Nos levantamos con el deseo irreal de quedarnos un par de días más. Hubiese estado muy bien tener tiempo para visitar un par de museos y para realizar alguna salida a las afueras de Amsterdam, pero no podía ser. Lo que sí hicimos fue desayunar pronto y salir temprano a la calle para aprovechar las últimas horas en la ciudad, así que nos dirigimos hacia Central Station para dejar las maletas en la consigna de la estación. Decir que dejamos las llaves del apartamento en la mesita de entrada, tal y como habíamos acordado con la dueña. Habíamos estado 2 días enteros en nuestra habitación y no supimos más de ella excepto por algún ruido de movimiento que testificaba que había vida en el edificio. Así pues, miramos por el vidrio glaseado de la puerta de entrada por última vez y salimos a exprimir el poco rato que nos quedaban en la ciudad.
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Al poco de marchar me di cuenta que se me había pasado por alto colocar la pegatina del brucelee2000 bajo la mesita de noche de la habitación, tal y como había hecho en Londres y París, así que al ver en Buiten Vissers Straat un grafiti gracioso de unos monos pues decidí darle un toque personal pegando allí al chino karateka.
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[align=justify]Dejamos las maletas a buen recaudo y salimos para explorar la última parte que nos quedaba de la zona del Plantage. Lo primero que hicimos fue acercarnos a la iglesia de San Nicolás que queda justo al lado de la estación.
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Luego tomamos la enorme avenida Prins Henrikkade par ir viendo desde cierta distancia algunos de los lugares destacados de esta parte de la ciudad, entre ellos, y a lo lejos uno de los primeros que divisamos fue la torre de Oude Kerk que se alzaba sobre los tejados de las casas cercanas a los canales. Luego llegamos a Schreierstoren o “Torre del Llanto” que formaba parte de las murallas. Una antigua historia cuenta que las mujeres venían aquí a despedirse de sus maridos antes de su partida hacia el mar.
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Por el otro lado de la avenida pudimos divisar el Sea Palace, un restaurante Chino de proporciones gigantescas, cerca de él, el “Amsterdam”, una réplica a escala real de un buque indiano que está atracado frente al Museo Naval.
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Cruzamos el puente para ver el Montelbaanstoren con su campanario de madera. Formaba parte de la defensa de los muelles, y hoy en día embellece la visión del canal de Oudeschans. Valió la pena el paseo matutino para ver esta bonita estructura.
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Finalmente alcanzamos el final de la ruta llegando hasta los antiguos almacenes Entrepotdok. Está zona aprovechada para crear espacio nuevos en la ciudad ha quedado como una zona residencial muy tranquila. Los nuevos inquilinos habitan en los propios edificios de los almacenes que han sido adaptados para poder vivir en ellos.
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Pasamos luego por la entrada del Artis, el zoológico holandes más antiguo, aunque no podimos entrar ni al zoo ni al Planetario por falta de tiempo. Sí paseamos por Wertheim Park pero poco nos pudimos entretener. Tocaba llegar a Central Station para recoger las maletas, el billete y hacia el aeropuerto. Así que volvimos sobre nuestros pasos sin entretenernos mucho.
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Allá a lo lejos, en Damrak me pareció ver los ojos tristes de un payaso que seguía nuestros últimos instantes en la ciudad... era Ronald Mc Donald. Está vez no Ronald, está vez no entramos. Unos visitantes Vips de tus WC no merecen que les hagan pagar por ir a tu mingitorio. No se si nuestra relación acaba aquí... París, Venecia, Londres y tantos destinos en los que hemos tenido la delicadeza de decidirnos por tus excusados y vas y nos sorprendes con una acción indigna de un amigo. Dependerá mucho de tu actitud, eres tú quien nos cierras las puertas.
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Había finalizado el fin de semana en Amsterdam. La verdad es que se nos hizo muy cortito ya que da para mucho más.Una ciudad de la que nos llevamos un grato recuerdo de sus canales, sus preciosas casas, la amabilidad de la gente, la libertad y el respeto que se respira... un lugar, sin duda, para volver.
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AMSTERDAM CIUDAD DE RINCONES SECRETOS
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