![]() ![]() Mis escapadas por España ✏️ Blogs de España
En este diario trataré de describir algunas de las escapadas por España que he hecho y que espero seguir haciendo.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (75 Votos) Índice del Diario: Mis escapadas por España
01: Acantilados y oficios perdidos en el occidente asturiano
02: Hayedos, brañas y prehistoria en Asturias
03: Tesoros naturales y artísticos de Asturias
04: Multiaventura en el Reino de los Mallos
05: Las Cinco Villas de Aragón
06: Peripecias en los Picos de Europa
07: Paisajes y pueblos del Maestrazgo
08: Montañas y pueblos de Cantabria
09: Castillos y paisajes invernales de Soria
10: Fragas, ríos y acantilados de La Coruña
11: El valle de Benasque
12: Teruel y Albarracín
13: En torno a la vía de la Plata
14: Ponga, senderismo en la Asturias más desconocida
15: Cáceres medieval: recuperando el tiempo perdido
16: El pasado romano de Mérida
17: Cádiz: de los pueblos blancos al Atlántico
18: San Sebastián y los pueblos marineros
19: Lanzarote, la isla de César Manrique
20: Rías Bajas y Sur de Pontevedra
21: Escapada a Málaga, Ronda y Antequera
22: El Geoparque de las Villuercas
23: Tenerife, visita por el norte de la isla
24: Badajoz y la ruta de los templarios
25: Costa oriental de Cantabria y ría de Bilbao
26: Románico del norte de Palencia y reserva natural Bison Bonasus
27: Valladolid y la ruta de los castillos
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Etapas 10 a 12, total 27
A pesar de que siempre me han llamado la atención los paisajes y la gastronomía gallega, he acabado inclinándome en casi todas las ocasiones por visitar la vecina Asturias (es una predilección que no puedo evitar), por lo que por tierras gallegas me he dejado ver muy poquito. La última escapada que realicé, hace ya unos añitos por las fechas del puente de la Constitución, me llevó a conocer a través de varias rutas de senderismo algunos de los paisajes más típicos de la la provincia de La Coruña, y a querer volver en más ocasiones (que espero poder cumplir). En algo menos de 5 días iba a ver acantilados, rías, fragas (bosques autóctonos sin ningún tipo de intervención humana), me iba a pasear por un pequeño tramo de la Costa de la Muerte y visitaría también la ciudad. Parecía muy variado
![]() El primer día salimos por la mañana temprano hacia Galicia, realizando una parada intermedia en el pueblo de Tordesillas, en Valladolid. Después de comer en ruta, degustando ya sopas de marisco, potes, etc..., nos dirigimos hacia el concello de Coirós, en la provincia de Laa Coruña, donde realizamos la primera ruta del viaje: la Fraga del río Vexo. Comenzando en Ponte de Xora, realizamos un itinerario circular de 4 km por las dos márgenes del río, atravesando un tramo de bosque autóctono atlántico con carballos, acebos, helechos, etc... También pasamos por las ruinas de algunos molinos. El sendero está señalizado como PR-G35 y es recomendable para dar un paseo tranquilo ![]() ![]() ![]() Desde Ponte de Xora continuamos hasta Pontedeume, situado en la desembocadura del río Eume, en las Rías Altas. Allí nos íbamos a alojar 4 noches en el HOTEL EUMESA, que estaba prácticamente al lado del puente que da nombre al pueblo, así que después de acomodarnos no perdí un instante para salir a hacer unas fotos al atardecer del puente y de la ría.
![]() Al día siguiente nos dirigimos hacia las cercanías del cámping Fraga do Eume para hacer la excursión por el Parque Natural Fragas do Eume, de unos 10 km. Comenzamos caminando durante algunos km por un bosque de eucaliptos, que fue lo que menos me gustó del paisaje (Se trata de una especie que no es autóctona de nuestro país), hasta que llegamos al cañón del río Eume. Abajo ya se veía el río. Poco a poco fuimos bajando hacia el fondo por un sendero zigzagueante rodeados de castaños, avellanos, madroños, etc... Las hojas de los árboles ya habían caído en su mayoría por lo que se hacía muy cómodo el caminar y también un poco resbaladizo. Además, los frutos habían caído al suelo, de manera que el descenso estaba siendo muy entretenido
![]() ![]() ![]() Tras hacer una buena parada allí para contemplar el paisaje seguimos caminando por la ribera del río, entre helechos, acebos, sauces, pequeños saltos de agua, piedras cubiertas de musgo. Bien podría haber aparecido una meiga por aquel paraje. Después de 1 hora de camino más o menos, llegamos al Monasterio de Caaveiro, de principios del siglo X, que había sido construido en sus inicios para acoger a los ermitaños que vivían por la zona. Desafortunadamente no lo pudimos visitar porque estaba inmerso en obras de rehabilitación. Continuamos la ruta a través de otro bosque de carballos pasando por pequeñas aldeas deshabitadas como la de O Pousadoiro, finalizando en A Capela.
![]() Desde las Fragas do Eume nos marchamos a la villa de Betanzos, declarada conjunto histórico-artístico en 1970. Comenzando junto a la oficina de turismo vimos la Iglesia de Santo Domingo, del siglo XVI, con su torre del campanario, de construcción posterior (siglo XVIII) y la Fuente de Diana, ambas en la Plaza Hermanos García Naviera, quizás el punto principal de reunión del pueblo. De ahí continuamos hacia la parte más alta del casco antiguo, en la Plaza de la Constitución, donde estaba la Casa Consistorial y la Torre del Reloj, anexa a la Iglesia de Santiago. Uno de los lugares que más bonitos me parecieron fue la Plaza de Pérez de Andrade, con el conjunto formado por la cruz de piedra (cruceiro), la Iglesia de San Francisco, la Iglesia de Santa María de Azogue y las casas típicas. Por último dimos un paseo junto a la ría, antes de regresar a Pontedeume.
![]() ![]() Al día siguiente comenzamos la jornada viajando hasta el concello de Cedeira, para ver el santuario de San Andrés de Teixido, ubicado frente al océano en los acantilados de la Serra da Capelada. A este santuario iban en peregrinación los campesinos y los marineros de toda Galicia. Los peregrinos solían llevarse ramas de tejo como recuerdo.Hay una creencia popular que dice:
“A San Andrés de Teixido vai de morto quen non foi de vivo” En un rincón del santuario tenían figuras de cera de manos, piernas, vacas y otras partes y animales varios que se ofrecían como ofrenda al santo para que realizara su curación. Aparte vimos que estaba montado el tinglado para la venta de productos relacionados con el peregrinaje
![]() ![]() Continuando con nuestra ruta llegamos hasta Vixía Herbeira. Allí pudimos contemplar los que están considerados como los acantilados costeros más altos y abruptos de Europa con sus más de 600 m de altitud. Además, debe ser el lugar donde más viento hace de España, porque según nos íbamos acercando el viento soplaba de tal manera que te llevaba con facilidad, como si fueras una hoja de papel. Había una especie de caseta donde te podías resguardar un poco del viento, pero en cuanto te alejabas un par de metros ya te zarandeaba una cosa mala
![]() ![]() Después iniciamos desde ese punto una ruta de 12 km que por la Serra da Capelada y con unas preciosas vistas costeras nos llevó a la población de Cariño. Durante el trayecto pudimos ver también manadas de caballos en libertad.
![]() ![]() Después de comer en Cariño fuimos hasta Cabo Ortegal, el límite norte de la Serra da Capelada, para seguir viendo los acantilados y también el faro. Después regresamos a Pontedeume.
![]() Al día siguiente nos desplazamos hasta El Ferrol. Allí hicimos una ruta recorriendo el tramo de la ría conocido por los ferrolanos como “entre castelos”. A ambos lados de la ría estaban las fortalezas del Castelo de San Felipe y el de La Palma, de la época de Felipe II. Cuando querían evitar que las embarcaciones pasaran al interior de la ría tendían una cuerda gruesa entre ambas orillas y la tensaban. Comenzamos a caminar junto al Castelo de San Felipe siguiendo una senda con unas vistas panorámicas de primera fila de la ría, pasando junto a las ruinas del Fuerte de San Carlos y la batería de San Cristovo. Llegamos hasta la playa de Cariño, donde en 1800 los ingleses, al mando del general John Warren, desembarcaron con el objetivo de tomar la ciudad del Ferrol y destruir los arsenales y quemar la escuadra española que estaba allí atracada. Sin embargo, la resistencia que encontraron fue tal que tuvieron que desistir de tal empeño. Subimos hasta el Monte Ventoso, donde a pesar de la bruma pudimos llegar a ver el faro de la Torre de Hércules, de La Coruña. Por último, antes de llegar de nuevo al Castelo de San Felipe, pasamos por el Monte da Cha, donde había tenido lugar la batalla entre los ferrolanos y los ingleses.
![]() ![]() Del Ferrol nos marchamos hasta La Coruña, donde íbamos a tener el resto del día libre para comer y ver un poco la ciudad. Estuvimos dando una vuelta por la Plaza María Pita donde está el edificio del Ayuntamiento y el monumento en honor a María Pita. A finales del siglo XVI, Sir Francis Drake, que era pirata de la marina británica, asedió La Coruña como castigo por su apoyo a la Armada Invencible
![]() ![]() ![]() ![]() El último día del viaje nos dirigimos hacia la zona de la Costa da Morte para realizar la excursión. Comenzamos en A Filgueira, donde hicimos un pequeño recorrido para visitar el Dolmen da Pedra da Arca u Oratorio, que forma parte de una necrópolis datada entre 3500-2700 a.c. Regresando a A Filgueira continuamos próximos a la línea de costa hasta el pueblo marinero de Malpica de Bergantiños, fundada según nos contaron, por cazadores de ballenas de Cantabria y el País Vasco. Hicimos una parada en la playa, para pasear un poco por la arena, remojarnos en el agua, ver las gaviotas, etc... Seguimos por el Arenal de Seaia, donde se forman pequeñas dunas, de camino hasta el Cabo de San Adrián, que era el final de nuestra ruta. Allí encontramos una ermita dedicada a ese santo al que se le atribuían numerosos milagros. Justo enfrente del cabo había unos islotes que correpondían a las Islas Sisargas. Nos dijeron que en las rocas de esas islas solían trabajar los percebeiros. Allí nos despedimos de Galicia, comenzando el pesado retorno hacia Madrid.
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Ya hacía varios años que había estado por primera y única vez en el pirineo aragonés, concretamente en el Parque Nacional de Ordesa, y la visita me había dejado muy buen sabor de boca, por lo que me apetecía regresar otra vez, pero en primavera, para así tener la posibilidad de ver los paisajes nevados. Cuando encontré en una agencia un viaje de senderismo que iba a ir al Parque Natural de Posets-Maladeta, o lo que es lo mismo, al valle de Benasque, en el puente del 1 de Mayo en el 2006, no lo dudé un instante. De ese parque sólo tenía unos pocos datos: era donde se situaba el pico más alto de los Pirineos, o sea el Aneto, y por otra parte tenía una gran concentración de ibones o lagos de montaña, por algunos de los cuales íbamos a caminar. Salimos temprano de Madrid por la N-2, dejando a un lado Zaragoza y posteriormente Huesca. De camino al valle de Benasque tuvimos la suerte increíble de poder ver las Tres Sorores de Ordesa: el pico Añisclo, el Cilindro de Marboré y el famosísimo Monte Perdido. Qué sorpresa tan grata para empezar. Continuamos la carretera hasta llegar a la aldea de Eriste, ya en el valle de Benasque. Comenzamos a caminar junto al embalse de Linsoles en dirección a la aldea de Anciles, por un sendero señalizado. Esta aldea tenía varias casas solariegas de los siglos XVI-XVII. A continuación, subiendo por un bosque de robles llegamos hasta la estación de esquí de Cerler, que a decir verdad mucha nieve no tenía. En un descenso vertiginoso, de los rompe rodillas ![]() ![]() ![]() Estuvimos viendo un rato el pueblo, típico de las estaciones de esquí, que me recordaba en cierta manera a Andorra la Vella, aunque en plan mucho más tranquilo. Como no podía ser menos estuvimos curioseando en el montón de tiendas de artículos de montaña que había en el pueblo. Tras el merecido descanso nos fuimos hasta el pueblo de Castejón de Sos, donde teníamos nuestro alojamiento en el HOTEL PIRINEOS.
Al día siguiente salimos temprano de nuestro hotel en Castejón de Sos con dirección al paraje de Plan del Hospital, para comenzar nuestra excursión por el tramo más alto del valle del Ésera. Nuestro sendero, señalizado en buena parte como PR/HU-29, se inició dirigiéndose hacia el refugio-albergue en el que hace siglos había existido un hospital para todos los peregrinos y viajeros. Desde aquí continuamos durante un buen rato acompañando al río Ésera, entre prados unas veces y otras junto a pinares. Se empezaban a apreciar ya las montañas nevadas. Llegamos hasta el Plan d'Estan, habitualmente tan sólo una llanura cubierta de hierba, pero en la que nosotros tuvimos la suerte de ver un ibón. Había un panel informativo explicando que se trataba de un lago colmatado, es decir, que se había ido rellenando con rocas y arena arrastradas durante las lluvias. Pudimos ver el ibón pletórico gracias a estar en pleno deshielo y al fondo las montañas de la Paderna. A partir de este ibón nos reencontramos con la carretera y por ella fuimos durante un corto tramo hasta el paraje de la Besurta, desde donde normalmente la gente va hasta el refugio de la Renclusa para esquiar o subir al Aneto. ![]() ![]() ![]() ![]() Tras reagruparnos en la Besurta, empezamos a subir hacia el Forau d'Aiguallut, dando nuestros primeros pasos del día por la nieve. En algunos tramos un surco abierto en la nieve permitía avanzar con facilidad, pero otros había que andarse con ojito para no irse al suelo, porque estaba bastante pisada. Hacía viento y a consecuencia de esto veíamos moverse una nube de nieve polvo en torno a las montañas hacia las que nos dirigíamos. Sólo esperaba que no hubiera niebla.
![]() ![]() Y entonces llegamos al Forau d'Aiguallut, que no es más que un sumidero calizo por el que se filtran las aguas procedentes del deshielo de los glaciares del Aneto, Barrancs y Tempestades, saliendo al otro lado de las montañas, en el valle de Arán, y que forman el río Garona.
![]() Dejando esta maravilla a la derecha llegamos hasta la cascada y el Plan d'Aiguallut, una llanura que recibe el agua de los glaciares y que estaba cubierta por una laguna semicongelada. Aquí aprovechamos para comer con la fantástica vista del glaciar del Aneto y algún que otro esquiador que bajaba por él. Desde aquí bordeamos el Plan por el lado izquierdo para tomar el camino de Antonio. Por buena parte no nos quedaba más remedio que pisar una capa gruesa de nieve que separaba el riachuelo que empezaba a correr por debajo de ella, por lo que a veces, cuando se hundía uno más de la cuenta en la nieve terminaba pisando el agua. En fin, por el dichoso camino de Antonio empezamos a subir una buena cuesta dificultosa, llena de nieve y con pedruscos y matorrales debajo, como para meter el pie en algún hueco. A pesar de lo duro del recorrido compensaba cada vez más con las vistas, porque ya veíamos algunas cumbres importantes, entre ellas la de la Maladeta y el Aneto, que curiosamente era el pico que menos destacaba de todo el conjunto.
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Caminando un poquito más atravesamos un trozo chungo en el que el sendero tenía apenas la anchura de una persona, hacía pendiente y tenía la nieve dura y muy pesada, pero lo peor era que estaba situado en la parte superior de una canal de mucha pendiente, por lo que la caída era considerable. Cuando ví que algunos intentaban pasar sentados sobre la nieve por temor, siendo así más peligroso, me entró a mí también vértigo, pánico y me bloqueé, a tal punto que se me tuvo que poner el guía por la derecha haciendo de quitamiedos. Pasado este trozo pensaba que ya iba a ser más fácil. ¡Pues no!. El sendero seguía siendo igualmente estrecho y había más nieve, así que como me bloqueaba se tuvo que poner otro de quitamiedos y yo agarrarme a cuanto matorral encontraba a mi izquierda. Pasado este susto había que bajar hasta el refugio de la Renclusa por una pedrera, por lo que fue un tramo bastante tenso y lento. ¡Vaya con el Antonio!
![]() ![]() Comenzamos a bajar desde la Renclusa hasta la Basurta. Al principio la nieve estaba muy pisada y dura, siendo difícil no resbalarse. Después empezamos a comprobar lo que supone andar por una zona que está en el apogeo del deshielo y es que la nieve está desigual. Después de ir un buen rato hundiéndote en la nieve por debajo de las rodillas, de pronto pisabas una zona más blanda y te hundías con la pierna izquierda hasta la ingle mientras que la derecha apenas un poco más arriba del tobillo. Al medio metro ya no te hundías y nuevamente al ratillo pisabas en la nieve y como si hubiera una trampa disimulada ya estaba de pronto 30 cm más abajo y pisando agua por debajo
![]() ![]() ![]() El siguiente día también tomamos la carretera del Plan del Hospital, pero nos quedamos a medias, puesto que la ruta que íbamos a hacer era por el valle de Estós, que recibe las aguas de todos los torrentes y ríos que nacen del macizo y glaciar del Posets. El objetivo nuestro era alcanzar algunos de los más preciosos ibones del valle. Así pues, subiendo por el cámping que había a la entrada del valle, empezamos a remontar sin desnivel apreciable el río Estós por camino bueno y con vistas al Perdiguero, uno de los picos más importantes del sector. Dejando a la derecha el camino que se dirigía hacia el refugio de Estós, nos internamos en un robledal y como lo bueno no podía durar mucho, en lo que se refiere a desnivel, empezamos a subir por un sendero de pendiente bastante asfixiante, de los de o subo a toda velocidad sin pararme o me quedo a mitad de camino
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Como aperitivo estaba muy bien, pero aún no habíamos llegado al plato fuerte de la jornada. Bordeando por la derecha el ibón, empezamos a subir por los arroyos de desagüe de los ibones hacia los que nos dirigíamos: ibones Verde y Azul de la Escarpinosa. Una fuerte pendiente a ratos, nieve muy pisada, rocas y mucha agua, hacían que nos tuviéramos que tomar con mucho cuidado el sendero, porque una caída podía ser dolorosa. Claro, cuando llegamos al ibón Azul de Escarpinosa todas las dificultades se me olvidaron en un momento.
![]() ![]() Subiendo por una pequeña cuesta de nieve llegamos a lo mejor del día: el ibón Verde de Escarpinosa, situado a los pies de las Agujas de Perramó. El lago estaba parcialmente helado, así que caminando por encima de él lo atravesamos y llegamos hasta un mirador desde donde se podía ver el ibón Azul de Escarpinosa, el Perdiguero, Perramó, etc...
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Después de tomar un pequeño aperitivo rodeados de tan fabulosos paisajes, comenzamos a bajar hacia los ibones Azul de Escarpinosa y Batisielles, con cuidado de no dejarnos la cabeza por el camino. Tras haber comido en los alrededores de este último ibón, continuamos de regreso por el mismo camino hasta el autocar lo más rápido posible, puesto que ya conocíamos el paisaje y no superaba lo que ya habíamos visto.
![]() El viaje llegaba ya a su fin, pero nos quedaba por hacer todavía una marcha sencillita por el valle del Ésera, pero en esta ocasión siguiendo el curso del río en su descenso hacia Benasque. Comenzando en el Plan del Hospital, tomamos una pista por la margen izquierda del río siguiendo el cauce hacia abajo. Nos desviamos hacia los Baños de Benasque, un antiguo balneario enclavado a media ladera sobre el valle. Desde aquí y ya en descenso, nos dirigimos junto al caude del río Ésera hacia el Plan de Baños y el Plan de Senarta, donde finalizamos la ruta. Con esto se ponía punto y final al viaje y tan sólo quedaba el largo regreso hasta Madrid :cry:.
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Hacía ya un par de años que había estado por primera vez en el pueblo de Albarracín y su arquitectura me había sorprendido muy gratamente, así que decidí montar otra escapada a este pueblo en días previos a la Navidad y combinarlo en esta ocasión con una visita a la ciudad de Teruel. Pese a tratarse de la ciudad más pequeña de España, con poco más de 33000 habitantes, es decir, como un pueblo, y no tener quizás demasiado turismo, ya había leído que tenía varios monumentos de arquitectura mudéjar declarados incluso Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Desde Madrid tardamos unas 4 horas en llegar a la ciudad de Teruel, donde íbamos a tener el alojamiento, concretamente en el HOTEL TORICO PLAZA, de 3*. Según nos íbamos acercando a la ciudad vimos que estaba enclavada sobre dos promontorios rocosos, en la confluencia de dos ríos, uno de ellos el Guadalaviar (o Turia). Entramos en Teruel por la parte nueva de la ciudad y para pasar a la zona más antigua lo hicimos a través de un viaducto. Verdaderamente la pinta que tenía era como la de estar en un pueblo pequeño. Tras dejar las cosas en el hotel comenzamos a explorar la ciudad. El hotel estaba muy bien situado, a apenas unos metros de la Plaza Carlos Castel, que así por ese nombre no dice mucho, pero es popularmente conocida como la Plaza del Torico, ya que en el centro hay una fuente y una columna con una figura de un pequeño toro en lo alto. Me hizo bastante gracia, ya que en comparación con el resto de la plaza era de un tamaño insignificante. Aunque no tiene nada que ver, me recordaba al Manneken Pis, la estatua del niño meón de Bruselas que era uno de los símbolos de esa ciudad y que también tenía un tamaño insignificante. La columna sobre la que se sustentaba el torico estaba cubierta por un árbol navideño con sus adornos. Aparte del animalillo la plaza en sí merecía la pena por sus pórticos. ![]() ![]() Después de comer en un bar de platos combinados, por no perder demasiado tiempo, seguimos callejeando por el casco antiguo. Conservaba un gran número de edificios medievales bien conservados, sobre todo de arte mudéjar, y apenas si había edificios que desentonaran del aspecto un tanto medieval de la ciudad, aunque tan bien es cierto que junto a un edificio de interés había otras casas medio derruidas. También había alguna que otra pancarta colgada de balcones haciendo referencia al slogan de Teruel existe y otros parecidos. Por la conservación general de la zona (no de los monumentos) sí que daba la sensación de estar abandonada de la mano de Dios. Si algo destacaba en Teruel eran sus cuatro torres mudéjares. En primer lugar nos acercamos a ver la Iglesia de San Pedro, con su torre mudéjar del siglo XIII. De la iglesia destacaba su ábside poligonal con decoración de cerámica estrellada verde y morada y sus torreones de ladrillo. No pude tomar buenas fotos debido a la estrechura de las calles y la envergadura de la iglesia, pero al menos sí pude fotografiar un trozo del ábside. Anexa a la iglesia estaba la capilla con el Mausoleo de los Amantes, cuyo interior visitamos. ![]() ![]() Relato a continuación la leyenda asociada a este monumento:
Don Juan Diego de Marcilla, segundo hijo de un noble, e Isabel de Segura, descendiente de una familia rica, se querían desde niños. Llegados a edad adulta, Diego decidió pedirla a su matrimonio, pero el padre de Isabel no estaba seguro de este compromiso y pidió al joven que volviera más adelante pero con riquezas. Llegaron a un pacto, él se iría a las Cruzadas en busca de riquezas e Isabel esperaría mientras tanto sin casarse con otros durante 5 años. Durante el tiempo que Diego estuvo fuera, el padre de Isabel no paró de incitarla a que se casara con Pedro Fernández de Asagra. Ella mantuvo la promesa, pero acercándose la fecha de expiración del acuerdo no le quedó más remedio que aceptar al pretendiente elegido por su padre. Diego regresó el mismo día que expiraba el plazo, pero la boda ya se acababa de realizar. Aún así consiguió reunirse con Isabel a solas y pedirle un beso, pero ella se negó porque ya estaba casada. En ese mismo instante, sintiéndose él fracasado murió. Al día siguiente se celebró el funeral por el joven y acudió Isabel de Segura, que quiso darle el beso que el día anterior le había negado. Como ella seguía enamorada, al besarle cayó muerta sobre el cadáver. La importancia de esta leyenda, que puede tener su parte de verdad, es tanta que todos los años se escenifica en Teruel.
A continuación fuimos a ver las torres mudéjares gemelas de San Martín y San Salvador. La Torre de San Martín había sido construido sobre el 1315 según el esquema de los alminares almohades con una torre interior encerrada en otra exterior. Destacaba principalmente su decoración con cerámica de colores y sus arcos y ventanales. Atravesando la torre por la parte inferior por un arco a modo de puerta, seguimos hasta la Torre del Salvador, donde visitamos el Centro de Interpretación de la Arquitectura Mudéjar. ![]() En último lugar, pero no menos importante, volvimos otra vez hacia la plaza donde estaba el Ayuntamiento y la Casa del Deán para ver la impresionante Catedral de Santa María de Mediavilla, con su torre mudéjar de los siglos XII-XIII y cuya parte superior, a diferencia de las demás, estaba coronada por un cimborrio. En la parte inferior tenía un arco apuntado por el que cruzaba una calle. Pero lo mejor de la catedral estaba dentro. Por unas escaleras subimos hasta una galería situada en la nave central a media altura y desde allí pudimos admirar el fabuloso artesonado mudéjar del techo realizado en madera y decorado con pinturas góticas representando escenas de la época (alrededor del 1300). Este artesonado estaba declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
![]() Al salir de la catedral nos fuimos a cenar al hotel y a dar una última vuelta por la ciudad.
Al día siguiente dejamos la ciudad de Teruel y pusimos rumbo a la sierra de Albarracín, en la parte sudoeste de la provincia, cerca de Cuenca. Siguiendo a tramos el curso del río Guadalaviar (que se convierte en Turia al llegar a Teruel) alcanzamos la bonita cascada de Calomarde, que siendo como era mediados de Diciembre llevaba bastante agua. ![]() De aquí nos dirigimos a ver las pinturas rupestres de El Rodeno de Albarracín, ubicadas en un pinar a 4 km del pueblo de Albarracín. Vimos varias cuevas como las del Abrigo de los Toricos del Prado del Navazo y el Abrigo de la Cocinilla del Obispo, donde se representaban escenas de caza relacionadas con animales como ciervos y toros y con arqueros. Los colores utilizados eran el rojo, el blanco y también había trazos negros. Aunque algunas se distinguían bien, la mayoría eran como buscar una aguja en un pajar y echándole mucha imaginación al asunto.
Vistas las pinturas rupestres seguimos hasta Albarracín. Comenzamos a andar por la parte baja del pueblo, junto a un parque al lado del río Guadalaviar. Desde esta parte ya se podían contemplar las típicas casas de varias plantas construidas en diferentes alturas sobre la roca. En cierta manera le daba un aire a las Casas Colgadas de Cuenca. Nos introdujimos ya en el casco antiguo subiendo hasta la Plaza Mayor, donde estaba el Ayuntamiento del siglo XIV. ![]() ![]() Partiendo de la Plaza Mayor salían varias de las calles más importantes del pueblo. Nosotros empezamos subiendo por la Calle del Portal de Molina, típica calle de Albarracín con sus casas de piedra de varias plantas y sus balconadas de madera. En algunos puntos la calle era tan estrecha que casi se tocaban unas casas con otras. Pasamos por la Plaza de la Comunidad y por la Puerta del Agua, que permitía bajar al río por la parte sur. Desde esta parte ya se podía observar una de las murallas de la ciudad. Al final de la Calle del Portal de Molina llegamos a la Casa de la Julianeta, uno de los distintivos de Albarracín, con una disposición que casi desafía las leyes de la gravedad.
![]() ![]() ![]() Desde esta casa tomamos la Calle de Santiago pasando por el Rincón de la Panadería y la Iglesia de Santiago, donde tomamos el sendero que llevaba a subir a las murallas de Albarracín. El sistema defensivo consta de 3 castillos y de dos recintos cerrados por fuertes murallas. El primer recinto corresponde a la medina musulmana y estaba cerrado por una muralla sin torres con una puerta situada en las inmediaciones de la Plaza Mayor. El segundo recinto posee las murallas más espectaculares y no sólo cerraba la medina antigua sino también una buena extensión de monte. Y fue por estas murallas junto a las que subimos, hasta llegar a la Torre del Andador, del siglo X y anterior a la construcción de esta muralla exterior. La vista durante todo el sendero y una vez arriba en la torre era alucinante, puesto que teníamos una panorámica a vista de pájaro de todo Albarracín, de la sierra y del río Guadalaviar abajo del todo.
![]() ![]() ![]() Después de bajar de la muralla continuamos callejeando hasta la Plaza Mayor y de ahí tomamos la Calle Azagra, otra típica calle sinuosa con varias casas palaciegas como la Brigadiera, que hoy en día es el Hotel Albarracín. Hicimos un paréntesis para tomar una tapa de migas en una tasca y así no perder demasiado tiempo. Bajamos nuevamente hasta la carretera y la cruzamos para dar una pequeña vuelta por el Paseo Fluvial. A través de esta senda pudimos ver el meandro que forma el río Guadalaviar en Albarracín. Para finalizar nuestra visita de Albarracín nos fuimos a pasear por la Calle de la Catedral, que fue una de las calles más importantes en el siglo X. Aquí vimos la Catedral y el Palacio Episcopal. Seguimos por la Calle de Santa María, pasando por la Iglesia de Santa María y la Torre de Doña Blanca, en el otro extremo del pueblo. Como ya habíamos visto lo principal nos dejamos llevar simplemente por cada uno de los rincones, vimos alguna tienda de productos típicos e iniciamos la operación retorno a Madrid. ![]() ![]() ![]() Etapas 10 a 12, total 27
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