Experiencias inolvidables recorriendo la geografía rumana (especialmente Transilvania) con dos niños pequeños y una buena dosis de paciencia. Autor:TroyanazaretFecha creación:⭐ Puntos: 4.8 (25 Votos)
Hoy toca de nuevo día de viaje largo: nos vamos a Maramures.
Despedimos Bucovina con un desayuno extraleeentooo y ligeramente extradesesperante (ay, ay, esta pensiunea Elegance), y también con la mente llena de mil imágenes bellísimas que nos gustaría volver a ver. No nos habíamos ido y ya nos estaba entrando la nostalgia (creo que esto de viajar en plan road movie no es lo mío).
El límite entre Bucovina y Maramures lo marca el alto de Prislop. Es impresionante, bosques inmensos de abetos hasta el infinito. Y en lo alto del paso, no podía ser de otro modo, un gran monasterio en construcción, un cementerio militar (¿?) y puestecillos de chucherías variadas.
Dimos un pequeño paseo para disfrutar de un paisaje espectacular y de la variada fauna humana que había allí arriba: muchos turistas (italianos), rumanos con el traje de los domingos (vimos nuestra primera mujer con el traje típico y nos empeñamos en robar la foto ¡no sabíamos lo que se nos avecinaba!), familias que iban a pasar el día, gitanos trashumantes vendiendo moras y frutos del bosque (había muchos en esta zona, viviendo en campamentos a orillas de ríos), pastores con sus rebaños de lanudas cabras.
Seguimos camino disfrutando de la naturaleza y de las peculiaridades de los pueblos que vamos pasando. Nos llamó la atención especialmente Ciocanesti, con sus casas adornadas con motivos florales y geométricos.
Metidos ya en pleno Maramures, los pueblos nos parecieron más feos y destartalados, pero se compensaba con el paisaje y... cómo decirlo, con la impresión que causaba el paisaje. Maramures es una zona más abrupta que Bucovina, aunque no llega a haber montañas altas. Los bosques tienen una vegetación muy variada: arces, álamos, castaños... y el suelo está salpicado de mil florecillas de colores. Todo esto le da un aire hermoso y, a la vez, algo salvaje.
De pronto, al llegar a Moisei la gran sorpresa del viaje: hoy es 15 de agosto, el día de la Virgen María ¡y todos los pueblos de esta zona tienen romería!
Fue fantástico, el sueño de cualquier viajero. En pocos kilómetros nos encontramos en caravana entre multitud de personas vestidas con trajes típicos: amplias faldas y blusas bordadas las mujeres, pequeños sombreritos los hombres. Todos iban muy contentos en el día grande de su pueblo, contrastan dos tipos humanos muy diferentes y de rasgos muy marcados: los eslavos, casi rusos, y los zíngaros.
Por si esto fuera poco, nos cruzamos con grupos de niños y jóvenes, todos vestidos de blanco, portando los iconos de la Virgen por la calle y cantando canciones en su honor. Detrás de estas pequeñas procesiones, grupos de viejecillas del pueblo, en línea cogidas del brazo, con sus pomposas faldas y sus pañuelos a la cabeza. Era precioso. Con un poco de pudor, pero emocionados con lo que veíamos, hicimos fotos para guardar en nuestra memoria algo tan bello. Resultaba muy emocionante.
Pasada la hora de las procesiones y festejos, avanzamos un poco más rápido. En los pueblos que cruzamos vimos que, al ser domingo, no se trabajaba en el campo y todo el mundo estaba sentado en la puerta de su casa, viendo pasar gente y coches por la calle principal. Cuando era muy pequeña recuerdo algo parecido en mi pueblo, ya no. Aquí el ritmo es distinto, volvemos atrás en el tiempo. Las emociones siguen a flor de piel.
Llegamos a Rozavlea, nuestra primera parada, con idea de ver la iglesia de madera más antigua de Maramures. Aquí casi cada pueblo tiene una iglesia de madera, y cada uno se pelea por ponerle un título: la más antigua, la más alta, la más.... ¡cómo si eso hiciera falta!
Entramos después de pasar un precioso portón de madera tallada y encontramos una pequeña iglesia bellísima, con una torre cubierta de lascas de madera que brillaban al sol. Las lascas eran muy finas y daban una extraña impresión de ligereza a pesar del color oscuro. Había silencio y soledad. La iglesia algo misteriosa con las tumbas del pequeño cementerio tan cerca, contrastaban con el bullicio del día de fiesta de fuera.
Continuamos viaje hasta Barsana. Por el camino no dejamos de admirar los portones de madera que cualquier casa particular posee, cada vez más abundantes.
La fiesta sigue y nos cruzamos en nuestro camino con multitud de bodas: limusinas, todoterrenos, dacias... todo profusamente adornado.
Barsana es un gran monasterio de amplio recinto. Todo es nuevo, pero sigue fielmente la tradición de la construcción en madera de la zona. Provoca además gran devoción entre los rumanos, siendo uno de los monasterios más visitados. A pesar de ello, y del día que es, lo vimos casi en solitario, suponemos que por la hora y el calor. Al igual que en Bucovina, este monasterio también es llevado por monjas. En sus distintas dependencias se ha cuidado al detalle la talla de madera, todo guarda proporción y resulta perfecto, rodeado de arboleda y rosaledas, el pequeño río que lo cruza, el pozo... Sin embargo, no llega a trasmitir la misma extraña sensación de paz y misterio que inspiraba la vieja iglesia de Rozavlea.
Continuamos hasta llegar a Surdesti. Aquí sí que dimos vueltas y vueltas hasta encontrar nuestra pensiunea. Pasamos mil veces por un cruce (punto de encuentro de los canis del lugar, por lo que se veía) y el único sitio que nunca llegamos a coger, es era la dirección correcta, suele pasar ¿no? Todo el mundo al que preguntamos se deshacía intentando indicarnos la dirección y, finalmente, llegamos gracias a una pareja que estaba sentada tranquilamente en la puerta de su casa y que ¡coge su coche! y nos guía hasta el lugar.
La pensiunea Amethyst es el sitio para quedarse en Maramures, recomendable, recomendable, recomendable. Es una gran casa tradicional en mitad del campo, con estructura de madera. La habitación que nos dieron era más pequeña de lo que habíamos reservado, pero no nos importó porque era preciosa, con suelo, techo y paredes de madera. Un agradable olor a madera de pino lo inundaba todo, como si fuéramos a dormir en mitad del bosque. El gran balcón daba al cuidado jardín y al huerto de la casa. Mi hija decía que parecía una casa de muñecas, y realmente tenía ese aire. Toda la casa estaba decorada siguiendo las tradiciones de la zona, y los pasillos los adornaban viejos husos, colecciones de minerales, platos y paños bordados.
Bajamos a cenar. No hay carta, esta es una pensiunea de las de verdad, se come lo que la dueña ha preparado. Hoy tocaba una sopa deliciosa, y muchas más cosas de las que nos podemos comer, todo exquisito.
Al hacerse de noche dimos un pequeño paseo por los alrededores (eso quiere decir, entre un huerto y un campo de maíz). Empezaba una tormenta, de poderosos rayos y ruidosos truenos. Incluso llegó a irse la luz por un momento. Todo es agreste en Maramures.
Recorrido del día: Gura Humorului - Rozavlea - Barsana - Surdesti.
Kilómetros: 270 aproximadamente.
Tiempo: unas 9 horas (con caravana por las fiestas, paradas y visitas)
Al levantarnos, nos encontramos el desayuno ya servido en la mesa. Los dueños, alrededor nuestra, cuidaban que todo esté a punto. Las mermeladas caseras eran especialmente deliciosas.
Hoy queríamos ir a Sapanta, a visitar su famoso Cementerio Alegre (Cimiterul Vesel). Pasar por Baia Sprie y por Sigheti Marmatiei (poblaciones mucho más grande de lo que esperábamos) nos corroboró la idea de lo canis que son los muchachos de por aquí.
Es precioso el paso de Gutai, con sus bosques inmensos. Y, al ser aún temprano, vimos las cuadrillas familiares con sus aperos del campo (todo de madera) camino de las tareas cotidianas. Nos llamó mucho la atención que aquí todo el mundo hace autostop para ir de un pueblo a otro, no sólo jóvenes, sino mujeres mayores con su bolsa para la compra, parejas de viejecitos ¡lástima no tener espacio en el coche para montarlos!
Llegamos a Sapanta. El pueblo no es muy bonito, pero se compensa con la artesanía de verdad que vendían las mujeres en las puertas de sus casas. Todo era realmente artesanal ¡hasta vemos una mujer hilando en su huso!
Se llega muy fácilmente al famoso cementerio. Desde la puerta hasta la última de sus lápidas, todo está inundado de un alegre color azul y salpicado de amarillo, rojo y verde. Es realmente alegre. En cada una de las lápidas aparece dibujado algo que la persona amó mucho en vida (abundan los coches y tractores, y alusiones al oficio del difunto) o bien cómo murió (hay muchos accidentes de coches ¡uy, uy!). Los epitafios acompañan a los dibujos con divertidas alusiones. Hay muchísimas, muy pegadas unas con otras.
En un lateral están reconstruyendo la gran iglesia del cementerio, va a ser realmente grandiosa, quizás demasiado para el lugar en el que está. En la misma puerta es donde se encuentra la tumba de Joan Patras, el “inventor” de este particular cementerio.
A los niños les encantó. Mi hijo salió diciendo que él en su tumba pondrá coches y dinosaurios (ssshhhh, niño, eso ni se mienta).
Al continuar camino me entraron muchas ganas de acercarme a la frontera con Ucrania, anunciada en las señales de la carretera. Ya lo sé, una tontería, pero... estábamos tan cerca y sonaba tan exótico. Aunque claro, no sé lo que me había imaginado. Una frontera como la de Portugal, que de un pueblo a otro hay una carretera y va la gente a comprar toallas. Nada, el sentido común gana: el paso para ver la frontera está a muchos kilómetros y, siendo mínimamente realistas (y con la experiencia ya de los kilómetros comehoras rumanos) vemos que no nos merece la pena.
De vuelta, cerca de nuevo del paso de Gutai, paramos a comer en el Restaurante Alexandre, a pie de carretera. Resulta muy particular, todo de madera, claro que no podía ser de otra forma aquí, y cuando digo todo de madera, quiero decir todo, incluido el tobogán y el espacio de juego para niños. Las mesas estaban al aire libre en pequeñas terracitas, con una cascada a un lado y un gran estanque-piscifactoría a otro. ¿La especialidad? truchas fresquísimas cogidas a vista del público. Buenísimo.
Retomamos camino, pero sólo un poquito, al llegar a lo alto del puerto paramos para hacer un pequeño sendero. Nos apetecía algo de bosque. Se nota que por aquí hay bastante afición al senderismo, porque los caminos están en bastante buen estado y bien señalizados.
De nuevo en nuestros dominios de Maramures, ya muy cerca de nuestra pensiunea, visitamos la iglesia de Poplis. Se llega por un camino estrecho y bastante malo, pero precioso: praderas con florecillas, arroyos, arboleda... Tuvimos ocasión de tocar por fin uno de los perfectos montones de heno que llevábamos viendo desde que entramos en el país. Son realmente compactos, a pesar de su apariencia frágil.
En la iglesia estamos solos, e impacta mucho. Vuelve a notarse la misma atmósfera serena y algo enigmática que en Rozavlea.
A la iglesia de Surdesti, la última ya de nuestro recorrido por ser la más cercana, llegamos andando. Estaban reasfaltando el camino y una vecina (a la que compramos varios collares de minerales que son los típicos de la zona) nos aconsejó que dejemos el coche al lado.
Ésta de Surdesti es la más esbelta de las iglesias que hemos visto y la más bonita. Volvemos a estar solos, para contemplarla a nuestras anchas y rodearla admirando la trabajada estructura de madera.
Curioseando por el pequeño cementerio nos llamó la atención, atención con repelús, que había una gran lápida con la fecha de nacimiento grabada pero sin la de la muerte aún uuufff).
Por suerte, la santera estaba en su interior y nos permitió pasar.
Por dentro sigue la misma estructura a la que ya estamos acostumbrados: tres naves e iconostasio. Las pinturas murales están hechas sobre la propia madera y se conservan bastante bien. Está todo profusamente adornado de paños bordados e iconos. En un lateral hay una gran montaña de mantas y los bancos están forrados de pelo de borrego. Nos podemos imaginar qué temperatura hará aquí en cuanto llegue el invierno.
Nos quedamos mucho rato allí, intentando retener cada detalle y cada sensación en nuestra memoria de la última visita en Maramures.
Al salir nos encontramos a tres españoles que inician su recorrido. Intercambiamos opiniones y buenos deseos y nos vamos a nuestra pensiuena. Esta noche tocaba un plato de pasta con una salsa de champiñones que creo que no olvidaremos nunca, bueno y filetes empanados y tarta y ..... ummmmmm ¡cómo se come por estas tierras!
Cuando ya estábamos acostados, vuelve a levantarse otra gran tormenta, como la de la noche anterior. Toda la casa cruje con el viento. Es precioso y salvaje.
Nos despedimos de Maramures con otro maravilloso desayuno y la amabilidad de los dueños de Casa Amatista. Volvemos a rendir culto a las mermeladas que hacen por aquí, e intentamos hacerles ver lo bien que hemos estado y lo que nos ha gustado todo. Cuando nos íbamos, tras indicarnos cuál es el mejor camino, nos regalaron una botellita de licor de manzana (sólo apto para beber en esa tierra y en pleno invierno) y manzanas recién cogidas de la huerta. Como siempre en este país, ¡qué trabajo cuesta dejar un lugar! estaría muchos días más por aquí.
El día estaba nublado y chispeaba de vez en cuando. Nos dirigíamos hacia el sur, empezando a volver ya. Hasta Cluj el paisaje era un gran valle, con tierras de cultivo, algo monótono pero siempre con detalles que nos sorprendían.
Al llegar cerca de Medias empezamos a notar de nuevo la enorme influencia alemana en los pueblos que cruzábamos: mucho más cuidados, con casas pintadas de colores y un aire más compacto. Volvemos otra vez a encontrarnos con las iglesias fortificadas, algunas de ellas muy bien conservadas y bellas.
En Medias habíamos pensado parar precisamente para ver su fortificación, pero nos resultó una ciudad grande (e industrial) y no nos apetecía tanto jaleo, así que sustituimos rápidamente Medias por otras visitas por el camino.
A Sibiu, nuestro destino del día, llegamos muy bien de tiempo. Pero volvemos a equivocarnos en cuanto a dimensiones urbanas y nos encontramos con una ciudad que nos pareció enorme y con el caos circulatorio de cualquier carretera rumana pero cuadriplicado. Encima, los barrios que encontrábamos a ese lado de la ciudad (entrando por Medias) no tenían la mejor pinta. ¿Consecuencia? No encontrábamos la pensiunea reservada ¡que fallo más tonto y más aburrido! Para agilizar, se nos ocurre utilizar el comodín de la llamada y nuestro contacto en España nos manda gracias al google maps ¡fuera de Sibiu! ¿seguro que es por aquí? que sí, que sí. Y nada, de vuelta, dispuestos ya a darle la última oportunidad a nuestra pensiunea.
Aparcamos cerca del centro (que es peatonal) y empezamos a preguntar. La gente se desvivía intentando ayudarnos (y no exagero), incluso un hombre al que preguntamos se sintió fatal de no podernos ayudar y se disculpó mil veces con cara de gran preocupación.
Nos situaron por fin bien, estaba cerca del centro, pero al otro lado de la ciudad. Volvemos a coger el coche, esto ya es cabezonería, ya puede estar bien Casa Burgheza, ya.
Preguntamos a una mujer, que llamó con su propio teléfono a la pensiunea para que les dijera dónde está, y como veía que no nos iba a saber indicar bien ¡se monta en nuestro coche y nos fue guiando! Nos dejó en un cruce muy cercano pero... volvimos a perdernos.
Le preguntamos a un señor mayor que se montó en su bicicleta pidiéndonos que lo sigamos con el coche. El buen hombre, casi con la lengua fuera para que el coche no tuviera que ir muy despacio.
¡Llegamos! Y para nuestro alivio ha merecido la pena la intensa búsqueda al cien por cien. Es preciosa.
¿Qué por qué cuento todo esto con tantas letras? Pues porque eso es Rumanía, la amabilidad de todo el mundo es increíble. Y es una forma de ayudar ¿cómo decirlo? inocente, honesta... simplemente te ven apurado y te ayudan de la mejor forma, sin más.
Bueno, volviendo a la Casa Burgheza: está en un barrio residencial de la ciudad, bastante lujoso, de hermosas casas con grandes jardines (y estupendos coches a la puerta), a un agradable paseo del centro. Es una pensiunea de pocas habitaciones, y con una decoración y un buen gusto exquisitos. La pareja que la lleva es tremendamente amable y simpática.
Detalle de la habitación de Casa Burgheza...... Zona común: cocina (con unas galletitas caseras mmmmm)
Así que nada, ya por fin aposentados, echamos a andar tranquilamente admirando las casas de Negulistor y entramos al centro de la ciudad por una puerta que se abre en la bien conservada muralla.
Sibiu es una ciudad que invita a pasear. Prácticamente no hay tráfico, y el ambiente es alegre y agradable. Todo el entorno está muy bien cuidado, no en vano fue Ciudad Cultural Europea en 2006.
Visitamos la Plaza Grande (Piata Mare), con su divertida fuente en el centro y los edificios históricos tan bien cuidados, pasamos a la Plaza Pequeña (Piata Mica) y desde allí a la Catedral, tan centroeuropea. Admiramos las casas con pequeñas ventanas en los tejados que parecen ojos ¡todo es precioso!
En un momento dado se nos acercó un muchacho disculpándose ¡por no haber sabido indicarnos dónde estaba la Casa Burgheza! y es que era una de las muchas personas a las que habíamos preguntado ¡!
Una de las preciosas casonas de la zona de Negulistor.
Muralla con acceso al casco histórico.
Piata Mare
Detalle de las casas con ojos
Alrededores de la Piata Mare al atardecer
Seguimos andando mientras cae la tarde y la luz del atardecer lo inunda todo de colores rosados haciendo que parezca que estamos dentro de una romántica película. Disfrutamos de ver llegar la noche en la ciudad que nos pareció la más hermosa de Rumanía.
Comimos una pizza en la Piata Mica y volvemos andando. Perfecto.
Recorrido del día: Surdesti-Sibiu.
Kilómetros: unos 300 km
Tiempo: unas 7 horas (con algunas paradas cortas)
Magnifico diario.
Lo he leido porque Rumanía lo tengo en mente, y ahora más, después de leer el diario de Kotis. Seguramente lo haríamos en coche de alquiler, ya veo que es factible.
Muy buen diario Troyanazaret. He estado hace poco en Rumania y la verdad es que no había visto el tuyo así que no lo había leído. Me ha hecho recordar muchas cosas y muchos momentos preciosos.
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Buenas tardes viajeros,en 2 semanas estoy viajando a Bucarest y estaré 6 días completos y medio día,estoy pensando en centrarme solo en Transilvania.
Mi idea es ir a Brasov( centro histórico y castillo de Bran),de camino visitar Sinaia(castillos de Peles y Pelisor),visitar castillo Rasnov,seguir a Sighisoara( centro histórico),continuar a Sibiu y no se si merece la pena ir hasta Cluj-Napoca y visitar Bucarest.
Agradecería sugerencias de como organizar el viaje en coche de alquiler.
Gracias
javiky13 Dr. Livingstone 27-02-2012 Mensajes: 6857
De lo que conozco, ayer llegué de Rumanía, Bucarest es lo menos interesante (para mi), me ha parecido mucho más interesante la parte de Transilvania. Cluj, tiene un centro con alguna cosa interesante, que se puede ver bastante rápido.
En Sinaia, Pelisor está en obras, al igual que el monasterio.
Salodari Moderador de Diarios 03-04-2009 Mensajes: 23004
Rumania es el segundo país de la OTAN que denuncia la incursión de drones rusos en su espacio aéreo después de Polonia
Rumania afirma que un dron ruso ha violado su espacio aéreo, el segundo país de la OTAN en informar de tal incursión.
Aviones de combate rumanos se encontraban en el aire vigilando un ataque ruso en Ucrania el Sábado y pudieron rastrear el dron cerca de la frontera sur de Ucrania, según informó el Ministerio de Defensa en un comunicado.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, afirmó que la incursión no podía ser un error, sino "una evidente expansión de la guerra por parte de Rusia".
Moscú no ha hecho comentarios sobre las afirmaciones de Rumanía.
El Miércoles, Polonia afirmó que había derribado al menos tres drones rusos que habían entrado en su espacio aéreo.
En su comunicado, el Ministerio de Defensa de Rumanía afirmó que detectó el dron ruso cuando dos aviones F-16 vigilaban la frontera del país con Ucrania, tras "los ataques aéreos rusos contra infraestructuras ucranianas en el Danubio".
Distracție plăcută!
javiky13 Dr. Livingstone 27-02-2012 Mensajes: 6857
El otro día, tras la incursión de drones y el despegue de los F16 según algunos medios españoles, se mandaron alarmas a la población de todo el país y se les insto a pasar 90 minutos encerrados en casa.....yo estaba allí y me enteré el día siguiente leyendo la prensa española. Las calles estaban llenas de gente en su día día