Bueno, empiezan las emociones fuertes. Lo primero es llegar hasta nuestro destino, que está, como he dicho, a poco más de 100 kilómetros. ¡Nada... una distancia mínima!, ¿verdad? Jajajja... Inocentes. Son poco más de 100 kilómetros...¡nepalíes! que miden mucho más que los españoles, por mor de los enormes precipicios que hay que atravesar y las condiciones de la "highway" (ejem) que nos llevará hasta las deseadas montañas de los Tamang. Como dije más arriba, sólo hay una carretera que dé acceso a esta zona de Nepal... pero existen dos formas de recorrerla.
La primera (es la que yo escogí); la más auténtica y la más... mmmm...interesante (he tardado un rato en escoger el adjetivo); es el autobús local. Se trata básicamente de un vehículo de la marca "Tata", presuntamente diseñado para el transporte de personas, que a diario realiza el recorrido entre Katmandú y Tambuchet.

En realidad hay dos autobuses: uno sale a las 6:30 y otro a las 7:00 de la mañana (¡ojo! No salen de la estación principal de Ratna Park, sino de otra que hay más al norte). Precio: 2,50 euros el trayecto. Distancia: unos 112 kilómetros. Tiempo empleado en el recorrido... ¡¡¡¡diez horas!!!!! ¡Tachááááááán! El viaje es una aventura que, por sí sola, merecería un documental enterito. No quiero desvelar las sorpresas: sólo diré que se trata de un periplo no apto para timoratos ni pacientes de vértigo; que hay una parada por el camino para comer; y que la experiencia será total y completamente INOLVIDABLE. Os pongo un par de fotos del trayecto... pero no os fiéis, no reflejan en absoluto la trepidante experiencia que viví dentro de ese bus, rodeado de sonrientes nepalíes, gallinas y sacos de arroz. Repito: los que tengan una sensibilidad fácilmente impresionable deben optar por la segunda opción para el transporte. Es más cara y no tan auténtica... pero sus corazones lo agradecerán.

¡Y la llaman "Highway"!

Sí, porque este mismo recorrido puede realizarse también en 4x4. Imagino que puede contratarse el viaje en cualquiera de las agencias de Thamel; y por lo que me han dicho cuesta unos 50 euros. Según parece, el trayecto en estos vehículos "turísticos" se hace de forma más rápida y cómoda. Yo no los he probado... y confieso que, si regreso el año que viene (como deseo) a Nepal, volveré a tomar el autobús local. La experiencia es un poco acojonante, en algunos momentos... pero merece muchísimo la pena. De verdad.[/align]
En cuanto a los detalles del trayecto... Pues las diez horas dan para mucho; ¡pero mucho, mucho! La carretera discurre a lo largo del río Trisuli, y recorre paisajes muy diferentes, todos ellos bellos o interesantes por distintos motivos: campos de bancales sembrados de arroz; pequeños pueblecitos con calles polvorientas repletas de tiendas; escarpadas laderas, valles feraces...


Como digo, el bus hace una parada para el almuerzo en Trisuli Bazar; y otras muchas para recoger o abandonar viajeros a lo largo del camino. Y poco antes de legar a Dhunche, toca bajarse del autobús para presentar los permisos correspondientes en el control policial situado estratégicamente. No hay quien se escape, eso está claro.
De Dhunche parte una (por lo que me cuentan, interesante) ruta de trekking hacia los lagos sagrados de Gosaikunda; pero nosotros seguiremos adelante en nuestro bus hasta Syabru Besi, que es el pueblo del que parte el famoso trekking del Langtang. Syabru debió tener su encanto años ha, pero hoy día es una amalgama de feos establecimientos hosteleros a la espera de turistas que no terminan de llegar (al menos, no tan masivamente como sus habitantes pretenden, en vista de la proliferación de hostels y restaurantes). En Syabru está el último cybercentro que encontraremos en nuestro viaje: a partir de ahora, olvidaremos internet (aunque no el móvil, ya que, sorprendentemente, en casi todos los pueblos que visité - incluso en los más remotos- había cobertura telefónica).
Llegados a Syabru, podemos valorar dos alternativas: continuar el viaje en bus hacia la cima del collado que conduce al valle del Chilime Khola (nuestro destino); o pasar la noche en el pueblo y partir a la mañana siguiente, bien temprano, para coronar el collado a pie. Yo seguí en el bus... pero recomiendo vivamente la segunda opción, ya que el ascenso por carretera, ya de noche cerrada, es directamente acongojante (me temblaban hasta las ternillas. No hay fotos de ese tramo porque tenía las manos ocupadas rezando el rosario). En cambio si hacmeos noche en Syabru y decidimos coronar el collado a pie, la caminata mañanera puede servirnos de preparación para el trekking de días posteriores, además de ahorrarnos un susto que pa qué las prisas. Teniendo en cuenta que podemos contratar porteadores para cargar con las mochilas... el que no camina es porque no quiere. Eso sí: es ascenso no es un paseíto por la playa, ¿eh? La montaña se las trae, dudo que pueda coronarse en menos de tres horas a buen paso. Pero las vistas cuando se alcanza el collado...¡ay! Eso sí merece la pena.

En cualquier caso, ya sea en bus, a pie, en 4x4 o gateando; tarde o temprano alcanzaremos el collado y llegaremos al valle del Chilime Khola, destino de nuestro viaje. A partir de aquí las posibilidades de alojamiento, estancia y caminata se abren enormemente. Yo os cuento mi plan ideal, que puede serviros para establecer vuestro propio cuaderno de ruta.