Sendero Es Pujols-Sa Roqueta-Ses Illetes.
Esa mañana nos la tomamos cada uno por libre y a pie, pues los alrededores de Es Pujols tienen varios sitios interesantes. La idea era almorzar pronto para poder aprovechar la tarde con el coche lo máximo posible. Yo decidí hacer una parte de este sendero, que tiene una longitud de 4.600 metros y va por la línea costera, con lo cual el desnivel es de apenas 5 metros. Mi intención no era llegar hasta el final, ya que a Ses Illetes íbamos a ir en otro momento y tenía pensado acercarme hasta otro sitio antes de comer.
Empecé en el pueblo, caminando por el paseo marítimo, contemplando las playas. Luego, empieza una pasarela de madera para proteger la flora y las dunas. Contemplar el mar azul y la arena blanca era todo un recreo para la vista, teniendo en cuenta, además, que apenas había gente a esa hora.
Aparte de los pequeños arenales, hay muchas rocas de colores grises y rojizos, bastante erosionadas por la acción del mar y el viento. Se podían sacar fotos chulas.
Después de las playas de Ses Canyes y Sa Roqueta, pasé por la Cala de Sete y llegué hasta las Playas de Trucadors, que cuentan con tres calas seguidas. Las olas golpeaban con fuerza y en las tres ondeaban banderas rojas, prohibiendo el baño. De todas formas, no había nadie a la vista pensándoselo.
Poco antes de llegar al a Playa de Llevant, di la vuelta y volví sobre mis pasos, siguiendo la línea costera en sentido contrario al que había llevado al principio, pues quería hacer otra pequeña ruta, subiendo hasta una torre de vigilancia que se divisa en todo lo alto, desde Es Pujols.
Torre de Sa Punta Prima.
Fui primero por las pasarelas de madera hasta llegar a las inmediaciones de “algo” que se ha convertido casi en un icono de Formentera, pues figura en casi todas las fotos que los turistas publican en sus cuentas de internet. Se trata del restaurante Chezz Guerdi, si bien lo que más atrae a la gente no es tanto el propio local con su peculiar decoración, sino la antigua furgoneta que aparece frente al mar como reclamo publicitario; un lugar perfecto para hacerse un selfie o tomar una foto de recuerdo gratis. Del bar y del restaurante en sí mismos no puedo opinar porque no tomé nada, si bien los precios de la carta me parecieron un poco más elevados de lo normal, algo lógico teniendo en cuenta el sitio dónde se encuentra.
[
Pasado este punto, se terminan las pasarelas de madera y hay que continuar por el acantilado, siguiendo un sendero poco marcado y siempre atendiendo al sentido común, pues hay puntos expuestos a los que es mejor no asomarse demasiado. Por lo demás, el paisaje es muy bonito, incluso espectacular en algunas zonas. El color real del agua no lo captan las fotos.
Al final de la subida por el acantilado, hay un paso un poco escondido entre unos pinos que comunica con una urbanización que está en lo alto. Llegué hasta un aparcamiento y luego seguí en dirección a la torre de vigilancia, en cuyas inmediaciones las vistas son espléndidas
En el siglo XVIII, la Corona española construyó en la isla cuatro torres defensivas de planta circular y dos niveles, prácticamente iguales en su estructura, aunque la de mayor capacidad es la de Punta Prima. La peculiaridad de estas torres es que la puerta de acceso está en la segunda planta para dificultar su asalto.
Todavía continué un poco más hacia el saliente de Punta Prima, pisando un suelo rocoso sumamente erosionado, que en algún tramo no era más que meras piedras sueltas. Había que caminar con cuidado por las grietas y agujeros, y asomarse con precaución al abismo, pero las panorámicas seguían siendo fantásticas. Un sitio que me sorprendió por sus espectaculares acantilados.
Después, me reuní con mi marido y fuimos al mismo restaurante del día anterior para tomar otro menú del día. Había que economizar
Tras el almuerzo, salimos directamente hacia nuestros objetivos de la tarde, cuyo itinerario en Google Maps fue el siguiente:
Faro de Cap de Barbaria.
Desde Es Pujols hay unos diez kilómetros hasta la zona donde se dejan los coches, ya que al faro hay que llegar a pie mediante una pista asfaltada por la que no se permite la circulación de vehículos a motor. Estaba muy nublado, pero apenas cayeron un par de gotas.
Hasta el faro, la distancia de es de casi dos kilómetros, unos veinticinco minutos a pie, por un camino sencillo, aunque la inicial cuesta abajo hay que subirla a la vuelta. Pero, bueno, sin mayores dificultades y con el atractivo de encontrarnos en el escenario de una famosa imagen cinematográfica, con un paisaje desértico, una estrecha carretera empedrada que conduce hacia la misteriosa figura de un faro blanco que se recorta entre los tonos azules del cielo y el mar. ¿Cómo se llama la película? Pues sí, “Lucía y el Sexo”, del director Julio Medem.
Este faro se construyó en los años setenta del pasado siglo. Actualmente, tanto este faro como el de la Mola están controlados por técnicos ibicencos y representa la luz más al sur de las Pitiusas, en el enclave menos habitado de la isla de Formentera. El entorno del faro es árido, casi desgarrador, ya que los fortísimos vientos apenas hacen posible la supervivencia de especies vegetales. Las vistas panorámicas son espectaculares y también presume de unas bellas puestas de sol mirando hacia occidente e Ibiza.
En vez de regresar por la pista, seguimos caminando unos 150 metros hasta llegar a la Torre Des Garroveret, otra de las torres defensivas que se edificaron a finales del siglo XVIII, desde donde pudimos divisar una vista espléndida hacia la Punta de l’Anguila y la parte oriental de la isla. Merece la pena acercarse, pues aparte de contemplar la propia torre, se divisa perfectamente la franja de tierra que conduce hasta la Mola y los acantilados de esa zona.
Caló des Mort.
A continuación, fuimos a conocer una de las calas más bonitas de Formentera, según dice todo el mundo. El cielo se había despejado en un santiamén y lucía un sol espléndido, lo que nos iba a fastidiar un poco el asunto de las fotos, pues la gente se lanzó de cabeza a las playas, aunque en estas primeras fotos no lo parezca.
Como a esta cala hay que llegar a pie, dejamos el coche en un aparcamiento, junto al Hotel Riu la Mola. Nos costó un poco, pero al final encontramos la pista de arena que conduce hasta las inmediaciones de la cala, a la que no es fácil acceder. Aun así, ya estaba muy concurrida.
La cala es bonita, sin duda alguna; mucho más de lo que dicen las fotos. Y es que el “factor humano” no le sienta muy bien. Pero, bueno, ahí está.
Playa de Ses Illetes y entorno.
Pasamos por el Estany Pudent, en el Parque Natural de las Salinas, y nos dirigimos hacia la Playa de Ses Illetes, la más famosa de la isla. Dejamos el coche en un aparcamiento que hay cerca de la Platgeta des Carregador y continuamos a pie.
Se pasa por zonas con pasarelas de madera y en otras por la propia arena. Lentamente, contemplando el paisaje, nos dirigimos hacia la Punta des Trocadors, divisando varios islotes a nuestra izquierda, el más importante la Illa de S’Espardell, a la que se puede acceder en barco. Al fondo, se divisaban claramente las costas de Ibiza, con su emblemático peñasco Es Vedra. A la izquierda, quedaba la Playa de Llevant.
Había bastante gente en la playa, aprovechando el buen tiempo de la tarde. Al fin, llegamos hasta el alto donde se divisa la estrecha lengua de arena de S’Espalmador, que permite bañarse al mismo tiempo en el lado oriental y en el occidental de la isla. Es un punto que impresiona bastante, ya que se aprecia perfectamente la forma de la costa y el arenal.
Más abajo, ya pisando la arena, apetece caminar por las dos orillas, aunque la de poniente estaba mucho más tranquila que la de levante.
Volvimos a Es Pujols y, antes de que oscureciera, dimos otra vueltecita por el pequeño paseo marítimo. La temperatura era muy agradable. Después, fuimos a cenar a un restaurante oriental y, al salir, nuevo paseo, ya de noche.