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Después de un calórico desayuno nos despedimos del que ha sido nuestro hogar estios últimos días y ponemos rumbo a Bath, a 74 km.
Bath tiene una interesante historia.
Fue fundada como un complejo termal por los romanos bajo el nombre latino de Aquae Sulis (“las aguas de Sulis”), en el año 43 d. C., aunque la tradición oral sugiere que ya existía desde antes.
Tiempo después, se popularizó por sus aguas termales durante la Época Georgiana, lo cual propició una gran expansión y dejó un reconocido legado arquitectónico georgiano para cuya construcción se utilizó piedra de Bath.
En 1987, Bath fue nombrada Patrimonio de la Humanidad.
La ciudad posee una gran variedad de teatros, museos y demás edificios de importancia cultural, y en la actualidad es un importante destino turístico.En cuanto llegamos aparcamos cerca del centro y nos dirigimos directamente a las termas romanas. Entramos de los primeros y pronto nos damos cuenta que ha sido una buena elección ir a primera hora, porque al cabo de un rato hay tantísima gente que hasta agobia.
Los baños son un edificio de interés histórico, uno de los más importantes a nivel turístico de Inglaterra. El complejo está muy bien conservado, gracias a lo cual se pueden apreciar muy bien los elementos arquitectónicos presentes en el edificio.
Las termas propiamente dichas se sitúan por debajo del nivel de la calle y los edificios construidos a raíz de su descubrimiento se pueden dividir en cuatro grupos entre los que están el "Manantial Sagrado", el Templo Romano, el Baño Romano y la Casa Museo. Estas estructuras, que se encuentran a nivel de la calle, datan del siglo XIX.
La verdad que merece la pena la visita, tanto para ver los baños como el propio museo.
Des de los baños puede verse perfectamente la abadía de Bath, justo detrás:
Y estas dentro del museo, donde se pueden ver las maquetas de todas las termas, la explicación del origen del agua, mosaicos, esculturas, etc.
Caldarium:
Mosaico:
La abadía es en la actualidad una iglesia anglicana, pero fue anteriormente un monasterio benedictino. Es uno de los mayores ejemplos de gótico perpendicular del sudoeste de Inglaterra. Se trata de una iglesia de planta cruciforme, con capacidad para aproximadamente 1.200 personas. Se emplea para servicios religiosos, ceremonias civiles y conferencias.
Salimos y vamos paseando hasta el río Avon, hasta llegar el Pulteney Bridge, parecido al Ponte Vecchio de Florencia.
La diferencia es que por el interior del inglés pasa la calle y los coches.
Son curiosas las tiendas que hay en el trocito de puente, vemos, por ejemplo, una tienda que se dedica exclusivamente a la venta de mapas antiguos.
También vemos un escaparate lleno de dulces y no podemos resistirnos, así que hacemos un segundo desayuno
Después ponemos rumbo al The Circus.
De camino vemos una fuente dedicada a la diosa del agua, ya véis que es algo recurrente en esta ciudad.
The Circus es una clásica plaza georgiana obra de John Wood el viejo. Los edicios forman una circunferencia perfecta y homogénea.
Os pongo una foto mía y otra sacada de internet para que os hagáis una idea:
Siguiendo la calle llegamos al Royal Crescent, considerada la calle más majestuosa del país.
Es un arco de 30 casas obra de John Wood el joven, y justo delante queda el Royal Victoria Park, el mayor espacio abierto de la ciudad.
Decidimos volver hacia el centro para terminar de verlo.
De camino paramos un momento al Jane Austen Center. Entramos en la tienda y nos parece todo bastante horterillo, hasta las postales de Mr. Darcy, y eso que me encanta!!
Mientras regresamos vemos las hileras de casas iguales tan características de esta ciudad:
Llega la hora de comer y nosotras sin hambre después de los dos desayunos.
Decidimos pues irnos a tomar un te con un bollo, típico de Bath. Y donde mejor que en Sally Lunn’s, la casa más antigua de todo Bath, donde elaboran los bollos típicos, los “buns”, de forma tradicional.
Nos hacen pasar a la sala de te Jane Austen, hay varias.
Después de reponer fuerzas damos una última vuelta por el centro y encontramos la tienda Apple, donde estamos un ratillo conectadas por primera vez en todo el viaje.
Con mucho pesar ponemos rumbo al aeropuerto, la aventura se está terminando.
Se pone a llover, no nos podemos quejar porque el tiempo se ha portado muy bien.
El gps nos lleva por unas carreteras muy estrechas y no sabemos si vamos a llegar ni si vamos a encontrar una gasolinera, tenemos que devolver el depósito lleno… pero a 4 km del aeropuerto encontramos una, lo llenamos y llegamos sin problemas.
Y después… la espera de rigor, el embarque, un buen vuelo… y volvemos a estar en casa, pensando ya en volver
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