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Nuestro vuelo desde Auckland (unas 3 horas) llegó puntual a Tongatapu y allí nos esperaba, con un collar de flores de esos típicos polinesios para cada uno, un hombre que trabajaba para Toni y que nos llevaría a su casa, desde donde empezaríamos nuestro tour. Cambiamos un poco de dinero en el aeropuerto, lo justo para pagar a Toni y para comprar algún souvenir, y nos pusimos en marcha. Cuando llegamos y nos montamos en la furgoneta donde haríamos el tour y vimos al famoso Toni pensamos “Dónde nos hemos metido?”, pero estábamos bastante equivocados. Toni es casi una atracción turística en sí mismo. La mitad del tiempo no sabes si está hablando en serio o en broma, pero es que es británico y tiene un sentido del humor peculiar.
Habíamos acordado de antemano con él lo que queríamos visitar, sobre todo porque íbamos con el tiempo un poco justo (nuestro vuelo a Vava’u salía a las 5) y queríamos aprovechar bien. Hacía bastante calor pero estaba muy nublado e incluso a ratos nos llovió un poco, pero pudimos hacer todo lo que queríamos. El primer sitio al que nos llevó fue Nukualofa, la capital. Podría llamarlo ciudad, pero como os imaginaréis eso sería muy optimista. Allí vimos el Palacio Real desde la verja, que más que un palacio parece una casa grande, tirando a mansión colonial, pero desde luego no es la idea que le viene a uno a la cabeza al oir “palacio”:
Desde allí fuimos al Talamahu Market, un mercado tanto de comida como de artesanía y souvenirs. Al final de nuestra semana en Tonga volveríamos al mercado para hacer alguna compra de última hora.
Con ese par de cosillas dimos por terminada Nukualofa y empezamos nuestro recorrido por la isla, que sólo tiene unos 50 km de una punta a otra pero las carreteras no son autopistas precisamente así que nos llevó todo el día. Iríamos primero al extremo occidental de la isla para luego deshacer el camino y llegar al extremo oriental, y terminar en el aeropuerto. Tongatapu tiene cosillas interesantes diseminadas por la isla, pero en un día se pueden visitar la mayoría. Una de las cosas más curiosas que vimos ese día fue, según Toni, el único cocotero del mundo con dos “cabezas”:
De camino a la punta occidental fuimos pasando campos con distintos cultivos, iglesias, más campo, más iglesias, algún que otro coche desvencijado en la cuneta, cementerios y vertederos improvisados. Lo que menos me gustó de Tongatapu fue precisamente eso, lo poco cuidado que está todo, con montones de basura. Dicen que las Cook y, sobre todo, Samoa eran así no hace mucho, pero se dieron cuenta de la importancia del turismo y ahora están súper cuidadas y no ves basura tirada en las cunetas, por no hablar de coches quemados. Es una pena que Tonga no haya llegado a ese punto todavía. Lo de las iglesias es algo curioso, Tonga es un país extremadamente religioso, donde el domingo es un día de descanso obligado puesto que está prohibido hacer cualquier actividad (no hay ni vuelos!), pero son muy abiertos en cuanto a qué religión seguir, debe haber más de 15 distintas, que es un número considerable para una población tan pequeña. Católicos, metodistas, anglicanos, musulmanes, hinduistas… y mormones. Muchísimos mormones. Durante nuestro tour hicimos un cálculo rápido y uno de cada 10 edificios que pasamos era una iglesia, y casi la mitad eran mormonas. De hecho, Tonga es el país con mayor número de mormones per cápita del mundo. Curioso, no?
Cuando llegamos a la punta occidental nos decepcionamos un poco, porque no era gran cosa: el lugar donde, supuestamente, desembarcó Abel Tasman, y la playa de Ha’atafu, donde vimos a un tipo solitario haciendo surf. De momento, nada espectacular, pero sabíamos que lo mejor llegaría después. Seguramente el día nublado que hacía no ayudaba mucho. También pudimos ver la población local de flying foxes, una especie de murciélago que se concentra en ese lado de la isla, concretamente en Kolovai:
Era casi la hora de comer, pero antes pararíamos en uno de los sitios que más nos apetecía visitar: los Vaca Blowholes, que se extienden 5 km en la costa suroccidental de la isla. En realidad no son más que rocas volcánicas llenas de canales, que cuando reciben una ola un poco grande (por eso es mejor verlos con marea alta y viento) hacen que el agua salga disparada como un geiser. Nosotros no los pillas en el momento de mayor apogeo, pero aún así nos encantó la visita y nos tiramos un buen rato haciendo fotos. Fijaos en la última como se ve la línea de “geisers” por toda la costa:
Se nos había hecho definitivamente la hora de comer, y Toni había llamado al Keleti Resort (que de resort tenía más bien poco) para avisar de que iríamos. Deben tener algún acuerdo para que lleve allí a la gente, pero cuando llegamos y vimos que íbamos a comer al borde del mar con más blowholes a nuestros pies no nos pareció mala idea. Además, el día finalmente parecía que iba a mejorar, salió el sol y pudimos ver, por fin, una estampa más típica de una isla del Pacífico Sur:
El hotel donde íbamos a comer, el Keleti International Resort, está un poco en medio de la nada, pero las vistas son espectaculares. La comida no fue nada del otro mundo, una hamburguesa y un fish&chips, pero pudimos ver la primera ballena del viaje a lo lejos y ya con eso nos valió la pena. Y claro, comer con estas vistas también ayuda:
Antes he mencionado que vimos varios cementerios por el camino. Son bastante curiosos y hay muchos, están decorados con trozos de botella, flores, y hasta mantas de ganchillo:
Ya casi en la otra punta de la isla vimos otro de los fenómenos naturales típicos de los tours: un arco de piedra natural sobre el mar llamado Hufangalupe:
En esa zona está la cueva ‘Anahulu, llena de estalactitas y estalagmitas y con una piscina natural dentro. Toni nos dijo que si no pensábamos bañarnos no merecía la pena acercarse, y como nos quedaba poco tiempo decidimos hacerle caso, así que pasamos de largo y fuimos directamente a uno de los últimos puntos turísticos de la isla, el Trilithon. Lo llaman el Stonehenge del Pacífico Sur, pero es infinitamente más pequeño. Son 3 piedras coralinas de 40 toneladas colocadas en forma de U invertida y se cree que, al igual que Stonehenge, servía para seguir los cambios de estación y estaba relacionado con los solsticios. Pero ya os digo que es muchísimo más modesto que su primo británico:
Desde el Trilithon fuimos directamente al aeropuerto y por el camino vimos las tumbas reales de Mu’a y el lugar donde desembarcó el capitán Cook, pero no paramos porque era ya tarde. Toni nos dejó en el aeropuerto, y desde allí volamos a Vava’u para empezar con la siguiente parte del viaje.
Journey Prev.
Last commentaries to the diary: 
Es un destino poco masificado y relativamente desconocido, y la experiencia es única (aunque es verdad que nuestro valemos el pobre desafinaba un poco... Jajaja). Si te animas, lo combinas con una visita a Wellington y arreglado! Un abrazote y gracias por leer! 
Gracias por pasarte por este otro. Lo de las ballenas es increíble, y el principal motivo para visitar Tonga 
