Se acusa el cansancio de trasnochar y madrugar, así que nos tomamos con calma el desayuno en el Miramar y el desembarco. Como ayer, siguiendo la línea azul pintada en el suelo nos encaminamos primero hacia un mercadillo artesanal en pleno puerto (te dan todas las facilidades para pagar) y algo más allá, ya estamos en las puertas de la ciudad, en concreto en el torreón Fat Margaret. (Apenas 15 minutos caminando tranquilamente desde el barco).
Desde allí ya se adivina el carácter medieval de la ciudad, y para comprobarlo ¿qué mejor que subir a la torre de la iglesia blanca que está al lado.. Creo que era Oleviste En cualquier caso no tiene perdida, porque son dosciento y pico de peldaños para subir por una escalera de caracol bastante reducida en la que hay que maniobrar para poder caber a la vez los que suben y los que bajan. Dado que todo el esfuerzo lo hacemos nosotros, en taquilla solo nos cobran 2€ adultos y la mitad niños. Pero desde arriba desde luego que ¡Ole lo que vistes!: la panorámica es realmente espectacular, bastante mejor que las del mirador del Toompea, aunque si lo de las escaleras no os convence, estas últimas también son buenas.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Hacemos el recorrido aconsejado en las guías de la parte antigua, por dentro y fuera de las murallas, visitamos la Beer House (con los menores no nos paramos a tomar ninguna de las famosas especialidades), la plaza del ayuntamiento, la antigua farmacia y luego nos vamos a la parte alta, a la iglesia Nevski y el castillo (aunque esto es el conjunto monumental, que nadie busque un castillo al modo que lo conocemos nosotros).
En la iglesia se está celebrando una boda por el rito ortodoxo, y nos choca que mientras ofician, allí no hay más que 4 familiares, las señoras de la limpieza están a lo suyo, la vendedora de postales y velas sigue con el chiringuito abierto sin cortarse un pelo y en un momento dado somos los turistas los que damos colorido a la ceremonia haciendo fotos a diestro y siniestro…

Volvemos caminando por el casco antiguo y disfrutando de los lugareños que van vestidos acorde a las calles y edificios. Es realmente agradable y la temperatura acompaña.
A las 16:30 estamos en el barco llenando la barriguilla. Una siestita mini, y nos vamos de nuevo a las clases de baile. ¡Esto es un no parar!. Esa noche además está el buffet especial “de exhibición”. Lo abren de 1 a 1:30 AM solo para fotos, porque hay verdaderas maravillas allí dentro. Fuera, la cola va creciendo en espera de que dejen hincar el diente (1:30 a 2:15 AM) ¡como si no hubiéramos comido en lo que va de viaje!. Yo perdono la degustación: ¡los párpados me pesan demasiado!