Tras disfrutar de un estupendo desayuno en la sala que el hotel tiene en un patio interior del edificio, teníamos cita a las nueve para que nos recogieran Go-Etna, la empresa que se dedica a hacer excursiones en jeep. Elegimos la de un día completo con almuerzo incluido por 89 euros por persona.
Puntualmente nos recogieron en la puerta del hotel, Claudia que hablaba español y Santos de conductor que solo hablaba italiano. El primer trayecto era para ir al punto de encuentro con otros excursionistas en una gasolinera en la zona fronteriza entre Santa Venerina y Giarre. Allí pudimos ver la cercanía del Etna y que afortunadamente el día estaba más libre de siroco por lo que las vistas eran mejores. Habíamos tenido suerte. Allí Claudia se fue con otros excursionistas porque era especialista en francés y con nosotros se vino Gianpaolo que curiosamente había estado en Canarias trabajando y aprendiendo sobre temas volcánicos.
Si Sicilia entera es fuente de referencias mitológicas, el Etna no iba a ser menos. Este volcán era el lugar donde Hefestos tenía su fragua ayudado por los cíclopes. Los romanos lo llamaron Vulcano (de ahí el nombre genérico de volcán). Galatea era una nereida que residía en la isla y quería a un joven pastor siciliano llamado Acis. Un día el cíclope Polifemo (sí, el mismo que en la Odisea Ulises dejó ciego) descubrió a los amantes. Despechado mató a Acis arrojándole una roca enorme haciéndolo pedazos de los que nacieron los pueblos: Aci Trezza, Aci Reale, Aci Catena, Aci Castello, Aci Bonaccorsi, Aci San Filippo, Aci Platani y Aci Santa Lucia en las cercanías del Etna. Galatea lloraba inconsolable por la muerte de su amado por lo que los dioses apiadados por su dolor unieron sus lágrimas con la sangre del pastor, uniéndolas en las aguas de un río, llamado por ello Acis. Hoy en día desaparecido como otros, cubierto por las lavas del Etna.
El recorrido exacto por lo que nos llevó el todo terreno no lo puedo precisar. Subimos por una carretera entre viñedos y pasamos por Milo y Fornazzo y luego no metimos por un camino donde el Land-Rover saltaba a su gusto. Hasta llegar a un caserón semienterrado por la lava. Nos bajamos para hacer una pequeña caminata. Donde divisamos perfectamente las columnas de vapor que emite continuamente el volcán y que la verdad impresiona.







Tras esto nos dijeron que ya era hora de comer así que nos llevaron al restaurante Monta Conca que está en Piano Provenzana que es una pista de esquí situada en la zona norte del Volcán. En el año 2002 fue arrasada por una erupción y hoy está reconstruida sobre los ríos de lava de la misma. Como está rodeada de pinos recuerda mucho una zona alpina. El restaurante todo exteriormente es de madera. El menú era fijo: unos aperitivos y un plato de pasta con vino o agua y café. No estuvo mal. Tras esto nos dirigimos a las Gargantas del Alcántara (le Gole di Alcantara), pasando por un paisaje lleno de frutales.
El río Alcántara, de nombre netamente árabe, que desemboca en Giardini-Naxos junto a Taormina, excavó esta garganta de basalto volcánico y que es meta de numerosos visitantes durante el verano cuando el cauce baja lo suficiente para permitir el baño. Probablemente yo soy muy friolero pues había mucha gente bañándose y no sé cómo aguantaban esa agua gélida, que llegaba a doler cuando metías los pies.
Para llegar al cauce hay dos maneras todas de pago (aunque nosotros lo teníamos incluido en la excursión): bajando unas escaleras o con un ascensor (pago aparte).


Tras refrescarnos y reposar un rato en el lugar nos dirigimos a los vehículos y regresamos a Catania. En el camino nos encontramos retenciones de tráfico motivado nuevamente por otro incendio junto a la carretera. Aprovechamos el trayecto para hablar de todo con Gianpaolo que nos contó de sus andanzas por Canarias y que rechazó nuestra propina diciéndonos que se lo diéramos al chófer. Nos despedimos con un abrazo de los dos. Ambos, igual que Claudia por la mañana nos parecieron deliciosos conversadores y estupendos guías. Aunque los volcanes no nos son nada extraños para nosotros las dimensiones del Etna lo convierten en una visita imprescindible.
Notamos al volver el calor que durante el día de hoy habíamos evitado y decidimos cenar en un local de comida rápida de los que hay en las proximidades de la estación y después cobijarnos de nuevo en el hotel. Nuestra estancia en Sicilia concluía. Mañana regresábamos.