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Hoy sí que tocaba madrugón. A las 5:00 estábamos en marcha pero como habíamos dormido pronto, no hubo problema. Nuestro destino del día era el lago Moraine, el que es la imagen de presentación de cualquier catálogo de las rocosas canadienses, la estampa perfecta de montañas nevadas, pinos y lago turquesa.
Como es de esperar, el parking se abarrota a primerísima hora, y no solo eso, sino que cuando está completo cortan la carretera dando como única opción aparcar en un parking disuasorio y coger un autobús (lo cual es genial como alternativa). Nosotros quisimos ser completamente independientes y llegamos allí a las 6:20 de la mañana en plena oscuridad. Y no eramos ni muchísmo menos los primerso, ya había bastantes coches. Como aún no había nada que ver y neustros días por esos lares ya nos hacían saber que la neblina de la noche no solía despejarse hasta las 9:00, nos quedamos en el coche echando uno sueñecito unos y actualizando notas y material otras. Después, nos tomamos unas rebanadas de pan con plátano y crema de cacahuete, regado con leche para tragar tan deliciosa pero densa bola.
A las 9:20, con la luz del día aunque con el cielo algo grisáceo, lejos del azul perfecto de los días de Jasper y la Icefields Parkway, salimos del doche y comenzamos a subir por la rockpile, un montón de piedras frente al lago desde donde se obtienem las mejores vistas. ¡Y qué vistas!
Tomamos fotos a todos los nivele y yo os prometo que estaba maravillada. Cuando habían un atisbo mayor de sol, el color era aún más increíble. Mi novio en cambio, repetía que era bonito pero que él era más de cañones y cascadas, de movimiento más que de agua estancada…. Para gustos los colores.
Después de un buen rato, bajamos por detrás de rockpile para tomar el sendero de inicio del treking de Consolation Lakes. Allí había un cartel recomendado ir en grupos de cuatro por presencia de osos. Era la primera vez que lo veíamos e hicimos caso. Esperamos junto al cartel no más de un minuto hasta que pasó otra pareja alemana en nuestra misma situación, así que decidimos hacer el camino juntos y fuimos compartiendo impresiones sobre el viaje y otros destinos durante todo el trayecto. Son 2.5km de ida por una zona boscosa, no muy transitada pero en la que nos fuimos siempre cruzando con otros viajeros que volvían.
Una vez allí, tuvimos que andar un buen trecho por piedras para llegar a la orilla del lago grande. Lo cierto es que el listón estaba muy alto y esa estampa no tenía nada que ver con la del Moraine. Eran unos lagos pequeños, de aguas oscuras…. Pero a mí me gustaron.
El entorno, con las enormes montañas de alrededor, me hacían sentirme en un lugar remoto y mágico, digno de los últimos libros de Harry Potter o del Señor de los Anillos.
Personalmente pienso que sí se tiene tiempo es un trekking que no hay que dejar de hacer.
Hicimos los 2.5 km de vuelta y nos separamos de nuestros acompañantes alemanes. Ellos se internaban por otros caminos más inexplorados y nosotros disfrutamos otro rato más de Moraine Lake. En mi intento de alcanzar el tronco grande junto a la orilla para hacerme la fotaza, pisé uno pequeño que se hundió y acabé metiendo una pierna hasta la rodilla…. Y luego en el tronco mayor casí me voy al agua (con la cámara en la mano). Capté la indirecta y decidí retirarme de por ahí…. A pesar de que me hubiera quedado horas.
Volvimos al coche y pusimos rumbo a Banff. Teníamos en mente varias actividades pero el cansancio acumulado se hacía notar y optamos por otras más relajadas. La indea inicial era hacer el trekking de los Hoodoos desde las cercanías de Bow Falls. Comimos un tupper de lentejas con ternera y champiñones en un merendero y después se nos antojaron agotadores los 13km ida y vuelta. Recordé haber leído que los hoodoos se podían ver desde un pundo de la carretera y me puse a investigar con el móvil ¡Bingo! El mirador estaba en Tunnel Mointain Road, así que para allí que fuimos.
Cuando llegamos, no esperábamos encontrarnos un lugar tan agradable. Había un mirador, un parquecito lineal y varios bancos en los que nos sentamos a disfrutar de las vistas y, por supuesto, de los hodoos.
La temperatura además era ideal, pero lejos de estar para bañarse en algún lago cercano, que era a lo que hubiésemos dedicado la tarde en caso de mayores temperaturas. Estuvimos ahí un rato largo y nos volvimos más perezosos de la cuenta. El plan para la tarde era ir a las aguas termanes de Banff a relajarnos pero al final no nos apetecía mojarnos y estar en rollos de vesturios etc…, así que decidimos ir a Banff, pasear por el pueblo, merendar algo rico y darnos algún caprichín, cosa que no solemos hacer de viaje.
Aparcamos sin coste en Beaver St, justo detrás de un colegio donde pudimos disfrutar un rato del entrenamiento de unos niños, todo muy americano.
El pueblo nos encantó, con sus casitas de montaña, sus establecimientos de madera y su ambiente turístico sin masificar. Recorrimos varias tiendas de souvenirs en las que quisimos llevarnos todo pero en las que conseguimos resistir la tentación asustados por los precios.
Toamos un dulce típico, la Beaver tail (cola de castor), que estaba buenísima. Es como una masa frita con los toppings que le quieras poner. Nosotros elegimos una de pastel de nuees de pecán (8,75$).
Después paramos en el coqueto Starbucks para tomarnos unos cardamom latte que queríamos probar (8$) y continuamos tiendeando. Mi novio se compró una gorra de su marca favorita y yo un modelo de zapatillas en un color muy inusual (soy muy friki del tema) como auto regalo de cumpleaños.
Para acabar la tarde, vimos un supermercado IGA y decicimos probar a ver qué había y a qué precio en la supuestamente cara ciudad de Banff. El caso es que en alojamiento sí, pero en lo demás esa etiqueta no me pareción tan real. Allí compramos salmón, chuletas de pavo, 3 tomates, 1 cebolla, 2 plátanos, una cajita de arroz instantáneo, ensalada, 1 naranja, una caje de tés para llevarnos y un pastel de arándanos. Todo por 21,07$ CAD, así que muy bien.
Regresamos al hotel, nos dimos una ducha y nos preparamos un festín para cenar en la cocina: Salmón para mí, chuletas de pavo para mi novio y ensalada para compartir.
GASTOS DEL DÍA PARA DOS PERSONAS
- Merienda: 16,75$ CA$ CAD
- Compra y cena: 21,07$ CAD
Total gastos del día: 37,82$ CAD (25,63€)
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