El miercoles aterricé de mis vacaciones, y tengo claro que de no haber sido por la información que he recopilado de estos foros, no habrían sido un éxito. Me toca, pues, retribuir lo recibido y comentar algunas cosas de mi viaje. Hemos pasado quince noches fuera: siete noches en Estambul, cuatro en Capadocia y cuatro en Roma. Esto último ha sido un pequeño capricho personal. Me hacía ilusión hacer coincidir las dos capitales del Imperio Romano en un solo viaje. En Roma, la capital más hermosa de Europa en mi opinión, he estado en numerosas ocasiones, unas seis o siete, y solo voy a decir una cosa, ya que este no es el sitio: que desde mi último viaje he encontrado la ciudad algo más organizada a la hora de lidiar con el turismo de masas, y que está aprendiendo a ofrecer alternativas muy interesantes a quienes deseen ver algunos monumentos de una forma distinta y sin agobios, pero que si siguen abusando así, y esto vale para los romanos o para los españoles, van a matar la gallina de los huevos de oro. Cuando la gente le termine de perder el miedo a destinos como por ejemplo Turquía, no vana poder recuperar a los turistas que pierdan, atraídos por mejores servicios y precios. Cuando pagué doce euros por un minúsculo plato de pasta (una cantidad no más grande que mi puño) en un recóndito bar del Trastévere que ni siquiera estaba en un sitio particularmente frecuentado, y alejado de las zonas más masificadas, supe que mi próximo viaje a Roma -volveré, pues Roma es Roma- será muy distinto: se acabaron los restaurantes y los hoteles,y la próxima alojaré en un apartamento alejado del centro y comeré como un romano, haciendo la compra en el súper de la esquina.
Turquía. Hemos viajado cuatro personas: mi mujer y yo, y mis dos hijos, de dieciséis -los cumplió en Estambul- y trece. Si más adelante hablo de precios caros o baratos, hay que relativizarlo: Turquía es un destino incontestablemente barato. Punto. Si vas a pasar tres, cuatro o cinco días en Estambul, no te compliques la vida, disfruta y punto: se come fantásticamente, y generalmente los precios de los monumentos (aquí hay alguna excepción de la que hablaré), el transporte y la comida es muy asequibles. Obviamente si viajan cuatro adultos dependiendo de los ingresos de solo dos de ellos durante tantos días, hay que cuidar el presupuesto, y cuando empiezas a pasar tiempo allí, dejas de traducir a euros y a pensar directamente en liras. Así, cuando te cobran cincuenta liras por algo que sabes que puedes obtener por treinta en otro sitio, dices que es caro, aunque, comparado con España, siga siendo barato. Eso sí, advertir que los precios han subido de manera generalizada en Turquía. No solo han subido los precios de los museos. También lo han hecho los precios de la hostelería. Antes de salir, había buscado las cartas de muchos restaurantes, y casi sin excepción, los precios de las cartas parecen haber subido entre un 10 y un 20 por ciento de lo que figuraba en las cartas colgadas de internet.
Voy a intentar organizar el post. Como líneas generales, diré que lo que he visto me ha encantado, y que de mi viaje me traigo a España dos postales visuales y una sonora. La visión del Bósforo a la altura de la fortaleza de Rumeli, mientras navegaban esos enormes buques de carga por una franja de agua tan estrecha, los globos llenando el amanecer en Capadocia y la llamada a la oración replicándose una a una en las numerosas mezquitas del casco histórico de Estambul.
ASPECTOS PRÁCTICOS.
-VOLAR A TURQUÍA. Cuando yo miré mis vuelos, la única manera de viajar directamente a Turquía desde Madrid, era haciéndolo con Turkish o Pegasus a Estambul. Existían otras combinaciones, haciendo escala en diversas ciudades europeas, pero no ofrecían un ahorro significativo que compensase la incomodidad. Si puedes pagar la diferencia, te recomiendo encarecidamente Turkish. He tomado cuatro vuelos con Turkish. Madrid Estambul, Estambul Nevshehir, Kayseri Estambul y Estambul Roma. Todos puntuales, en todos, incluidos los locales, te ofrecen comida y bebida, y en los vuelos internacionales, incluía entretenimiento a bordo. El nuevo aeropuerto de Estambul es espectacular, pero muy caro, tanto o más que cualquier otro aeropuerto europeo que haya visitado. En la mayoría de las tiendas, ni siquiera te muestran precios en liras y te lo marcan en euros. Me reservé ciento ochenta liras para el aeropuerto, pues teníamos que pasar cinco horas allí en un vuelo de enlace a Roma. Con la tercera parte ese dinero hemos comido estupendamente bien cuatro personas en un hamburguesería de la parte asiática de Estambul. Allí no dio más que para cuatro cafés, cuatro croisants y dos botellitas de agua.
-SEGURIDAD. Sí, sí, y sí. No hay que tener miedo. Hemos ido a pueblos en los que no solían caer muchos turistas que digamos, y cuanto más apartados eran, más curiosidad y simpatía mostraban hacia ti. Por lo demás, Estambul es una ciudad blindada. Policía y ejército por todas partes, y en cualquier lado -metro, museos, tiendas, hoteles- existen controles de seguridad.
Dentro de este apartado, mención al “timo” del limpiabotas. Estábamos alojados en un hotel cerca de Taksim, en una zona con bastantes hoteles lujosos. Cuando regresábamos al hotel la primera noche, había un limpiabotas apoyado en un muro, y echa andar por delante nuestro, y “Plac!” cepillo al suelo. Por supuesto no lo recogí, pero casi me hizo ilusión verlo, pues pensaba que esto ya no se haría. Después de esto, casi resultó molesto. Quizás fuera por la zona en la que estábamos alojados, pero había días que casi parecía que lloviesen cepillos de limpiabotas. Hay que reconocer que lo hacen realmente bien. Muchos llevan el cepillo colgado con una alcayata en la parte trasera del cajón de limpiabotas, y supongo que deben tener algún resorte o algo así para que se suelte. Por si alguien aún no lo sabe, si lo recoges, ellos te ofrecen una limpieza de calzado gratis en agradecimiento por el gesto, aunque luego tratarán de cobrarte el servicio.
CONDUCIR EN TURQUÍA. En Turquía no hay normas de tráfico. Hay VAGAS SUGERENCIAS de tráfico. Veas lo que veas en Estambul -con su caos, los constantes bocinazos o los conductores de autobús que conducen con las puertas abiertas mientras hablan por el móvil y se saltan los semáforos-, nada te prepara con lo que te encuentras un poco más allá. No hay que tener miedo, pero hay que conducir como si estuvieras rodeado por locos de atar, porque quizás sea así. Cuando un turco decide conducir en dirección contraria por el arcén de una autovia, simplemente pone las luces de emergencia. Así que ya sabes, si algún día tienes ganas de cometer alguna locura al volante, prende los cuatro intermitentes y a vivir, que son dos días.
El estado de las carreteras y las calles, nuevamente cuando sales de las zonas más turísticas, es lamentable. Tienen un serio problema de falta de inversiones en su mantenimiento. Desde mi experiencia, si alquilas un coche, te recomiendo asegurar todo lo que puedas asegurar. He recibido más chinazos en la luna en tres días que en los treinta años que llevo conduciendo. Ejemplo. Conducía por una carretera de dos carriles en cada sentido. No es una autovía, solo una carretera desdoblada que parecen abundar allí. El carril de la derecha era impracticable porque estaban en obras y era literalmente un pedregal. Conducía a 100 km por hora, algo por encima del límite legal, y se pronto se me pega un coche que supongo que pretendía que me metiese en el pedregal para dejarle pasar. El tipo aguantó como treinta segundos antes de dar un volantazo y adelantarme derrapando por la derecha, para después bombardearme el coche con una lluvia de piedras mientras se alejaba derrapando. En definitiva paciencia, precaución y un buen seguro.
MENDICIDAD INFANTIL. Lo he llevado horriblemente mal. Con diferencia lo peor del viaje. En Estambul hay bastantes niños mendigando solos o en compañía de adultos, además de muchos buscándose la vida. Recuerdo particularmente una mañana en el tranvía que íbamos de Kabatas a Sultanahmed cuando entró sola una niñita descalza de no más de cinco años. Pasó en silencio entre los asientos con la manita extendida y se bajó en la parada siguiente. Darle algo es contribuir a su explotación. No darle nada es dejarla a su suerte.
FECHA PARA VIAJAR A TURQUÍA.
Si no vas a la playa y tienes la suerte de poder elegir la fecha, evita el verano. Mucha, mucha gente, y bastante calor, lo que hacía bastante penosas ciertas visitas.
SANIDAD. No tuvimos el menor problema. En cuanto el agua, obviamente embotellada. Es más, yo creo que los turcos solo beben igualmente agua embotellada, y en ningún lugar nos ofrecieron hielos con las bebidas (una de las cosas a evitar cuando viajas a sitios donde el agua puede causar problemas)
ESTAMBUL
No voy a incidir demasiado en la información que se puede obtener fácilmente en estos foros o en dar rutas de visita. Simplemente plasmaré mis impresiones y experiencia personal. Yo llevaba preparado una ruta que directamente incumplimos desde el primer día. Caminamos mucho -una media de 20 km. Al día-, pero gracias a que precisamente había leído bastante sobre Turquía en estos foros, fue fácil improvisar sobre la marcha.
-Tiempo. Imagino que con tres días ves lo que se supone que hay que ver. Nosotros estuvimos siete noches y por tanto pudimos ir un poco a nuestro aire, sin la presión de tener que cumplir una “cuota de monumentos al día”. Eso sí, si estás solo tres días, probablemente te pierdas lo mejor de Estambul, que es vagar por los sitios menos turísticos o simplemente perderte allí donde te apetezca.
-Como íbamos a estar bastante tiempo, busqué un buen hotel sin importarme demasiado que no estuviera cerca de los principales monumentos. El transporte público es muy bueno y puedes desplazarte fácilmente por la ciudad -a pesar del caótico tráfico de Estambul-. Yo buscaba, fundamentalmente, algo que escasea bastante en esa ciudad: un hotel con piscina. Finalmente estuve en el Hilton Bosphorus, a unos 300 metros de Taksim. Una habitación cuádruple bastante grande -50 metros cuadrados- salió por 1400 euros siete noches con desayuno. El hotel se construyó en los años cincuenta y tiene unas vistas impresionantes sobre el Bósforo. Me costará olvidar el poder desayunar cada mañana con la costa asiática y el Bósforo como telón de fondo. Los desayunos, pantagruélicos, y la piscina, enorme. Tras llegar achicharrados de la ciudad, el poder sumergirse en el agua fue un auténtico lujo que acabó ganando hasta a los más escépticos de mi familia cuando les hablé de la piscina antes de salir de viaje.
-Transporte público: Como he dicho funciona bien. La tarjeta del Instanbul card acepta billetes de hasta 50 liras, no de 20 como creo haber leído por ahí. Los cuatro nos movimos con una sola tarjeta, pero ¡OJO!. Cuando transbordas, por ejemplo de un autobús a otro, o de un tranvía al ferry, si ha transcurrido menos de un determinado tiempo, la siguiente vez que picas, el viaje sale algo más barato -por poner un ejemplo, en lugar de 2,40 liras te sale por 1,80-. Pero si viajáis varios con la misma tarjeta, ese descuento sólo te lo aplica al primer billete, el resto paga normal. Así que si quieres aprovechar esa ventaja, cada cual debe viajar con su propia tarjetita, con la incomodidad que supone el tener que ir recargando cada una de ellas.Mi consejo personal es que siempre que puedas elijas metro o tranvía. El tráfico es un asco. Para mí, la mejor combinación para ir desde Taksim a la zona histórica es coger el funicular hasta Kabatas, y desde allí el tranvía (T1). Mención a parte los Ferrys. Una forma muy agradable de moverse por Estambul, me gustó mucho.
Google maps no siempre es muy fiable con las indicaciones de los autobuses. Chequead antes la información. Puede descargarse una aplicación oficial de los autobuses con la que puedes cotejarla
www.iett.istanbul
-Cambio de moneda. En Capadocia fui pagando con tarjeta, pero en Estambul fui cambiando Euros. Como se ha dicho, los mejores cambios en los alrededores del Gran Bazar. Evita en lo posible cambiar cerca de la Mezquita Azul y similares pues la diferencia es notable.
-Comer. Bueno, pues fui al restaurante del muchacho este del Dépor que habla español.Muy agradable, pero como estás en Sultanahmed estás pagando un sobreprecio de al menos un 30% sobre otras zonas menos turísticas. Además, en muchos locales menos turísticos, los aperitivos y el postre (fruta), van por cuenta de la casa. Allí solo te invitan a té. Como ejemplo, una comida para 4 nos salió allí por unas 350 liras (entrantes y cuatro principales). Esa misma comida -incluso algo mejor elaborada en mi opinión- salía por unas 200 en el local cercano al hotel. Solo voy a sugerir un par de restaurantes. Cerca del Hilton y relativamente cerca de Taksim. Un local a muy buen precio al que en principio uno no se acercaría de no haber leído previamente críticas en internet, pero que te hacen la carne y el pan a la brasa delante de tus ojos:
Akcanlar Ocakbaşı
İnönü, Nisbet Sk. No:7, 34373 Şişli/İstanbul, Turquía
Si quieres descansar un poco de la carne a la brasa y del tumultuoso ambiente de Istikal y callejones adyacentes y optar por platos más suaves, incluidos bastantes platos vegetarianos vegetarianos. Muy buen precio también.
No:19 Dining
Kuloğlu Mahallesi Faikpaşa Sokak No:6 Çukurcuma Beyoğlu Taksim
El sitio es curioso, tranquilo, acogedor y barato, casi de ambiente hipster, con un simpático gatito de tres patas amenizando la velada. Cada noche su joven dueña cocina una serie de platos, varios entrantes, que suelen pedirse por medias raciones, y platos principales. Los eliges señalando directamente las fuentes de comida. Intentamos volver, pero creo que los lunes deben cerrar y no tuvimos oportunidad de hacerlo.
Respecto a los famosos bocadillos de pescado que se cocinan en las barcas, muy buenos y baratos (15 liras), pero en verano el ambiente es caótico, hace un calor sofocante y apenas hay un hueco en el que sentarse, por supuesto al pleno sol. Luego descubrí que también los hacen en los locales del puente gálata y al mismo precio, donde habríamos podido comerlos con toda tranquilidad y a la sombra.
-Visitas. Toda la vida deseando ver Hagia Sofia, y con tanta gente y el calor, la verdad es que no lo disfruté. Naturalmente recomiendo que compreis la carta de los museos (220 liras), que amortizamos ampliamente. De hecho, aunque vimos todo o casi todo lo que hay que ver, visitar Sultanahmed resultaba por lo general una experiencia bastante agobiante. Como curiosidad decir que San Salvador de Chora parecía casi un monumento español. Cuando llegamos un día por la tarde, casi todos los que lo visitábamos éramos españoles.
Respecto al palacio de Topkapi, (nuevamente muchísima gente), lo mejor para mí fue el harén. Como hay que pagarlo a parte -si no tienes la carta de los museos-, queda fuera de la masificación. Respecto a la audioguía, es muy cara (70 liras por cabeza), y diría casi que prescindible para la parte del palacio en general. Sí me resultó más útil para el harén. Me da la impresión que puedes adquirir por separado la audioguía que te explica el harén y el del palacio en general, porque te desglosan el precio. Una tarde volviendo de la parte asiática íbamos a visitar el palacio de Dombalace. Mmm.. 90 liras la entrada, 60 eurazos por los cuatro. Lo dejamos para otra ocasión y tomamos desde allí un atestado autobús hasta Rumeli.
Me gustó mucho el ambiente festivo de Euyp (incluso de noche hay que esperar bastante para tomar el funicular a Pierre Loti, algo más de media hora), pero sobre todo, me gustó la parte Asiática, tanto Uskudar, donde recorrimos un mercadillo que no deben montar a diario, en la que vendían la fruta y verdura más fresca que he visto en mi vida, como Kadikoy, de un ambiente más moderno, pero muy agradable de recorrer.
-Compras. Compramos alguna cosa, pero no era el objetivo principal del viaje. Además no podíamos llenar demasiado las maletas, porque aún teníamos que continuar nuestro viaje a Capadocia y Roma. Sí, visité la tienda de Angemi. Buena calidad, aunque esto hay que pagarlo. No esperéis comprar nada por diez liras, eso puede hacerse en los cientos de tiendas que rodean los Bazares. Respecto a los bazares, tanto el de especias como el Gran Bazar, están bien como experiencia -allí incluso encontramos un vendedor turco que hablaba español con acento de Cádiz, pues vivía allí la mitad del año-, pero para mí son lo que son, tiendas para turistas. Diría que los turcos que se acercan por allí compran en los caóticos callejones que rodean los bazares. Por lo demás, mucha, mucha, mucha gente.
CAPADOCIA.
¿Merece la pena la visita? Sí, claro, allí verás algunas cosas que sólo puedes contemplar allí, pero, igual que Estambul, evita si puedes el verano.
-Alojamiento. Nosotros nos alojamos en un hotel de Goreme. El Grand Capadocia Hotel. 385 euros cuatro noches en una habitación cuádruple muy grande, incluso mayor que la del Hilton, en la que no había agobios de espacio. Lo elegí, nuevamente, por su piscina, y nuevamente fue una elección que todos agradecimos para aliviar los calores tras un día de visitas. Cuando preparaba el viaje, leía sobre si tal o cual sitio era más o menos “turístico”. Vamos a ver, para mí, todo aquello es como un parque de atracciones gigante, y puedes elegir, efectivamente, sitios más o menos tranquilos, pero turístico es todo. Viven del turismo, y absolutamente todo está enfocado al turista.
No me gusta mucho la playa, hace años que no piso una, pero pasear por la noche por Goreme era como hacerlo por el paseo marítimo de cualquier playa española. Restaurantes, hoteles, tiendas de chucherías para turistas, y poco más, pero como base está bien, y además tiene la ventaja de que es un sitio excelente para ver el increíble espectáculo de los globos.
-Visitas. Hay una tarjetita de museos, parecida a la de Estambul. Vale para tres días, creo. No la compré y me arrepentí, porque me habría ahorrado bastante dinero. A ver, imagino que visitar la zona en una época menos atestada será una experiencia distinta, pero en verano, era todo bastante surrealista. Me hacían especial gracia aquello de los Sunset Point. Auténticas caravanas de coches y autobuses para ver el dichoso atardecer desde un punto concreto junto a centenares de personas y un montón de tiendas de recuerdos. Ejércitos de Quads recorriendo aquello, camellos para hacerte la fotito. Tch. Entiendo que alejarse un poco y hacer senderismo por los valles (si consigues que no te atropelle un quad de esos conducido por un turista chino con jet lag) debe ser muy bonito, pero en verano, con el sol dando duro no parecía muy buena idea, la verdad.
En fin, cumplimos con el museo al aire libre de Goreme (una joya única, pero atestada de gente), con el castillo de Uchistar (era una tarde con poca gente, y merece las vistas), y poco más. Ni me molesté en buscar las piedras esas con forma de falo -bueno vi dos o tres en un sunet point de esos-, y creo que me perdí la mayor parte de los valles, pero a cambio vi otros sitios y me traje otros recuerdos.
En cuanto te alejas treinta kilómetros del parque de atracciones de Goreme, la cosa cambia: carreteras horribles (el google maps además se cuidará por elegirte las peores), calles sin asfaltar, y según qué ruta tomes, paisajes desolados con pueblos en los que realmente no te gustaría vivir. He perdido mis apuntes de Capadocia y no recuerdo el nombre exacto de algunos de los lugares que visitamos. Visitamos el Monasterio de Selime, que nos gustó mucho. Como el precio incluía ya la entrada del Valle de Ihlara, nos desplazamos después de comer a verlo. Bajamos como millón y medio de escalones y caminamos un poco. Estaba bien, pero hacía calor, y en el fondo no se diferencia mucho de cualquier paisaje que puedas ver en los cañones de Cuenca, así que regresamos en busca de nuestra piscina, previo paso por una de las ciudades subterráneas que pueden visitarse en la región. Allí, en el aparcamiento, fuimos asaltados por una bandada de abuelitas que vendían unas muñecas que supongo que fabrican ellas. No sé cómo, pero salí de allí con una. Solo cinco liras.
Otro día visitamos el monasterio de Gumusler y sus maravillosos frescos. Eramos los únicos turistas del lugar y pudimos disfrutarlo con toda tranquilidad. Cerca de allí, en las afueras de Nidge, existía una iglesia bizantina, pero como el desvío que había que tomar me parecía peligroso, intenté hacer un cambio de sentido en un paso elevado, que resultó ser una autopista de peaje, de la que no había forma de escapar. Había leído sobre ese tipo de autopistas, y que hace falta una tarjeta especial para entrar en ellas. Sea como fuere, no existen cabinas de peaje y me temo que recibiré antes o después noticias de Avis, pues la entrada y la salida se hacen mediante cámaras.
Sin encomendarme a ninguna deidad protectora del conductor, decidí sobre la marcha que era buena idea adentrarme en el centro de Nidge para ver una mezquita. No había mucho tráfico, pero llegó un momento en el que me arrepentí de mi ocurrencia. La mezquita está en lo alto de una colina, dentro de una ciudadela, y terminé en un estrecho callejón de doble sentido, donde los coches aparcados solo dejaban paso para un vehículo, y por donde bastantes vehículos trataban de subir y bajar por allí. Resultó que había montado un mercadillo y solo tenía una posibilidad, que era seguir avanzando. No sabía si acabaría abriéndome paso entre puestos de naranjas y melones rodeado de la multitud, pero no cabía más opción que seguir hacia adelante. Sorteando el caos. Llegó un punto en el que la única salida visible era el de penetrar por un estrecho arco de la muralla, algo que suele ser una pésima idea, pues lo más normal es que acabes atascado en callejones en los que no quepa ni el coche. Por fortuna, no fue así. De pronto las calles se ensancharon, y acabé en una zona ajardinada con mucho espacio para aparcar, pero que resultó tener una única salida, que era el caótico pasadizo por el que había entrado. Dimos una vuelta por el mercado -nuevamente es muy llamativa la espectacular frescura de las frutas y verduras- y ni siquiera entramos en la mezquita, porque había cerrado. Lo cierto es que solo pensaba en que tendría que meterme de nuevo en el coche y salir por aquel callejón para salir de allí.
El caso es que escapé de aquella locura sin llorar ni tan solo un poquito, y nos dirigimos a Ortahisar. El google, siempre caprichoso, llegó un momento en el que nos metió por una carretera de tan mal aspecto que me lo pensé dos veces antes de meterme por ahí. Efectivamente el camino era horrible, alternando zonas asfaltadas con caminos de tierra, pero el desvió tuvo premio. En algún lugar rodeado de cañones, descubrimos tres espectaculares tumbas esculpidas en la roca que imitaban sendos templos griegos con su frontón y columnas. Realmente fue sorprendente descubrir aquella joya en medio de la nada, sin que nadie le prestase atención.
El día siguiente visitamos Hacibektas, donde se encuentra el monasterio en el que están enterrados los líderes espirituales de la cofradía Bektashí. Realmente lamento no haber visitado el lugar habiendo recabado antes información. A pesar de tratarse de un lugar de tremenda significación para sus seguidores -es muy impresionante las muestras de respeto y fe que puedes ver-, no imponen ningùn tipo de restricción en cuanto a la vestimenta, ni para hombres ni para mujeres, tan solo debes descalzarte al entrar. Exponen algunas frases de su líder espiritual defendiendo la igualdad entre mujeres y hombres o el respeto que merecen aquellos que no piensan como tú, que realmente despertaron mi curiosidad. El sitio atrae fundamentalmente a peregrinos. Una visita muy interesante. Terminamos la visita entrando un pequeño museo arqueológico vigilado por unos simpáticos guardas que intentaron hacerse entender.
Más tarde visitamos el caravanserai de Agzikarahan. Una vez más, sin nadie alrededor salvo el vigilante que cuida aquello. Un edificio realmente impresionante. Según parece el segundo mayor de Turquía.
COMIDAS.- Respecto a las comidas en Goreme, se nota que es un sitio muy turístico y eso se paga en la cuenta, todo era más caro que los restaurantes que frecuentábamos en Estambul. Como norma general, cuanto más subáis hacia las paredes del valle, iréis encontrando sitios más “cuquis”, pero también más caros.
GLOBOS.- Tenía claro que ese era un capricho que no podía permitirme. Algún lugar donde consulté los precios online hablaba de 275 euros por persona, que multiplicado por cuatro casi es un lujo asiático. Vi un par de madrugadas, al amanecer, los globos volar, y el espectáculo es sencillamente increíble.Es una de esas ocasiones en la que lamentas no tener una buena cámara y saber utilizarla, para que las fotos hagan justicia a lo que están viendo tus ojos. Merece mucho la pena darse un pequeño madrugón para verlo. Eso sí, yo creo que fuera de Goreme será más difícil apreciar el espectáculo en toda su magnitud.