Día dedicado a conocer un poco el entorno del Embalse del Ebro, entre las provincias de Cantabria y Burgos. Cogemos el coche y nos dirigimos al valle de Valderredible, por donde discurre el rio Ebro. Una zona muy rica en románico, como por ejemplo nuestra primera parada: la iglesia románica de San Martín de Elines. Una colegiata de gran belleza, bastante alta y actualmente en un entorno verde y muy bien conservado. Hay también un crucero.




Seguimos camino y nos dirigimos a dos de los eremitorios rupestres que hay en la zona. Los eremitorios son construcciones naturales (cuevas) que fueron habilitadas como lugares de culto a partir de la excavación y vaciado de estos lugares, formados por materiales blandos que facilitan su vaciado. Estos lugares son mundialmente famosos en los existentes en la Capadocia (Turquía). Pues bien, en España, y más concretamente en esta zona entre Burgos, Cantabria y Palencia también los hay. En esta ocasión nos dirigimos al de San Acisclo y Santa Vitoria de Arroyuelos, situada en el mismo pueblo de Arroyuelos. Se trata de una gran mole de arenisca, con dos plantas muy accesible por el lugar donde se ubica, aunque se encontraba cerrado.

Continuamos nuestro recorrido de los eremitorios rupestres y nos dirigimos al de San Miguel de Presillas. Este eremitorio se encuentra casi escondido entre un frondoso bosque, por lo que para llegar allí hay que atravesar el pueblo de Presillas, y una vez aparcas en un camino de tierra, accedes al lugar a través de un pequeño sendero. Se encuentra ya en la provincia de Burgos. Es curioso como por estos lugares entras y sales una y otra vez de una provincia a otra en cuestión de kilómetros. El eremitorio de San Miguel de Presillas tiene dos plantas, y la planta inferior está formada por tres naves. Se supone que es del siglo X. No deja de ser curiosa de ver, teniendo en cuenta la funcionalidad que ha tenido esta cueva hace 1000 años.


Así pues, la mañana la dedicamos a visitar un poco del románico de la zona y un poco de las ermitas rupestres. Nuestros hijos un poco ya hartos de ver iglesias, querían algo más atractivo para ellos. Y allá que fuimos, pues fue algo que nos cautivó a los cuatro: el pueblo burgalés de Orbaneja del Castillo.
Orbaneja del Castillo es un pueblo hermoso situado en las hoces del rio Ebro, entre grandes cortados que han sido caprichosamente esculpidos por el agua y el viento. Un pueblo donde el agua fluye por todas partes, incluso saliendo de una cueva situada junto al pueblo. Justo en la carretera que discurre junto al rio Ebro, y a los pies del pueblo, se encuentran unas cascadas impresionantes, donde un pequeño rio que nace en la mencionada cueva (en la parte superior del pueblo), desciende por mitad del pueblo y atraviesa la carretera hasta desembocar en el rio Ebro. Tras dar un paseo por este bello y pintoresco pueblo, accedemos no sin antes con la pertinente ticket de visita, a la cueva en cuestión. No es de extrañar que se llame Cueva del Agua sin ella hay un manantial donde nace el rio en cuestión que atraviesa el pueblo. Además como se trata de un lugar de materiales kársticos, el interior tiene una belleza especial. Oscuro pero bello. Luego fuimos hasta la parte alta del pueblo, ya en las estructuras kársticas que rodean el valle del rio ebro a un lado y otro del rio formando un cañón. Un mar de tejados se extiende por la ladera del cañón. Al otro lado hay un importante conjunto de estructuras kársticas con caprichosas formas como por ejemplo, dos camellos besándose.





Tras la visita a la cueva buscamos un lugar para almorzar y como no somos de comer en plan picnic en cualquier sitio… llegamos hasta la !!!Ermita de Nuestra Señora del Ebro!!!. Y lo pongo con exclamación porque desde Orbaneja del Castillo hasta la Ermita hay unos 14 km., los últimos 5 en una pista de tierra. Pero vamos, que mereció la pena llegar hasta allí. Esta ermita se encuentra en lo más profundo del cañón del Ebro, a medio camino del sendero que une Quintanilla-Escalada y Pesquera de Ebro. Tras un apacible y solitario pic nic en familia, nos dirigimos hacia el embalse del Ebro, aún por tierras burgalesas.
Nuestro siguiente destino era la Playa de Arija. Si, una playa en el interior. Situada en el embalse del Ebro, la verdad es que no teníamos esa sensación de estar en una playa fluvial, si no fuera porque veíamos en el horizonte el otro lado de la orilla. Porque había brisa, oleaje y arena, mucha arena. Y hasta nos atrevimos a un baño, bueno, en realidad se atrevieron los niños. Mi mujer y yo nos conformamos con mojarnos los pies. Y como era lógico, estaba fresca.



Después nos acercamos a otro punto curioso del embalse del Ebro, y ya situado en la parte cántabra: la iglesia sumergida de Villanueva de las Rozas, conocida popularmente como la catedral de los peces. Y claro, solo pudimos asomarnos a su torre, que es lo único que se encuentra sobre el nivel del embalse, al que se accede a través de una pasarela de madera. Y la torre del campanario se convierte en un esplendido mirador de gran parte del embalse del Ebro.

Bueno, creo que después de este día nos merecemos probar esos ricos sobaos de Cantabria y sus quesadas pasiegas. No sin antes ver como los dueños de la casa rural daban leche a los terneros. Hoy hemos hecho un buen recorrido por el embalse del rio Ebro y su entorno ribereño.
