DOMINGO 28/01/18
A las 10 de la mañana tras haber desayunado en el hotel, ya nos encontrábamos en el punto de encuentro indicado para tomar el autobús que nos llevaría hacia nuestra próxima visita guiada: Medina Azahara.
[align=center]Medina Azahara
Tres horas que se nos hicieron cortas. Las explicaciones de nuestro guía ocasional, ya que su verdadero oficio era de arqueólogo, llenaron de vida las ruinas de esta ciudad palaciega, a la vez que también nos indicaba como era posible el reconstruir algo que había sido saqueado hasta los cimientos.
A las 13:45 nos encontrábamos de regreso, así que siguiendo nuevamente los consejos de mi compañero cordobés nos dirigimos a la zona del río para buscar uno de sus restaurantes recomendados, en esta ocasión “La Tinaja”, de cocina más elaborada que la del restaurante del día anterior y un poco más caro, pero con una estupenda relación calidad precio. Aquí pudimos degustar la mazamorra, desconocida para nosotros y que nos encantó.
Después de comer paseamos por los alrededores para pasar por la plaza del Potro, la calleja del Pañuelo, la Cruz del Rastro y cruzar el rio por el puente de Miraflores “el oxidao” como es conocido por los cordobeses.
Justo en la orilla opuesta se estaba celebrando un mercadillo medieval, así que caminando entre sus tenderetes pusimos rumbo al puente Romano vislumbrando la maravillosa ciudad de Cordoba desde otra perspectiva.

Nuestras piernas ya acusaban los dos días de caminata intensa, así que tras hacer un alto justo en esta parte del camino, descubrimos una señal del Camino Mozarabe de Santiago, justo en el lugar en el que se podía ver un esquinazo de la Mezquita y el triunfo de San Rafael de la Puerta del Puente, curioso cuanto menos.

Al ser domingo por la tarde poca gente nos encontramos, ya que los cordobeses debían encontrarse en sus casas y muchos turistas iniciando el regreso a sus domicilios. Nosotros realizamos una nueva parada en “Los Patios de la Marquesa”, en plena Judería y aprovechamos para tomar un café y hacer tiempo a que llegara la hora de nuestra partida.
Decidimos dirigirnos ya a la estación de trenes, pero dando un rodeo, pasando nuevamente por zona de la Mezquita, ya cerrada, subir hacia Tendillas, donde nos compramos unos bocadillos para la cena, pasamos nuevamente por el Cristo de los Faroles para poder verlo de noche con las luces encendidas y ya terminar nuestra visita haciendo tiempo en una cafetería de la estación.
El AVE, puntual, en poco más de dos horas nos trajo de vuelta a la Estación de Atocha cargados de imágenes para el recuerdo.[/align]