este incidente; la sensación de amargura no me la quitaba de encima. Además, ¿qué debo hacer ahora? ¿Hablo con la compañía? ¿Paso de todo hasta el final? ¿Y si me revienta todo el parabrisas, ahora que voy a atravesar desiertos y montañas?
Afortunadamente estaba en camino de Cheyenne. Digo yo que siendo la capital tendrá al menos un aeropuerto y con él habrá una oficina de AVIS. Busco en mi GPS (menos mal que grabé Puntos de interés de los estados por los que iba a viajar) y veo que solo hay una oficina en el aeropuerto regional de Cheyenne. Y además está justo a la entrada de la ciudad por el norte. Allá me voy.
Rumbo a Cheyenne, WY
Aeropuerto regional de Cheyenne, WY. 16:00h Este aeropuerto tiene menos movimiento que el de Castellón pero ahí está la oficina de AVIS. Le explico mi caso. Tiene para mí una noticia buena y otra mala. La mala es que no dispone de un vehículo de mi categoría para hacer una sustitución. La “buena” es que me dice que no me preocupe, que el seguro lo cubre sin problemas y puedo continuar mi viaje tranquilamente porque eso no va a ir a más. Le digo que mire que voy hasta Las Vegas, que va a hacer calor y también voy a meterlo por veredas de tierra…. “Don’t worry, be happy” me responde.
Para tranquilizarme un poco, y como además tengo tiempo de sobra hasta el final de etapa, me detengo en Cheyenne a descansar, tomarme algo y disfrutar de mi vicio incuestionable de los trenes americanos.
Los últimos cien kilómetros del día son para tomar rumbo sur y cruzar al siguiente estado (esto es un no parar) de la lista: Colorado. La Interestatal I-25 me llevará hasta el lugar donde tengo reservada una habitación de Airbnb en Loveland.
De nuevo toca dar un par de vueltas para encontrar la casa de esta gente, pero al final la encuentro. un matrimonio de mediana edad cuyo hijo está en Afganistán o por ahí y la hija está casada. Muy amables y atentos. Cuando me hospedo en casas particulares siempre se sorprenden un poco de ver a un español solo por estos lares tan recónditos. Porque no es que vean muchos turistas extranjeros me parece a mí.
Ponen a mi disposición la cocina y un apartado de la nevera por si lo necesito, aunque procuro molestar lo mínimo. el barrio es tranquilo y el centro del pueblo está a un paso (bueno, a un paso en coche, que aquí los pasos se miden con todoterreno)...
Con la llegada a Loveland pongo fin a la primera etapa de mi viaje, la que me llevó desde Chicago a las puertas de las Rocosas por la llanura central de EEUU. A partir de mañana comienza la etapa de montaña y desierto, que culminará en Las Vegas.
Cena y cama, hasta mañana.