Son las 22:15 h, estoy sentado en la oficina de la compañía de autobuses de la estación de Shiraz donde he comprado el billete al lado de un tío de mediana edad bien conservado y que tiene revolucionado el corral, todos los demás empleados son mujeres, no ha tenido que haber sido nadie, y debe ser todavía hoy día, este en cuestiones amorosas. Me enseña con orgullo paterno varios vídeos: uno de su hijo pequeño boxeando con él y otro de su hija tocando la guitarra. El smartphone se ha convertido en el indiscutible puto amo del mundo no hay nada que se le resista, incluso para dos personas que no se entienden por hablar lenguas diferentes consigue que nos entendamos y pasemos un buen rato. Me señala la foto de Khomeini y con la cara que pone sé lo que está diciendo: ¡menudo hijo de puta!
Taxi desde Shiraz a la estación de autobuses 100.000 riales
Autobús VIP desde Shiraz a Yazd 900.000 riales. (No encontré muchas diferencias entre los que eran y no son VIP).
Como hasta las 23:30 h no sale mi autobús nocturno me pongo los cascos y me pongo a escuchar a Tako, una banda de rock maña, mientras recuerdo esta intensa jornada de grandes momentos, como las primeras impresiones de Persépolis:
Me levanté temprano para ir a desayunar,que suele estar incluido en el precio de la habitación, y uno se da cuenta que hay un denominador común en todos los desayunos persas: queso fresco ( no conocen otro), mantequilla,pepino, tomate,té, zumo de naranja, huevos, lavash (una especie de pan sin levadura) y ,qué no falte, muchísimo azúcar.
A las ocho bajé a recepción para dejar la habitación, recoger mi pasaporte ( en muchos hoteles se lo quedan) y esperar a Ali, el chico de la jornada anterior que conocí en mi viaje en tren desde Teherán a Shiraz.
Pero no estaba esperándome Alí, sino su primo, un estudiante de 22 años que tenía un nivel de inglés más aceptable para entendernos. ¿ Dónde está Alí? Tiene negocios que atender. Solo puedo venir yo. Me llamo Mossein. ¿Qué quieres visitar? Persépolis. ¿Y te gustaría ir a Pasargadae que está a 84 kilómetros de distancia de Persépolis donde está la tumba de Ciro? Vale, perfecto. Y en ese momento se inició el baile de cifras que esto no era un acto altruista como ya preveía.¿50 euros? Qué. Ni borracho, 30 euros y ya puedes estar contento. Al final acordamos 35 euros, que era un precio suficientemente generoso.Tuvieron suerte este día no estaba rácano.
En la calle estaba esperando el conductor, un hombre de 49 años algo desgastado y frágil como un esparrago, teniente retirado y tío de Mossein, se llama Baker. Subimos al coche,un Paykan, que es uno de los modelos más famosos de la compañía iraní que dejó de venderse en el 2005, y vamos hacia,por fin, Persépolis.
Por fin, llegamos a Persépolis. Una avenida ancha y peatonal que nos condujo hasta un filtro de seguridad. Las mochilas no pueden pasar. Subimos unas escaleras que nos lleva a un nivel más elevado de la planicie, construido en las laderas del monte Rahmat y lo primero que vimos es la imponente Puerta de Jerjes, protegida por dos criaturas mitológicas que todavía hoy, a pesar del tiempo transcurrido y su desgaste, siguen intimidando.
Mientras paseaba por sus imponentes ruinas con algunas explicaciones superficiales de Mossein, recreaba mi imaginación la destrucción de Alejandro Magno de la ciudad a través de la literatura que me descubrió el mundo Persa en mis años más lozanos: La trilogía de Alejandro Magno de Valerio Massimo Manfredi Una narración que llega a emocionar en algunos pasajes y entretiene durante muchas de sus páginas al lector.
Saboreaba cada instante de las ruinas acompañado de un Sol benevolente que no quemaba. Recorriendo lo que una vez fueron palacios . Disfrutando de los bajorrelieves del Palacio de la Apadana, una procesión de representantes de reinos sometidos a Persia que venían a presentar sus tributos al poderoso rey.
¿Esto qué es?
Subimos a una colina donde estaba la tumba tallada en la roca de Artajerjes III. Aparte de poder disfrutar de más cerca de esta estructura, nos dio la posibilidad de tener una perspectiva área de la antigua ciudad y de la gran explanada que le precedía que en su época dorada tuvo que estar llena de vida plebeya.
A la 13:00h abandonamos el recinto principal.
Antes fui a los baños públicos. Aquí, en éste, tiene un inodoro occidental, me informó el responsable de mantenerlos limpios. No, prefiero el de letrinas.
Y es que prefiero que mis nalgas reposen parcialmente en mis gemelos que en una tapa que vete tú a saber qué tipo de gérmenes habitan en él. Cuando viajo soy partidario de las letrinas, que es más higiénico y la postura mucho más natural,la de cuclillas, que no tensa el puborrectal y no retiene nada. Para una de las cosas que hacen mejor que nosotros
Una hora más tarde y con unos plátanos en el estómago llegamos a Pasargadae, un pequeño pueblo con unas ruinas con el mismo nombre donde se alza en la nada la tumba de Ciro.
Posando en la tumba de Ciro mis dos acompañantes:
A un kilómetro de la tumba de Ciro están los restos arqueológicos del palacio de este rey, la prisión de Salomón y el jardín de Darío que hay que tener mucha imaginación o un excelente guía para reconstruir mentalmente algo. No merece mucho la pena ir para aquellos que no tenemos conocimientos básicos de arqueología.
Para ir hasta allí se puede coger un miniautobús eléctrico que se paga en una taquilla modular, cerca de la tumba de Ciro
A la salida hay unas tiendas de souvenirs con hermosos recuerdos , compré alguno que no pesase demasiado que luego lo sufre mi espalda y,sobre todo, mis caderas que ya están un poco tocadas.
Los precios de las entradas no lo sé porque llegué al acuerdo que también se hacían cargo ellos. Pero si no me equivoco Persépolis eran 300.000 riales (2 euros).
A la vuelta, Baker, el conductor, insistió varias veces que me quedase en su casa. Se lo agradecí pero le dije que mi intención era viajar de noche. Y pienso, donde hay "business" no cabe la generosidad desinteresada. Y eso, que este militar retirado, me cayó bien. Solo acepté comer y descansar un rato en la casa de Mossein, ubicado en un zona residencial de personas pudientes. Baker nos dejó en el barrio de su sobrino y nos despedimos cordialmente.
Antes de entrar Mossein, quien comparte el piso con dos estudiantes más, me precavió de que eran muy fumadores.¿Qué sí me molesta el humo? Molestarme, lo que es molestarme, me molestaba, pero por un rato no pasaría nada. Mi sorpresa fue cuando entré, aquel ambiente recargado de humo era insoportable, recordaba las discotecas antes de la implantación de las leyes antitabaco del 2007.
No paraban de fumar marihuana y tabaco mientras estaban atontados mirando un partido de la Premier League. Disculpa que no te acompañe, pero necesito fumar primero. No hay problema, yo empezaré porque tengo hambre.¿Tú tío sabe que fumas marihuana? Pues claro que no. Me miro sorprendido mientras le daba una calada al porro porque le hiciera esta pregunta tan ingenua.
Comí a la manera tradicional persa en una alfombra vulgar manufacturada la comida que habíamos comprado en un take- away colocándome con los humos de la droga. ¿Dónde tenían estos estudiantes los libros? El único libro que vi fue el del Corán colocado sobre la repisa de la chimenea del comedor. Aparte de ese detalle era el típico alojamiento de estudiantes, desordenado y no demasiado pulcro.
Son las 23,30H ya estoy dentro del autobús, en la hilera de un asiento en la parte trasera, a mi lado cuatro chicos con vestimentas tradicionales que recuerdan a algunas zonas de Afganistán, diría que son afganos,pasan un rato admirando un puñal de grandes dimensiones que uno de ellos enseña con orgullo. No aparentan ser peligrosos.
Acabo en estado de duermevela que me hace olvidar puñales y posibles degollaciones "handmade". Ellos,los supuestos afganos, duermen más a gusto que yo.
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