Se trata de una de las grandes clásicas de las rutas a pie relativamente cerca de Madrid, si bien en la provincia de Ávila y, concretamente en la Sierra de Gredos. Hicimos esta ruta por primera vez hace un montón de años, en pleno mes de agosto. Nos gustó mucho, aunque hacía mucho calor y el sol dejó su huella en nuestra piel. Éramos demasiado jóvenes e inexpertos por entonces y creo que ni nos pusimos crema de protección solar, algo absolutamente necesario en la montaña y más en esta zona, donde hay poco arbolado.
En mayo de este año, quisimos rememorar tiempos pasados y hacer la ruta de nuevo, si bien las condiciones meteorológicas eran muy diferentes. Habíamos tenido un frío poco habitual durante la semana anterior e incluso nevó, con lo cual la excursión estuvo en el aire hasta el último momento. Por fin, como las previsiones del tiempo no eran del todo desfavorables, decidimos continuar con el plan.
Esta marcha sale de la llamada “Plataforma”, a la que se accede desde el pueblo abulense de Hoyos del Espino (171 Km. desde Madrid; dos horas y veinte minutos, aproximadamente). Una vez allí, se toma la carretera AV-931, y en 13 Km. se llega el aparcamiento. Cuando se toma la desviación, la escultura de una cabra (el monumento a la cabra montés de Gredos) avisa de que estamos a punto de entrar a sus dominios.
Ya desde la carretera, el espléndido panorama nos anunció que, en algún punto, nos íbamos a encontrar con la nieve. El paisaje no tenía nada que ver con el que disfrutamos años atrás, en verano. Este era todavía más espectacular.
Vista de la Sierra de Gredos desde la carretera que lleva a la Plataforma.
Cartel de la ruta. Se pueden hacer otras partiendo de la misma zona.
Los datos de la senda son los siguientes:
Plataforma – Laguna Grande. 6.436 metros (+ la vuelta). En total, unos 13 Km.
Desnivel: 390 metros de subida desde Plataforma a los Barrerones (unos 4 Km.) y 190 de bajada a la Laguna. La vuelta se hace por el mismo camino, así que los desniveles son al contrario.
Duración aproximada: 5 horas y media.
Identificación: PR-AV17
Se trata de una ruta muy asequible para cualquier senderista medio y puede hacerse con niños acostumbrados a caminar (a partir de unos 7 ú 8 años). Sin embargo, en invierno y con meteorología adversa hay que tomar muchas precauciones porque la nieve y el hielo pueden ocultar trampas muy peligrosas.
El comienzo se hace un por un camino empedrado, sin ninguna dificultad salvo el continuo ascenso, amenizado por la visión de las pequeños saltos de agua del río, en un lecho pedregoso salpicado de verde y amarillo; una gran diferencia respecto a nuestra anterior visita veraniega, con todo más marrón y reseco.
En unos 30 minutos alcanzamos el paraje denominado Prado de las Pozas. Siguiendo el ritual, hicimos un alto para descansar y, sobre todo, para apreciar el bonito entorno, en el cual empezaron a aparecer algunos neveros.
Cuando se cruza el puente, el sendero se estrecha y, al tiempo, se empina todavía más. Unas cuantas cabras nos contemplaban y alguna se animó a saludarnos más de cerca. Cada vez teníamos la nieve más próxima.
Alrededor los paisajes eran espléndidos y, al coronar una de las subidas, nos sorprendió un panorama realmente espectacular, con el Circo de Gredos mostrando toda su belleza de elevadas cimas salpicadas de blanco.
En ese punto, empezó a aparecer nieve en el sendero, cubriéndolo en varios tramos. Por fortuna, era nieve blanda, que no suponía mayor peligro que ir un poco atentos para no deslizarnos y sufrir algún coscorrón. Únicamente había un punto que requería extremar las precauciones pues el resbalón en vez de un simple golpe podría suponer una caída a un muy hondo vacío.
A las dos horas de caminata, alcanzamos el punto más alto de la excursión (2.170 m), llamado los Barrerones, cuyo mirador nos ofreció un panarama realmente maravilloso, resaltado por la nieve.
Una cabra se sumó al espectáculo, posando de muy buena gana para los fotógrafos. Realmente me maravilla lo listas que son las cabras de estos parques naturales: Me acordé de las de la ruta del Cares, que siempre saben estar en el lugar apropiado, en el momento justo, para su función y consiguiente recompensa: les encantan las galletas, pero hay que tener cuidado porque nunca se está libre de sufrir un topetazo si se asustan.
Unos metros más adelante, ya divisamos la Laguna Grande y las mayores cumbres del Circo de Gredos, entre los que destaca el pico Almanzor, que con sus 2.552 metros constituye la cima más elevada de todo el Sistema Central.
A partir de aquí, quedaba el descenso hasta la Laguna, en el que había que llevar un poco de cuidado por la nieve, pero que resultó muy entretenido por el gran paisaje que nos rodeaba, acentuado además de por los picos y la nieve, por las cascadas y los cursos de agua muy abundantes por el deshielo, que tuvimos que atravesar más de una vez haciendo equilibrios sobre las piedras.
Ya junto a la laguna, se puede bordear la misma, dejándola a la derecha, para llegar al refugio de Elola, desde donde parten los escaladores para conquistar las cimas cercanas. También se puede, simplemente, sentarse en la hierba y contemplar el entorno o, como en nuestro casos, comer unos apetitosos bocadillos.
Después emprendimos el regreso, por el mismo camino. Visto en verano y en primavera, creo que si es posible elegir, la primavera resulta la mejor época para esta excursión por los paisajes salpicados de nieve, el verde que pone contrapunto a la piedra y los arroyos y cascaditas que corren por todas partes. Sin embargo, es cierto que en verano te puedes dar un remojón en las frías aguas de la laguna.
Tengo que advertir que esta es una ruta que puede estar bastante concurrida, sobre todo en verano, así que nadie espere encontrar soledad y aislamiento; pero la belleza del paisaje bien vale la caminata en cualquier circunstancia.
Finalmente, sugiero que, si pilla de paso, una buena idea es pasar bien a la ida o a la vuelta por el Puerto del Pico (N-502, dirección Arenas de San Pedro), para admirar la calzada romana y los parajes del valle del Tietar, que también permite ver el bonito pueblo de Monbeltrán y su castillo.
Y para concluir un día tan agradable, nos encontramos con esta puesta de sol al pasar junto a San Martín de Valdeiglesias.