Nuestra tercera y última excursión desde San Ignacio fue al recinto arqueológico de mayor tamaño de Belice, denominado Caracol, que se encuentra hacia el sur, cerca de la frontera con Guatemala. Gran parte de este límite es una simple línea recta trazada sobre el mapa que, en la práctica, es muy difícil de delimitar dentro de la jungla.
Como quiera que las relaciones institucionales entre los dos países (no entre los pueblos) no son muy fluidas y Guatemala sigue manteniendo una reivindicación histórica sobre el territorio beliceño, antes de comenzar la excursión nos advirtieron que, posiblemente, seríamos parados en algunos de los controles militares existentes en la carretera, a fin de que no nos alarmáramos porque esto es algo rutinario. Finalmente, ni en la ida ni en la vuelta topamos con control alguno.
Hicimos la excursión en un 4x4 donde íbamos nosotros cuatro y el guía. La distancia desde San Ignacio a Caracol es de algo más de 80 kilómetros por una carretera con muchas curvas que tiene su final en las mismas ruinas.
El trayecto toma algo más de dos horas y atraviesa por la Reserva Forestal Mountain Pine Ridge, bastante decepcionante por cuanto es principalmente de reforestación. Nosotros esperábamos cruzar un bosque tropical primario y poder ver algo de fauna (en mente, la idea de topar con un jaguar, que nos ha sido esquivo en todos nuestros viajes a centro y suramérica).
Una vez pasado el pequeño puente sobre el río Macal, se entra en la Reserva Forestal Chiquibul, ésta sí de auténtica jungla tropical densa, dentro de la cual se encuentra el Sitio Arqueológico de Caracol.
Caracol es la ciudad maya más importante de Belice. Su nombre original era Oxhuitzá, que significa “lugar de las tres montañas”.
Se estima que alcanzó una población superior a los cien mil habitantes y tuvo su esplendor entre los siglos IV y IX d.C. En este tiempo derrotó militarmente a Tikal y, en el siglo X d.C. se produjo su decadencia y abandono hasta ser descubierto de nuevo por los arqueólogos en el siglo XX.
Al igual que en Lamanai, hicimos la visita con muy poca gente y, en muchos momentos, en solitario. A la llegada, el guía nos dijimos que, a veces, los primeros visitantes del día encontraban a jaguares subidos en las escalinatas de las pirámides. Nosotros no tuvimos esa suerte.
A la llegada al complejo hay un pequeño centro de recepción con una maqueta muy bonita del yacimiento y unas vitrinas donde se exponen algunas cerámicas y objetos encontrados en las excavaciones.
Desde la recepción accedimos al yacimiento por la parte sur, atravesando entre árboles tropicales gigantescos.

Los edificios excavados representan una parte mínima de lo que fue la ciudad. Por toda la jungla se encuentran dispersos restos de construcciones y calzadas en una superficie de varios kilómetros cuadrados.
Las primeras edificaciones, de pequeño tamaño, entre las que hay árboles que crecen entre los restos de tumbas, estelas, muros y pavimentos, componen la llamada Acrópolis Sur.
Continuando hacia el norte, se llega a la Plaza A y la Acrópolis Central con tres edificios piramidales y una cancha del juego de la pelota, en los cuatro puntos cardinales. En la pirámide mejor conservada, que da hacia el norte, se conservan en su base máscaras de deidades mayas

Por las excavaciones realizadas, principalmente por universidades de norteamérica, se sabe que los edificios estaban estucados en blanco y decorados en color rojo. En todo el complejo se han descubierto más de cien tumbas, algunas de ellas conservando intactos los ajuares.
La parte final de la visita, más al norte, nos lleva a la Plaza B, la de mayor tamaño, donde se encuentra el edificio principal del yacimiento, que es el Templo de Caana, que se compone de cuatro palacios y tres templos y con una pirámide de 43 metros de altura, la mayor de Belice.
Se sabe que este templo, cuyo nombre significa “lugar en el cielo”, se diseñó para observaciones astronómicas y rituales ligados a los ciclos celestes.
El templo tiene dos amplios tramos de empinadas escaleras separados por una plataforma con los restos de tumbas, que es lo que se ve desde abajo.

Por encima de las escalinatas hay una plataforma más amplia, a modo de segunda plaza, con tres templos piramidales que tienen los relieves y estelas mejor conservados del yacimiento.

Desde aquí arriba se tiene una bonita vista de la Plaza B, con el otro edificio mejor conservado, la pirámide de su lado sur.

Cuando nosotros hicimos la visita, en los otros dos laterales los edificios estaban casi completamente engullidos por la vegetación. En internet se puede visitar un sitio desarrollado por la Universidad de Houston: "caracol.org archeological proyect", donde se puede seguir la evolución de las excavaciones desde los años 80. Casi todo lo que nosotros estuvimos correteando aquel día, no era antes más que montículos y maleza.
Según nos contó el guía, siguiendo lo que fue uno de sus usos hace más de mil años, hoy día, gracias a la limpieza de su cielo, Caracol es un lugar donde aficionados a la astronomía se trasladan para la observación de estrellas, planetas y lluvias de meteoros.
Terminada la visita de Caracol, donde pasamos bastante calor, el guía nos invitó a tomar un baño en el río On Pools donde, entre los rápidos se forman pozas en el suelo rocoso granítico. El lugar, muy frecuentado por los locales, estaba muy concurrido por ser día festivo. El sitio era muy bonito pero, como dejamos nuestras cosas en el coche y nos fuimos andando en bañador, no conservo ninguna foto.
Después del baño, nos fuimos a la última parada de la excursión que era la Cueva de Río Frío, dentro del bosque de pinos de la Reserva Forestal Mountain Pine Ridge.
Esta cueva tiene una enorme boca, de más de 20 metros de altura y un recorrido de unos 400 metros. Como no llevábamos linternas, tan sólo pudimos adentrarnos unos cien metros, hasta donde llegaba la luz natural procedente de la entrada.

Las formaciones kársticas en esta parte están muertas y secas, por los cambios de temperatura procedentes del exterior y, por tanto, no resulta tan atractiva como la ATM, aunque sus techos son mucho más altos. Al parecer, hacia el interior hay lagunas y salas de estalactitas y estalagmitas muy espectaculares.
Tampoco conserva restos arqueológicos aunque de seguro los tuvo, ya que la mayoría de las cuevas fueron expoliadas mucho antes de que el gobierno tomara control de ellas.
Esta excursión supuso el final de nuestra estancia en San Ignacio, donde dormiríamos aún aquella noche y al día siguiente pondríamos rumbo este hacia la costa.