Els Pallaresos es un pueblo pequeño y poco conocido. Se encuentra en la provincia de Tarragona y apenas tiene 4.700 habitantes. Pero, como vamos a ver ahora mismo, bien merece una visita.
Su nombre es de origen incierto. Hay quien dice que sus habitantes procedían de las comarcas pirenaicas del Pallars. Las primeras referencias sobre la población datan del s.XIV pero son bastante escasas.
Els Pallaresos fue en la Edad Media una barrio de Tarragona. No dispuso de parroquia propia hasta épocas muy recientes. Siempre fue vicaría perpetua dependiente de la parroquia de la Catedral de Tarragona.
Para llegar cogemos el tren AVE hasta la estación de Camp de Tarragona. Después tenemos que ir caminando. No es fácil encontrar cómo ir. Son unos 3 kilómetros y algo. En caso de duda, se puede coger un taxi.
Su iglesia parroquial está dedicada a San Salvador. Eledificio actual, de estilo barroco de transición al neoclásico, fue consagrado en 1796. Consta de tres naves cubiertas con bóveda de cañón con lunetos. El portal es rectangular, muy austero, con una hornacina encima con la imagen de Jesús Salvador. Tanto la puerta como los dos ojos de buey de la fachada están adornados con esgrafiados. Entre 1944 y 1947 Jujol hizo varias intervenciones, una reforma del altar mayor (desaparecida), un sagrario y los altares laterales, en los que destaca el trabajo de forja.

Dando un paseo por el pueblo encontramos casas muy interesantes. En la misma plaza de la iglesia, en el número 4, vemos un bonito edificio que resulta ser la Casa de Andreu Fortuny. Este caballero contrató al importante arquitecto modernista Josep Maria Jujol para que hiciera una remodelación de la vivienda en los años 20 del siglo pasado. Destaca el curioso balcón. La fuente de la fachada es del siglo XIX.
En 1944 Jujol también reformó una casa en el número 3 de la plaza, la Casa de Emilia Fort. Destaca la puerta de arco de medio punto.
No nos vamos muy lejos para ver otra obra restaurada por Jujol. En el número 7 encontramos la Casa Solé, del siglo XVIII. La reforma consistió en unas magníficas rejas de hierro forjado en las ventanas inferiores.
En el edificio de las antiguas escuelas Josep Maria Jujol hizo un ayuntamiento, más simple que otras de sus obras (estamos hablando del hombre que hizo el trencadís del Park Güell, por ejemplo).
Sin duda la obra más importante de Jujol en este pueblo fue la Casa Bofarull. Es de propiedad privada pero puede visitarse. A nosotros nos hacía gracia porque en Cornellà hay una obra suya y estamos acostumbrados a ir a Sant Joan Despí a pie, donde incluso hay una ruta por sus obras.

La visita a esta curiosa casa cuesta 10 euros (reducida para mayores y niños) y dura 1 hora. Nosotros la hicimos con guía. Aconsejo consultar por Internet días de apertura.
Lo primero que nos llama la atención de esta casa es que no es como las otras. Aquí el modernismo ha entrado de pleno.
Jujol, que era de Tarragona y, como vemos, trabajó mucho por los contornos, en1913 empezó la intervención de la Casa Bofarull y terminó en1933.
Se han encontrado unos frescos religiosos que permiten datar los orígenes de la casa en el siglo XV.
En 1913 las dos propietarias de la casa tienen un encuentro con Jujol, que veranea en la cercana Secuita. Le piden que haga reformas en su casa solariega y el arquitecto acepta.

En la planta baja encontramos la taquilla. Desde allí podemos ir accediendo a bodega, establo, almacén así como a dos comedores y una preciosa cocina. Se conservan muchas herramientas o mobiliario de época.

Subimos ahora a la primera planta. Es donde encontramos las 8 habitaciones de la casa y la sala, que conserva esos frescos del siglo XV. No todas las habitaciones pueden visitarse. La escalera de acceso me recuerda un poco a Can Negre, en Sant Joan Despí, también de Jujol. Es interesante observar los detalles de hierro forjado.
Es magnífica la galería, con sus arcos de ladrillo y sus paredes de colores vivos.

Desde el exterior se nota cómo el arquitecto abrió la pared para hacerla. Es uno de los signos de identidad de la casa.

En la segunda planta está la buhardilla.
La torre mirador es otra de las marcas de la casa. Se puede subir. Destaca la cúpula con una veleta con la figura de un ángel.