
INTRODUCCIÓN
El Camino de Santiago engancha, quién lo ha hecho lo sabe. Quizá por eso éste será nuestro tercer año consecutivo en que pasamos nuestras vacaciones en él.
El primer tramo lo hicimos en 2010 por el Camino Francés entre León y Finisterre, algo más de 300 Km. Como era nuestro primer año quisimos llegar a Santiago (no disponemos de tiempo para hacerlo completo) y tratándose, además, de un año Xacobeo nos hacía especial ilusión conseguir la Compostela. Resultó inolvidable, fantástico.
Hace un año decidimos hacer otro tramo de unos 300 Km. Esta vez por el Camino del Norte entre Santander y Luarca, por aquello de ver el mar desde el Camino y volvió a resultarnos una experiencia increíble.
Así que aquí estamos, a unos días de partir de nuevo. El próximo domingo día 26 de agosto de 2012 nos embarcamos de nuevo en nuestra aventura particular.
Hay que decir que no somos peregrinos al uso, o sí, depende. Cada uno hace el Camino a su manera o como puede- Pero yo sé que hay puristas del Camino que critican nuestro modo de hacerlo. Por qué? Porque no nos alojamos en albergues, preferimos hacerlo en hoteles rurales y lugares con encanto, si es posible. Ya hace años yo mismo opinaba así también, como los puristas. Incluso les puse un nombre peyorativo a los que peregrinaban así: “pijigrinos”. Pero, qué queréis que os diga?, con el tiempo hasta yo me he vuelto pijigrino.
Sin ser gente especialmente religiosa, nos gusta empaparnos de toda la mística del Camino, disfrutar de ese punto iniciático y esotérico con que se ha cargado la senda estelar durante más de mil años. Desde antes incluso del descubrimiento de la tumba del apóstol. Nos documentamos a fondo sobre toda la cultura de cada sitio por el que vamos a pasar. Quiero decir con ello que peregrinamos como el que más. Pero al llegar la noche nos gusta dormir en cama blanda, en alcoba propia, baño íntimo y durante el día disfrutar de cada elemento del paisaje sin prisas por llegar. Ello tiene sus ventajas y desventajas. Las ventajas son evidentes, especialmente en gente como nosotros que como yo digo, paramos a beber en todos los charcos y a hacernos fotos en cada curva del Camino. Siempre llegamos los últimos, nos adelanta todo el mundo y si no lleváramos reserva de alojamiento, dormiríamos al raso cada noche.
Tiene sus desventajas: el esfuerzo económico es mayor, te obliga a ajustar cada etapa antes de salir de casa preparando bien todos los tramos y haciendo todas las reservas. Con ello, el viaje resulta poco flexible y nos vemos obligados a llegar a donde habíamos previsto, ni más allá ni más acá. Pero desde luego, y una vez más, sin prisas.
Hasta ahora peregrinábamos en pareja. Este año tenemos una novedad y es que mi hija Berta de 12 años se adhiere al grupo. De tanto oírnos hablar y de forma tan entusiasta de El Camino ha insistido en que quiere probar la experiencia. Ello nos ha hecho adaptar el tramo de este año para que no le resulte excesivo: haremos 180 km en lugar de los 300 acostumbrados, recorreremos etapas más cortas y haremos descansos de más de una noche en algunos sitios. No quiero que se aburra del Camino en su primera experiencia.
Nunca he escrito el diario de un viaje aunque me he sentido tentado de ello muchas veces, seguramente más por una necesidad de canalizar la emoción de la vivencia que por otra cosa. Esta vez espero dejar constancia escrita de nuestro periplo,. Si con ello puedo aportar información o entretenimiento a otros viajeros, mejor. Si es tedioso de leer, se cambia de página de internet y a otra cosa mariposa. Mi idea es irlo escribiendo a modo de blog, día a día, in situ. Ya veremos, porque la experiencia de años anteriores me recuerda que en más de una ocasión al llegar al fin de etapa lo que apetece es dormir y no teclear. Insisto, una vez más, que nuestros horarios de llegada no suelen ser los habituales de los albergues. En más de una ocasión nos ha dado la noche por los andurriales.