Salimos bastante temprano. Nos dirigíamos hacia La Geria y Yaiza. Fuimos por la carretera LZ504 y La Asomada. Giramos rumbo hacia el sur por la LZ30 y pasamos junto a las bodegas Stratvs, Rubicón y la Geria. A las bodegas no entramos, pero paramos varias veces por la carretera para hacerle fotos al paisaje.
La Geria es un parque natural que consiste en malpaíses convertidos en campos de vides. Son excavaciones en el suelo, por debajo de las cenizas, buscando la tierra fértil donde plantar, rodeados por pequeños muros semicirculares que protegen del viento. Esto lo hacen así porque los lanzaroteños observaron que allá donde había ceniza los frutales crecían mucho mejor. Nos contaron que estos agujeros en el suelo son hechos por los dromedarios de la isla. Y no todos los hoyos se acaban usando, ya que después de excavar igual no encuentran suelo fértil. Lo que se suele plantar es vid e higueras. Es un paisaje que debe ser todavía más bonito cuando ves el verde de la planta contrastando con el negro del suelo. Al haber ido en enero, pues no había nada creciendo, así que sólo vimos los hoyos hechos con el murete.

Después de estar un ratillo observando el curioso paisaje pusimos rumbo a Yaiza. Es un pueblecito blanquito, como todos los de Lanzarote, que ha sido premiado por su armonía y equilibrio en varias ocasiones, según dice nuestra guía de bolsillo. Y cuyo nombre hace referencia a una princesa aborigen. Una vez allí paseamos por la calle que atraviesa el pueblo, vimos el Ayuntamiento y varios sitios donde comer, como el bar Stop, que es muy conocido entre los locales para ir de tapas típicas como las garbanzas, papas, etc, y el restaurante La Era, el cual fichamos para ir a comer más tarde, que es una casa restaurada por Manrique, antigua propiedad suya que anteriormente fueron unas camellerizas, según nos dijeron. También pasamos por la Parroquia de Nuestra Señora de los Remedios y la Casa de Cultura “Benito Pérez de Armas” (construcción típica lanzaroteña).

Como aún quedaba un ratillo hasta la hora de comer, decidimos ir hacia El Golfo, ya que el día anterior se nos había quedado pendiente. Se trata de un cráter volcánico que se ha visto afectado por la erosión del mar, seccionándolo por la mitad quedando un roque aislado separado del resto del cono. En el interior del cráter hay una pequeña laguna, que está conectada al mar por grietas subterráneas, de color verdoso, debido a los organismos vegetales que hay en ella. La llaman Charco de los Clicos o laguna verde. La laguna está separada del mar por una playa de arena negra que ocupa parte del antiguo cráter. Desde aquí se pueden contemplar los atardeceres en el mar.

Después de esto, fuimos de nuevo a los Hervideros, ya que el día anterior no habíamos estado mucho rato. Es un lugar donde la lava al contacto con el mar solidificó creando formas muy curiosas, y donde los días con viento el agua golpea fuertemente contra las rocas, dando la impresión de que es agua hirviendo al salir por los agujeros en las rocas. Aunque los días que lo vimos el agua no subía demasiado porque el viento no era muy fuerte.

Tras esto, nos dirigimos de nuevo a Yaiza. Llegamos aproximadamente a las 13h45 y fuimos directos al restaurante La Era. Tiene varios comedores muy pequeños, alrededor de un patio, de unas 6 mesas, y nos sentaron en uno de ellos, en el que ya había 3 mesas más. Estaban las mesas bastante juntas, por lo que había que hablar bajito, porque te sentías escuchado. Pedimos varios platos para compartir, que figuraban en la carta como entrantes, todo típico canario: papas arrugadas con 3 mojos (uno era mojo picón, otro mojo verde, y otro blanco, como ajoaceite), tabla de quesos lanzaroteños, gofio escaldado (pudin de maíz a las finas hierbas) y potaje de berros. Para beber 0’5 L. de agua y una copa de vino de la casa. Y de postre un bienmesabe para compartir, un cortado y un poleo. Todo por 34,49 €. Nos gustó bastante, aunque a mí particularmente el gofio escaldado no me acabó de convencer.
Por la tarde decidimos ir al Monumento al Campesino, pasando por la Geria de nuevo. Cogimos la LZ30, pasamos la Geria, y llegamos a San Bartolomé. Allí entramos al Monumento al Campesino, que es gratuito, pero dada la hora que era estaba ya cerrado, así que aprovechamos para tomarnos en el bar unos cafés, y más tarde volvimos al hotel.