Aquella noche descansamos mucho y bien. Además, el tiempo era tan malo como el día anterior y sabíamos que no amainaría hasta media mañana, así que nos lo tomamos con calma. Para aprovechar el tiempo, decidimos acercarnos el coche hasta al supermercado Safeway de las afueras de la ciudad a ver si podíamos reponer el stock a mejores precios, y así fue. Compramos varios paquetes de embutido (jamón, pavo, pollo) por 99 centavos cada uno… ¡eso era una ganga! También plátanos, 2 litros de leche de almendra, un pastelito de limón y otro de calabaza. ¿Total? 12,36$ CAD.
Regresamos al hotel y nos hicimos en la cocina unas tostadas con pavo y oras con crema de cacahuete. Además aprovechamos para prepararnos un tupper enorme con restos que nos quedaban para comer más tarde: arroz con tomate natural, cebolla y atún. A las 12:45 escampó y nos fuimos directos al Johnston Canyon. El parking estaba bastante concurrido pero pudimos aparcar bien… La direfencia de gente entre Jasper y Banff nos pareció muy significativa, estando todo más saturado en la segunda zona. Los temores a los ataques de oso desaparecieron de un plumazo por este motivo.
Aunque el día estaba fresco, hacia sol, así que comenzamos a hacer el trekking de las lower y upper falls. El camino es bastante accesible, con barandilla y pasarela junto al cañón, y las aguas de un turquesa impresionante. A estas alturas aún nos seguía impresionando la cantidad y la fuerza del agua.
Una vez en las Upper Falls, continuamos para hacer uno trakking que nos llevaría a un destino de lo más curioso: Los Inkpots. Desde las Upper Falls, es una caminata de 8km ida y vuelta, con lo cual el total son unos 12.
El camino, aunque de subida, es bastante sencillo aunque tiene alguna tramo un poco más pronunciado, y aunque no está para nada masificado, sí que te vas cruzando con gente y teniendo tranquilidad. Lo que es verdad es que el trayecto no tienen nada reseñable y resulta un poco pesado, pero cuando llegas allí, entiendes que merece la pena.
Es una especie de pradera entre montañas con distintas pozas de color turquesa. Si te acercas, ves como el fondo arenoso burbujea, y es que se llenan a través de aguas subterráneas que fluyen a través de la arena del fondo. Es curiosísimo.
El entorno además, ya con algún color otoñal de por medio, me pareció una pasada, como el jardín de alguna película de fantasía. Estuvimos ahí un buen rato y dimos cuenta del tupper, que nos supo a gloria después de los kilómetros recorridos.
Realizamos el camino de vuelta lo más ligero que pudimos y cogimos el coche para regresar a Banff parando primero en Vermilion lakes. El cielo estaba cubierto y estoy segura de que la zona gana mucho más con sol, pero también me parecieron bonitos con un tono totalmente anaranjado. El otoño había llegado de golpe a las Rocosas.
Muy a lo mejos vimos un wapití, un ciervo canadiense, pero muy pronto, con suerte, veríamos más.
Entramos en la ciudad de Banff dirección Fairmont Hotel. Es el más lujoso de la zona y tiene un cierto aire a Hogwarts desde la distancia. No pudimos aparcar cerca de la entrada, pero tiramos de intuición para encontrar el camino a nuestro objetivo: El campo de golf. Y es que al atardecer, suele ser frecuentado por ciervos y wapitís. Hicimos una ronda en coche sin encontrar donde aparcarlo, y a la vuelta vimos a lo lejos un pequeño grupo de estos fantásticos animales. Mi novio dijo que esperaba en el coche y que fuera a verlos, así que casi me tiro en marcha y atravesé corriendo todo el desierto campo de golf hasta tener el grupo de tres cara a cara. Qué pasada.
Conseguí estar unos minutos hasta que varias personas con un carrito de golf me llamaron la atención en la distancia, así que me hice la que no entiende inglés y me retiré.
Muy cerca de allí están as Bow Falls, unas cascadas muy anchas y con un gran caudal en pleno Banff. Nos quedamos un rato observándolas en soledad porque a esas horas casi no había nadie por la zona. El tono del agua también era precioso.
Ya habíamos cumplido con el itinerario del día. Es cierto que teníamos ganas de más pero no hay que olvidar que a lo tonto llevábamos unos 13 kilómetros andandos y que ya se había ido el sol. Lo cierto es que habíamos aprovechado el día mucho a pesar de haberlo comenzado tan tarde por la lluvia, y como hacía algo de fresco, decicimos pasar los últimos coletazos de la tarde en un Tim Hortons, la franquicia de cafeterías más famosa de Canadá. El primero que vimos fue en una estación de servici a las afueras de Canmore y allí que paremos y sin saberlo fue un acierto porque además de cómodos sillones y wifi, tenía hasta chimenea.
Pedimos un pumpkin spice late, un té de manzana y canela, un donut de sirope de arce, un donut de arándanos y una rosquilla de manzana. Todo riquísimo y por 10$CAD. Nos vino genial para coger temperatura. Aprovehamso para llenar el depósito por 30$CAD y antes de volver al hotel, pasamos por el Safeway a comprar más comida. Hoy tocaba cena de ahorro, aunque al final no lo fue tanto.
Compramos agua, lentejas, champiñones y filetes de ternera para comidas, y para cenar pasamos por la opción deli (que aunque parezca barata no lo es) y cogimos una ración de pollo a la miel, 2 samosas y un buddha bowl. Todo nos costó 25,20$ CAD.
Ya en el hotel, nos dimos una ducha caliente, hicimos la comida para el día siguiente y nos tomamos lo comprado en el deli con unas sopas de sobre que aún teníamos en nuetro alijo.
Buenas sesaciones de nuevo para acabar el día en unas vacaciones muy diferentes a las que habíamos tenido hasta la fecha.
GASTOS DEL DÍA PARA DOS PERSONAS
- Compra de mañana: 12,36$ CAD
- Merienda: 10$ CAD
- Gasolina: 30$ CAD
- Compra y cena: 25,20$ CAD
Total gastos del día: 77,56$ CAD (53€)
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