Continuando con nuestra ruta del día, en éste caso, parte de La ruta del Cid.

Vamos camino del Monasterio de Santo Domingo de Silos.
La historia de Silos forma parte de la historia de Castilla y se remonta al siglo IX o X, y probablemente fuera levantado por monjes mozárabes llegados del sur de la Península como indican algunos historiadores.
Almanzor, ("al-Mansur bi-Allah", que por más de 20 años ejerció el poder absoluto en al-Andalus), a finales del siglo X, provocó en el templo grandes destrozos.
Pero volvió a tener un enorme esplendor entre los siglos XI-XIII, y gracias a su impulsor Domingo Manso, ex prior de San Millan de la Cogolla, y por encomienda del Rey Fernando I, alrededor del año 1000, reedificó el monasterio, hasta convertirlo en un gran centro espiritual, cultural y artístico.
Domingo Manso, durante su abadiato de 32 años, se encargó de sanear la maltrecha economía silense, restableció el cumplimiento de la disciplina monástica y restauró las dependencias monacales, incluida la iglesia y comenzó la edificación del claustro románico.
Su tumba fue por siglos un importante centro de peregrinación y culto, algo que aportaría abundantes recursos a la abadía en forma de limosnas.
A la muerte del Santo en el 1073, y hasta el 1121, el monasterio continuaría con su expansión económica de la mano del abad Fortunio, permitiendo así concluir su restauración.

En el corto espacio, de 1076 a 1171, cinco monarcas castellanos y otros tantos señores feudales, como Rodrigo Díaz de Vivar y su esposa Jimena, entre muchos, entregaron a Silos el 60 por ciento de todos los recursos para disfrute de la abadía, obteniendo de esta manera para su señorío el control sobre 58 villas, 40 centros de culto, 17 heredades y 16 propiedades.
El claustro de Santo Domingo de Silos en el año 1081, año en que el Cid fue desterrado, aún se estaba construyendo.
También está ligado Santo Domingo de Silos a la Lengua Castellana.

Se nos hizo la hora de comer y elegimos el restaurante, Mesón y asador Santo Domingo.
Atención muy buena y han tenido la amabilidad de dejarnos entrar con nuestro pequeño Zizou.
A unos pocos km de aquí se encuentra el Desfiladero de la Yecla, una larga pasarela entre rocas, que se encuentra al sureste de la provincia de Burgos, dentro de la Comarca del Arlanza.
Es una estrecha garganta de piedra erosionada de forma natural por las aguas del Arroyo del Cauce, sin embargo recorrerla es muy cómodo, ya que se ha acondicionado el paseo con pasarelas y puentes.
Se trata de una estrecha y profunda garganta, posiblemente una de las más estrechas del Sistema Ibérico, con paredes verticales que se elevan sobre la cabeza más de cien metros.

Muy cerquita del acceso al desfiladero, hay una esplanada con un parking gratuito, tiene mesas para comer al aire libre y un bar donde poder tomar un tentempié, (en nuestro caso posiblemente por la hora, 3 de la tarde, estaba cerrado).
El angosto desfiladero está recorrido por una serie de pasarelas, barandillas y puentes construidos en 1934 que nos permiten recorrer la garganta en su totalidad.
Las paredes pueden alcanzar los 100 metros de altura en sentido sur-norte, perpendicular a las estructuras geológicas de la Cordillera Ibérica.
Podemos sentir la humedad de los muros, que por momentos nos aprietan y ciñen a nuestro paso, mientras bajo nuestros pies descubrimos su belleza y el precioso rumor de las aguas.
Tenemos una muy buena temperatura y nada de afluencia de gente que nos permite ser protagonistas unicos en cada foto
Hacia la mitad del itinerario se abre un espacio para poder contemplar el quebrado territorio de las Peñas de Cervera, sobre la cual podemos ver a varios buitres leonados tomando el sol en lo mas alto.
La circulación del agua nos deja ver pequeñas cascadas y saltos de agua, las rocas parecen caer sobre nosotros, mientras seguimos acortando metros de pasarela y disfrutando de un hermoso y atractivo paseo por este enclave geológico.

Mientras el arroyo del Cauce pasa bajo nuestro en busca del Mataviejas, a nosotros nos toca subir los últimos metros, ahora por los escalones que nos llevan al lado contrario del desfiladero.
Una vez en la carretera con precaución pasamos por el túnel, por sus aceras, ya que pasa mucho tráfico.
Pasada la oscuridad del túnel, en poco metros tenemos un espectacular balcón con buenas vistas del entorno por el que nos movemos, y el camino por el que pasamos.

Disfrutamos mucho de un recorrido protegido por las rocas, que se hace fresco y muy agradable el andar por él.
Partimo, para culminar el día en otro sitio impresionante.