Aunque el Monasterio de Santa María de Tentudía no es uno de los lugares más conocidos para visitar en Extremadura, cuando lo descubrí, me llamó la atención por dos motivos: uno por el propio conjunto arquitectónico y otro por su ubicación, justamente en el punto más elevado de la provincia de Badajoz, el Pico Tentudío, a 1.104 metros de altitud sobre el nivel del mar, lo cual presagiaba unas vistas espléndidas.

Este monasterio se encuentra en el municipio de Calera de León, en el kilómetro 9 de la carretera BA-039, que une dicha localidad con Badajoz. El punto de referencia más próximo puede ser la población de Monesterio, situada a 15 kilómetros. Ciertamente se encuentra un poco a trasmano de la capital de la provincia, ya que se tarda más de una hora y tres cuartos en cubrir los 127 kilómetros que hay entre ambas, pero constituye una opción muy interesante para incluir, por ejemplo, en una escapada de fin de semana, en la que se visite Zafra (53 kilómetros) y/o Llerena (50 kilómetros), pudiendo añadirse también sitios tan atractivos como la ciudad romana de Regina, la Alcazaba de Reina, la Mina La Jayona y la Ermita de la Virgen del Ara. Aunque no fue el que seguimos nosotros exactamente por cuestión de los horarios de las visitas, a continuación, pongo el recorrido sugerido por Google Maps, que supone aproximadamente 150 kilómetros y dos horas y media de coche. Además, en la ruta se contempla un paisaje muy bonito.

Por entonces, los horarios de visita del Monasterio eran de 10:30 a 17:00, del 1 de octubre al 30 de abril, y de 11:30 a 18:00, del 1 de mayo al 30 de septiembre. Lunes, cerrado. Sin embargo, como estas cosas varían, lo mejor es confirmarlo antes de acudir, consultando bien por teléfono o en internet.

En nuestro caso, nos acercamos después de realizar la visita a la Mina de la Jayona. Paramos a almorzar a la entrada de Monesterio, pues no queríamos entretenernos demasiado. Además, vimos una terraza muy chula a la entrada, algo muy de valorar en tiempos de pandemia. Comimos bastante bien y a buen precio, incluso hice unas fotitos, pero ni siquiera mirando el mapa consigo localizar dónde fue exactamente. Un fallo no haberlo apuntado.

La carretera hasta lo alto del pico asciende por un bosque. Arriba vimos una amplia explanada con aparcamiento y un restaurante a un lado, mientras que, al fondo, se alzaba la sugerente y solitaria silueta del sobrio edificio monacal.



Lo primero que hicimos después de estacionar el vehículo fue contemplar las vistas, que se extendían muchos kilómetros a la redonda, aunque en algunos puntos el horizonte estaba cubierto por los árboles del bosque. El paisaje extremeño lucía hermoso, si bien resultaba evidente que a principios de julio ya había pasado su momento mejor y más verde.




A continuación, nos dirigimos al interior del Monasterio, cuya entrada creo recordar que nos costó 1 euro por persona. He oído que en algún momento hay visitas guiadas, pero en nuestro caso fuimos por libre, lo cual no representó ningún inconveniente, pues nos proporcionaron dos folletos informativos, en los que me he basado para los datos que pongo más adelante, y, además, en el interior todo estaba bastante bien explicado. Asimismo, dentro se pueden hacer sin problemas fotos sin flash.

El Monasterio de Tentudía, estrechamente ligado a la Orden de Santiago, es de estilo gótico-mudéjar y fue declarado Monumento Histórico-Artístico Nacional en 1931, actualmente Bien de Interés Cultural Nacional.

Sus orígenes se remontan a una ermita erigida por el caballero luso Pelay Pérez Correa, Gran Maestre de la Orden de Santiago, en acción de gracias a Santa María por la consecución de la victoria en la batalla de Tudía contra los musulmanes, y que lleva aparejada una curiosa leyenda que le dio su nombre. Según se cuenta, Fernando III el Santo encomendó a Pelay la reconquista de las tierras del Reino de Sevilla, pero su avance se frenó al hacerles frente los sarracenos cerca de Calera de León. La cruenta batalla pareció, al fin, decantarse a favor de los cristianos, pero el día acababa y la noche traería un alto que podría perjudicarles. Por eso, Pelay se hincó de rodillas e imploró ayuda divina con la frase: Santa María, detén tu día. Su ruego fue escuchado y el sol se detuvo en el horizonte el tiempo suficiente para que los cristianos sellasen la victoria.

Con el tiempo, la ermita se fue ampliando, agregándose capillas, estancias y, en el siglo XVI, el claustro. En 1514, el Papa León X, a solicitud de Fernando el Católico, consagró el lugar como Monasterio con sus consiguientes prerrogativas y privilegios.

Entramos al claustro, sencilla pero bella obra en ladrillo, de estilo mudéjar. Construido entre 1502 y 1508, consta de dos galerías, la inferior dedicada a dependencias para servicios, mientras que en la superior se encontraban la biblioteca y las celdas de los frailes. En el centro, un aljibe para la recogida del agua de lluvia. Muy bonito, la verdad es que transmitía paz y tranquilidad, sobre todo en aquel momento, en que nos hallábamos solos allí dentro.



En las estancias laterales hay un pequeño museo, en el que se relata de forma muy amena y didáctica tanto la historia de la Orden de Santiago como un compendio sobre la vida cotidiana en la Edad Media, a través de breves monografías ilustradas sobre la sociedad, la muerte, la medicina, la alimentación, el vestuario, la ciencia, el conocimiento… También hay una recreación de las antiguas cocinas.


La Iglesia, que data de 1559, consta de una sola nave con bóveda de medio cañón. En el siglo XVII se incorporó la verja plateresca que separa el ábside de la nave.



La capilla mayor es gótica, de la primera mitad del siglo XIV. En el altar se encuentra una imagen de la Virgen de Tentudía del siglo XVIII, que sustituyó a la primitiva del siglo XIII, de madera policromada.

La Capilla de los Maestres es de mediados del siglo XIV, de estilo mudéjar y planta cuadrada. Hay tres esculturas yacentes de piedra granítica, que representan a maestres de la Orden y a un camarero real. El retablo del siglo XVI está formado por azulejos cerámicos y se le atribuye a Cristóbal de Augusta.




La Capilla de Santiago es parecida a la anterior e, igualmente, contaba con pinturas al fresco que actualmente están sumamente deterioradas. En medio, se encuentra el retablo del Apóstol Santiago, al que se representa cercado por las tropas de Abderramán III en la batalla de Clavijo.


El retablo mayor, de 1518, de escenografía mariana, está considerado como una de las obras cumbres de la cerámica española y su autor, Niculoso Pisano, aportó su espíritu renacentista y un nuevo método pictórico. Según la tradición, los restos del Gran Maestre Pelay Pérez Correa reposan en un sepulcro revestido de azulejos de la segunda mitad del siglo XVI, que se encuentra a la derecha del retablo.


Una escalera nos condujo hasta la galería superior del claustro, del que pudimos obtener una perspectiva diferente, aunque el sol y las cristaleras no ayudaron mucho a las fotos





También pudimos acceder al claustro exterior y desde allí a su mirador, un lugar realmente encantador que nos ofreció unas vistas estupendas del paisaje pacense, evidentemente mejores que las que se pueden ver desde afuera por su ubicación al borde del cerro y al encontrarse varios metros más en alto.



En resumen, una visita que nos gustó bastante y especialmente recomendable si os encontráis en las inmediaciones y, aunque no estuviera abierto, siempre quedarán el bucólico edificio exterior y las vistas.


