Si nos situamos de espaldas a “Casa Cándido”, podemos ver enfrente de nosotros una escalera que conduce al Postigo y que cansa con sólo mirarla; pero arriba se encuentra la Oficina de Turismo y se pueden hacer unas fotos longitudinales del Acueducto estupendas.

A su izquierda se encuentra la Calle Real (en realidad son tres), que será el comienzo de nuestra ruta. Iremos subiendo hasta el Teatro Cervantes, y justo enfrente, a nuestra izquierda, no encontramos con el Mirador de la Canaleja. Desde aquí podremos contemplar la Sierra de Guadarrama conocida como la Mujer Muerta, una parte del barrio de las brujas (San Millán), y los altos de la Piedad.
A pocos metros, a nuestra derecha, se encuentra la Casa de los Picos (viendo la foto es fácil deducir por qué), reconvertida en la Escuela de Artes y Oficios. Nada menos que 365 picos, de los que se dice que uno oculta un tesoro. Junto a este edificio, haciendo esquina, está el Palacio de los del Río (s .XVI), y a su lado puedes asomarte al patio de columnas del Palacio de los de la Torre, de los siglos XV-XVI, que actualmente es una papelería.

Unos pasos más adelante, mirando a la izquierda, hay una casa con unas ventanas góticas preciosas, el Palacio del Conde Alpuente, que en su fachada tiene escrita la prohibición de aparcar carruajes bajo multa de 5 pesetas. En sus bajos está el restaurante “El Abuelo”, donde nos podemos tomar la primera tapita.

Seguimos andando y a nuestra izquierda se abre una calle con una escalera y está La Alhóndiga, antiguo almacén de cereales del siglo XV reconvertido en el Archivo Municipal. Un poquito más arriba, a la derecha, se abre la Plaza de las Sirenas, llamada así porque hay dos esfinges con cara de mujer y cuerpo de leonas. Casi todos los segovianos la conocemos como Juan Bravo, por la estatua dedicada a este comunero (si os fijáis bien, el pobre tiene restos de pintura amarilla del maillot que le pintaron cuando Pedro Delgado ganó el Tour).
En la plaza se hallan casas nobles de varias plantas, con techumbres de madera, patios porticados en tres lados y fachadas de granito con los blasones tallados en piedra, entre las que destacan la Casa de los Solier y la Casa de Bornos (siglo XVI), precedidas por una fuente que estaba antes en el lugar de la estatua. Junto a ellas sobresale el Torreón de Lozoya (siglo XV) con una torre de tipo defensivo, que suele acoger en su interior exposiciones de todo tipo. También están aquí la Casa del siglo XV, donde dicen que vivió Juan Bravo y la Casa de los Mexía Tovar (siglo XVII).

En la parte alta de la plaza, en la Calle José Canalejas, nos encontramos con el llamado Hospital de Viejos (siglo XVI), que forma parte del antiguo Palacio de Enrique IV y que alberga el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.

No nos podemos marchar sin ver la Iglesia de San Martín del siglo XII (para mí una de las más bonitas), a la izquierda de la estatua de Juan Bravo mirándole a la cara. Antesde irnos,podemos tomarnos otra tapita en "El Narizotas".

Si seguimos un poquito más adelante, descubrimos la Biblioteca Pública, antes Cárcel Real en la que estuvo preso Lope de Vega en 1577. Su portada está presidida por el escudo de los Austrias y en el interior existen restos románicos trasladados desde la iglesia de San Medel, así como un dibujo en el techo que representa la leyenda de María del Salto.

Continuamos subiendo por la Calle Real y llegamos a un ensanchamiento donde hay una pequeña fuente, la plaza del Corpus Christi, cuya entrada a la actual iglesia es un arco apuntado. Hay que cruzar un pequeño patio y ahí está la verdadera puerta de lo que fue la sinagoga mayor de los judíos, que ahora es una iglesia y un convento. La calleja que queda a la izquierda es la calle de la Judería Vieja (una de las zonas que más me gustan) donde se confinó a los judíos en la época de los Reyes Católicos hasta su expulsión. Era un gueto de callejuelas estrechas con casas enormes de las que aún quedan algunas que fueron tapiadas.
La comunidad judía de Segovia era la más grande de Castilla, con cinco sinagogas:
Sinagoga Mayor: hoy es la capilla de una comunidad de monjas franciscanas. Su entrada es un corral típico, y el interior está definido por tres naves separadas por arcos de herradura sobre pilares octogonales. Las yeserías que la recubrían se perdieron en un incendio ocurrido en 1899.


Sinagoga Vieja: situada en la Plaza de la Merced, fue donada en 1412 por el rey Juan I a los frailes del convento de la Merced.
Sinagoga de Burgos: parece ser que perteneció a una comunidad de burgaleses que vinieron tras las revueltas de 1391. Estaba en la calle Escuderos.
Sinagoga del Campo: En la calle de Martínez Campos, en la zona conocida como Corralillo de los Huesos.
Sinagoga de los Ibáñez de Segovia: sustituyó a la Sinagoga Mayor. Fue adquirida por el Cabildo Catedralicio a la comunidad judía en 1492, unos días antes de la expulsión y sufrió muchas modificaciones en el s. XVIII, ocupada actualmente por el colegio de las Jesuitinas, aún conserva unos arcos con yeserías y vestigios del antiguo edificio.
En la misma zona se encuentran la casa del Sol, antiguo matadero que retrató Quevedo en “El Buscón” y la Puerta de San Andrés o Arco del Socorro (según de lado que se mire), con una pequeña imagen de la virgen que le da nombre.

Tanto desde aquí, como volviendo a la Calle Real, en cuyo último tramo podemos alojarnos en “la Casa Mudéjar” o comer en su restaurante “El Rincón sefardí”; llegamos a la Plaza Mayor. Realmente no sabemos si mirar a la izquierda y ver la Catedral, al frente y ver el kiosco de música y el Teatro Juan Bravo, o a la derecha y ver la Iglesia de San Miguel, a cuyas puertas fue coronada Isabel la Católica.


Pero como hemos llegado hasta aquí, nos merecemos unas tapitas de torreznos en el “bar Jose” o si es por la tarde un batido de helado natural en el “Negresco”. Si queremos comer, podemos hacerlo en “La Concepción”, pero yo me reservaría para un poco después.
A nuestra Catedral (1525-1577) se la llama la "Dama de las Catedrales" y fue construida para sustituir el templo románico medio destruido en las guerras de las comunidades. El claustro gótico es de 1470 y es el que estaba adosado a la antigua catedral románica, trasladado piedra a piedra a su nuevo emplazamiento. Es de los últimos coletazos del gótico. Su interior es fresco y oscuro, y de pequeños andábamos a toda prisa por los pasillos laterales porque nos daba la sensación de que las figuras nos iban a saltar a la chepa. No sé si actualmente puede verse el claustro interior, así que si es posible, no dejéis de verlo.

De la Plaza Mayor parten muchas calles. Si cogemos la calle Marqués del Arco (fácilmente reconocible por las tiendas de cacharritos turísticos), que por debajo oculta las canalizaciones del Acueducto, podemos ver el Palacio del Marqués del Arco (siglo XVI) y el Corral del Mudo, uno de los últimos vestigios de los corrales de los barrios islámicos.
Si seguimos andando, pronto llegamos a una plaza con unos jardines, la Plaza de la Merced donde podemos sentarnos y descansar un poquito las piernas (no nos queda nada todavía). Aquí nos encontramos con la iglesia de San Andrés y en la esquina de la derecha el Convento de las Carmelitas Descalzas fundado por Santa Teresa de Jesús en 1574 (aquí escribió “Las Moradas”) y donde San Juan de la Cruz dijo su primera misa en Segovia.

En el momento que seguimos calle abajo, entramos en lo que se llama Las Canongías. En las casas de estas calles vivían los canónigos de la Catedral. La zona estaba limitada por tres puertas de las que hoy sólo queda en pie una en la calle Velarde. Las otras dos fueron destruidas por orden de Felipe II para que pudiese pasar el cortejo real cuando se casó con Ana de Austria.
Independientemente de si seguimos por la calle Velarde o la calle Daoíz que se unen en la Plazoleta de Juan Guas, llegamos a una verja y el jardín que rodea el monumento a los Héroes del 2 de mayo (los dos que dan nombre a las calles de hace un momento), Detrás está el Alcázar, imponente.
Paradita para contemplar las vistas: estupenda foto de la Catedral, de frente el Pinarillo (uy si los árboles hablaran), donde los judíostenían su cementerio; y de repente, una casa que no pega para nada. Es la Casa de la Química, donde Proust descubrió la Ley de las Proporciones Definidas.
Bueno, vamos al Alcázar:

Se le llama el "navío de piedra" y está rodeado por un foso en como por arte de magia en el peñón que abrazan los ríos Eresma y Clamores. Con la llegada de los reyes castellanos comenzó a cobrar una importancia especial y a sufrir remodelaciones. Aunque entre sus paredes han vivido muchos reyes y nobles, sólo os voy a contar algunas historias.
En tiempos de Enrique II, su hijo el infante don Pedro (12 años) cayó por un balcón y el pueblo segoviano lo convirtió en una leyenda diciendo que el niño, de pocos meses, cayó de los brazos de una criada que, temiendo el castigo del rey, se tiró tras él.
En enero de 1407, subió al trono Juan II, que provocado por su segunda esposa, Isabel de Portugal, condenó a su valido, don Álvaro, al cadalso. Se dice que esa misma noche, durante una gran tormenta, el fantasma del condenado se le apareció al rey amenazándole con matarle ese mismo día, un año después. Lo curioso es que el rey murió dos meses después.
El Alcázar fue el escenario de la cuarta y última boda de Felipe II en noviembre de 1570. Posteriormente se convirtió en prisión de Estado, hasta que Carlos III lo transformó en la primera Academia Militar de España y en una de las primeras del Mundo.
El 6 de marzo de 1862, el tubo recalentado de una chimenea provocó un incendio que en pocas horas se convirtió en una gigantesca hoguera que dejó el Alcázar en ruinas. No se comenzaron las obras de restauración hasta 20 años después y cuando acabaron, se decidió que el Alcázar iba a albergar el Archivo General Militar, función que hoy sigue desempeñando. La reconstrucción del interior se comenzó a mediados del siglo XX, gracias al Marqués de Lozoya, al Vizconde de Altamira y al Conde de Abásolo.
Si aún tenéis patitas, atreveros a subir a la torre.