Al fin llegamos al valle del Jerte, al camping del mismo nombre. Al poco rato de dejar atrás Plasencia, siguiendo la N 110, comenzamos a ver el fantástico paisaje de los cerezos en flor, uno de los motivos por los que hemos venido aquí y que atrae cada año a miles de personas. Son miles de cerezos en flor que trepan por las laderas de las montañas de Gredos en el valle del Jerte, formando un manto florido.
24-4 Por la mañana salimos en dirección al puerto de Tornavacas para ver de cerca los cerezos en flor, los torrentes o gargantas y el río Jerte, así como, a cierta distancia, las cumbres nevadas de la sierra de Gredos. Las flores de los cerezos están en todo su esplendor cuanta más altura vamos tomando, y es en Tornavacas donde nos deslumbran; pero también hay que resaltar los dibujos que forman en la falda de las montañas, cuyos contornos se diferencian claramente de otras especies de árboles, de manera que sólo aquí podemos ver tal cantidad de cerezos. En el puerto de Tornavacas, de 1.275 metros de altura, que separa Extremadura de la Comunidad de Castilla-León, hay un mirador -aunque, como nos comentan, todo el valle es, en realidad un mirador-, con un bar donde sirven bocadillos y refrescos y varios puestos de venta de recuerdos y productos de la tierra.
Descendiendo el puerto vamos en dirección al Barco de Ávila, junto al río Tormes, en las torres de cuyo castillo del siglo XIV, vemos varios nidos de cigüeña blanca, algunas de las cuales están incubando y otras arreglan el nido. La zona del río es preciosa, con 2 puentes, uno romano. El Tormes baja esplendoroso, debido en parte al deshielo, pues este invierno y lo que llevamos de primavera ha nevado mucho. En cuanto a la calidad de las aguas, nos llama la atención un cartel que reza: "no te pedimos que limpies el río, sólo que no lo ensucies". En esta breve visita, damos una vuelta por el pueblo y vamos a parar a su plaza Mayor o Plaza de España, en donde comemos en el Café España.

1-5 El valle del Jerte no es solamente un lugar para ver cerezos en flor, que por otra parte suelen durar pocos días, sino que se pueden hacer excursiones por las montañas a lugares increíbles, como la que hemos hecho esta mañana, aunque el tiempo no nos ha ayudado demasiado. Hace frío y entre sol y sol cae un chaparrón. Pero aún así la visita a la Garganta del Infierno y sus pilones, partiendo del camping, ha constituido todo un éxito. Se trata de un curso de agua que baja de Gredos, en cuyas cumbres todavía vemos nieve, y que en su tramo superior se precipita entre rocas antiquísimas formando lo que llaman pilones. El agua ha ido desgastando las rocas durante siglos. Aquí hay un puente de madera que te permite pasar al otro lado, con vistas increíbles del río. Pero bastante antes de llegar a este punto, casi en el inicio del empinado camino, las vistas de la Garganta de los Infiernnos ya nos indican los caprichos de la naturaleza salvaje, abriéndose paso el río por el fondo del valle entre una naturaleza arbórea exuberante. Extensos robledales (quercus pyrenaica), chopos, tejos, alisos, fresnos, lavanda en las solanas e incluso algún grupo de cerezos, cuyas cerezas ya se asoman, hacen de la excursión una de las más interesantes que hemos hecho hasta el momento. Pero hay muchas más, algunas de hasta 6 horas de duración.
2-5 Hoy toca descanso en camping. Nos levantamos relativamente tarde, y la verdad es que no nos apetece demasiado madrugar, pues la temperatura a las 9 de la mañana es tan sólo de 8 grados. Por la tarde han subido un poco, pero no superan los 15 grados. Aprovechamos para visitar a última hora de la tarde el pueblo Cabezuela del Valle, muy cercano al camping, que posee un conjunto histórico consistente en buena parte de pórticos y balcones de madera negruzca. Debajo de las balconadas vemos muchas golondrinas que ya ceban a sus crías. El río Jerte pasa por debajo del puente y sigue su curso; el pueblo se extiende en su orilla izquierda y en ambas existen paseos fluviales y pasarelas para peatones; la mayor parte de su actividad comercial y turística se centra a lo largo de la carretera, y partiendo de ésta hay una serie de calles muy empinadas, sobre todo en la parte antigua. Y como en todos los pueblos turísticos del Jerte, aquí se vende todo tipo de productos de la tierra.
3-5 Sobre las 9 de la mañana salimos en dirección Plasencia, allí tomamos la EX A1 y a los pocos kilómetros la carretera EX 208, la vía que recorre casi todo el Parque Nacional de Monfragüe, una auténtica joya tanto paisajística como geológicamente hablando. Como estamos en plena primavera, las flores lo cubren todo, sobre todo las de las jaras pringosas. Los encinares y alcornocales son realmente fascinantes. Poco antes de llegar a Villarreal de San Carlos ya vemos los primeros miradores del Tajo, y a continuación un puente largo en donde a ambos lados crían los aviones comunes (aunque hay quien dice que se trata de golondrinas dáuricas) en un gran número. Luego llega el punto fuerte del viaje: llegamos al Salto del Gitano, en donde nos encontramos con numerosos pajareros en plena faena. Y es que merece la pena, pues miramos al cielo y vemos volar los primeros buitres, leonados y negros, sobre los enormes promontorios rocosos. Las vistas del Tajo y del Tietar son fascinantes. Aquí anidan, además de los mencionados buitres, alimoches, alcones peregrinos, águila imperial ibérica, cigüeña negra, roquero solitario, etc. Después de pasar un buen rato en el Salto del Gitano, continuamos viaje hacia el castillo de Monfragüe, dejando el coche en una zona habilitada al lado de la carretera y continuando a pie la subida -unos 30 minutos- hasta el castillo, cuyo mérito, en nuestra opinión, son las vistas y los bosques de acebuche que lo rodean. Las inmensas dehesas de Extremadura y los ríos Tajo y Tietar-que aquí se juntan- quedan grabados para siempre en nuestra retina. Nunca habíamos visto unos paisajes más hermosos que las dehesas y montes de Extremadura, en donde además ponen una nota de color los rebaños de ovejas, vacas y toros bravos.
Comemos en Villarreal de San Carlos, después de lo cual tomamos el desvío cercano en busca del embalse de Arrocampo, con el fin de ver más aves, pero aparte de una garza imperial y una garceta, además de las casi siempre presentes cigüeñas blancas, no fue posible ver otras aves. En Almaraz emprendemos el camino de retorno al camping siguiendo la E-5, la EX-A1 y N-110.
4-5 Visitamos un embalse cercano a Plasencia, formado por el Jerte, cuyas vistas resultan muy bonitas, pero quizá por la hora del día (18,30), no vemos aves. Sin embargo, los insectos son numerosos en los herbazales floridos cercanos, destacando el canto de los grillos. El canto del ruiseñor también es destacable a ambas márgenes de la carreterita que se prolonga a lo largo del embalse, entre los arbustos y la maleza. Y lo curioso del caso es que incluso en el puerto de Tornavacas, a 1.250 metros de altura, hemos oído su canto.
Ya se estaba poniendo el sol, cuando efectuamos un bonito paseo fluvial por la orilla del Jerte, a la altura de Cabezuela del Valle, antes de retirarnos al camping.
5-5 Sin salirnos del valle del Jerte, hoy deambulamos por el pueblo del mismo nombre, y nada más entrar viniendo del puerto de Tornavacas, vemos un pequeño monumento en piedra representando unas cerezas, el cual parece ser el símbolo de todo este valle. Jerte es muy pequeño. La mayor parte de las tiendas están en la carretera, que parece ser su calle principal, y lo mismo ocurre con la mayor parte de los pueblos del valle. Sin embargo, también posee una plaza principal, la Plaza de la Independencia, con un monumento al lado de la iglesia dedicado a los héroes de la guerra de 1.809 contra los franceses. En la parte más alta de la torre de la iglesia vemos, como en tantos otros sitios, un nido de cigüeña blanca. Sus propietarios, especialmente la hembra, deja pasar el tiempo casi impasible, soportando estoicamente el frío, el calor y la lluvia. Nos dice un abuelo que ya tienen cigüeñinos... En casi todas las calles, pero sobre todo en la plaza central, vuelan las golondrinas, deseosas de reproducirse, pero, por desgracia, encuentran dificultades para construir el nido, pues vemos que debajo de algunas repisas les colocan ramitas e incluso una serie de pinchos. De esta forma nada tiene de extraño que hayan sufrido un gran declive.
6-5 En nuestro último día en el valle del Jerte y Extremadura, deambulando por Navaconcejo, casualmente nos enteramos de la Garganta Las Nogaledas, con sus fascinantes cascadas. Tan sólo distan 4 kilómetros del pueblo, pero la subida es casi vertical. Y según reza el cartel indicador al lado del puente, se tarda una hora y media en subir hasta la última cascada, que resulta ser la más espectacular, aunque hay tantas, que esta definición la tenemos que dejar a gusto del visitante de turno. El agua aquí se precipita sobre las empinadas rocas de una forma tan caprichosa, que ni siquiera los Pilones le hace competencia. Por otra parte, el bosque de alisos, fresnos, etc., hacen que uno se sienta como en un auténtico paraíso verde y salvaje. Como hemos comprobado, esta zona es también un paraíso para los amantes del barranquismo.