Como nos viene sucediendo últimamente, sólo disponíamos un fin de semana para salir por estos mundos de Dios, así que intentamos buscar un destino que, a parte de ser atractivo, pudiese ser asumido en un fin de semana y Amsterdam nos iba como anillo al dedo. Para los que seguís nuestras peripecias recordaréis que en primer viaje a París “pagamos 2 y subimos 3” al avión, ya que bruceelina estaba embarazada. Esta vez, tatatachannnnn, exclusiva mundial, “pagamos2 y subimos 4”... y es que las cosas dan muchas vueltas y, como no podía ser de otra manera, tuvieron a bien acompañarme una otitis de campeonato y un decorativo orzuelo.
Nos tocaba desplazarnos hasta el Aeroport de Barcelona-El Prat, así que nos despertamos sobre las 2:30 h de la madrugada para llegar con el tiempo suficiente para canjear los billetes en la ventanilla de Vueling. Nada que objetar al vuelo. Salimos a la hora en punto y aterrizamos con 10 minutos de adelanto respecto al horario previsto.
Nos tocaba desplazarnos hasta el Aeroport de Barcelona-El Prat, así que nos despertamos sobre las 2:30 h de la madrugada para llegar con el tiempo suficiente para canjear los billetes en la ventanilla de Vueling. Nada que objetar al vuelo. Salimos a la hora en punto y aterrizamos con 10 minutos de adelanto respecto al horario previsto.
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Un vez aterrizados, nos desplazamos hacia la estación de trenes para coger un par de billetes en dirección a Central Station, que es la magnífica puerta de entrada a Amsterdam. El precio nos salió por 3,80€ por cabeza y el desplazamiento en tren duró unos escasos 20 minutos.
Central Station es una estación de tren preciosa. Construida en 1889 en estilo neorrenacentista de ladrillo rojo, es el punto ideal para entrar en la ciudad. A 500 metros en linea recta llegas al corazón de la ciudad, la plaza Dam, y desde Central Station parten un sinfín de tranvías hasta el último rincón de la ciudad. Como teníamos el hotel muy cercano, descartamos el tranvía, eso sí, aprovechamos que había una chica vestida de rojo y que atiende a todas las preguntas de los recién llegados para comprobar que la ruta que teníamos que tomar era la correcta.
Central Station es una estación de tren preciosa. Construida en 1889 en estilo neorrenacentista de ladrillo rojo, es el punto ideal para entrar en la ciudad. A 500 metros en linea recta llegas al corazón de la ciudad, la plaza Dam, y desde Central Station parten un sinfín de tranvías hasta el último rincón de la ciudad. Como teníamos el hotel muy cercano, descartamos el tranvía, eso sí, aprovechamos que había una chica vestida de rojo y que atiende a todas las preguntas de los recién llegados para comprobar que la ruta que teníamos que tomar era la correcta.
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Escogimos como alojamiento el Canal House Amsterdam en el barrio de Jordaan. Se trata de una casa particular que pone 3 habitaciones a disposición de los clientes y que queda a 8-9 minutos de Central Station. Así que rápidamente llegamos a la puerta. Por el camino ya pudimos entrar en contacto con los puentes y los canales que atraviesan Amsterdam y que la hacen tan especial.
Sobre el hotel poco tenemos que decir. Era justamente lo que esperábamos, una habitación limpia y espaciosa, con nevera, microondas, cafetera, armario y también con un mini wc con ducha. Las vistas desde los ventanales daban al canal ya que habíamos reservado la Front Door. La señora de la casa nos atendió en castellano, aunque nos había advertido que hablaba spanish “only a bit”. Ya quisiera yo hablar en inglés también al mismo nivel que su “only a bit”. Así pues, sin más pagamos 170€ por dos noches y nos entregó las llaves de la casa y de la habitación. No la vimos más. Sabíamos que rondaba por la casa pero estuvimos en total intimidad. La verdad es que la estancia fue genial y que el hotel estaba muy bien situado.
Sobre el hotel poco tenemos que decir. Era justamente lo que esperábamos, una habitación limpia y espaciosa, con nevera, microondas, cafetera, armario y también con un mini wc con ducha. Las vistas desde los ventanales daban al canal ya que habíamos reservado la Front Door. La señora de la casa nos atendió en castellano, aunque nos había advertido que hablaba spanish “only a bit”. Ya quisiera yo hablar en inglés también al mismo nivel que su “only a bit”. Así pues, sin más pagamos 170€ por dos noches y nos entregó las llaves de la casa y de la habitación. No la vimos más. Sabíamos que rondaba por la casa pero estuvimos en total intimidad. La verdad es que la estancia fue genial y que el hotel estaba muy bien situado.
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Tras dejar las maletas y coger cámara y mapa, salimos de nuevo hacia Central Station porque a las 11 de la mañana hay un punto de reunión del Free Tour que te enseña la ciudad de manera gratuita. Bien, gratuito no es, al final del tour tienes que valorar el trabajo del guía y dar lo que crees que se ha ganado. Así que llegamos a Central Station buscando a los guías que van vestidos con una camiseta de color rojo. No estuvimos de suerte y no los encontramos. Seguramente las obras a las que está sometida la estación nos hicieron despistar un poco, pero no había problema, ya que las excursiones salen de la plaza Dam a las 11:30h así que tomamos la calle Damrak que te lleva directamente hasta el punto de inicio del tour. Al llegar ya vimos diferentes grupos reunidos, así que no tuvimos problemas para unirnos a ellos.
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Mientras esperábamos el inicio, pudimos contemplar la zona más concurrida de Amsterdam ya que la plaza Dam vendría a ser el centro neurálgico... sobre todo de los turistas, ya que como ocurre en tantas ciudades turísticas, los propios del lugar intentan huir de las hordas de visitantes que abarrotan la ciudad.
Nos toco de guía una Sevillana que atiende al nombre de Aurora. Un tía, muy cool, fashion, lo más de lo más, moderna y demás adjetivos que atribuía a Amsterdam y que por extensión se le podía aplicar a ella.
Optamos por esta visita guiada porque teníamos poco tiempo para visitar la ciudad y así nos servía de pauta para hacernos una idea de por donde pasar o qué descartar. Fue una visita muy completa, Aurora derrocha mucha energía y eso se nota en su mermada voz, así que pudimos abarcar gran parte de las zonas de interés de la ciudad.
Así la ruta guiada nos llevo desde la plaza Dam hasta el cercano barrio rojo. Luego pasamos por el pequeño barrio chino hasta el Waag que es la puerta de la ciudad más antigua que se conserva, paseámos por canales hasta llegar al Dampkring Coffee shop que ostenta el título de mejor cofee shop de la ciudad y que tiene por allí rondando el gato más fumado de la ciudad, luego pasamos por Begijnhof que vendría a ser una zona de retiro para mujeres que aunque no monjas han dedicado su vida a la contemplación mariana y donde se encuentra la casa de madera más antigua de Amsterdam, entramos también por un pasadizo cubierto que es la antesala del Museo Historico de Amsterdam, y es la fase final de la visita nos llevó hasta las primeras casas de okupas de la ciudad en Spuistraat y finalmente al barrio del Jordaan con sus bellos canales flanqueados por las maravillosas casas con hastiales de todo tipo, una de las casas más estrechas de la ciudad, finalizando en frente del museo de Anna Frank y de la iglesia de Westerkerk. Como veis una visita muy completa que nos llevo poco más de 3 horas. Decir que hicimos un alto en el camino en el restaurante/mercado La Place donde podimos almorzar tranquilamente.
Nos toco de guía una Sevillana que atiende al nombre de Aurora. Un tía, muy cool, fashion, lo más de lo más, moderna y demás adjetivos que atribuía a Amsterdam y que por extensión se le podía aplicar a ella.
Optamos por esta visita guiada porque teníamos poco tiempo para visitar la ciudad y así nos servía de pauta para hacernos una idea de por donde pasar o qué descartar. Fue una visita muy completa, Aurora derrocha mucha energía y eso se nota en su mermada voz, así que pudimos abarcar gran parte de las zonas de interés de la ciudad.
Así la ruta guiada nos llevo desde la plaza Dam hasta el cercano barrio rojo. Luego pasamos por el pequeño barrio chino hasta el Waag que es la puerta de la ciudad más antigua que se conserva, paseámos por canales hasta llegar al Dampkring Coffee shop que ostenta el título de mejor cofee shop de la ciudad y que tiene por allí rondando el gato más fumado de la ciudad, luego pasamos por Begijnhof que vendría a ser una zona de retiro para mujeres que aunque no monjas han dedicado su vida a la contemplación mariana y donde se encuentra la casa de madera más antigua de Amsterdam, entramos también por un pasadizo cubierto que es la antesala del Museo Historico de Amsterdam, y es la fase final de la visita nos llevó hasta las primeras casas de okupas de la ciudad en Spuistraat y finalmente al barrio del Jordaan con sus bellos canales flanqueados por las maravillosas casas con hastiales de todo tipo, una de las casas más estrechas de la ciudad, finalizando en frente del museo de Anna Frank y de la iglesia de Westerkerk. Como veis una visita muy completa que nos llevo poco más de 3 horas. Decir que hicimos un alto en el camino en el restaurante/mercado La Place donde podimos almorzar tranquilamente.
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Un vez terminado el tour, decidimos acercarnos a un super para comprar algo de desayuno y dejarlo en la habitación del hotel, y tan ricamente nos dirigimos al hotel entre canales de postal.
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Tras el breve descanso salimos a pasear sin un rumbo fijo. Decidimos visitar con más tranquilidad algunos de los lugares curiosos de la ruta matinal y de paso acercarnos hasta zona que no habíamos visto. Así pues, rumbo al Barrio Rojo como no podía ser de otra manera.
El barrio de día también está animado aunque no como la noche que es algo tremendo de ver. Por la zona uno se va cruzando por las hordas de turistas fumados y sedientos de sexo. Las trabajadoras sexuales (que es así como se las llama) intentan abarcar la atención de los curiosos que se acercan hasta sus ventanas o que simplemente pasan por delante de ellas. Los que pasan por la calle con pareja parecen ser el hombre invisible ya que las trabajadoras pasan literalmente de perder el tiempo en un cliente imposible. Decir que ni se os ocurra echarles una foto o os saldrá medio barrio al alcance. En caso de querer hacer una foto mejor alejarse de las calles estrechas y buscar un canal amplio en los que también se encuentran habitaciones con chicas o bien simplemente acordar un precio con ellas y así poder hacer la instantánea sin problemas.
El barrio de día también está animado aunque no como la noche que es algo tremendo de ver. Por la zona uno se va cruzando por las hordas de turistas fumados y sedientos de sexo. Las trabajadoras sexuales (que es así como se las llama) intentan abarcar la atención de los curiosos que se acercan hasta sus ventanas o que simplemente pasan por delante de ellas. Los que pasan por la calle con pareja parecen ser el hombre invisible ya que las trabajadoras pasan literalmente de perder el tiempo en un cliente imposible. Decir que ni se os ocurra echarles una foto o os saldrá medio barrio al alcance. En caso de querer hacer una foto mejor alejarse de las calles estrechas y buscar un canal amplio en los que también se encuentran habitaciones con chicas o bien simplemente acordar un precio con ellas y así poder hacer la instantánea sin problemas.
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Nos acercamos a Oude Kerk una iglesia que data del siglo XIII y que es muy bonita de ver. Eso sí, sólo la visitamos por fuera, al igual de edificios, iglesia y museo que vimos. Al estar solo un par de días decidimos que nos interesaba más conocer la ciudad y el qué hacer de sus gentes que entrar a visitar espacios cerrado.
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Casi en la puerta de entrada de Oude Kerk se puede encontrar en el suelo una curiosa escultura que representa a una mano tocando a un pecho. Al parecer es una crítica contra la iglesia. Se dice que en épocas antiguas la iglesia incentivaba a los marinos a tomarse un respiro en el Barrio Rojo después de ya tantos meses sin contanto con las féminas. Eso sí, una vez salían de los locales la propia iglesia ponía a disposición de los clientes recién salidos un papel, que tras el conveniente pago, que servía para que los marinos purgaran tan terrenales pecados. Así es que esa estatua intenta ironiar sobre esa doble moralidad y parece conseguir su objetivo ya que bordeando la iglesia hay las típicas puertas y ventanas con chicas sentadas esperando al cliente de turno.
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Al otro lado del canal pudimos contemplar una de las características que más llaman la atención de las casas de Anmsterdam, y es que muchas de ellas están exageradamente inclinadas hacia delante. Eso no se debe en fallos en el suelo inestable como pasa en Venecia (que también hay bastantes casos de estos), sino que ya están construidas de esa guisa para aprovechar la inclinación para entrar muebles y otros materiales abultados sin dañar la fachada de las casas, y es que la estreches de las mismas hace que entrar cualquier bulto un poco grande por la puerta principal sea tarea ardua difícil.
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Seguimos el camino visitando el templo budista del Barrio Chino nos acercamos hasta el Barrio Judio. Fue una decepción. Supongo que el no entrar a las sinagogas nos privó de la visión autentica del barrio pero es que nos esperábamos otra cosa. Aurora nos había hablado del mercado y la verdad es que no es nada del otro mundo. Eso sí, aprovechamos para seguir hacia el canal de Asmtel y ver el puente más antiguo de la ciudad, el Magere Brug.
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Finalmente nos sentamos en una terraza a tomarnos un par de cervezas para recuperar fuerzas para la próxima caminata que se preveía un poco larga. Así pues, una vez repuestos salimos hacia Wertheim Park, unos de los múltiples parque de la ciudad. Allí nos topamos con una zona creada para que los más pequeños puedan jugar y disfrutar a la vez de la naturaleza. Así pues podimos ver como los papis holandeses llevaban a sus peques al parque y nos entretuvimos un poco contemplándolos.
Luego alcanzamos el parque de Artis, aunque sólo lo bordeamos para no perder la ruta que nos habíamos planteado. Finalmente tomamos la calle Sarphatistraat, con algunas casas con escaleras empinadísimas para llegar a los pisos superiores, hasta alcanzar el objetivo final que no era otro que El molino de viento De Gooyer. Valió la pena la caminata para salir un poco de la zona turística y para ver de cerca uno de los famosos molinos.
Luego alcanzamos el parque de Artis, aunque sólo lo bordeamos para no perder la ruta que nos habíamos planteado. Finalmente tomamos la calle Sarphatistraat, con algunas casas con escaleras empinadísimas para llegar a los pisos superiores, hasta alcanzar el objetivo final que no era otro que El molino de viento De Gooyer. Valió la pena la caminata para salir un poco de la zona turística y para ver de cerca uno de los famosos molinos.
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Despues de contemplarlo y de tirar unas fotos tomamos el tranvía 10 para que nos acercase al hotel. La batería estaba a las últimas y nos habíamos dejado la otra en la habitación.
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El sol ya empezaba a bajar, así que salimos con la intención de encontrar algún restaurante en la zona de Jordaan. Estuvimos de suerte y encontramos mesa en The Pancake Bakery en Prinsengracht, muy muy cerca del hotel. Cenamos de lujo con vistas al “canal de los Principes” con las bonitas casas de telón de fondo y las no menos famosas casas flotantes que emergían por todo el canal. La comida buena y a un precio razonable, cerca de 13 € por cabeza, cerveza incluida, y el servicio muy amable y atento, así que dejamos unos euros para el camarero.
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A esas horas mi amiga la otitis me estaba dando la vara de mala manera. Aun así, hicimos una ruta nocturna por el barrio. Genial, la gente aprovecha para salir a charlar con los amigos o los vecinos, la zona tranquila y por no ser excesivamente luminosa, daba una aura de tranquilidad.
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Tras un paseo más bien relajado, nos fuimos acercando al hotel... aunque también a un Cofee Shop. No se, igual el material que te sirven también iba bien para los orzuelos. No se, no se. Tal vez. Por preguntar. Total es por tema de salud. Igual lo cura, y sino pues igual también, ¿no?... Ahora que lo pienso. ¿Entramos o no?. ¿Será posible? Ahora resulta que tengo amnesia.
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