El viaje mas esperado, el mas disfrutado..... el inicio de una vida. ✏️ Blogs de Francia

Viernes, hoy nos toca madrugar un pelín mas, nos vamos a Versalles!!

De primeras parece que el tiempo se ha nublado, así que hoy nos ponemos un poquito más abrigados, vaqueros y manga larga….

A las 10:30 estamos en el metro. Para ir a Versalles hay que coger un RER con el mismo nombre (es diferente al metro aunque el billete para la ida vale el mismo, a la vuelta ojo porque hay comprar uno específico de vuelta a Paris en las máquinas de la estación de Versalles¨). Tres cuartos de hora más tarde estamos en la estación de Versalles. Para dirigiros al castillo lo mejor es nada más salir de la estación tirar hacia la derecha y después tomar la primera calle que sube a mano izquierda (además tenéis allí una oficina de turismo). Nosotros al ver que la gente se dirigía en ambas dirección nos fuimos para la derecha y se da un poco mas de vuelta aunque llegar se llega.

A las 11:30 nos plantamos delante de la entrada del castillo y…. oh, dios, mío, que filas!!!!. Esta fue la vez que mas rato tuvimos que esperar en Paris, una hora y media de espera, y eso, que contábamos on la Santa Paris Pass con lo que nos libramos de hacer otro rato de fila para sacar la entrada.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Lo bueno es que la fila estaba muy bien organizada haciendo “eses amplias” y no se formaba barullo, lo malo…. Empezó a hacer un sol de morirse, estábamos en una explanada inmensa, y nosotros con ropa que no era precisamente fresquita…. Así que nos customizamos como pudimos para tener un atuendo un poco más apropiado… Ese día solo os diré que me quemé de tal forma que me picaba el pecho un montón!!! Ni que hubiera pasado la Semana Santa en el Caribe!.

Tras una hora y media de fila, soportando el calor a base de agua (hay una fuente en la que se pueden rellenar las botellas y está fresquita), conseguimos entrar. Os aviso de que hay un control de mochilas. Te miran dentro y te hacen sacar lo que ven raro. En mi caso vieron raro que llevara un tupper con sándwiches de jamón (joer que soy española y me lo sé montar bien). El de seguridad me dijo amablemente que tenía que dejarlo en consigna, “oh, sí, sí, ahora mismo” fui mi contestación un segundo antes de que se volviera al siguiente de la fila y que nosotros enfiláramos con nuestros sándwiches en la mano para dentro…. (Lo tenían claro, yo que llevaba soñando con comerme mi sándwich de jamón en los jardines de Versalles tantos meses…. Igual se pensaban que iba a echar migas en alguna de las camas del Rey Sol o qué????). En fin..

Al entrar en lo que es el palacio propiamente dicho hay un poco de caos en cuanto a saber por dónde empezar. Por eso nos dirigimos a información y pedimos un plano en el que vimos por donde se comenzaba el recorrido y solucionado porque luego no hay más que un camino a seguir.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

La visita en si…. Bueno bonito es, pero personalmente fue lo que menos me gusto de Paris y lo único que a día de hoy no hubiera ido a visitar. Por qué? Primero porque vale si, muy bonito, muchas habitaciones, muchos dorados, mucha historia, pero visto una habitación, vistas todas… y Segundo y el dato clave: Estaba abarrotado!. No podíamos apenas andar e incluso en el punto donde se entra al pasillo por el que vas pasando por los distintos dormitorios se formó tal atasco de gente que era apenas imposible moverse. Como Madrid en hora punta, vamos!. De lo único que tenía ganas era de seguir como pudiera hacia delante buscando huecos y pegando codazos entre la gente y salir de aquel agobios. Horrible.
Repito que es mi experiencia personal y que seguramente el hecho de la aglomeración de gente tuvo mucho que ver, sumado a que yo prefiero ver otro tipo de cosas antes que un palacio pero bueno… de todo hay que ver en este mundo. El Palacio desde luego es precioso.

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Cuando por fin conseguimos salir de ese enjambre de dorados por todas partes, terciopelos, y camas para mi gusto pequeñas (jaja), fuimos hacia los jardines. Tenía entendido que con la Paris Pass podías acceder también a los jardines, pero no era así. Al intentar pasar nos dijeron que no, así que nos pusimos en la cola de las entradas (no había mucha fila, unos 10 min). Las entradas nos costaron 8 Euros.
Y aquí antes de ponernos a recorrer estos inmensos jardines, nos sentamos a la sombra del palacio a comernos nuestros riquísimos sándwiches! (y querían quitármelos, ja!).

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Tras un descanso de rigor comenzamos a andar y andar y andar alejándonos del palacio para adentrarnos en los espacios verdes, que son de nuevo impresionantes, pero al igual que el castillo a mi me pareció que vista una zona vistas todas. Lo único que destacaría son las fuentes que te vas encontrando por los diferentes pasajes verdes y que son realmente espectaculares. Nos gustó especialmente el ambientillo que se creaba con la música de época de fondo emitida por los altavoces. Y como lucía un sol increíble las zonas donde se podía tumbar la gente estaban llenas. Nosotros hicimos lo mismo, y allí que nos echamos largos a descansar los pies antes de emprender la vuelta. (En los jardines puedes pegarte todo el rato que te apetezca. Dependiendo de si los quieres ver en profundidad o si simplemente quieres pasear como nosotros puede costarte hasta 2 horas)

Por cierto en estos jardines hay también una especie de bar donde venden helados, comida, bebidas…. Los helados son enormes y están buenísimos!.

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A las 15:45, tras aclararnos con los billetes (no hay nada explicado) y entender que teníamos que coger un billete especial (no valían los de metro normales) con vuelta a Paris, cogíamos el metro reventadisimos, sobre todo por el calor que nos había consumido las energías.

Ah! No sabemos si es normal o si pasaba algo o si simplemente fue casualidad, pero estábamos medio dormidos en los asientos, cuando al abrirse la puerta que separa los vagones vimos a un policía (o militar, no se), con una metralleta, sentado en el primer asiento del primer vagón….. Y durante toda la semana, vimos, sobre todo por la zona de la torre Eiffel grupos de 3 policías con las metralletas (igual eran unas pistolas muy grandes pero como yo no entiendo me parecían auténticas metralletas dignas de Rambo) paseando en actitud de vigilancia. A mí, la verdad es que esto en lugar de darme confianza me asustaba aun más..

El caso es que a las 16:30 llegábamos a casa molidos, deseando una ducha fresquita y una siesta a la española.


Noche: Decepción en Montmartre....



A las ocho, como buenos turistas, con las pilas cargadas volvíamos al metro dirección Sagrado Corazón, con la idea en la cabeza de hacía 10 años de encontrar un ambiente nocturno bohemio, tranquilo…. Ya veremos…

Esta vez dejamos el metro en la parada del Sagrado corazón y subimos las escaleras (lo que le faltaba a nuestras piernas).

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Y allí estábamos en el ¿bohemio? Sacre Coeur…. Una pena… La imagen que nos encontramos no fue para nada la esperada. Las escaleras estaban llenas de turistas (vale, eso es normal), pero además grupos de inmigrantes se dedicaban a hacer botellón, montar jarana…. Vamos que apenas se podía oír a los pocos grupos que tocaban música improvisada… las zonas verdes laterales, presentaban la misma imagen, botellas, suciedad, chicos bebiendo… y luego el olor… desencantados nos fuimos a andar alrededor de la iglesia buscando algún sitio tranquilo donde encontrar un poco del ambiente que realmente debería haber en esa zona, y sin embargo lo único que encontramos fue un olor apestoso a Orines ya que todos los que estaban haciendo botellón usaban las escaleras y zonas traseras de la iglesia para descargar los bebido…. Qué triste….

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Lo único que nos quedó como consuelo fue que la zona de la plaza de los pintores y las calles de tiendecitas aún conservan algo el encanto y aun con la gente que había pasear por ellas merece la pena, y sobre todo, nos quedamos con las preciosas vistas de Paris iluminado al fondo, y el hecho de que al bajar no hubiera apenas gente (por cierto las escaleras que bajan justo debajo del Sacre Coeur estaban cerradas, no sé si siempre es así) y pudiéramos contemplar el Sacre Coeur en todo su esplendor.

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De nuevo madrugamos. A las 8:30 estamos en pie ya que hoy queremos visitar la zona de Notre Dame y seguramente nos tocará hacer fila, así que cuanto antes mejor.
A las 09:50 cogemos el metro que nos dejó justo enfrente de la fuente de Saint Michelle, al otro lado del Sena respecto a Notre Dame. Cruzamos el puente y nos dirigimos a la Saint Chapelle….

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Hay bastante fila pero tampoco es algo espantoso, así que allí nos plantamos. Cuando llevamos casi un cuarto de hora me fijo en que una familia de españoles se dirige a la puerta a donde nuestra fila nos llevara y directamente pasa…. Que llevan en la mano?? Oh si! La Pariss Pass!! Nos sentimos un poco estúpidos al no haber ni siquiera pensado que tal vez hubiera entrada prioritaria pero así es, así que abandonamos nuestro puesto en la fila y pasamos todo orgullosos directamente a la entrada. Adiós fila!.

Al pasar la entrada, te encuentras en una espacio de patio principal donde puedes ver la Santa Capilla con sus agujas impresionantes en lo alto. Y aquí de nuevo….. otra fila…. Pues nada, allí que nos ponemos…. Y que paso? Oh, sí, de nuevo somos estúpidos…. La misma familia que antes había visto entrar directamente y que en teoría y gracias a que el guardia les revisó la mochila (te la miran) estaba detrás de nosotros en esta segunda fila, de repente desaparecen de detrás y les veo enfilar hacia la entrada a la Capilla….. la Pariss Pass también nos ahorraba tiempo aquí!!! Ala, con cara de “somos muuuu tontos” dejamos la fila y entramos. (En lo que a nosotros respecta solo nos ahorramos fila aquí, en lo demás lo único que te ahorras es la fila de comprar la entrada)



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La Saint Chapelle consta de dos plantas. La inferior es simplemente una capilla pequeña a la que la tienda de souvenir ha quitado espacio y encanto. Llama la atención el techo y la pequeña Virgen del fondo, pero si que es verdad que si sólo constara de esto no sería nada del otro mundo. .. lo increíble llega cuando subes las viejas escaleras de caracol y de repente asomas la cabeza a través del suelo de la planta superior….. paredes de colores a través de las que se filtra la luz sin fin. Me quedé como en trance cuando entré en esa impresionante capilla… Es simplemente preciosa.

Hay sillas en los laterales así que nos sentamos allí un rato para disfrutar de esa maravilla compuesta de vidrieras.

La puerta principal de esta planta sólo da acceso a un pequeño balcón, sin salida, desde donde puedes fotografiar la puerta perfectamente labrada. Para bajar hay que hacerlo por otra escalera de caracol en una de las esquinas (a mi me costó encontrarla).

Al salir de la Saint Chapelle podéis ver el Palacio de Justicia ya que está al lado, compartiendo espacio antes de las verjas.


Después de haber descubierto que algo tan pequeño puede ser tan bonito, nos dirigimos hacia otro de los puntos clave de Paris: Notre Dame.

Por cierto, de nuevo, el sol fue el protagonista durante todo el día. Pero qué suerte tuvimos!!!

A las 11 estábamos en la fila, la cual era probablemente con la de Versalles la más larga, aunque está al ser entrada libre iba muy rápida ya que la gente entra y sale continuamente.

Un consejo para el tema de las fotos. Para hacer unas fotos chulas, sin apenas gente(al menos de por medio), y que salga toooooda la catedral, el mejor sitio al menos por lo que vi, es casi al final de la plaza, detrás de los setos. Al estar más bajo que la plaza casi no se ve a la gente que está en ella y la catedral se coge enterita. (El ejemplo en la foto de abajo)

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Bueno, el caso es que la fila, que además es muy curiosa porque se hace en forma de caracol, avanza rápido, así que en media hora estábamos dentro (para la fila que había no es nada de tiempo). A mí personalmente de Notre Dame me encanta el exterior pero lo que es el interior no es algo que me llame la atención demasiado. Es oscura pese a los dos rosetones famosos, tiene muchas columnas que no permiten verlo todo bien ni por supuesto poder hacer fotos que reflejen bien la propia iglesia, y aparte está tan masificada que no se puede disfrutar del todo. De todas formas no deja de ser un sitio al que hay que visitar, y para nada es feo.

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A las 11:50 salíamos de Notre Dame mirando las curiosas estatuas del pórtico de salida (echad un ojo cuando vayáis). Decidimos comenzar un paseo que nos llevase hasta el barrio de Halles y de paso ir disfrutando del maravilloso día que hacía.


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Así que andando andando: Caminamos por el Sena hasta la Plaza Dauphine, cruzamos el bonito Pont Neuf en cuyo final nos encontramos con los famosos almacenes La Samaritaine (están cerrados) y enfilamos por la Rue de la Monnaie hasta encontrar el Forum de las Halles, bastante triste porque esta de obras y las vistas son vallas y lonas cubriéndolas (se pude entrar a las galerías inferiores por un paso subterráneo), y el edificio de la Bolsa, junto al que aprovechando un parquecillo nos comimos nuestra ya famosos sándwiches jaja.


Tras este descanso para nuestros pies y alimentado nuestro estomago nos acercamos a la iglesia de Saint Eustache, una parada digna de hacer tanto por lo grandiosa que es como por lo poco visitada que esta (al menos cuando estuvimos nosotros) lo que aun le da más encanto.


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Si vais por allí no paséis por alto la “pequeña” regadera situada en los jardines, ni la escultura “La escucha” de Henri de Miller. La imagen de esta “cabeza gigante” delante de la iglesia es cuando menos llamativa.


Saint Eustache como os he dicho digna de ver. Nosotros estuvimos sentados en ella un buen rato. Se estaba tan bien sin gente, en silencio, fresquitos….


Debía ser cerca de la 1 cuando re-emprendimos el camino, esta vez pasando por todo el meollo comercial de Les Halles, y haciendo la paradita de rigor en el siempre raro Museo Pompidou (a mi me parece horrible pero para gustos los colores), bajando por la Rue Sant Martin donde me compré un delicioso pastel (en Paris abundan las pastelerías con sus atrayentes escaparates, que artistas son estos franceses!), apareciendo en la Rue Rivoli donde nos encontramos sin querer con la Torre Sant Jacques, y finalmente terminando en la plaza del Hotel de Vilet con el Ayuntamiento de la ciudad.

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Los pies dolían pero estando al ladito del barrio de Le Marais no nos podíamos resistir…. Ya descansaríamos al volver a España!.


Así que andando, andando por la larguísima Rue de Rivoli nos adentramos en este viejo barrio judío, donde aun se pueden ver estrellas de David en algunas puertas y donde abundan los sitios que visitar (no era nuestro caso que preferíamos patear): Museo Picasso, Museo Carnavalet…

Nuestro objetivo era otro, encontrar la Plaza des Vosgues de la que habíamos oído que era muuuy bonita. Y así nos lo pareció cuando cruzamos sus verjas.

La plaza des Vosgues, es más que una plaza, un miniparque cuadrado cerrado por antiguas casas. El verde lo llena todo, con árboles frondosos y dando sombra a los bancos en los laterales y con la hierba y fuentes en la zona interior donde muchísimos jóvenes aprovechaban los rayos del sol. Allí nos quedamos a descansar un gran rato, hasta que saliendo por el Boulevard Marchais bajamos hasta la famosa Plaza de la Bastilla donde de nuevo un metro nos llevó a que nuestros pies tuvieran sus merecidos masajes.


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PARIS DE NOCHE POR EL SENA Y UN FINAL DE DIA MUY, PERO QUE MUY ESPECIAL



A las 20 comenzaba una noche que sin yo ni siquiera imaginármelo terminaría siendo muy, pero que muy especial…

Esa noche queríamos disfrutar de Paris desde el Sena, así que nos acercamos a la orilla para coger alguno de los diferentes cruceros que hay. En principio pretendíamos ir con los famosos Bateaux Mouches, pero no lo encontrábamos (otro día vimos que para cogerlos había que ir hacia el Puente del Alma). Así que cogimos billete en los Vedettes del Sena. Cuesta 12 euros y dura una hora y 10 minutos. Tiene cubierta exterior y también se puede ir dentro y da explicaciones en inglés, francés y castellano, que se escuchan bastante bien aunque todo depende de si hace aire (a nosotros se nos levantó un poquito y hacia frio así que cogeros chaqueta).


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Como queríamos verlo, fotografiarlo y filmarlo todo bien, nos quedamos en la fila ya que así podíamos elegir un buen sitio. Y menos mal porque vimos parejas que al llegar de las últimas tuvieron que hacer este romántico recorrido en diferentes sitios .


A las 21 nuestro barco zarpaba, justo cuando la Torre Eiffel se iluminaba por completo arrancando bajo sus pies el ya conocidísimo OHHHHHH. (Seria la 4 vez la veíamos así y a nosotros aún se nos escapaba).

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Paris de noche y por el Sena es preciosos. No dejéis de verlo!!. Se ve totalmente distinto y con la iluminación tan perfecta que tiene la ciudad es imponente.

El viaje en barquito fue perfecto, una noche inmejorable… seguro?


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Como hacia buena noche (el aire solo se notaba en el barco al estar en zona húmeda), nos fuimos hacia Trocadero, pues nos había encantado la primera vez que estuvimos, tan romántico con la Torre Eiffel al fondo iluminada y pudiendo verse por completo, con sus banquitos en los laterales por donde pasaba muy poquita gente, con la oscuridad justa y necesaria…. El sitio perfecto, de la ciudad perfecta, donde, con la música perfecta, con el anillo perfecto, y con mi perfecta ignorancia ante lo que iba a ocurrir mi maravilloso novio me preguntó la frase que más veces habrá oído Paris (aunque para mí fue única) y a la que yo tras llorar, reír, llorar y reír, y besarle mil y una veces, le dije que SI!


¿Es o no un buen final para este día?

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Pese a que esa noche la que aquí escribe apenas pudo dormir (no todos los días le piden a una casarse en Paris!), a las 09:30 con la euforia en el cuerpo nos levantamos. El sol estaba un poquillo oculto a esas horas y parecía nublado aunque conforme avanzó la mañana volvió a resurgir

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Cogimos el metro que nos dejó de nuevo enfrente de la fuente de Saint Michelle, ya que queríamos dirigirnos hacia el barrio de Sant Germain de Press. Callejeando salimos al Boulevar del mismo nombre del barrio, una avenida inmensa, con numerosas cafeterías y restaurantes con terrazas en la calle.

Caminando nos dirigimos hacia la iglesia de Sant Germain de Press, la más antigua de Paris, en cuyo interior se estaba celebrando la misa del domingo de resurrección. Junto a esta se encuentran los famosos Café di Fiori y Les Deux Magots, lugar donde se podían encontrar antiguamente celebres intelectuales.

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Seguimos nuestro camino por la Rue Bonaparte abandonando Saint Germain de Press y entrando en el barrio de Luxemburgo. Esta calle nos lleva directamente a la plaza donde se encuentra la gigantesca Iglesia de Sant Sulpice en cuyo interior podéis ver algunos murales de Delacroix y una reproducción de la que dicen es la Sabana Santa.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

La plaza donde se encuentra la Iglesia es otro de los puntos tranquilos para descansar, con su frente, sus bancos y la sombra proyectada por los árboles.

Tras visitar el interior de San Sulpice enfilamos de nuevo la Rue Henri de Jouvenel donde hay una simpática estatua con la que inevitablemente tienes que hacerte una foto. (No os pongo la mia para que la descubráis por vosotros solos ) y que desemboca en los grandísimos Jardines de Luxemburgo.
Aquí podrías estar horas porque los jardines en si son enormes y además se puede visitar el Palacio. Nosotros disfrutamos relajándonos en un banco a la sombra y paseando entre los lagos donde los niños juegan a dirigr veleros en miniatura.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Al salir de los jardines nos dimos cuenta de que además de estar sedientos (de nuevo el sol pegaba con fuerza), teníamos hambre… aprovechando que al cruzar la Rue de Medicis en dirección al Panteón, hacia donde luego queríamos ir, había un Quick (ya mencionados antes), entramos para comernos una de sus deliciosas hamburguesas.

Tras llenar el estomago y aprovechar para descansar y mirar el mapa, tomamos la misma avenida donde estábamos y donde al final se veía perfectamente la cúpula del Panteón.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

La Pariss Pass nos permitía entrar en él y menos mal, porque si no seguramente no habríamos entrado (ignorante de mi no sabía lo que había en su interior)…. Es espectacular. Un espacio enorme, con paredes decoradas con tapices, blanco y diáfano, únicamente roto el espacio por el famoso Péndulo de Foucault en el centro, y al final una impresionante escultura también blanca. De nuevo el hecho de que fuera un espacio tan grande y que no hubiera una masificación de gente hizo que lo disfrutáramos. También bajamos a las Criptas donde se encuentran las tumbas de algunas figuras ilustres de Francia como Voltaire, sin embargo a mi no me resultó de especial interés ya que tan solo se trata de una especie de laberinto donde el único interés es ver las lápidas con los nombres grabados (tal vez es porque yo me lo imaginaba todo mas “tétrico”, mas “auténtico”).

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Tras esta sorpresa que nos esperamos salimos para ver por fuera la Iglesia de Sant Etienne Du Mont, y proseguir nuestro camino por el barrio Latino en dirección a la famosa Sorbona, continuando hacia la Iglesia de Saint Severin, y tras atravesar el meollo de este barrio llegar a uno de los sitios que más ganas tenia de visitar: la librería Shakespeare & Co. (antes de cruzar el Sena en dirección a Notre Dame casi a la altura de la iglesia).

Para una persona que como yo se considera una drogadicta de los libros, ya no solo para leerlos si no como una especie de coleccionista – fetichista, este sitio era simplemente el paraíso. Incluso cuando no se sea una obsesionada de los libros como yo creo que a nadie puede dejar indiferente un sitio como este ( a mi novio le gustó casi tanto como a mi) y que es un lugar curioso que no se puede pasar por alto.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Libro y libros por todas partes, nada de paredes, solo libros, para leer allí mismo, para tocar, para comprar…. Con sitios para sentarte y leer. Puede incluso parecer más un museo pues muchos de los que estábamos allí no parábamos de hacer fotos. Me hubiera quedado horas, aunque no entendiera nada de francés (creo que todos los libros están en francés), simplemente por el mero hecho de estar rodeada de las paredes más hermosas que jamás he visto… libros, libros y libros.

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Pero como eso no podía ser….. salimos y nos dirigimos hacia Notre Dame para ver si era posible subir a las torres.

La entrada a las torres está en el lateral izquierdo mirando la catedral y se puede acceder con la Pariss Pass aunque no directamente si no que hay que hacer fila igualmente.

La mañana en que estuvimos en el interior de la Catedral la fila para subir era bastante grande y preferimos dejarlo para otro momento.

Esta vez al ser ya la última hora de la visitas de tarde parecía que la fila se había acortado, así que decidimos arriesgarnos. Tuvimos suerte, porque al poco de estar allí pusieron el cartel de que no se admitía mas gente en la fila.

Tuvimos una larga espera de una hora y diez minutos, amenizada por un personaje al que al principio tomamos por un loco y que resultó ser un animador de calle, que cubriendo su cara con una máscara de gárgola se dedicaba a asustar (de forma inocente) a la gente que paseaba tranquilamente por allí al tiempo que hacía que los que seguíamos sus andanzas nos riésemos un rato largo…. Ah! En las tiendas de enfrente donde se forma la fila hay cosas para llevar como recuerdo a un precio bastante majo, y si hay alguien quien como yo coleccione bolas o adornos de navidad que sepa que en una de estas tiendas (no sabría decir cual) hay bolas de navidad preciosas.

El caso es que un ratito de pide y un ratito sentados en el suelo o en los muros de Notre Dame el tiempo pasó y fuimos el último grupo en subir por las “acaracoladas” escaleras. Para que no os pille por sorpresa como nos pasó a nosotros, la primera parada es en una sala cuyo único objetivo es que compréis, ya que no hay nada más que un puesto con multitud de recuerdos para comprar.

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Tras diez minutos te dejan seguir subiendo…. Y subiendo, y subiendo, y subiendo…. Por fin estamos cara a cara con las gárgolas.
Ya os aviso que por mucho que lo intentéis las gárgolas no se moverán. Yo les susurré al oído que me guiñaran un ojo simplemente, que no se lo diría a nadie, pero ni por esas, ellas igual de hieráticas que siempre….

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El caso es que arriba hay muy poco espacio, tan solo un delgado camino alrededor desde donde se contempla todo Paris. Y bueno con la gente parándose a tomar fotos es bastante difícil circular por ella, aunque merece la pena. Personalmente me gustaron más las vistas de la Torre Eiffel pero desde aquí tampoco están nada mal.

No sabíamos que se podía entrar a ver la famosa Campana Emmanuelle (menos mal que no sonó estando al lado porque nos hubiéramos quedado sordos perdidos y muy posiblemente lelos… que monstruo).

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Arriba no te permiten estar el tiempo que quieras. No recuerdo exactamente cuando tiempo sería pero el suficiente para poder hacer fotos y contemplar Paris atardeciendo.

Eran las 18:40 cuando llegamos al piso. Menuda paliza nos habíamos dado!!! Nos quedaba el tiempo justo para darnos una duchita, descansar un rato, cenar y de nuevo a la calle!!

NOCHE: PASEO DE CINE

A las 21 ya estábamos de nuevo danzando. Era nuestra penúltima noche en Paris (mejor no pensarlo) y queríamos disfrutarlo a tope. Hicimos uno de los paseos más bonitos que se pueden hacer, con un tiempo que era una gozada (en manga corta), con poca gente (al haber terminado la Semana Santa se notaban menos turistas) y con ese encanto de la luz de Paris….

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Cruzamos los Campos de Marte, donde nos sentamos un rato a admirar de nuevo la Torre Eiffel, la tranquilidad que había allí pese a la cantidad de gente que estaba sentada en el suelo.. continuamos hacia los Inválidos, cruzando por el Puente de Alejandro sorprendidos de que en una urbe tan grande en aquel momento apenas cruzasen coches y apenas hubiera gente. Tumbados en la esplanada verde que cruza la avenida de los Inválidos nos sentíamos unos privilegiados que estaban viviendo un momento irrepetible.

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Tras cruzar el puente seguimos por la orilla del Sena, y callejeando salimos a los Campos Elíseos… que diferencia! De nuevo el ruido, la gente por todas partes, las terrazas con música, las luces de los grandiosos escaparates, los coches…. Volvían a aparecer.

Al final, el Arco del Triunfo, esta vez vestido con traje de luces.

Desde allí el metro….. el último día nos esperaba….. yo ya quería llorar.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

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