Como ya he comentado partíamos desde Canarias y si el vuelo no es directo, como es el caso, se hace muy largo. Teníamos un parón de cuatro horas en Madrid donde por tanto tuvimos tiempo de comer, pues el vuelo a Malta salía a las seis de la tarde. Tanto la llegada como la salida era desde la terminal 4 de Barajas y por tanto no había cambio de terminal.
Menos mal que ahora Iberia ofrece en algunos vuelos un servicio gratuito a través de wifi de entretenimiento y bien con la Tablet o el Smartphone puedes ir entretenido durante el vuelo. Por lo menos la duración de los mismos se te hace más llevadera ya que la espera entre vuelos no la puede uno abreviar de ninguna manera.
Llegábamos al aeropuerto de Luqa en Malta a las ocho y media de la noche. El aeropuerto pese a tener muchos vuelos internacionales es más bien pequeño. Tanto es así que vas caminando desde que bajas del avión a la terminal. El gran movimiento en estas fechas se notaba en que estaba abarrotado. Y nos cruzábamos los que llegábamos con los que salían y las maletas tardan muy poco en salir. Tras recogerlas nos dirigimos a la salida donde nos esperaba el transfer que nos llevaría al Hotel. Lo habíamos contratado por que siendo un grupo de siete el precio ida y vuelta solo salía 27 €. Lo hicimos a través de la web de Hoppa que suministra transfers en distintos aeropuertos y los precios suelen ser muy buenos (normalmente somos cuatro, para menos personas a lo mejor ya no sea tan interesante pero yo lo he usado con tres personas en Madrid). A las 21:30 estábamos en el Sliema Marina Hotel. La recepcionista, muy joven, nos habló en perfecto español.
Tras los trámites y tomar posesión de la habitación bajamos al restaurante que estaba en la misma puerta del hotel, el Oggi Cafe. Donde nos tomamos unas cervecitas CISK,
Tras esto regresamos al hotel y a descansar del largo viaje