Toca visitar Santillana del Mar. La gran conocida de Cantabria. Aunque a decir verdad, si bien merece su visita, (en un viaje a Cantabria que se precie es imprescindible), yo valoró más otros muchos sitios de Cantabria que Santillana. Quizás por la saturación turística que soporta. Quizás por la sensación de estar algo tematizada. Quizás porque ni es santa, ni es llana, ni tiene mar. No se. Posiblemente Santillana del Mar sea uno de los pueblos más conocidos de la geografía cántabra por albergar en su municipio las cuevas con arte rupestre más famosas de España, las cuevas de Altamira. Pero Santillana ofrece también otras cosas.
En primer lugar nos dirigimos al Museo de la Cueva de Altamira, a la famosa Neocueva. Una representación a escala de la galería donde se encuentran las pinturas prehistóricas más famosas de Cantabria. Junto al museo se encuentra la cueva real, en donde se encuentran las antiquísimas pinturas, que no es visitable para preservar su conservación. A parte de la neocueva, el museo ofrece una exposición sobre la vida cotidiana y el arte rupestre durante el Paleolítico Superior. Además, en otro edificio cercano dentro del complejo, hay una sala dedicada a exposiciones temporales. En esta ocasión a la cueva de Kiputz, en Mutriku, que es una trampa natural de seis metros de profundidad, en la que cientos de animales cayeron al precipicio para permanecer más de 20.000 años, hasta que los espeleólogos descubrieron el yacimiento en 2002.





Después visitamos la localidad de Santillana. He de decir, que aunque ya la había visitado en otra ocasión, esta vez la disfrute más. Quizás porque había mucho menos turistas. Santillana se divide en dos calles principales que se unen en dos plazas. Y alrededor de estas calles y estas plazas, casonas, palacios y hasta una Colegiata, la de Santa Juliana, de enorme belleza. Si a todo esto se une el empedrado de las calles, el pueblo tiene un ambiente medieval con arquitectura montañesa, que sería escandalosamente magnífica si no fuera por la cantidad de restaurantes con sus terrazas, tiendas de souvenirs y otros servicios exclusivamente dedicados al turismo.




Tras almorzar en uno de sus miles de restaurantes, visitamos el laberinto de Villapresente. Se trata de uno de los laberintos más grandes de Europa. Desde el mirador que hay ubicado junto al laberinto, se observa la grandiosidad del laberinto. Eso si, para llegar al mirador debes primero entrar al laberinto y después alcanzar la salida, pues está junto a ella. Tardamos……. ¡¡¡¡1 h. y 20 minutos en poder salir de él!!! Y algunos tardan hasta 2 horas y media. Toda una odisea. Es alabable como surgió esta idea de construir un laberinto de cipreses de estilo inglés tan enorme por parte de un comerciante de pinos.Hasta hace poco era el laberinto más grande España. Pero ya hay uno más grande en Vilarmaior (A Coruña).


Tras el laberinto volvemos a la costa para visitar el entorno de la Ermita de Santa Justa, un lugar mágico en la cual existe una pequeña playa llamada asimismo Santa Justa y una ermita que esta empotrada literalmente en el acantilado. Un buen lugar para refrescarse los pies y acabar la jornada. La ermita fue construida en una cavidad natural dentro del propio acantilado en el siglo XVI y por su situación, que duda cabe que los marineros y pescadores de la zona tuvieron mucho que ver en su construcción.



