Día 3 de Abril de 2010.
Hoy hemos decidido no madrugar, así que iremos sin prisas. La ruta planificada para hoy es Lastres y Gijón con parada obligatoria en el Mirador del Fito.
Después de un buen desayuno (eso siempre es importante) emprendemos el camino. Tengo que decir que la única pega (si se puede llamar así) que me traje de Asturias es que las distancias entre los diferentes lugares es inversamente proporcional al tiempo que se tarda en recorrerlas. Aún así, llegamos sin problemas al Mirador y como no, continuamos sorprendiéndonos al contemplar el mar y los Picos de Europa. Para variar, repleto de gente.
Tras la preciosa vista, nos dirigimos a Lastres, pueblo que se puede contemplar desde el propio Mirador del Fito. Como era de esperar, al llegar a Lastres nos resulta dificilísimo encontrar aparcamiento y lo hacemos al final del pueblo (si nos descuidamos nos salimos, jeje). Comenzamos con la visita a los lugares más interesantes y entre ellos como no, está la ruta de la serie Doctor Mateo.
Para nuestra sorpresa los dos lugares más visitados (al casa del Doctor y la Taberna de Tom) están señalizados y no hay pérdida. Al llegar a estos dos sitios, comprobamos lo que engaña la tele y descubrimos que la taberna en realidad no existe, sólo la fachada, algo que no entendemos, pues yo montaría un buen bar porque la terraza tiene unas vistas chulísimas.
Decidimos tomarnos una cervecita y comer antes de continuar con la visita. Así que mochila en mano, bajamos hasta el puerto y en banquito nos hacemos unos bocatas de tortilla de patata (ummmmm). Descansamos un ratito, bajamos a la playa y continuamos viendo el resto de casitas que nos faltaban. El camino se hace duro pues es todo subida y estamos un poquito “jinchaos” (como se dice en mi tierra).
La última parada antes de emprender camino a Gijón es el Faro. Después de seguir las indicaciones, llegamos sin problemas, pero nos sorprende una gran tormenta con un aire fortísimo. Es la primera vez tengo la sensación de que el aire te lleva. Comienza a llover así que decidimos montar en el coche y carretera y manta para Gijón.
Una vez ya en Gijón nos gustó mucho el gran paseo marítimo que hay, a pesar de que hay poquita playa. Tomamos un cafelito en una cafetería y damos un paseo por el centro, plaza mayor, Cimadevilla, etc. No pudiendo disfrutar mucho ya que la lluvia vuelve a hacer acto de presencia.
La anécdota en este caso fue el “chaparrón” de agua salada que se llevó un servidor al intentar sacar la mejor instantánea del romper de las olas sobre el paseo marítimo. Vamos, el típico listillo que sale en los programas de videos de humor en primera fila y se cala enterito.
Nos empieza a entrar hambre así que decidimos ir a cenar algo. Elegimos como restaurante uno recomendado por gente del foro (como no) el Gepetto. Tuvimos suerte de encontrar sitio y sin reservar, ya que a la salida había mogollón de gente esperando para entrar. La comida genial, abundante y barata para lo que comimos.
Entre unas cosas y otras, se nos hace tarde y emprendemos el camino de regreso a casa que al ser de noche y no estar acostumbrados a las carreteras estrechas se nos hará más largo de la cuenta.
Por fín llegamos a casa sanos y salvos. Ha sido un día duro, pero como siempre, ha merecido la pena. Toca descansar que mañana nos espera el viaje de regreso a Cáceres con parada en León.
Hoy hemos decidido no madrugar, así que iremos sin prisas. La ruta planificada para hoy es Lastres y Gijón con parada obligatoria en el Mirador del Fito.
Después de un buen desayuno (eso siempre es importante) emprendemos el camino. Tengo que decir que la única pega (si se puede llamar así) que me traje de Asturias es que las distancias entre los diferentes lugares es inversamente proporcional al tiempo que se tarda en recorrerlas. Aún así, llegamos sin problemas al Mirador y como no, continuamos sorprendiéndonos al contemplar el mar y los Picos de Europa. Para variar, repleto de gente.
Tras la preciosa vista, nos dirigimos a Lastres, pueblo que se puede contemplar desde el propio Mirador del Fito. Como era de esperar, al llegar a Lastres nos resulta dificilísimo encontrar aparcamiento y lo hacemos al final del pueblo (si nos descuidamos nos salimos, jeje). Comenzamos con la visita a los lugares más interesantes y entre ellos como no, está la ruta de la serie Doctor Mateo.
Para nuestra sorpresa los dos lugares más visitados (al casa del Doctor y la Taberna de Tom) están señalizados y no hay pérdida. Al llegar a estos dos sitios, comprobamos lo que engaña la tele y descubrimos que la taberna en realidad no existe, sólo la fachada, algo que no entendemos, pues yo montaría un buen bar porque la terraza tiene unas vistas chulísimas.
Decidimos tomarnos una cervecita y comer antes de continuar con la visita. Así que mochila en mano, bajamos hasta el puerto y en banquito nos hacemos unos bocatas de tortilla de patata (ummmmm). Descansamos un ratito, bajamos a la playa y continuamos viendo el resto de casitas que nos faltaban. El camino se hace duro pues es todo subida y estamos un poquito “jinchaos” (como se dice en mi tierra).
La última parada antes de emprender camino a Gijón es el Faro. Después de seguir las indicaciones, llegamos sin problemas, pero nos sorprende una gran tormenta con un aire fortísimo. Es la primera vez tengo la sensación de que el aire te lleva. Comienza a llover así que decidimos montar en el coche y carretera y manta para Gijón.
Una vez ya en Gijón nos gustó mucho el gran paseo marítimo que hay, a pesar de que hay poquita playa. Tomamos un cafelito en una cafetería y damos un paseo por el centro, plaza mayor, Cimadevilla, etc. No pudiendo disfrutar mucho ya que la lluvia vuelve a hacer acto de presencia.
La anécdota en este caso fue el “chaparrón” de agua salada que se llevó un servidor al intentar sacar la mejor instantánea del romper de las olas sobre el paseo marítimo. Vamos, el típico listillo que sale en los programas de videos de humor en primera fila y se cala enterito.
Nos empieza a entrar hambre así que decidimos ir a cenar algo. Elegimos como restaurante uno recomendado por gente del foro (como no) el Gepetto. Tuvimos suerte de encontrar sitio y sin reservar, ya que a la salida había mogollón de gente esperando para entrar. La comida genial, abundante y barata para lo que comimos.
Entre unas cosas y otras, se nos hace tarde y emprendemos el camino de regreso a casa que al ser de noche y no estar acostumbrados a las carreteras estrechas se nos hará más largo de la cuenta.
Por fín llegamos a casa sanos y salvos. Ha sido un día duro, pero como siempre, ha merecido la pena. Toca descansar que mañana nos espera el viaje de regreso a Cáceres con parada en León.