¿Aún estamos vivos? Pues marcha atrás hacia la Plaza de la Merced que vamos a dar una vueltita por Las Canongías. Un poco más arriba está la calle de los Desamparados donde se encuentra la casa donde vivió Antonio Machado cuando ejerció como profesor de literatura y francés en el primer instituto de segunda enseñanza en Segovia, el "Mariano Quintanilla” (éramos todo chicas, menudo peligro).

Aquí aprovecharía para desviarme un poquito (ya veré la casa después), hasta la calle Valdeláguila (detrás del Ayuntamiento) y comer en “La Cueva de San Esteban”: bueno, bonito y barato. También se puede llegar hasta este punto desviándonos desde la calle Marques del Arco (sí, aquella por la que bajamos desde la Catedral) o directamente desde el Teatro Juan Bravo (en la Plaza Mayor, ¿recordáis?).
¿Tenemos la barriga llena? ¿A gustito? Pues seguimos.
Al ladito de la casa del escritor, nos encontramos con la iglesia de San Esteban, que tiene una de las torres más altas de Segovia (más de 50 metros) y también es una de mis preferidas. Como curiosidad, dentro hay un Cristo con la mano desclavada que tiene una leyenda parecida a la del Cristo toledano que escribió José Zorrilla ("A buen juez, mejor testigo").

Aprovechamos, y nos damos una vuelta por el Palacio Episcopal, edificio plateresco del siglo XVIII en cuyo interior está el Museo Catedralicio. Si vamos hacia su izquierda, nos metemos en una calle estrecha que va a parar a la iglesia de San Quirce, actual sede de la Academia de Historia y Arte de San Quirce, y a su lado, el Archivo Histórico Provincial.

A su derecha podemos contemplar la Torre de Hércules (me encanta), a la que ya no se puede entrar, pero que posee una colección de pinturas mudéjares impresionante.

Seguimos dándole a las patitas, y hacia la izquierda tenemos la iglesia de San Nicolás (siglo XII), situada en una plaza rodeada de casitas con entramados de madera. Tiene unas bonitas pinturas murales. De su primera construcción sólo resta la torre y el ábside mayor porque en 1701 se hundió toda la nave. Mucho después de que se anulase el culto en ella, fue adquirida por la Academia de Historia y Arte de San Luis. Hacia la derecha de donde habíamos venido, está la iglesia de la Trinidad, una de las más antiguas y con una gran pila bautismal románica.

Enfrente, el convento de las Dominicas, y al lado, el Palacio de los Mansilla, edificio renacentista que integra elementos románicos, góticos y mudéjares.
Hacia la derecha, por la calle Doctor Laguna, llegamos a la Plaza de los Huertos (mercadillo los jueves), donde está´ el Torreón de Arias Dávila (con hacienda hemos topado). Si estamos cansados, torcemos a la derecha y nos damos de morros con el Hospital Viejo y un poco más abajo la Plaza de las Sirenas.
Pero si aún tenemos pilas, cogemos la calle San Facundo hasta la Casa del Hidalgo (siglo XVI). Bajamos por San Agustín hasta el Palacio de Justicia, cogiendo la calle de los Zuloaga hasta llegar a la Plaza de Colmenares, y desde allí a la iglesia de San Juan de los Caballeros (actualmente Museo de Daniel Zuloaga). Ésta también me vuelve loca, tengo un cuadro de uno de sus alumnos precioso.

Ala, vamos para arriba otra vez. Desde la Plaza de Colmenares nos dirigimos a la Plaza del Conde de Cheste, donde nos encontramos con el mejor conjunto de palacios d toda la ciudad: la Casa del Marqués de Lozoya, el Palacio de Quintanar (siglo XVI) y actual Conservatorio de Música; el Palacio del Conde de Cheste que es el colegio de las Concepcionistas; la Casa de las Cadenas (siglo XV) y el Palacio de la Diputación Provincial o Casa del Marqués de Castellanos y de Uceda Peralta. En la confluencia de la plaza con la calle San Juan se hallaba la Puerta de San Juan (se la cargaron para que cupieran los coches de caballos). A su lado la Casa de las Cadenas, construida para defender la Puerta.

Desde aquí veremos la iglesia de San Sebastián (siglo XII) y a su lado, la Plaza de Avedaño, comienzo del Acueducto. Hemos llegado casi al punto de partida, aunque también podríamos haber bajado por la calle San Juan desde la Casa de las Cadenas.

Ha sido un día largo y nos merecemos una buena cena. ¿Os acordáis de la casa de los picos? Pues ahí está “El Bernardino”, que tiene la ventaja de contar con menú infantil.
A dormir, que mañana hay tarea. A no ser que tengáis ganas de juerga y os apetezca subir hasta la Plaza y coger la calle Infanta Isabel o calle los bares ¿por qué la llamarán así?
