![]() ![]() DÍA 3- SAN JUAN DE GAZTELUGATXE, BERMEO Y MUNDACA. ✏️ Diarios de Viajes de España
Sábado. Hoy nos vamos de excursión a un lugar mágico. San Juan de Gaztelugatxe. En principio daban lluvia pero nos atrevimos a ir sin muchas expectativas por si acaso. Tenía hora reservada en su web desde hace un mes. Y menos mal porque ni no...Sábado. Hoy nos vamos de excursión a un lugar mágico. San Juan de Gaztelugatxe. En principio daban lluvia pero nos atrevimos a ir sin muchas expectativas por si acaso. Tenía hora reservada en su web desde hace un mes. Y menos mal porque ni no llevas reserva, al menos los findes, no podrás entrar porque está lleno y el aforo está limitado. El bus A3518 que sale desde la plaza de Moyua se nos escapó por unos minutos y consultando el google maps vimos que salía otro en breve, el A3517 muy cerca, justo a la vuelta del Sturbucks. Con la tarjeta Barik sale muy barato el viaje, al igual que el metro. En fin, tras una breve charla con la simpática conductora y un ameno viaje de una horica, llegamos a San Juan de Gaztelugatxe. Antes de llegar hicimos una breve parada en Bakio. Algunas personas bajaron pero la mayoría íbamos todos a San Juan de G. La parada está a unos pocos metros de la entrada. Como aún nos faltaba un rato, entramos al restaurante Eneperi y nos pillamos unos pintxos y unos cafés. También tienes baños. Luego en el recorrido no hay así que.... Almorzamos tan ricamente en las mesas de fuera, con unas vistas inmensas, una lejana niebla y los pajarillos cantando. De postal. A la hora reservada fuimos hasta el control de la entrada donde tienes que mostrar tu reserva y para adentro. El recorrido comienza con una bajada por unas escaleras de piedra, un camino ancho relativamente cómodo. No sería así la vuelta. Al llegar abajo ya ves la ermita a lo lejos, allá arriba y tooooodo el camino en plan muralla china que tienes que recorrer si quieres llegar hasta ella y tocar la campana como manda la tradición. La verdad es que el camino es precioso y las vistas espectaculares. Hay que estar mínimamente en forma porque si no estás acostumbrado, el esfuerzo es considerable. Son doscientos y pico de escalones hasta la ermita. Al menos hoy no hace mucho calor a pesar de ser casi las 12 y corre bastante viento así que se hace muy llevadero. Una vez arriba nos quedamos un poco chafados porque la ermita estaba cerrada. Alguien nos dijo que habían cerrado a las doce, así que llegamos un poco tarde. Pero bueno, las vistas son impresionantes desde arriba y en vez de tocar la campana hice mi propio ritual para tener suerte y listo. Todo es cuestión de actitud y el sitio es lo suficientemente hermoso como para enfadarse por no poder tocar una campana. No? Nos resistíamos a irnos pero era hora de empezar el regreso. Al principio genial, cuesta abajo y tirando mil fotos. Pero llegó la hora de subir y empezó a echarse niebla. La humedad era asfixiante y el último tramo empinado se hacía pelín intenso. La verdad es que yo estoy muy en forma y acostumbrada a subir escaleras pero había gente mayor que me daba un apuro verlas... en fin. Merece la pena la verdad. Nos compramos unas botellas de agua de un kiosco que hay en la puerta y nos fuimos para la parada del bus. Esperamos al A3517 que va hacia Bermeo. Enseguida llegamos y bajamos justo en la parada del puerto. Había mucho ambiente. Mucha gente tomando vinos y el aperitivo. Vimos una procesión de gigantes y cabezudos que danzaban dando vueltas al ritmo de unas alegres músicas. Pasamos un rato paseando por los alrededores y volvimos a la parada del bus. En este caso esperamos al A3515 que nos llevó a Mundaca. Aquí llevaba apuntado varios restaurantes chulos para comer pero como no teníamos coche y era necesario para llegar hasta ellos decidimos ir un poco a la aventura. Además que las previsiones eran de lluvia así que nos la jugamos y empezamos a callejear. Poco a poco llegamos al puerto y nos sentamos en la terraza de un bar que había al lado del hotel El Puerto. El bar se llamaba Los Txopos y estaba hasta la bandera. Esperamos un poco y pillamos una mesa. El camarero nos abrió una sombrilla pues parecía que se iba a poner a llover en cualquier momento, pero al final nos libramos. Pedimos una ensalada de bonito, unos langostinos y dos bacalaos al pil pil que sinceramente estaban muy buenos. Comimos bien a gusto viendo las barquitas. Después de comer fuimos a dar una vuelta y nos acercamos hasta la ermita de Santa Catalina. Las vistas eran impresionantes y sacamos unas fotos preciosas. Después fuimos bordeando el mar en sentido contrario hasta llegar a la playa. Alucinamos viendo como dos chicas se estaban bañando, el agua debía estar helada por sus gestos rápidos pero allí estaban ellas valientes. Cuando nos cansamos vimos los horarios del tren y del bus para volver a Bilbao y nos cuadraba más el bus. Así que, aunque es más ameno el tren, nos montamos en el A3515 que nos llevó a Bilbao en algo más de una hora, dejándonos ver una pequeña pincelada de Guernica por el camino. Cuando llegamos a Bilbao empezaba a chispear. Aún así, dimos una vuelta por la gran vía en busca de una tienda en particular. Nos fuimos para el hotel a ducharnos. Esa noche y última cenaríamos en otro de los restaurantes que nos habían recomendado, el TRUEBA, que además estaba a unos pocos metros del hotel, en la misma acera. No nos importó por tanto que al salir estuviera lloviendo, porque no nos mojamos. Este restaurante está en un semisótano, y casi pasa desapercibido. No es muy grande y su decoración es clásica, seria, limpia. La señora que nos atendió fue agradable y nos recomendó varias opciones fuera de carta. Optamos por unas volandeiras que estaban buenísimas, al igual que el tartar de atún con aguacate. De principal elegimos rodaballo que simplemente estaba delicioso, al igual que el arroz con leche en tres texturas del postre. Este restaurante me dio la sensación que es de esos de los que tiras cuando no quieres fallar. No es muy grande así que recomiendo que reservéis si queréis ir. Nosotros lo hicimos el día anterior que pasamos por la puerta y entramos a preguntar. Cuando salíamos de cenar aún llovía. Nos acercamos a la calle Ledesma, más que nada por curiosidad por ver si había tanta gente como siempre y sí, allí estaban, con sus paraguas algunos, sin miedo a las nubes jajaja Nosotros, cansados y satisfechos por el día tan estupendo que al final habíamos pasado nos fuimos a dormir. Índice del Diario: Escapada a Bilbao 4 días
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