Nuestro última día en Savai’i estaba cargado de cosas que hacer antes de llegar a coger nuestro ferry de vuelta a Upolo que salía a las 2 (y teníamos que estar en el muelle casi una hora antes). La verdad es que nuestros planes eran un poco ambiciosos y no nos dio tiempo a ver todo lo que queríamos, pero qué le íbamos a hacer. Después de otro estupendo desayuno en Vai Moana nos montamos en el coche rumbo al primer punto del día, que en un principio iban a ser los blowholes de Alofaaga. Pero como el día anterior nos habíamos quedado con la espinita de no haber podido hacer snorkel en Falealupo, preguntamos a un chaval del Vai Moana que dónde podíamos hacer snorkel de camino al ferry, y nos recomendó que parásemos en la playa de Satuiatua, así que esa fue nuestra primera parada. Es una playa bonita, con un “resort” de estos de fales con baños compartidos, bar y restaurante. Hablamos con la chica del bar y les dijimos que nos mandaban los del Vai Moana, y nos dijo que no había problema, que nos tomáramos algo en el bar y podíamos usar la playa y hacer snorkel. Nos dijo que era buena hora porque estaba la marea bastante alta todavía, y en la playa nos encontramos con unos turistas de NZ que acababan de salir del agua y nos dijeron que había varias tortugas nadando por la costa, así que nos faltó tiempo para irnos al agua a buscarlas. Nada más entrar en el agua el fondo era arenoso, pero enseguida empezaban las rocas y el coral. El snorkel en esta playa estaba genial, muchos peces, mucho coral, y tuvimos la suerte de encontrarnos con una de las tortugas, que estaba metida en el coral cabeza abajo, como si estuviera comiendo, pero que cuando oyó que nos acercábamos salió nadando muy rápido. No deben estar muy acostumbradas a la gente. Había algo de corriente así que hicimos “snorkel de deriva”: entras al agua por un extremo, te dejas llevar por la corriente y sales del agua por el otro extremo para volver andando por la playa. Repetimos varias veces pero se nos hacía tarde y nos quedaban cosas por ver, así que pedimos un café y una botella de agua (7T) y con mucha pena nos despedimos de Satuiatua. Si lo llegamos a saber, quizás hubiéramos organizado las noches en Savai’i de otra forma para poder habernos quedado en estos fales, porque nos encantó el sitio.
Satuiatua
La siguiente parada, ahora sí, eran los blowholes de Alofaaga, formaciones de lava en la costa por los que salen chorros de agua a causa de la marea, como géiseres marinos. Ya habíamos visto algo parecido en Tonga pero los de Samoa son bastante más llamativos e impresionantes. Se llega por un camino sin asfaltar que sale de la carretera principal. Cuando llegas a la entrada del camino ves una caseta donde se paga la entrada (5T por persona), y al final del camino, donde están los miradores, hay un parking. Resulta que el listillo del parking te cobra otros 5T, aunque le digas que ya has pagado entrada. La alternativa es aparcar en un lateral del camino, y vimos que había un coche que había hecho exactamente eso, pero por no discutir al final lo dejamos donde estaba y pagamos los 5T extra. Días más tarde conocimos a un chico americano que había pasado por los blowholes y había decidido aparcar fuera del parking. Pues bien, se habían estado haciendo fotos (demasiado) cerca de la orilla, y había llegado una ola que le había tirado al suelo y le había roto el móvil. El tipo del parking se les acercó y les dijo que como no habían pagado se habían perdido la explicación de dónde ponerse, hasta dónde se puede llegar de forma segura, y por supuesto tampoco corrió a ayudarles. Este fue uno de los dos sitios del viaje donde nos dio la sensación de un poco impuesto revolucionario, aunque sean 4 duros. En fin, a nosotros nos explicaron por dónde ir y hasta dónde acercarnos. Los blowholes son realmente impresionantes, y las vistas de toda la costa desde allí merecen la pena una parada.
Alofaaga blowholes
En nuestro ambicioso plan del día, la siguiente parada era la cascada Mu Pagoa, pero íbamos mal de tiempo y decidimos saltárnosla para ir directamente a la que dicen que es la cascada más bonita de todo Samoa: Afu Aau. Lo curioso de esta cascada es que te puedes bañar en la piscina donde cae, y puedes meter la cabeza debajo del chorro si quieres un buen masaje de hombros. La verdad es que íbamos muy muy mal de tiempo pero no queríamos perdérnosla, aunque fuera una visita breve. La entrada son 5T que se pagan en la entrada, y desde el parking hay unos 5 minutos andando por un camino un poco embarrado hasta la propia cascada. Tuvimos la suerte de que no había absolutamente nadie en ese momento, y aunque estuvimos poco tiempo, la disfrutamos un montón. El agua estaba fresquita pero con el calor que hacía agradecimos mucho el chapuzón, que además nos vino bien para quitarnos la sal. Es una cascada súper fotogénica y una parada imprescindible en Savai’i.
Afu Aau
La otra visita del día, el Tafua Crater, por supuesto se quedó en el tintero. Llegamos al ferry con el tiempo justo de colocarnos en la cola de coches y comprar el billete del pasajero (12T), pero menos mal que no tuvimos que estar una hora allí metidos en el coche esperando a embarcar, porque estábamos a pleno sol y hacía un calor insoportable. La vuelta la hicimos en el ferry grande, y cuando digo grande más bien es enorme (en comparación con el de la ida), y estaba petado. Había algo más de oleaje que a la ida y el trayecto fue mucho menos bucólico, pero en hora y media larga estábamos ya en Upolu.
Esa noche dormíamos en la playa de Matareva, en un fale en la playa. Era la única noche que teníamos cogida en un fale básico tradicional, y nos hacía gracia probarlo. Matareva está como a una hora del ferry, en la costa sur de Upolu, pero para llegar hay que coger una pista que sale de la carretera principal. Y en la entrada a la pista nos encontramos con el segundo impuesto revolucionario del día (y del viaje). Había una caseta con 5 ó 6 tipos jugando a las cartas, y cuando fuimos a pasar nos pararon y nos dijeron que teníamos que pagar 20T para entrar. Yo les dije que íbamos al hotel, pensando que con eso sería suficiente, pero me dijeron que no. Que ese “impuesto” es de los lugareños que cuidan y arreglan el camino, y no tiene nada que ver con el hotel. Se paga por usar el camino, vayas a dormir o a pasar el día en la playa. Yo estaba indignada y llamé por teléfono al hotel para preguntar si esto era así, pero no me lo cogían. Me dio por mirar la confirmación de la reserva de booking, y efectivamente, allí en letra bien pequeñita ponía que había un impuesto de 20T por coche ajeno al hotel. Echando humo, pagamos las 20T y nos fuimos directos al hotel. El camino no estaba ni mucho menos bien mantenido, había unos boquetes enormes y pedruscos por todas partes. Los miles de mosquitos que nos dieron la bienvenida nada más salir del coche tampoco ayudaron a que se me pasara el cabreo, pero el sitio sí: una playa aislada, con unos fales muy fotogénicos, poca gente, y una puesta de sol increíble. Pagamos, nos asentamos, y nos dimos un bañito con un primer intento de snorkel (bastante bien incluso en marea baja). Luego nos tomamos unas cervezas fresquitas en la terraza del restaurante mientras esperábamos la cena, que no estuvo mal. A la mañana siguiente teníamos que estar en otro hotel, el Vai Villas, a las 9 de la mañana para que nos recogieran los de la excursión del kayak, pero resulta que el Matareva no servía el desayuno hasta las 8:30, y hay como media hora de un hotel a otro. Les pedimos que si podían darnos el desayuno a las 8, y buff parecía que les estábamos pidiendo un imposible. Al final fue más fácil llamar a los del kayak para preguntar si éramos los únicos en el tour, y como resultó que sí, nos dejaron empezar media hora más tarde sin problemas.
Matareva Beach
Opinión del Matereva Beach Fales: básico pero la playa es preciosa y tiene buen snorkel. No tuvimos que pagar nada por adelantado y además no nos cobraron por usar tarjeta, lo cual es de agradecer (será para compensar el impuesto revolucionario!). El fale es básico pero es una experiencia curiosa para una noche. Los baños podían haber estado mucho más limpios.