Último paseo por Jeonju y llegada a Busan ✏️ Diarios de Viajes de Corea Sur

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Las primeras palabras que dice mi marido cuando se despierta son alabanzas al inventor del colchón jeje, si bien yo no he dormido tan mal, ni la niña tampoco, también agradezco que sea solo una noche, los futones coreanos son muy finos y es prácticamente como dormir encima de una manta, aunque es verdad que el calor del suelo ayuda bastante.

La dueña nos toca a la puerta y eso significa que el desayuno está preparado.

Esta es la bandeja que teníamos, debajo del pan había dos cuencos con una especie de gachas que luego descubrimos que se llaman Heukimjajuk, y su base son las semillas de sésamo negro.



Estaba todo muy rico, recomiendo totalmente este alojamiento.

Hoy nos vamos a Busan después de comer, pero aún tenemos toda la mañana para disfrutar de Jeonju, teníamos varias opciones para visitar, pero nos decidimos a dar un paseo por la zona de bosque para disfrutar de los colores otoñales y ver desde arriba el hanok village.



Aprovechamos también para ver la escuela confuciana Hyanggyo, la verdad es que toda esta zona está muy bien y muy tranquila.



En estas etapas de Jeonju podría poner miles de fotos porque es un lugar super fotogénico, la verdad es que en algunas de las etapas se me han quedado algo cortas las fotos porque en muchas sale la peque, pero aquí tenemos para aburrir, con niña y sin niña jeje.



Después de muchas fotos, cuestas, escaleras y una siesta de la peque, decidimos pararnos a descansar en una de las cafeterías de la calle principal, fue de las más bonitas en las que hemos estado, tomamos dos cafés espectaculares y la niña se lo pasó genial saludando a la gente desde la ventana. Tanto se emocionó que sin querer tiró una de las tazas y se rompió, pedimos mil disculpas y preguntamos si teníamos que abonar algo pero nos dijeron que no nos preocupemos. Los cafés costaron 9,50 euros.
35°48'55.8"N 127°09'09.0"E



El bus sale a las 15 de la tarde, así que decidimos irnos a comer ya a la estación de autobuses y comer allí más tranquilos.
Volvemos al alojamiento, cogemos el equipaje y subimos a la calle principal para intentar parar un taxi, lo hacemos así porque la dueña nos dice que no pueden pasar los taxis por el hanok, no se si es por ser fin de semana, ya que el día de llegada nos dejaron en la puerta.

Nos para uno, y nos deja en “la estación” por 5800 wones, pero cuando nos bajamos, ya vemos que la estación por dentro no es la misma que en la que estuvimos al llegar, y nos indican que nuestro bus sale desde la otra terminal, así que nos toca caminar un poco, y es que una estación es la de los intercity y otra la de los expres, aseguraros si no queréis hacer este tramo caminando. Nosotros partíamos desde la expres.

Preferimos comer en la misma estación, pese a que no había mucho donde elegir, pero comimos bastante bien, tonkatsu, que es un filete de cerdo empanado con salsa de curry típico de Japón, y unos noodles con queso y kimchi. Está todo bueno y pagamos 15 euros.


Mientras esperamos al autobús, cogemos unos snacks para llevar y un señor le regala a nuestra hija un globo con forma de perro jeje, a veces ya no lo comento pero vayamos por donde vayamos todo el mundo se para a saludarla.

El viaje vuelve a ser super cómodo y entre siesta y jugar con el globo, las 3 horas se nos pasan muy rápido.

En Busan las distancias son enormes y está todo bastante disperso, nuestro autobús llega a la estación de Sasang, y aun tenemos que coger el metro, hay unos 30 minutos hasta Seomyeong, que es donde nos alojamos.

Si os alojáis en esta zona, mirad previamente qué salida de metro os conviene, porque hay muchas y bastante distantes unas de las otras, justo encima hay un cruce enorme con mucho tráfico.

Llegamos al hotel, y la habitación es la más amplia que hemos tenido hasta ahora, también el baño y con bañera, que con la niña es un puntazo.



Hoy el plan no tiene mucho glamour, toca una visita a la lavandería para afrontar la segunda mitad del viaje. Nos lleva bastante tiempo tener todo limpio y seco, pero aprovechamos para dar algún paseo y la niña sigue siendo la sensación de todos los coreanos que pasan por la lavandería. La lavandería nos cuesta 10000 wones.


Estamos bastante cansados como para salir a explorar, así que aprovechamos la enorme bañera para que la niña juegue un rato en el agua y compramos algo de cena en el combini para comer en el hotel.

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