Tal cual, 48 horas, enteritas practicamente, con todos sus minutos, estuvo lloviendo, jarreando. Ya estamos acostumbrados porque en los últimos veranos siempre nos toca un par de días así, tenemos esa suerte.
El primer hasta tiene su gracia: llevas 13 días sin parar, con un tiempo buenísimo, y oye pues de repente un día sin salir de casa, viendo llover y descansando, ni tan mal.
Pero cuando ves que no para ni un segundo,(para los que vivimos en Madrid no es normal taaanta lluvia seguida sin parar), y que se te acaban los días en Suiza sin poder aprovecharlos pues ya te empieza a cabrear.
¿A qué dedicamos esos dos días? Bueno pues nos hemos bajado a Interlaken a nuestra bodega favorita a comprar provisiones para traernos a España. Y luego hemos descubierto una fábrica- destilería- tienda mucho más glamurosa (también en sus precios) que para hacer regalos es guay.
Allí compramos una cesta de cervezas y whisky suizos, para regalar a mi padre ya que se acercaba su cumpleaños, y la verdad es que te la montan con todo tipo de detalles.
Es la Rugenbrau de Wagnerenstrasse 40, el barrio de Matten (Interlaken).
Otro rato que la lluvia era más floja dimos un paseo por la gran esplanada, con los chubasqueros, por caminar un poco y movernos.
El segundo día de lluvia a última hora dejó de llover, salimos a pasear por la parte superior de la casa, y cogiendo un sendero tras otro sin un rumbo fijo encontramos rincones muy curiosos:
Y por fin, al anochecer todo quedó despejado, brindándonos estas fotos de la luna llena en nuestra última noche en Suiza...