A las ocho menos cuarto de la mañana llegamos a Trondheim, donde se hace el trasbordo a otro tren que sale dos horas más tarde, tiempo suficiente para dar una vuelta por la ciudad y hacer las fotos que no pude hacer en la subida. Tengo que decir que yo elegí este trayecto a posta para ir viendo el interior de Noruega y así ver el país desde otra perspectiva distinta a lo que es hacerlo por la costa. Y la verdad que me encantó; tiene que ser maravilloso hacer ese recorrido en coche sin prisas y parando donde tu quieras, porque se ven verdaderas maravillas también por el interior. Desde el tren lo disfrutas, pero muy fugazmente. La mayor parte del recorrido la vía va paralela a diversos ríos, entre bosques de abetos o asciende montañas, cruza valles y luego va descendiendo suavemente por verdes y húmedos parajes donde divisas pueblos y preciosas y coloridas construcciones de madera. Me llamaron mucho la atención las casas con tejados de hierba, aunque había visto alguna desde el barco por la costa, en el interior se ven muchas más. Así llegamos a Hamar próximo a Oslo, donde se trasborda a un tren de cercanías y ya se nota la influencia de la capital.
A Oslo llegué sobre las seis de la tarde,. Había cogido el hotel muy cerca de la estación, por lo que dejé la mochila y me dio tiempo a ver el centro de la capital, ya que no es una ciudad muy grande y se patea andando sin problemas. De Oslo no voy a hablar porque es una cuidad moderna de corte europeo, con gentes de todo tipo y mucho turismo.
Palacio Real
Parlamento Noruego
Ayuntamiento
Las tres instituciones de Oslo.