Por fin, después de tres noches horrorosas, la peque duerme genial, al final hasta tenemos que correr porque estamos los tres completamente dormidos cuando suena el despertador. Menos mal que dejamos las cosas preparadas del día anterior, porque además, me falta mi T-Money, llegó a la conclusión de que me ha quedado en el bolsillo del pantalón del día anterior que está en la maleta en el otro hotel. Así que tenemos que comprar otra, esta me cuesta 3000 wones, más barata que en el aeropuerto pero es sin dibujitos jeje, y aprovechamos para meter 10000 wones más a cada una.
Vamos a la parada del autobús y ya hemos aprendido del día anterior, y nos subimos a uno convencional, así no necesitamos plegar el carrito y tenemos sitio para la maleta.
Llegamos a la estación con el tiempo justo para desayunar algo rápido en un pequeño puesto de Dunkin Donuts.
Nos subimos al autobús, y es super cómodo, son unas butacas con reposapiés y reposacabezas, como si fuera un sofá relax, el trayecto dura 2 horas y 40 minutos y se hace una pequeña parada. Vamos tan agusto que los tres echamos una cabezada y se nos pasa el viaje volando.
En cuanto llegamos a Jeonju, lo primero que hacemos es sacar los billetes a Busan para el día siguiente, por algún motivo, no conseguimos pagar con tarjeta en la máquina de billetes a la primera, así que sacamos algo de efectivo, pagando nuevamente la comisión de 4800 wones, y para cuando volvemos a la taquilla si funciona la tarjeta, así que finalmente pagamos con tarjeta y así ya nos olvidamos de sacar más efectivo para el resto del viaje.
La estación de autobuses de Jeonju está bastante apartada de lo que es la zona de los Hanoks, se puede coger un transporte público que te deje cerca, pero nosotros decidimos coger un taxi para no complicarnos.
Cuando llegamos a la zona de hanoks, me quedé boquiabierta, colores de otoño por todas partes, hanoks chulísimos, mucho ambiente… Cuando nos bajamos del taxi, reconoceré que se me cayó alguna lágrima, la entrada al hotel es una de las esquinas más bonitas de la zona, los colores de los árboles son impresionantes, la niña ha dormido bien y está feliz, y me doy cuenta de que yo también y que estoy viviendo justo lo que imaginé.
Como os decía, la situación del hanok es una pasada, y por dentro es super chulo, la habitación es solo el cuadrado, con una tele y una estantería con el futón, con el sistema de calefacción típico, ondol, con el suelo calentito, que por cierto, también fue así en el anterior hotel. El baño es sencillo, pero no se puede pedir más, además los dueños son muy amables.
Vamos a dar un paseo y alucinamos con lo cuidado que está todo, evidentemente está todo muy orientado al turismo, y está lleno de gente vestida con los trajes tradicionales, pero para mi no le resta un ápice de encanto.
Callejeamos un poco fuera de las calles principales y encontramos un restaurante, o al menos eso parece, y decidimos entrar.
No me pareció que fuera un sitio conocido, está en una calle aledaña donde ya no había mucho turismo, y además estamos nosotros y una mesa de gente local, pero es uno de los lugares de Corea que recuerdo con más cariño, una decoración sencilla pero super acogedora y muy cuidada, con vistas a una terraza con un árbol repleto de Kakis y a las típicas vasijas donde se fermenta el kimchi, un lugar en el que me parece estar totalmente dentro de una serie coreana.
Pedimos Bibimbap, que por cierto, es una especialidad de la zona, una tortilla estilo pajeon de kimchi, y un cuenco de arroz para la peque. La dueña es super amable y cuando ve que le damos de lo nuestro a la niña (evitando la salsa) le trae para ella un cuenco con carne, huevo hilado y alga. Nosotros el alga no se la damos, porque aquí en España no se recomienda para niños pequeños, pero sin embargo en Asia sí es habitual que la coman. Comimos de maravilla los tres, la verdad es que la gastronomía coreana nos está gustando mucho, y bebiendo agua, al cambio no llega a los 15 euros. Totalmente recomendable.
35°48'46.1"N 127°09'07.2"E
Después de comer y dar un pequeño paseo, el café junto con la siesta de la niña no se perdona, y vamos a un lugar muy conocido por sus vistas del Hanok Village, Jeongmang café.
Unos 9 euros al cambio dos caramel macchiato, pero la verdad es que estar en esta cafetería es un gustazo.
35°48'58.7"N 127°09'14.8"E
Seguimos callejeando y paseando por Jeonju, hay mucha gente vestida con trajes de época porque es muy típico hacerlo aquí, también ocurre en los palacios de Seúl, hay cantidad de tiendas para alquilar los trajes y suelen costar unos 10000 wones la hora, nosotros llevábamos la idea pero una vez allí no nos apetecía.
Por cierto, si algún fan de las series coreanas me está leyendo, aquí tenéis una localización de una de Netflix, el restaurante de los padres del protagonista de Our Beloved Summer.
35°49'06.2"N 127°09'06.1"E
En nuestro paseo aprovechamos para probar otro snack que se ha popularizado mucho en Corea del Sur, la moneda rellena de queso, la veréis en muchos lugares, nos costó 3000 wones, y no es nada del otro mundo, masa con queso normal.
Vamos un ratito al hanok a descansar y de paso dejar el carro, y que la peque se duerma la siesta tardía en la mochila para salir a cenar. Cuando salimos, Jeonju está super tranquilo, y es precioso con la iluminación nocturna, decidimos ir a ver el mercado nocturno, pero la verdad es que no hay demasiados puestos abiertos, solo los que están en la calle principal.
Hace muchísimo frío así que la opción de comer en el mercado queda descartada, y no encontramos muchos restaurantes abiertos, al final nos decidimos por uno cerca del hotel, ya que vemos que tiene una trona y en Corea esto está siendo casi la búsqueda del santo grial. Pedimos una sopa, arroz y un plato que es como un pajeon de ternera. Este fue uno de los restaurantes en los que más acompañamientos nos han servido, entre ellos una especie de budín de bellotas que nos pareció super curioso y no volvimos a ver.
La comida estaba espectacular, y la peque le chifló el pajeon de ternera, nos costó 18 euros bebiendo agua.
35°48'59.0"N 127°09'14.4"E
Cuando llegamos ya tenemos montados nuestros futones, y nos vamos a dormir muy felices después de un día maravilloso.