Mauritania ✏️ Blogs de MauritaniaUn viaje tras las huellas de las antiguas caravanas del desierto.Autor: JMGT Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (9 Votos) Índice del Diario: Mauritania
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Etapas 1 a 3, total 6
Donde el Sahara se encuentra con el océano, el desierto con la sabana, el Magreb árabe con el África negra. Playas, desierto, oasis, ciudades caravaneras…. y sobre todo, su gente, son los principales atractivos que uno puede encontrar en este viaje.
Sin duda alguna, los paisajes del Tadrart argelino o del Akakus libio, son mucho mas impresionantes que los del desierto mauritano, las esculturas talladas en la roca por el viento y la arena, los inmensos ergs de dunas, son, en Mauritania, casi imposibles de encontrar. El desierto mauritano, aunque también tiene campos de dunas, es principalmente pedregoso y en algunas zonas puede llegar a hacerse monótono. Sin embargo, Mauritania, tiene algo diferente, algo que difícilmente encontrarás en esos otros lugares. Y ese algo es la gente, la gente que vive de y en el desierto, anclados a los pozos de agua, en oasis perdidos en el interior del desierto, allí donde nunca esperarías encontrar nada mas que piedra y arena, de pronto, entre las rocas, ves aparecer un palmeral, una corriente de agua y un amasijo de casas o chabolas, y entre las palmeras, pequeños huertos y algunas cabras, pastando junto a los camellos. En estos oasis, se levantaban hace “solo” unos 100 años, ciudades de mas de 20.000 habitantes, ciudades caravaneras, lugares de refugio, principio y fin de etapa para las inmensas caravanas que recorrían la ruta de la sal, llevando sus productos desde el lejano norte hasta las ciudades del sur, como la mítica Tombuctú. Hoy en día, casi nada queda de aquellas ciudades, pero aun encontramos entre sus palmerales a los descendientes de aquellas gentes, los cuales, al igual que sus ancestros, siguen dando la bienvenida a los viajeros que llegan a sus tierras. Son gente hospitalaria por naturaleza y por cultura. En un medio tan duro como el desierto, la única manera de sobrevivir es con la ayuda de los demás. Acércate a cualquier puerta abierta, o a alguna jáima plantada bajo las palmeras y automáticamente serás invitado a tomar un té. Pero ten cuidado, si no dispones de tiempo, evita el té. La ceremonia del té puede durar de una hora a una hora y media. Y es que se trata de eso precisamente, de una ceremonia. La preparación de cada ronda de té, puede durar de 20 minutos a media hora, con un ritual perfectamente establecido, y se sirven tres rondas. “La primera, amarga como la vida. La segunda, dulce como el amor y la tercera suave como la muerte”. SITUACION Mauritania está situada en la costa atlántica de África, limita al Norte con Marruecos, o mejor dicho, con la parte que para algunos, es hoy Marruecos, pero que para otros debería ser la Republica Saharaui. Al Noreste limita con Argelia, al Este, con Níger, al Sureste con Mali y al Sur con Senegal. Por el actual territorio de Mauritania circularon hasta no hace mucho tiempo las caravanas, que cruzaban el desierto para llevar sal desde las minas del norte, hasta los poblados del sur, en lo que hoy es Mali o Burkina. O esclavos desde el sur hacia las tierras del norte. Y estas caravanas fueron las que dieron forma a esta tierra. En los oasis crecieron ciudades para dar abrigo a los caravaneros, y nombres como Ouadane o Chinguetti, eran puntos de referencia para aquellos que viajaban en esas caravanas. EL ADRAR La región del Adrar, situada aproximadamente en lo que seria el centro del país, es la zona por la que vamos a movernos. Subir más al norte, implicaría acercarse demasiado a la frontera con Marruecos, donde el Frente Polisário continúa con sus escaramuzas con el ejército marroquí. Mientras que mas al sur, nos acercaremos a la frontera senegalesa, donde es más fácil sufrir atracos por parte de bandas que cruzan la frontera para llevar a cabo sus ataques, para a continuación huir al otro lado de la frontera, para escapar de cualquier posible represalia. Etapas 1 a 3, total 6
NOUAKCHOTT.
Nouakchott es la capital de país, aquí llegaremos y de aquí partiremos. Pocas cosas mas podremos hacer aquí, Nouakchott es una ciudad fundada hace solo unos 60 años, cuando Mauritania consiguió su independencia, y no tiene prácticamente nada que merezca la pena ver. Ha crecido sin ton ni son, la suciedad es una constante en toda la ciudad, y cuando digo suciedad, no me refiero a algo como Nápoles, por ejemplo. Nápoles a su lado, esta limpia como una patena. Existe pero, un lugar en Nouakchott que si merece la pena visitar, la playa o puerto de los pescadores, donde cada mañana llegan los cayucos, cargados de pescado para vender. El espectáculo de gente comprando el pescado, los “burrotaxis” que suben la compra desde la orilla de la playa, hasta el camino, los pescadores sacando las barcas del agua, forman un espectáculo fascinante. Si aun llevas cámara con película, llévate recambio, porque terminaras el carrete en un santiamén. Salimos temprano de Nouakchott, en dirección nordeste, al principio miramos el paisaje, una inmensa llanura salpicada de pequeñas dunas, pero que con el paso de las horas se va haciendo monótona. Hoy toca paliza de kilómetros, ya que desde la costa, tenemos que recorrer mas de trescientos kilómetros para llegar a la zona del Adrar, donde empieza “de verdad” el viaje. A media tarde, abandonamos la carretera que une Nouakchott con Atar, la capital del Adrar, y una de los dos únicas carreteras asfaltadas de Mauritania, para empezar a internarnos entre el pedregoso terreno, buscando el paso hacia el oasis de Azoiga. Por el camino, pasamos junto alguna que otra agrupación de tres o cuatro casas, que según nos comunica nuestro guía, es un pueblo. Cuando al caer la tarde, ya estamos un poco cansados de saltar dentro del 4x4, y empezamos a preguntarnos si no nos habremos equivocado viniendo aquí, llegamos al oasis de Azoiga. Y se desvanecen todas nuestras dudas, Azoiga es un inmenso oasis, casi treinta kilómetros de palmerales, bordeados por unas bellísimas dunas, que a medida que el sol va descendiendo, van tomando un increíble color dorado. En esta época del año, casi nadie vive aquí, únicamente en la época de la recolección de los dátiles, llegan a este lugar cientos y cientos de personas, a pasar un par de meses recogiendo la fruta. Subimos a una de las dunas, y desde lo alto de la misma podemos apreciar la inmensidad de este oasis, cuyo palmeral se pierde de vista a lo lejos. Etapas 1 a 3, total 6
Salimos por la mañana temprano en dirección al Oasis de Meddah, nuestra siguiente parada.
Por el camino pasaremos por las gueltas d’Amazmaz, un deposito de agua, escondida entre rocas, pero que se utiliza desde hace miles de años, como demuestran las pinturas rupestres que se encuentran en las paredes de roca que bordean el estanque. Después de rellenar cantimploras y bidones, seguimos la ruta hasta llegar al oasis del Meddah. Situado entre un erg de dunas y unas colinas rocosas, se encuentra este oasis, el cual da cobijo a una pequeña población, la cual, como ocurre en Azoiga, se llena de gente en la época de recolección de los dátiles. Precisamente, esta noche, la pasaremos en una de las cabañas que se construyen para dar cobijo a los jornaleros. Las casas del pueblo, se confunden con las piedras, todo aquí es de color gris. Casas, tierra, rocas…. La verdad es que cuesta imaginar de que puede vivir esta gente aquí, en medio de la nada. Al salir del pueblo, nos llaman desde una jáima montada junto a una acacia, y nos invitan a tomar el té, dado que no hay mucho que ver y tenemos tiempo, aceptamos con gusto la invitación, y compartiendo el té con la gente del lugar, dejamos pasar el tiempo hasta la hora de cenar. Salimos de Meddah y al poco tiempo llegamos al cañón de Tifojar, donde nos espera una bajada de las que quitan el hipo. Primero una pendiente que hace que dentro del coche, tengas que apoyarte en el salpicadero para no quedarte pegado al cristal del parabrisas, y a continuación, seguimos el descenso por una especie de cauce seco entre la arena, que nos recuerda las bajadas en trineo que se ven en los juegos de invierno. Una vez llegados a la llanura que se abre al pie del cañón, seguimos unas horas más hasta llegar a Terjit. Terjit es un oasis que se encuentra incrustado en una grieta entre las rocas, de las cuales milagrosamente, mana agua, formando un pequeño cauce, junto al cual crece un tupido bosque de palmeras. El contraste entre la desolación circundante y el frescor que se respira dentro del palmeral nos hace difícil salir del oasis, aunque finalmente conseguimos obligarnos a salir, ya que debemos continuar el camino. Dejamos atrás Terjit y subimos por un camino pedregoso, dirigiéndonos hacia el paso de N’Tourvine, el cual se abre sobre el oasis de Mehirt, nuestro destino por hoy. Aquí nos espera una agradable sorpresa, acamparemos junto a un lago precioso, con un agua cristalina que te invita a sumergirte entre sus aguas. Etapas 1 a 3, total 6
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