En Vava’u teníamos reservadas 4 noches en el Blue Lagoon, incluyendo traslados desde el aeropuerto, así que cuando llegamos nos encontramos a una amable señora con una furgoneta que nos venía a recoger. Resultó ser la mujer del alemán que lleva el resort, y nos llevó hasta el muelle de Vava’u para que un barquito nos llevara ya a la isla del hotel. Era de noche así que no pudimos ver nada ni desde el avión ni en el camino hasta el muelle. Como el hotel es un negocio familiar, los hijos de esta curiosa pareja son los que nos llevaron en el barco. Después de una media hora llegamos a la isla, pero como era de noche no pudimos apreciar de verdad dónde estábamos hasta el día siguiente.
Voy a hacer un pequeño inciso para hablaros del hotel (es más o menos una traducción de mi opinión en tripadvisor). Cuando vimos las fotos de los distintos fales en la web del hotel y después de leer las críticas de tripadvisor, decidimos que el fale que más nos gustaba (porque son todos distintos, cada cual más peculiar) era el Sundowner, que está literalmente colgado encima del agua, así que al hacer la reserva pedimos este fale pero nos dijeron que estaba ocupado en las fechas que queríamos. Cuando llegamos, el dueño nos dijo que al final había habido un cambio y podíamos quedarnos en el Sundowner, así que nosotros encantados. Yo creo que es el fale más pintoresco y más romántico, pero al estar sobre el agua es muy muy ruidoso en marea alta, ya que las olas rompen contra las rocas que están justo debajo de la cama (y tened en cuenta que el suelo no son más que unas tablas de madera). Aquí unas fotos del interior y del balcón:
En el interior del fale, junto a la cama, había una trampilla con una escalera de madera para bajar a la playa en marea baja:
Y así es como se veía desde fuera (impresionante, eh?):
Una de las ventajas de tener un balcón sobre el agua es que podías ver muchos peces. Vimos incluso peces flauta, algún pequeño tiburón y tortugas. Todas las mañanas al amanecer, a eso de las 7, me asomaba a ver el inmenso banco de pececillos plateados que estaba ¿durmiendo? bajo nuestra cama:
Habíamos cogido pensión completa porque no quedaba otro remedio, y las comidas resultaron ser abundantes y muy buenas. Lo único que nos pareció mal es que no incluyera por lo menos una botella de agua por día. El restaurante (al aire libre, claro) era la única zona con wifi y no había horarios, podías presentarte a desayunar/comer/cenar más o menos cuando quisieras.
Al estar perdido en una isla en medio de la nada y en un país más bien humilde, decir que aquello es rústico es quizás quedarse corto. Sólo hay electricidad de 6 de la tarde a 11 de la noche, la ducha casi no tiene presión y hay millones de mosquitos y bichos varios, pero es sitio es tan bonito que todo eso te da igual. Se podía hacer snorkel sin problemas en la laguna y vimos alguna cosilla interesante:
Otro de los días cogimos un kayak para acercarnos a la isla de enfrente, que esa sí que estaba deshabitada:
La verdad es que no tuvimos mucha suerte con el tiempo. Uno de los días hizo bastante malo, con viento y no mucho calor, así que no apetecía bañarse y estuvimos dando un paseo por las rocas aprovechando la marea baja. Resultó bastante interesante porque vimos muchos corales y bichos, era como hacer snorkel sin mojarse:
Otro de los días teníamos planeado ir a bucear, pero al final se torció la cosa y no pudo ser, así que nos quedamos con las ganas. Lo que sí pudimos hacer, y muy bien, fue la excursión estrella del viaje: el snorkel con ballenas. Como ya os he comentado, Tonga es uno de los poquísimos sitios donde está permitido, pero está muy regulado, ya que sólo puede haber 4 personas más un guía en el agua a la vez. Nosotros lo íbamos a hacer con la gente del hotel, y tuvimos la suerte de que ese día sólo éramos nosotros dos y un chico más. Durante el día vimos barcos con bastante más gente, y si tienes que hacer turnos para meterte en el agua al final pasas muy poco tiempo viendo a las ballenas. Las ballenas jorobadas van a criar todos los años a Tonga, y sobre todo a Vava’u, y la oportunidad de nadar al lado de algo tan grande y a la vez tan tranquilo y grácil es única. El funcionamiento es sencillo: te subes al barco y te pones a buscar ballenas. Es verdad que hay muchas, pero a veces no es tan fácil encontrarlas y es posible no ver ninguna. Y puede ser más complicado de lo que parece porque muchas veces las veías a lo lejos pero cuando te acercabas con el barco no había forma de encontrarlas. Como solo teníamos un día destinado a esto estábamos un poco preocupados por si no veíamos ninguna, pero tuvimos suerte y enseguida encontramos un grupo de madre, cría y macho “escolta”. Según las normas, tienes que meterte en el agua despacio, sin chapotear y sin hacer ruido para no asustarlas, y no puedes nadar directamente hacia ellas sino que tienes que acercarte poco a poco y casi de lado, y si se dan la vuelta y se van no puedes perseguirlas. Fue una experiencia increíble que recomendaría a todo el mundo. Estuvimos bastante rato con ellas, hicimos miles de fotos y cuando llegaron otros barcos nos fuimos y les dejamos el sitio. Las condiciones de visibilidad no eran las mejores del mundo, así que las fotos son un poco regulares, pero aun así nos encantó!
Perdonad, no es mi intención aburriros con tanta foto, pero es verdad que esto fue lo mejor de todo el viaje y casi la principal razón del mismo. Por si las fotos no han sido suficiente, os dejo un video también:
Después de esa primera experiencia con las ballenas encontramos a un macho solitario que estaba cantando. Nos explicaron que cantan para atraer a las hembras, y la verdad es que la “canción” era más bien triste, a ratos sonaba como un delfín, a ratos parecía una puerta vieja chirriando y a ratos parecían pedorretas… pero en general nos pareció triste! Descubrimos que el sonido se grababa muy bien debajo del agua!!
Al margen de las ballenas, la excursión también nos sirvió para admirar las muchas islas de Vava’u, la mayoría deshabitadas:
Con esto termina mi relato de Vava’u. A pesar del mal tiempo nos quedó muy buen sabor de boca y definitivamente fue lo mejor del viaje. El último día nos acercaron al muelle otra vez en el barquito y allí cogimos el vuelo de vuelta a Tongatapu para pasar los últimos 3 días de nuestras vacaciones en Fafa Island. Esta vez era de día así que pudimos apreciar el increíble paisaje de mil islas que se veía desde el avión. Y no os perdáis el avión, que parecía sacado de una peli de Indiana Jones!