Vigo, Vigo, Vigo, qué ciudad!, la pobre a la que siempre se la ha tildado de fea, no lo es tanto, es una ciudad de verdad, vivo en Valencia y soy de Albacete, así que sé lo que es una ciudad que fuera de su centro histórico no es bonita (Valencia), y otra que no es bonita ni fea ni tiene centro histórico (Albacete), pero me gustan las ciudades de verdad, dónde se ve vida en la ciudad, gente que trabaja, gente que comercia, gente pacá, gente pallá, y también hay turismo, no en vano, la ría de Vigo es un enclave privilegiado dentro de las Rías Baixas, y es la ruta de partida para el paraíso de las Islas Cíes.
En fin, cómo de Vigo (que también conocía ya) uno ha oído hablar que es feo, y cómo a uno le gusta pasarlo bien, pues me había informado de las cosas bonitas y buenas de Vigo, para qué sufrir? Así que volvimos a ir a las Islas Cíes, un paseo por el Casco Vello y la calle de las ostras, aunque reconozco que esto es una turistada, y que para la próxima buscaré algo más alejado de las masas, como en Bouzas y otras zonas. Paseamos por la Calle del Príncipe y aledañas, y quieras que no, está aseada esa zona, parece ser que de tanto oir que Vigo es fea, se han puesto las pilas y le han lavado la cara a la ciudad (hará casi 20 años de mi primera visita a Vigo), hay algún edificio o conjunto de edificios bello, con la ría al fondo, algún parque agradable, algún detalle, como el Dinoseto o el Sireno, el nadador, el club naútico, etc. Al museo MARCO, si no sabéis de una colección interesante no vayáis, para mí no mereció la pena, entré sólo mientras mi mujer estaba de tiendas (animado por el vídeo de este vigués:
No visitamos muchas cosas de Vigo porque en realidad no estábamos alojados en Vigo, sino en el campus universitario, a unos 10km pero monte arriba, dónde los caballos asilvestrados se paseaban entre las facultades, a unos 400m de altitud y dónde amanecíamos con niebla algunas mañanas, viendo al fondo las Islas Cíes a un lado, bosques por doquier y algunos prados y casas dispersas por otro, en fin, tan cerca y tan tranquilos, así que después de entrar y salir a Vigo, ciudad recomendable si te gusta conducir al límite, cuestas de un 30% de pendiente, rotondas con 5 entradas que acaba en cuesta, túneles, viales, etc. El navegador que te lleva para coger la avenida de la Universidad por un barrio donde parece que estés en la Galicia profunda, entre muros de piedra, bosques, casas de granito, iglesias, etc.
Y un pazo, dónde está albergado el Museo Quiñones de León, al cual llegamos cuando estaba cerrado y ya no tuvimos ocasión de volver, pero un paseo por sus jardines es muy agradable, y su exterior es muy fotogénico, además está integrado en un gran parque (Parque Castrelos), dónde olvidarse un poco (no mucho porque sigues oyendo tráfico, sirenas, etc) de la vorágine de la gran ciudad.
Pues eso es Vigo, aunque sólo estuvimos dos días a pie en la ciudad (uno por el Casco Vello y otro para coger el barco a Cíes), varias veces tuvimos que cruzar la ciudad para abastecernos, etc, así que tuvimos contacto con su agitada vida. Sorprende la amabilidad de la gente, no tuvimos un accidente porque los vigueses están listos conduciendo, pero ni aun así recuerdo que me pitaran. Gente que para en todos los pasos para peatones, incluso si tú estás de espaldas al paso esperando a tus hijas para cruzar, llama la atención para alguien de Valencia dónde aun mirando fijamente al automovilista a los ojos y teniendo un paso de peatones elevado, el del coche si puede pasar pasa, confía en que tú no cruces. Un día nos perdimos, bueno, más de uno, pero los otros nos encontramos, se pone a prueba tu intuición, es para arriba, para abajo, izquierda, derecha, por allí, hasta que algo te suena, pero un día no había manera y paré en una gasolinera, dónde una joven que había parado a por el pan me dijo que si esperaba dos minutos me llevaba ella, ya se habían ofrecido el empleado de la gasolinera y un cliente a mostrarme el camino, total, que seguimos a la chica y nos dejó casi en el desvío, ojo, cómo conducen, me costaba no perderla de vista. Son esas situaciones en las que conoces a la gente, porque entras en un sitio y ves que la gente habla, los desconocidos hablan, comentan, se ayudan, se entretienen, lo poco que pude escuchar mientras estaba lista la barra de pan de la chica.
Pues eso, ciudad de locos pero dónde la gente está muy cuerda, hay que estarlo para vivir allí, jaja.
Un saludo a los vigueses que pueda haber por aquí.
PD: las fotos próximamente.