14 Agosto
Hoy teníamos previsto visitar posiblemente uno de los barrios más identificativos de Lisboa, Belem. Para llegar allí, escogimos la opción del tranvía nº15, cogiéndolo en la praça Figueira como ya os comenté en la etapa anterior. En la misma plaza, compramos las tarjetas Viva Viagem (en la parada de Metro) que valen 50 céntimos y las recargamos con el billete diario (6€, recordad que son 24h efectivas), con el único problema que ni en las máquinas del metro aceptaban Multibanco.
El viaje no tardó mucho pero se me hizo eterno. El tranvía iba hasta la bola y en praça do Comercio ya sólo pudieron entrar unas pocas personas. Llegué a agobiarme bastante porque íbamos embutidos. Qué disfrute cuando vi por las ventanas el Monasterio de los Jerónimos. Llegamos un poco antes de las 11 y era una locura la gente que había ya por allí. Había dos colas, la de la izquierda y más numerosa para acceder al claustro y la central para entrar sólo a la iglesia (gratuita). Nosotros preferimos entrar sólo a la iglesia. Aunque había bastante gente la cola iba bastante rápida. Ya en el interior, llama mucho la atención el techo tan decorado. En el exterior nos paramos un rato para sacar unas cuantas fotos de la gran fachada que tiene el edificio. De ahí nos dirigimos hacia el Monumento a los Descubrimientos, y menudo chasco nos llevamos al verlo rodeado de andamios. Aún así se dejaba ver las esculturas de sus laterales, por lo que descubierto tiene que ser una maravilla. Desde este punto hay alguna buena panorámica hacia el puente del 25 de abril y el cristo redentor.
Continuamos un poco mas el camino y nos encontramos con la Torre de Belem. De nuevo, unas colas enormes. Estas colas son las que nos quitaron la poca predisposición que teniamos ya de entrar en algun monumento. A mí personalmente me encantó la torre. Eso sí, he leído más de un comentario que por dentro no hay nada del otro mundo y que incluso es un poco agobiante el subir y bajar las distintas plantas ya que sólo hay una escalera de caracol.
Fotos y más fotos y camino de vuelta. Estábamos de nuevo cerca del Monasterio y era hora de comer. Pero antes aprovechamos para comprar Pasteis de Belem, cómo no. No tardamos demasiado y compramos una docena (¡qué golosos! Craso error). ¿Por qué fue un error comprar una docena? No sé si tuvimos mala suerte y fue esa remesa, pero los de la Manteigaría del día anterior le daban mil vueltas. Aquellos estaban crujientes y con la masa suave y éstos justo lo contrario. Bueno, había que volver a la Manteigaria para comprar otra media docena para cuando nos acabáramos éstos últimos. Lanzo un reto, probad los dos y decidme cuales os gustan más
Ahora sí, pedimos 2 menús en Pão Pão Queijo Queijo (R. Belém 126) que no llegó a 10€, y nos sentamos en los parques de la zona buscando la sombra porque otro día más no se podía estar a pleno sol. En cambio, en la sombra se estaba muy bien porque había brisa fresquita. Qué buenos estaban los bocatas que nos pedimos, todo un acierto. Ya habíamos hecho todo lo que habíamos venido a hacer en Belem. Momento de coger el tranvía de vuelta, menos mal que ésta vez iba casi vacío. Nos bajamos en praça Figueira y nos fuimos al apartamento, esperando que bajara un poco la temperatura.
Esta tarde teníamos en la agenda un concierto de Jazz en el Jardim da Estrela, dentro de la programación de outjazz, que creo que se hace todos los años por estas fechas en recintos abiertos, los fines de semana a las 17h. Os dejo la programación por si os interesa: OutJazz. Como es lógico no fuimos a esa hora porque era demasiado temprano. Fuimos hasta allí en bus, aprovechando el billete diario que habíamos sacado hoy (hay que validarlo cada vez que te montes), cogiendo el 720 cerca de Marqués de Pombal, Av. Duque de Loulé 130 exactamente y te deja justo en el parque. Estaba bien el ambiente que había aunque la musica no era del todo jazz. Pensamos que ya se había acabado el otro grupo y ahora estaba un Dj, pero aún así nos tomamos algo en uno de los puestos que había y nos recorrimos el parque. Visto que la música no nos llamaba demasiado la atención, nos salimos por la puerta que da a la Basílica para echarle un vistazo por fuera y nos fuimos en busca del Mercado de Campo de Ourique.
Fotos y más fotos y camino de vuelta. Estábamos de nuevo cerca del Monasterio y era hora de comer. Pero antes aprovechamos para comprar Pasteis de Belem, cómo no. No tardamos demasiado y compramos una docena (¡qué golosos! Craso error). ¿Por qué fue un error comprar una docena? No sé si tuvimos mala suerte y fue esa remesa, pero los de la Manteigaría del día anterior le daban mil vueltas. Aquellos estaban crujientes y con la masa suave y éstos justo lo contrario. Bueno, había que volver a la Manteigaria para comprar otra media docena para cuando nos acabáramos éstos últimos. Lanzo un reto, probad los dos y decidme cuales os gustan más
Ahora sí, pedimos 2 menús en Pão Pão Queijo Queijo (R. Belém 126) que no llegó a 10€, y nos sentamos en los parques de la zona buscando la sombra porque otro día más no se podía estar a pleno sol. En cambio, en la sombra se estaba muy bien porque había brisa fresquita. Qué buenos estaban los bocatas que nos pedimos, todo un acierto. Ya habíamos hecho todo lo que habíamos venido a hacer en Belem. Momento de coger el tranvía de vuelta, menos mal que ésta vez iba casi vacío. Nos bajamos en praça Figueira y nos fuimos al apartamento, esperando que bajara un poco la temperatura.
Esta tarde teníamos en la agenda un concierto de Jazz en el Jardim da Estrela, dentro de la programación de outjazz, que creo que se hace todos los años por estas fechas en recintos abiertos, los fines de semana a las 17h. Os dejo la programación por si os interesa: OutJazz. Como es lógico no fuimos a esa hora porque era demasiado temprano. Fuimos hasta allí en bus, aprovechando el billete diario que habíamos sacado hoy (hay que validarlo cada vez que te montes), cogiendo el 720 cerca de Marqués de Pombal, Av. Duque de Loulé 130 exactamente y te deja justo en el parque. Estaba bien el ambiente que había aunque la musica no era del todo jazz. Pensamos que ya se había acabado el otro grupo y ahora estaba un Dj, pero aún así nos tomamos algo en uno de los puestos que había y nos recorrimos el parque. Visto que la música no nos llamaba demasiado la atención, nos salimos por la puerta que da a la Basílica para echarle un vistazo por fuera y nos fuimos en busca del Mercado de Campo de Ourique.
Nos alegramos por ésta decisión, ya que empezó a refrescar mucho y aquí se estaba genial. Es el típico mercado que se ha puesto de moda actualmente en el que compras el producto y te lo hacen allí mismo. No teníamos nada de hambre, pero aún así nos pedimos unas cervezas y para acompañar una carne con muy buena pinta puesta en bocata. Era muy gracioso el artilugio que te daban en todos los puestos para avisarte cuando la comida estuviera lista, vibrando y encendiendose unos leds rojos. Yo me quedé con las ganas de probar el Bacalhau com nata que había en otro de los puestos que era de cocina portuguesa.
Volvimos de nuevo a casa en el mismo bus y a descansar.
Volvimos de nuevo a casa en el mismo bus y a descansar.