Salimos de Madrid temprano por la mañana. Teníamos que gastar una Wonderbox de sólo una noche que se nos iba a caducar y no queríamos renovarla por enésima vez, por lo que decidimos gastarla en una escapada cercana.
El alojamiento estaba en Poyales del Hoyo por lo que buscamos rutas de senderismo interesantes por la zona y nos decidimos por la de Trocha Real-Senda de Pescadores.
Dicha ruta parte del pueblo de Candeleda, al que llegamos ya pasado el mediodía debido a un pequeño gran atasco en la carretera de camino... El sendero comienza justo al lado del convento de las Madres Concepcionistas, por lo que no tiene pérdida.

No es accesible para carritos, sillas de ruedas, etc; pero sí vimos alguna familia con niños que ya se valen por sí mismos y no se cansan tan fácilmente. En todo caso, la ruta no tiene mucho desnivel y el paisaje merece la pena. Nuestro viaje fue en otoño y los colores eran preciosos.
Se continúa caminando hasta que comienza lo mejor: el río. De aguas claras, y cantos rodados blancos, el perfecto complemento al paisaje del bosque. Y es aún mejor cuando, tras seguir remontando el río se llega hasta un puente que, a pesar de cómo se indica en algunos lugares, no es romano, sino medieval, y era utilizado por la Mesta Castellana para la trashumancia a través de las sierras de la zona.

Ahí paramos para comer un bocata porque ya llevábamos unas 2 horitas de ruta.
Después del descanso, lo cruzamos para seguir por la otra orilla, iniciando así la parte llamada "Sendero de los Pescadores", quizá es un poco más angosta que el camino de ida, de hecho, incluye un par de pasos con cuerdas ancladas a la roca (que se solventan fácilmente y sin peligro) y un puente tibetano casi al final, pero, como digo, el superarlos no requiere de gran forma física y lo que hacen es el camino más divertido. Eso sí, si se va con niños pequeños, mejor emprender la vuelta por la otra orilla, pues sólo se puede pasar uno cada vez.

Os dejo una imagen de la segunda zona de cuerdas:

Y tras esto, sólo queda caminar y caminar hasta llegar al puente tibetano que ayuda a superar el último obstáculo del trayecto sin mojarse:

Al terminar, a pesar de haber hecho 13,33 km. decidimos dar una vuelta por el pueblo de Candeleda, lo que fue todo un acierto. El pueblo es bonito y tenía una decoración navideña muy original. Además, había por las calles y plazas del centro una feria del pimentón y el queso de cabra, pero acompañados de más productos artesanos y fue un gusto recorrer los puestos y probar tan buenos productos.

Tras merendar improvisadamente, y ya de noche, fuimos hasta Poyales del Hoyo para disfrutar del alojamiento y la cena casera que lo acompañaría.