Como dije al principio, otros viajeros han hablado ya mucho y muy bien de sus experiencias en Katmandú y alrededores. Pero no quiero terminar este diario sin hacer algunas apreciaciones personales, por si pueden servir a futuros viajeros:
1. Vuelos. No creo que sea fácil encontrar vuelos de Madrid a Katmandú por menos de 600 euros... pero quizá buscando con tiempo y paciencia se encuentren ofertones que yo no he visto. Una cosa está clara: como Qatar Airways, NADA. Qué maravilla, qué comodidad, qué lujo asiático (nunca mejor dicho). Si mi bolsillo me lo permite, siempre escogeré esa aerolínea para mis viajes a los paraísos del lejano oriente. Su buena fama está más que justificada, al menos según mi experiencia.
2. Alojamiento en Katmandú. Me quedé en el mítico Katmandú Guest House, en el barrio turístico de Thamel. Puede que sea un poco más caro que otros establecimientos de la zona (me contó unos 22 euros la habitación estándar individual); pero tiene su solera y cierto encanto que lo hace especial. Volveré a alojarme allí cuando regrese a Katmandú; aunque, como digo, existen opciones más económicas. Eso sí: visto el desconcertante caos que reina en la ciudad (a mí, desde luego, me impactó muchísimo esa mezcla de polvo, polución, olores, miseria, belleza, colorido, ruido,... ¡indescriptible!); merece mucho la pena alojarse en Thamel, que dentro de las cosas resulta cómodo y relativamente tranquilo.
3. Lugares imprescindibles en Kathmandú y el valle. Hay que patearse el centro de Katmandú: me impresionó especialmente el templo Annapurna, al que la gente acude en masa cuando cae la tarde (está relativamente cerca de la Durbar Square).
Imprescindibles son Swayambhunath, Boudanath (particularmente lo que más me gustó de Katmandú, con su bellísima stupa, los monasterios budistas y ese ambiente tan místico que se respira allí); Pasupatinah (sobrecogedor y siniestro); y la Durbar Square (para mi gusto la menos bonita de las tres que hay en el valle, pero interesante a su caótica manera).
También está por supuesto Patán (dicen que el museo es una pasada, a mí no me dio tiempo a verlo, está en la Durbar Square) y sobre todo Bhaktapur (la entrada vale la friolera de once euros, pero merece muchísimo la pena. Yo contraté a uno de los "guías" que se te ofrecen allí mismo: por tres euros me dio una explicación completísima de los monumentos de la ciudad).
Por último, me gustó mucho el templo de Changu Narayan (que puede visitarse en excursión combinada con Bhaktapur).
4. Moverse en Katmandú. Aparte de los exóticos rickshaws (que pueden tomarse de forma anecdótica, por el gusto de cogerlos, pero no son muy operativos salvo para cortas distancias), la mejor forma de moverse es en taxi. Pero, ¿cómo describir la forma de conducir en este país? Si has estado en El Cairo... bueno, los egipcios son precavidas conductoras británicas al lado de los nepalíes. El precio de los taxis se negocia antes de subir. Como referencia, el trayecto al aeropuerto no debe constar más de 3 euros; y un día completo visitando Bhaktapur y Changu Narayan cuesta en torno a los 20/25 euros. También hay quien escoge moverse en autobús local: la estación principal está junto al Ratna Park... pero orientarse en ese marasmo de pitidos, gritos, gentío y polvo me parece una hazaña que no está a mi alcance. Claro que si la gente lo hace, será que es posible... y mucho más barato. Eso, seguro.
5. Comidas y bebidas. El agua, por supuesto, siempre embotellada. Los precios varían mucho: depende de si la compras en un supermercado o en las remotas altitudes de Naghtali. Pero la encuentras en todas partes, no hay problema. Aun así, si vas a ir a los valles de los Tamang, recomiendo llevar pastillas potabilizadoras, por lo que pueda pasar. Las comidas me parecieron deliciosas y me sentaron estupendamente. Aparte del omnipresente Dal Baht hay momos, fideos, mil platos de arroz... Poca carne y nada de pescado, eso sí. Precios baratérrimos.
6. Teléfono e internet. Como es lógico, usar el móvil español es un lujo al alcance de muy pocos. Básicamente porque una llamada de un minuto puede costarte más que una noche en un hostel (literalmente). En Thamel hay muchísimos locutorios públicos, con precios de risa. Fuera de Kathmandú la cosa se complica, aunque tanto en Dhunche como en Shyaprhu encontré cybercentros operativos. Ya en el valle... Bueno, ahí habrá que limitarse a los mensajitos de móvil (cobertura sí que hay) si no queremos encontrarnos una desagradable sorpresa en nuestra factura telefónica. Avisados quedáis.
7. Material de senderismo. En Thamel hay de todo, y a muy buenos precios. Regatear es imprescindible; y por supuesto casi todas las prendas son de imitación, pero hacen el avío perfectamente. Sacos, anoraks, forros polares, mochilas, gorras, bastones, botas... Una equipación completa a precio de risa.
8. Y un pequeño apunte personal. A ver cómo lo digo... Los nepalíes son pobres, pero eso no nos da derecho a intentar aprovecharnos de ellos. Lo comento porque en más de una ocasión vi a turistas occidentales regateando hasta límites que daban vergüenza ajena: como ejemplo, recuerdo a un chaval que, tras saber que el precio de una habitación en el hotel de Tatopani era de un euro y medio... ¡pretendía que le hicieran un descuento! Lamentable, hay que ser muy miserable para llegar a esos extremos (sobre todo teniendo en cuenta que el chico llevaba encima más de 10000 euros en equipación deportiva). Seamos razonables...
¡Y se acabó! Si has llegado hasta aquí, tienes una paciencia infinita o un enorme interés por conocer esta remota zona Nepal. Como dije al principio, estaré encantado de resolver todas las dudas y preguntas que os surjan en torno al viaje: sólo enviadme un mensaje privado y contestaré en cuanto pueda. espero que el diario os sirva tanto como otros me ayudaron a mí en el pasado. Hasta pronto y... ¡Namaste!