![]() ![]() REGRESO A FRANCIA: Burdeos, Bretaña, Angers, Puy du Fou, Orléans y mucho más ✏️ Blogs de Francia
Un viaje por el país vecinoAutor: Ctello Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Índice del Diario: REGRESO A FRANCIA: Burdeos, Bretaña, Angers, Puy du Fou, Orléans y mucho más
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Etapas 4 a 6, total 14
El hotel Ibis tiene desayuno incluido en el precio de la habitación. No es muy variado pero sí suficiente (zumo de naranja natural, pan, embutidos, yogures, algunos dulces…).
Cogemos el bus de la compañía Keolis a las 9.45 y llegamos a Josselin a las 11.20. El conductor se equivoca y nos cobra 16 euros en total (cuando eso es lo que cuesta un trayecto de una persona). La estación está en una plaza que más parece un aparcamiento. Seguimos la calle todo recto y no tardamos en ver a mucha gente en un mercadillo. Como creo que ya conté en los mercadillos en Francia podemos encontrar de todo y todo junto. Así no es raro que vendan bolsos junto a alguien que vende carne y un poco más allá un puesto ofrece paella o pollos a l’ast junto a otro puesto de vestidos. A pesar de estar abarrotado ya vemos que se trata de un pueblo muy bonito, de esos que parecen un poco de cuento o anclados en el pasado. Por él pasa el canal que va de Nantes a Brest. Apenas tiene unos 2000 habitantes pero en verano, como suele pasar en otros sitios, en las horas del día se multiplican. Nos llaman la atención las casitas de entramado de madera de varios colores de los siglos XVI y XVII (alguna más antigua) y las flores por todos lados. Además estaban todas las calles principales adornadas con banderitas. Visitamos primero la Basílica de Notre Dame du Roncier (del Zarzal), que empezó a construirse en el siglo XIII aunque hay una cierta mezcla de estilos en el interior. Encontramos varios enterramientos de personajes principales, en entre ellos Olivier de Clisson y su esposa. Y le destaco a él porque quizás sea una de las figuras más representativas del pueblo. Ya lo veremos… El edificio más importante de Josselin es el castillo, que puede visitarse solo o con el Museo del juguete. El tiempo limitado nos obliga a hacerlo solo. La visita únicamente se puede hacer guiada y por horas tenemos que escogerla en francés, si bien nos dan un folleto en castellano. ![]() La fachada, que es lo primero que vemos, es espectacular y bien justifica la visita. Existe un castillo en Josselin desde el siglo XI cuando Guéthenoc, vizconde de Porthoët, decidió construir un castillo en un promontorio rocoso sobre el valle del río Oust. Fue su hijo Goscelius quien parece que le dio nombre al castillo y con él a la ciudad que empezó a desarrollarse alrededor. En el siglo XII el rey Enrique II Plantagenet intentó apoderarse del ducado de Bretaña que por lo que parece era muy codiciado. Los señores bretones no estaban dispuestos a cedérselo y el monarca, para vengarse, ordenó quemar el castillo. Pero no se quedó ahí la cosa. No tuvo nada mejor qué hacer que raptar, violar y matar a la hija de Eudon de Porhoët, señor de Josselin. No sabemos si el padre quiso tomar represalias. Lo que sí sabemos es que años más tarde edificó un nuevo castillo. En 1370 aparece un nuevo propietario, Olivier de Clisson, condestable de Francia. Al nuevo señor la edificación le parece poca cosa y manda hacer una fortaleza imponente (tres torres cubiertas de matacanes más una cuarta torre aislada así como un torreón que le sirva de residencia). Cuando Clisson murió ya era un castillo magnífico pero no tanto como lo llegaría a ser. La hija de Clisson, Beatrix, se casó con Alain VIII de Rohan, miembro de una de las familias más importantes de Francia. Su hijo, Alain IX, heredó el castillo e hizo importantísimas reformas, otorgándole una fachada mezcla de gótico flamígero y renacimiento. Su hijo, Jean II, siguió con las obras. Como consejero y chambelán del rey Carlos VIII que era propició que éste se casara con Ana de Bretaña y el monarca, como pago, le ayudó económicamente para emprender las obras de su castillo. Él, para agradecerlo, plasmará en la fachada la A de Ana, la flor de lis o el armiño bretón. Además, sin embargo, aparecen la divisa de los Rohan “A plus” y su emblema, unos rombos que parecen un panal de abejas. No hay ni una decoración igual a la otra. Es una verdadera obra de arte hecha piedra. En el siglo XVII Henri de Rohan era el general en jefe de los calvinistas en plenas guerras de religión. Se rebeló contra Luis XIII y el Cardenal Richelieu, como castigo, ordenó destruir gran parte de su castillo de Josselin. Se dice que después de ordenar esa destrucción el cardenal fue a buscar a Rohan y le dijo “señor duque, acabo de tirar una tremenda bola en su juego de bolos”. No sabemos lo que le contestó Henri. No empezará la verdadera restauración hasta 1860 y en 1911 se hizo el jardín. Hoy en día los Rohan siguen siendo dueños del edificio. Una vez dentro sólo vemos la primera planta y como dije en visita guiada. Empezamos por el comedor, una inmensa sala de 16 metros por 9 que fue restaurada completamente en 1880. Más o menos de esa época es la imponente estatua ecuestre del condestable Olivier de Clisson que tiene a la izquierda su divisa “pour se qui me plest” (para quien me complace). Alrededor de la sala, en unos paneles de madera tallada, vemos el nombre de la esposa de Alain de Rohan, Herminie, y de sus hijos. También esos paneles son del siglo XIX. Encima de la mesa hay unas piezas del siglo XVIII y encima de otros muebles unos jarrones de loza holandesa de Delft y una estatua de santa Elisabeth de Hungría. Justo debajo del techo hay blasones de familias relacionadas por parentesco con los Rohan. ![]() La sala siguiente es la antecámara donde se ven algunos retratos de importantes personalidades entre ellos el ya mencionado Henri de Rohan. Al otro lado está el retrato de Louis de Condé (el Grand Condé) con traje de romano. Este señor fue el primer duque de Enghien, par de Francia entre otros títulos, hijo de Enrique de Borbón y de una dama que fue madrina de Luis XIV. Se unió a la Fronda (rebelión de los Grandes del reino durante la regencia de Ana de Austria en la minoría de edad del Rey Sol). Fue encarcelado por ello. Luego apoyó a las tropas españolas en contra de las francesas y no obtuvo el perdón real hasta la firma del Tratado de los Pirineos. Debajo del retrato de tan controvertido personaje vemos un busto de Alain de Rohan hecho en 1910 por Rodin. En la misma estancia encontramos un retrato de Enrique IV, primo segundo de Henri de Rohan, así como de algunos miembros de la familia Chabot, con la que emparentaron por matrimonio los Rohan. Seguimos al majestuoso gran salón. Lo que más llama la atención es la chimenea de principios del siglo XVI pero pintada en el siglo XIX. Encima tiene la divisa de los Rohan, “A plus”. En la letra P hay una cabecita que dicen que podría ser de Juan II. En un caballete vemos un retrato del duque Alain de Rohan, padre del propietario actual (al parecer, dijo la guía, en la familia se suceden los Alain) y encima de la cómoda el duque Josselin de Rohan (el abuelo; otro apellido tradicional). El reloj dorado es único (sólo hay dos en el mundo, creí entender, y el otro está en Munich). Fue un regalo a los Rohan y no sólo da las horas sino que es barómetro y marca los ciclos de la luna. Los dos candelabros que tiene a los lados son regalos a los Rohan de Luis XV y los dos jarrones que podemos ver son de porcelana de Sèvres y fueron un regalo de Luis XVI. Eso indica que los Rohan recuperaron el favor real después de lo que pasó con el famoso Henri. A los lados de la consola hay unos retratos familiares, de Louis Antoine de Rohan Chabot y esposa. A la derecha hay un retrato de Luis XV de niño y a la derecha otro de uno de los cardenales Rohan (hubo muchos cardenales en esa familia aunque yo el que tengo en mente fue el que colaboró, sin querer, en el asunto del collar que marcó mucho más a María Antonieta). También hay una copia del famoso retrato de Luis XIV que está en el Louvre (el más famoso, quizás, y que representa al rey ya mayor con su traje de coronación). En cuanto a los muebles son casi todos del siglo XVIII. Destaca la alfombra de 10 metros de largo por 4,35. Por último encontramos un retrato de Enrique IV niño. Pasamos a la biblioteca que tiene unos 3.000 libros. En la decoración destaca la A de la duquesa Ana de Bretaña, cordones y salamandras. Delante de la chimenea hay una mesa de juego con unas sillas llamadas mironas (donde se sentaban a horcajadas los que no jugaban para observar a los jugadores). A la derecha de la ventana vemos un retrato de Jacques Chabot, marqués de Mirebeau, que acompañaba a Enrique IV en la carroza cuando fue asesinado. Los retratos representan a esposas de vizcondes de Rohan. Llama la atención una mesa con cajones que puede levantarse para sacar una escalera para llegar a los estantes superiores. Finalmente hay dos retratos, de Margarita de Rohan (hija del famoso Henri) y su marido, Henri Chabot. Después de eso salimos para seguir admirando los jardines, ya por libre. Son bastante grandes y muy bonitos. En medio, enfrente de la fachada, vemos un pozo. ![]() Después de eso nos fuimos a comer a un restaurante cercano. Pedimos sopa de pepino y terrina de Campagne para compartir de primero, carne a la brasa con salsa de Gorgonzola, patatas fritas y lechuga de segundo y de postre para compartir mousse de chocolate con nata y panacotta con chocolate. En teoría cuesta 15,90 euros por persona pero se equivocó y sólo nos cobró 15,90 euros por persona. Bien. Es el día del ahorro. Cruzamos el río no sin antes hacer desde él las fotos de rigor hacia el castillo y nos vamos hacia el Barrio de la santa cruz. Damos un pequeño paseo, vamos a un jardincito junto al río y subimos a la capilla que le da nombre (cerrada) y que es del siglo XI. En el jardín vemos unos arcos sueltos que pertenecían a las arcadas inferiores de unas casas del 1400 que ardieron. Cuando ya nos vamos pasamos por delante del ayuntamiento, la torre de la iglesia (se puede subir) y volvemos a la calle principal donde, ya sin paraditas, nos fijamos en la casa de entramado de madera, especialmente en una roja de 1538 que es la más antigua de la población. Representa a sus dos primeros propietarios tallados. ![]() A las 15.48 volvimos a coger el bus (esta vez no se equivocó con el precio-15,30 euros cada uno) y volvimos a Rennes. Llegamos sobre las 17 horas y como nos teníamos que marchar en poco más de una hora fuimos al Carrefour que está enfrente de la plaza Charles de Gaulle (un poco escondido en una especie de galerías) a comprar algo para cenar. Llegamos a Lannion casi a las 21 horas, con una media hora de retraso. Como estamos alojados en el hotel Ibis tenemos que cruzar el río e ir enfrente de la estación de tren. La habitación es pequeña pero confortable. No tiene nevera. Etapas 4 a 6, total 14
El día amanece fresco y lluvioso. Salimos del hotel a las 8 de la mañana convenientemente abrigados y con paraguas dispuestos a ver un poco de la población. Lannion es la segunda ciudad de la Costa de Armor. Se construyó al pie de una colina junto al río Léguer y tiene dos parte claramente diferenciadas, una baja y otra alta. Aunque quizás no lo parezca cuenta con interesantes casas de entramado de madera que vemos en el recorrido, principalmente en la plaza del General Leclerc y alrededores.
Cruzamos el río y vamos a ver la iglesia de St. Jean du Baly, del siglo XVI aunque ampliada en el XVII. En la torre había una aguja pero se demolió en el siglo XVIII por causas que desconozco. Delante se alza un crucifijo. El ayuntamiento, cercano a la iglesia, es interesante aunque no es un prodigio de la arquitectura. Quizás destacaría la gran profusión de ventanas que tiene y las cuatro columnas de la entrada. Un corto paseo nos lleva hasta los 80 escalones que suben a la iglesia de la Trinité de Brélévenez, del siglo XII (y en algunos sitios he visto que de procedencia templaria). No pudimos entrar porque estaba cerrada. Desde allí, al pie del cementerio que la rodea, se tienen unas vistas excepcionales. ![]() ![]() Regresamos al hotel porque tenemos que irnos a Perros Guirec a hacer un crucero a las Sept Iles… Como no hay ni un solo taxi en la estación pedimos uno en recepción. Tarda media hora. Llegamos a la playa de Trestaou en unos 10 minutos y con un mareo impresionante. No ha dejado de llover. El taxi nos cuesta 35 euros. Nos dirigimos a la estación marítima (mirando hacia el mar a la izquierda) y ya de entrada me extraña que dada la hora no haya turistas ni barcos a la vista. Los malos presagios se confirman cuando llegamos a la oficina de la empresa Armor Navigation. Se excusan diciendo que nos han llamado (no hay constancia) para decir que el crucero no se hace porque es peligroso. Los vientos alcanzarán los 50 km/hora o más y el barco tiene que acercarse mucho a tierra. Las famosas Siete islas son una importante reserva de aves junto a la Costa de granito rosa. En la oferta de la empresa había cruceros sin bajar del barco que duraban una 1:45 horas y otros de 2.30 horas con una parada de 45 minutos en la Isla aux Moines, que es la mayor. Ese conjunto de islas se clasificó como Parque Nacional en 1912 y luego Reserva natural en 1976. Hay unas 20.000 parejas de aves marinas y es un lugar importantísimo para observar especies como los frailecillos, los cormoranes o las gaviotas. Como no podíamos hacer nada más fuimos al wc gratis que hay al lado de la oficina y dimos un paseo bajo la lluvia por Perros Guirec. Quisimos buscar el centro de la villa, que no está junto al agua, pero no llegamos. Se trata de una población increíblemente alargada y muy empinada llena de casas. Compramos, pues, unos recuerdos y unos chubasqueros amarillos muy de la zona que nos hace parecer hermanos del capitán Pescanova pero que son chulos y buenos. Llevábamos unos bocadillos pero puesto que nos sobra el tiempo (de haber sabido que no se iba a hacer el crucero habríamos ido en bus mucho más tarde por apenas dos euros cada uno) decidimos buscar dónde comer. Nos decantamos por uno de los restaurantes que dan al paseo marítimo. Comemos sopa de pescado y paté de Campagne con ensalada de primeros y merluza en salsa de mantequilla con patatitas y costilla de cerdo con salsa barbacoa con ensalada y puré de patatas de segundos. De postre cogemos para compartir crèpe al caramelo y queso fresco con mermelada de fresa. Nos cuesta 20,90 euros por persona. Terminada la comida volvemos a dirigirnos hacia la Estación marítima porque subiendo a 200 metros está el principio del Sendero de los aduaneros. ![]() La Costa de granito rosa se llama así por la tonalidad de las rocas (con la luz del sol parecen rosadas), debido a su composición geológica. El Sendero de los aduaneros bordea toda la costa bretona y recibe ese nombre porque en el siglo XVII el ministro Colbert decidió implantar un sistema de tasas aduaneras para grabar a los productos exportados. Para que nadie pudiera colar nada de contrabando estableció un sistema de vigilancia en toda la costa. Esos caminos, actualmente reparados y con la flora protegida, son los que se pueden recorrer. Un total de 2.000 kilómetros. Nosotros apenas hicimos un trocito pequeño, admirando las rocas de distintas formas donde la imaginación de cada uno verá algo diferente y el faro. Está muy bien indicado y es muy fácil. Siendo un día de lluvia estaba lleno; no me imagino lo que debe ser en un día de sol. Conviene extremar la precaución cuando se accede al faro. Se puede entrar en la cercana Maison del Litoral, donde hay una pequeña exposición (que no wc). A lo largo del sendero hay accesos a distintos aparcamientos. Cuando llegamos a la playa de st. Guirec en Ploumanac’h encontramos el único wc del recorrido. La cala es muy atractiva aunque el día sea algo desapacible. En medio está el oratorio del santo donde dicen que las chicas van a ponerle una aguja en la nariz para que su boda salga bien. ![]() ![]() Volvemos a adentrarnos un poco en los caminos cercanos a la senda para llegar al llamado Parque de las esculturas (bastante extrañas y modernas todas ellas). Muy cerca, en la carretera, encontramos la parada del autobús. Cuesta 1,20 euros por persona y tarda aproximadamente una hora en llegar a Lannion. Dejamos unas cosas en el hotel y salimos para ver Loguivy-lès-Lannion. Es algo complicado dar con ella y las calles son empinadísimas. Yo no lo conseguí y volví al hotel. Se trata de una iglesia del siglo XVI ubicada en el lugar donde había una ermita del siglo VII en la que se instaló san Ivy, monje del norte de Inglaterra. Destaca por la puerta de acceso al recinto y la fuente con el santo. Etapas 4 a 6, total 14
El día amanece nublado aunque sin lluvia. Dejamos el hotel después de desayunar y nos vamos a la cercana estación porque a las 7.31 sale nuestro tren con destino a Guingamp. Al cabo de media hora llegamos a esa estación para hacer transbordo a otro tren TER para llegar a Rennes.
En Rennes, y por primera vez, cogemos el metro. Compramos 4 billetes (6 € en total) y nos bajamos en la parada de République. El metro es nuevo aunque algo estrecho y con pocos asientos. Bajamos y nos dirigimos hacia la izquierda, en dirección hacia donde vemos las Galerías Lafayette. Luego subimos por una calle hasta encontrar la capilla de san Yves, hoy desacralizada y centro de exposiciones. Dicha capilla se fundó en 1358 para ser destinada a hospicio. Como capilla data de 1494 y es de estilo gótico. En una parte alberga la Oficina de turismo donde, previo pago de 2 euros, pudimos dejar las maletas en una consigna. Ya libres de ataduras empezamos nuestro recorrido. Pasamos nuevamente por la catedral y la Plaza des Lices para desviarnos luego hasta la plaza de Santa Ana, también con bonitas casas de entramado de madera (aunque las obras que hay no permite ver la plaza en su esplendor). En ella vemos la Iglesia de saint Aubien. Seguimos hasta la iglesia de Notre Dame en Saint Melaine, dedicada al primer obispo de Rennes que murió en el siglo VI. En la primera mitad del siglo XIX fue catedral mientras que no se reconstruía la de Saint Pierre. Es una mezcla de estilos, románico y gótico, con un campanario neoclásico. Justo al lado está el precioso parque Thabor, parque público muy bien cuidado de unas 10 hectáreas. En su origen era el jardín y huerto de la abadía de Saint Melaine. En 1793 el estado adquiere las tierras y se crea un jardín botánico. Hay varias zonas diferenciadas, estatuas, muchos árboles y una impresionante rosaleda. Muy recomendable. Muy cerca está la Piscina municipal, con una impresionante fachada decorada con mosaicos de 1925. Me recordó un poco a algunos baños en Budapest. Seguimos hasta el bonito edificio del Parlamento y de ahí de nuevo a coger las maletas, el metro e ir a comer. Nos decantamos por un restaurante-creperie que está enfrente de la estación, L’Epi de Blé. Cogimos un menú sencillo compuesto de galette complete (jamón, queso y huevo) con lechuga aderezada con salsa de mostaza, una crèpe de chocolate y ¼ de litro de sidra para cada uno (10,70 euros por persona). A las 12.52 horas fuimos a coger el tren con destino a Le Mans. Hay bastante lío en las estaciones porque hacía unos días que se había quemado un transformador eléctrico en la estación de París Montparnasse y se habían suspendido muchos trenes. Con suerte el nuestro no… Y digo con suerte con puntos suspensivos porque al dirigirnos al tren vemos que el coche que tenemos asignado no existe. Le preguntamos a un interventor y nos dice que da igual, que tanto podemos subir en ese tren como en otro que sale por otra vía. Para no liarlo decidimos ir en el que nos corresponde aunque pensando que ya no hay asientos asignados. Craso error. Resultó que todos lo estaban y tuvimos que ir en el pasillo. Para colmo de males al ir aproximándose a la estación nos vamos con las maletas hacia la salida y nos dicen que en algún momento (ya debíamos de estar dentro del tren y lo anunciarían en susurros) habían dicho que el tren no hacía paradas ni en Laval ni en Le Mans sino que iba directo a París. ¡A París nada menos!. Asustados preguntamos a qué hora llegaba y nos dijeron que una hora más tarde. A todo esto los interventores escondidos. Raramente les ves pidiendo los billetes a la gente (por no hablar de la falta absoluta de controles). Al final vimos a uno, cómodamente instalado en un cuartito junto a su compañera. Al preguntarles no le dieron mucha importancia. Que cogiéramos el siguiente tren que fuera a Le Mans. Impresionante. Sin estar seguros del todo al llegar a París (Montparnasse, pues de todas las estaciones de Francia nos tenía que tocar la que más problemas tenía) buscamos atención al cliente sin encontrarlo (encima andan en obras) así que le preguntamos a una mujer con uniforme rojo que está para informar. Se quedó bastante alucinada pero nos dio la misma respuesta. A la hora de la salida del tren estaba saturado. Daba miedo de la gente que había. Unas personas, esta vez sí, leían los billetes. Tampoco nos pusieron pegas aunque no nos garantizaron asiento. En uno plegable de la entrada me quedé casi una hora de viaje, apretada, encogida. Gente en los pasillos, maletas mal puestas… Un desastre. A las 17.30, con un retraso más que considerable, llegamos a Le Mans. Menos mal que tenemos el hotel, un Campanile, justo al lado de la estación. Dejamos las cosas en la habitación y nos encaminamos hacia donde se ve el Hotel Ibis para subir esa misma calle e ir al centro. Esa calle se llama General Leclerc y puede subirse a pie o ir en tranvía. Nosotros fuimos andando y así pudimos parar un momento en un Carrefour a comprar algo de beber. El calor ha vuelto… ![]() Se trata de una preciosa iglesia gótica del siglo XII con una preciosa fachada occidental con un tímpano del siglo XIII que aún conserva un poco de policromía. Esta abadía fue fundada gracias al obispo Bertrand du Mans hacia el 605. En su testamento dejó la entonces basílica de San Pedro y san Pablo a los monjes. Se destruyó a mediados del siglo IX por ataques de los normandos y se restauró sobre el año 1000. La iglesia pasó a llamarse Saint Pierre de la Couture pero también fue destruida (hoy aún se ven algunos vestigios) La restauración propiamente se termina en 1134. En 1180 un incendio asola todo Le Mans y el edificio tiene que volver a restaurarse. Es por eso que ahora es una mezcla de románico y gótico. La cripta nos depara una sorpresa. Es románica y bajando por una escalera encontramos el sepulcro con estatua yacente del obispo Bertrand. Seguimos subiendo y llegamos a la Plaza de la République, llamada sí desde 1884 (antes era la Place des Halles). En el subsuelo se han encontrado urnas funerarias y cerámica galorromana, prueba de que ya en tiempos antiguos se dedicaba a un fin comercial y artesanal. Algunos edificios que podemos ver ahora en esta gran explanada son la Cámara de Comercio e Industria de Sarthe (de finales del siglo XIX), el edificio del Crédit Lyonnais (del 1900) o el Convento de la Visitación, de estilo regencia. Esta capilla se construyó en 1737 con una fachada lateral que da a la plaza (es muy curioso porque la fachada principal no mira a la plaza sino a un lado). Llama mucho la atención una estructura redonda abierta por el centro en la mitad de la plaza. Parece que tenga que haber algo interesante y sólo es un aparcamiento. También cabe decir que hay muchos bares, restaurantes y hasta unos wc junto a la Visitación. Para llegar a la zona monumental basta con seguir los carteles rojos. Le Mans es muy conocida por la que dicen que es la carrera automovilística más importante del mundo, las 24 horas. Precisamente encontramos unas manos y pies grabados en el suelo que deben ser de ganadores del premio así como una estatua como si fuera un Paseo de la Fama. Pero además alberga un precioso casco antiguo. Pasamos por delante del Centro comercial Los Jacobinos, cerca de la plaza del mismo nombre (también cerca quedan los juzgados y la Oficina de Turismo). Guillermo el Conquistador tomó la ciudad pero la parte antigua recibe el nombre de la dinastía Plantagenet por el matrimonio en 1128 en la catedral de Geoffrey Plantagenet, conde de Anjou y Maine, con Matilda, viuda del emperador alemán y nieta de Guillermo el Conquistador. Su hijo Henry nació en 1133 en el palacio de los condes de Le Mans, el actual ayuntamiento, y fue bautizado en la catedral de san Julián (allí también fue enterrado el padre). Henry se casó en 1152 con Leonor de Aquitania, duquesa de Aquitania y exreina de Francia, y fue coronado como rey de Inglaterra dos años más tarde. Su hijo, el famoso Ricardo Corazón de León, se pasó media vida batallando en Tierra Santa. Cuando murió en 1204 su esposa, a la que había hecho muy poco caso, Berenguela de Navarra, obtuvo la administración de Le Mans y de los territorios circundantes. Vivió 25 años en el palacio de los condes. El primer edificio que nos encontramos es la espectacular catedral de saint Julien, de los siglos XI a XV. Los orígenes se encuentran en los siglos IV o V aunque las primeras referencias históricas son de 1056. Se escogió para construirla en la parte opuesta de la muralla norte que rodeaba la ciudad. Ese primer edificio se derrumbó y pocos años más tarde se reconstruyó con obreros normandos, lo que se reflejó en algunos elementos de la catedral. Se consagró en el año 1120 y en su tiempo se consideraba enorme (y eso que ahora ya la vemos grande). En 1134 un incendio asoló las casas de alrededor y la catedral resultó afectada, haciendo de nuevo la imponente nave central de 55 metros de largo. Aprovecharon para introducir elementos del gótico imperante como ventanales más altos o bóvedas de ojivas. En el 1220 se restaura de nuevo. ![]() Para acceder a la catedral subimos por unas escaleras que encontramos junto a la fuente (aquel día apagada). La fuente data de mediados del siglo XIX. Frente a la torre de la catedral, en la Place saint Michel, encontramos la casa de Scarron de los siglos XIII a XV. Paul Scarron era un escritor satírico del siglo XVII, famoso también por haber sido el primer marido de Françoise d’Auigbné , futura madame de Maintenon y segunda esposa de Luis XIV. Volviendo a la catedral, destacan el magnífico pórtico real del siglo XII y el pórtico principal de los siglos XI y XII. Enfrente del pórtico vemos la Oficialidad y Psalette (antigua secretaría del Obispado), del siglo XVII y en obras. Desde la catedral se abren varias calles que desembocan en la Square Dubois y luego en la Grand Rue. Tomamos la Rue des Chanoines y pasamos por el Hotel Grabatoire (actual obispado, siglo XVI) y casa del peregrino; la casa de la Torrecilla o de san Pablo, del siglo XVI y la casa de Saint Jacques, de 1560. Como digo llegamos a la Square Dubois donde encontramos una fuente. En una de las esquinas vemos la Casa del Pilar rojo (por la columna de ese color que tiene en una esquina), y enfrente la Casa del pilar verde (por el mismo motivo), ambas del siglo XVI. Ambas flanquean el acceso a la Grand Rue, que recorremos. ![]() A lo largo de la calle nos vamos encontrando con varias casas históricas, como la Casa de Adán y Eva (principios del siglo XVI), la Casa del pilar de las llaves (en la columna se encuentran representadas unas llaves) (esta casa hace esquina con la Rue Saint Honoré, donde vemos casas de entramado de madera de los siglos XV y XVI), el Hotel Clairaulnay, el Hotel Legras du Luart (siglos XIV a XVII) o la casa del Pilar del Obispo (siglo XVI). Las calles adyacentes siguen llenas de edificios históricos. Existe la posibilidad de bajar algunas de esas calles o incluso ir por escaleras para llegar a ver las murallas, espectaculares, de color rojo (como las de Lyon, Limoges y Bourgues). Por ese color es por lo que se conoce a Le Mans como la “ciudad roja”. ![]() Para subir tenemos varias opciones pero nos decantamos por el enorme túnel que construyó Eugène Caillaux entre los años 1872 y 1877. ![]() Muy significativa es también la Rue de la Reine Berengere, cuyo nombre recuerda a la esposa de Ricardo Corazón de León. De hecho en esa calle encontramos el Museo que lleva el nombre de Berenguela, una serie de tres casas de los siglos XV y XVI que mandó construir una familia de comerciantes y que nada tiene que ver con la desdichada reina (que murió en 1230). Es un museo de etnografía. Etapas 4 a 6, total 14
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