Bangkok, la Venecia del Este: entre templos y canales ✏️ Diarios de Viajes de Asia Sudeste

Llegaba por fin el día del viaje y nos esperaba por delante una jornada muy cansada para llegar a Bangkok, puesto que nuestro vuelo con Qatar Airlines hacía escala en el aeropuerto de Doha (en Qatar). Era la primera vez que volaba con esta compañía y me pareció que la fama era merecida: avión enorme (Boeing 777-300 ER) con adecuado espacio entre los asientos y en estado bastante nuevo (no como otros en los que me he subido con aspecto viejuno), pantallitas individuales en cada asiento, auriculares, manta, almohada y kit personal (que en algunos no te dan nada de nada), pero sobre todo muy buena atención de la tripulación durante todo el vuelo. Los vuelos transcurrieron con normalidad, si acaso el primero entre Madrid y Doha un poco más turbulento de lo normal, pero en general no se me hicieron demasiado pesados gracias a alguna cabezadita y sobre todo a la pantallita del asiento, entre música, juegos y seguir el itinerario del avión. El cambio en Doha sí me pareció bastante plasta ya que por lo que parece hay una autovía entre la zona de llegadas y la de salidas, así que tocó un traslado largo en autobús desde el avión hasta la terminal, luego otro viajecito entre la terminal y el avión del siguiente vuelo y para rematar, la espera hasta que tuvieron preparado el ascensor especial para la asistencia con silla de ruedas. En fin, que después de 13 horas de vuelos, 2 horas de escala y 6 horas de diferencia horaria con España, llegamos al aeropuerto de Suvarnabhumi en Bangkok al día siguiente alrededor de las 12 del mediodía .

Lo primero que hicimos tras llegar fue cambiar un poco de dinero en una de las oficinas de cambio del aeropuerto. Creo recordar que el cambio estuvo en torno a los 38.5 baths por cada euro, bastante mejor que en el aeropuerto de Barajas. A continuación fui al puesto de taxi que hay en la calle en el nivel inferior al de llegada. Me dieron el recibo correspondiente tras decir la dirección del hotel y pensaba que me pondrían el taxímetro, pero que va, el conductor se hizo el despistado y el taxímetro se quedó como estaba: bien tapado por una jarapa. El trayecto desde el aeropuerto al hotel Grand Eastin Sathorn fue de unos 40 minutos y la sorpresa final por suerte sólo ascendió a 450 baths. Desde este momento hasta el final de la estancia en Bangkok una lucha continua para que pusieran el taxímetro en cada traslado .

En cuanto al hotel, decir que me encantó el aspecto que tenía desde el mismo momento en que entré, con apariencia de ser bastante nuevo, la decoración navideña y en general un vestíbulo bastante agradable en el que estar (con sus sillones, el bar, el piano de lo que sería la actuación musical), no como otros en los que te dan ganas de salir corriendo. En el check-in me pidieron un depósito en concepto de gastos por un total de 1000 bahts. No sé si es lo habitual en todos los casos o a mí me lo pidieron por tener pagada la habitación de antemano. La habitación me esperaba que estuviera entre las plantas 19 y 26 como correspondía a la categoría más básica (habitaciones superiores), pero me dieron una en la planta 27. Pues mira que bien, cuanto más alto mejores vistas, jaja . Y bien que las tenía, porque se veía perfectamente el río Chao Phraya y también algunos edificios bastante altos, como por ejemplo el hotel Lebua y su cúpula dorada del restaurante Sirocco. La habitación era con moqueta, pero a pesar de eso estaba limpísima. Otra cosa que me gustó era que había 2 sillones enormes de relajación en los que extender las piernas después de una jornada de visitas por la ciudad o una tabla enorme anexa a la pared en la que poner todos los objetos personales y las maletas. Aparte había juego de té y café, así como botellas de agua gratuitas. Secador de pelo en el baño, albornoz y zapatillas, variados artículos de aseo.

Después de darle un repaso a la habitación estuvimos curioseando por el hotel alguna de las instalaciones, como el bar, gimnasio y la piscina de borde infinito en la planta 14 (que pena que no estuviéramos en el hotel algún rato de día para disfrutar de esta instalación, pero se hacía de noche a las 6), club infantil en la planta 15, sala de reuniones en la planta 11, tienda de ropa en la 12, ordenador para conexión gratuita a Internet en el vestíbulo (esto si me pareció demasiado escaso).

Después de estar un rato viendo el hotel y de arreglarnos un poco, decidimos salir para ver algo de la ciudad. La primera imagen típica que vimos nada más salir del hotel fue un puestecillo de comida. Yo tenía la idea preconcebida de que estos puestos estarían en determinados sitios, como en los mercadillos, pero no por todas partes (casi omnipresentes) y hasta delante de hoteles y bancos lujosos como vería en días siguientes. Me dejó chocado que la dueña del puesto se estaba echando la siesta con la cabeza apoyada encima de los pinchos (así iba a vender mucho). Ver esta imagen, el calor que hacía (fácilmente 35 ºC) y el olor un tanto nauseabundo que desprendía el puesto, me hizo salir pitando de allí . No me llegaría a acostumbrar a estos olores el resto de días. La visita que tenía prevista para ese día en principio era la casa de Jim Thompson, ya que pensaba que no estaría para mucho trote después de tanto avión y por otra parte cerraban. El trayecto en taxi, con el "meter" puesto, nos costó 100 baths, lo que me pareció un precio estupendo para empezar y más teniendo en cuenta los km que había desde el hotel. El precio de la entrada era de otros 100 baths y la casa se recorría con una visita guiada de una media hora aproximadamente. La última en inglés era a las 16:35, así que la pillamos por los pelos. El que no sepa suficiente inglés siempre se puede enterar con los folletos en español. No se pueden hacer fotos del interior de la casa, pero sí del exterior y de los jardines. Para hacer la visita hay que quitarse los zapatos y las pertenencias como bolsos y cámaras de fotos hay que guardarlas en una taquilla. Fundamentalmente estuvimos viendo los jardines, dormitorio, comedor y alguna sala con piezas de arte. Ahora mismo recuerdo las estatuas de Buda. Por lo que me fijé, las casas estaban construidas de modo que desde una habitación se podía ver a lo largo de un pasillo el otro extremo de la casa. La guía fue bastante amena en la explicación de la casa y bromeaba constantemente con la mala suerte de guardar cosas rotas en ella (una estatua de Buda que estaba decapitada la pobre, platos rotos, etc...). A pesar de todo fue un poco agobiante por el calor, entre la madera de la construcción, la humedad proporcionada por el jardín y luego el frío de los ventiladores. Yo pensaba que pillaba ya el primer día un buen resfriado .

En cuanto al personaje en cuestión, Jim Thompson fue un arquitecto estadounidense que ofreció sus servicios al ejército americano durante la II Guerra Mundial y que fue asignado a una operación militar para liberar Tailandia de los japoneses. Cuando llegó a este país la guerra ya había finalizado y decidió establecerse en Bangkok. Se interesó por los tejidos e industria y contribuyó a la expansión internacional del comercio de la seda tailandesa. Además se edificó una casa formada a partir de 6 casas típicas (construidas sin clavos) procedentes de diferentes zonas del país. Por la expectación que levantó la casa y las obras de arte que contenía, la hizo accesible al público y destinó los beneficios a obras caritativas. Durante un viaje por Malasia en 1967, Jim Thompson desapareció y no se supo nada de él nunca más.

Aunque no sea imprescindible, la visita de la casa me parece una interesante primera toma de contacto con la ciudad. Como servicio adicional tienen un shuttle gratuito que te lleva a la calle principal donde está la parada de skytrain "BTS National Stadium" o el MBK. No es mucha distancia pero por lo menos te ahorra el trayecto y te deja más cerca de donde coger un taxi, tuk tuk o el tren. Como ya eran las 5 y pico de la tarde, pensaba que no daba tiempo a curiosear un poco por el mercado de fin de semana de Chatuchak, puesto que por la información que yo tenía cerraba a las 6 de la tarde y no se encontraba muy cerca precisamente, así que a falta de otro plan más interesante decidimos volver al hotel a descansar antes de salir a cenar. El taxi nos costó esta vez sólo 70 baths, aunque no sé cómo fue capaz de encontrar el hotel teniendo en cuenta que yo no llevaba escrito el nombre y la dirección en thai. El caso es que si seguían estos precios no me importaba coger todos los taxis necesarios (aunque no había caído en que era domingo).

Para ir a cenar la primera noche, había hecho una reserva por Internet en el restaurante Blue Elephant.

www.blueelephant.com/bangkok/

Sabía que estaba cerca del hotel, pero no tanto hasta el punto de estar enfrente. El edificio es un palacete del siglo XX y me gustó la decoración, que no era excesivamente recargado. Además, el servicio durante la cena fue bueno, atento sin estar encima constantemente. La carta me parecía original, ya que estaba dividida en secciones de recetas antiguas, actuales y futuras. También había menú de degustación. Nosotros pedimos lo siguiente:

- Khang khao phuak: Eran como unas croquetas rellenas de pollo y gambas con especias. Fue lo que más nos gustó.

- Curry rojo de pato asado

- Lubina marinada con hierbas

- Flan de coco y Khao Niau Mamuang (arroz con leche de coco y mango)

- Arroz de acompañamiento

- Agua mineral y zumo de coco.

Éste fue el primer contacto con el picante durante el viaje, no demasiado excesivo. Me hubiera gustado repetir en este restaurante, pero al final por no coincidir que estuviéramos en el hotel en el momento adecuado o por haber comido demasiado al mediodía, no pudo ser. El precio total fue de unos 2250 baths.


Al día siguiente el primer objetivo era visitar el Gran Palacio y el templo del Buda Esmeralda (Wat Phra Kaew) y luego ya veríamos. Tras desayunar en el restaurante buffet de la 5ª planta (variedad y calidad en platos occidentales y asiáticos) fuimos a cambiar dinero a un banco que se quedaba al otro lado de la calle, ya que en el hotel no hacen esta operación. Cruzando por las escaleras de acceso a la parada Surasak de skytrain, a la que también se puede acceder desde el mismo hotel, el banco estaba justo al terminar de bajar las escaleras. El cambio que nos dieron fue mucho mejor que el del aeropuerto. Si no recuerdo mal a 39.75 baths el euro.

Desde allí cogimos un taxi hacia el Gran Palacio y en aproximadamente media hora ya estábamos allí. El precio estuvo alrededor de 65 baths: ¡un disparate!. Los alrededores del palacio, a las 10 de la mañana ya estaban de bote en bote de autocares, tuk-tuk y taxis y hacía un calor insoportable, así que mejor ir lo antes posible. Una vez que se entra, la ventana de venta de entradas se encuentra al final de la explanada a mano izquierda. Actualmente cuesta 400 baths y permite el acceso adicional a la mansión Vimanmek (parque Dusit) y en la fecha en la que fui también a un pabellón de insignias y decoración reales y monedas. No sé si es lo habitual. Justo al lado de esta ventana hay otra en la que se pueden alquilar audioguías. Yo pasé olímpicamente porque suponía que estaría en inglés y sólo me iba a enterar a trozos, pero es para darme de palos, porque una vez terminé la visita me fijé que había también en español. Otra cosa: en el recinto hay una única tienda que vende botellas de agua (barata, a 15 baths) y se queda a la derecha de la cola de control de entradas, pero ojo, antes de meterse por la cola. Yo me equivoqué y luego dentro de la zona de templos sólo había fuentes de agua fría, de las que yo no me fiaba de beber, y algún puesto en el que vendían otras bebidas.

Tras la caída definitiva del reino de Ayutthaya a manos de los birmanos en el último tercio del siglo XVIII y un breve período de tiempo en el que la capital del nuevo reino tailandés estuvo en Thonburi (al otro lado del río Chao Phraya donde actualmente se hacen los tours por los canales), se fundó una nueva capital (Bangkok) al no considerarse adecuada la anterior y se edificó el complejo del Gran Palacio en 1782. Con más de 20 hectáreas y una muralla de casi 2 km, contiene templos, edificios oficiales y fue hasta parte del siglo XX residencia real. Por ser el primer monumento de este tipo que visitaba en Tailandia era inevitable el no saber dónde mirar, porque toda la decoración recargada de los edificios me entraba por los ojos. Por suerte, como el recorrido está más o menos marcado y con ayuda de un mapa, se puede poner un poco de orden en la visita. El recorrido está más o menos marcado y entro eso y un mapa se puede poner un poco de orden en la visita. Lo primero con lo que te topas son las dos figuras de dos demonios gigantes que armados con espadas se encargan de proteger los templos y dos capillas que tienen figuras de Buda dedicadas a los reyes del reino de Ayutthaya y a la dinastía actual respectivamente. Inevitable mirar a la estupa dorada que hay a continuación en la que se guardan reliquias de Buda y que es la más sagrada del recinto (chedi Phra Siratana).

Siguiendo con el recorrido y obviando por el momento el templo del Buda Esmeralda, subimos a una terraza sobre la que hay varios edificios y figuras de interés:

• Phra Mondop: Biblioteca que alberga manuscritos budistas y que está decorada con puertas de nácar, figuras de serpientes con cabeza humana o de dragón.
• Panteón Real: Estatuas a escala natural de los 7 primeros reyes de la dinastía Chakri (Rama I a Rama VII), que es la que reina en Tailandia desde que la capital se estableció en Bangkok.
• Maqueta de los templos de Angkor Wat en Camboya, que a ver si los conozco alguna vez in situ.

Alrededor de estos edificios pude observar figuras de elefantes (representando fortaleza y buena suerte) y otras de seres mitológicos como el garuda, que toma la forma de un gran pájaro y que en la mitología budista e hinduista aparece como vehículo del dios Vishnu. Es símbolo nacional tailandés y de la familia real.

A continuación pasamos por varias dependencias en las que se muestran murales y llegamos al templo del Buda Esmeralda o Wat Phra Kaew, que es el edificio más importante.

Esta imagen, hecha realmente de jade, fue descubierta inicialmente en Chiang Rai y estuvo posteriormente en Lampang, Chiang Mai y Laos, antes de regresar a Tailandia a finales del siglo XVIII, desde cuando permanece en su ubicación actual en el Gran Palacio. La "figurita", pues no llega a los 70 cm, está vestida con un traje correspondiente a la estación del año y se cambia 3 veces al año en un ceremonia presidida por el rey.

Historia aparte, entre que la figura es enana y que está sobre un trono enorme, cuando entras al templo intentar localizar a primera vista el Buda es como encontrar la calavera en la catedral de Salamanca. Por otro lado, entre que el templo estaba rebosante de gente, el calor que hacía y el olor a pies, no prestamos demasiada atención y salimos en menos de 5 minutos de allí.

Seguimos hacia el patio central del Gran Palacio Real, construido un siglo después en el centenario del establecimiento de Bangkok como capital y del que se usan sólo actualmente las áreas de recepción.

Del Gran Palacio no vimos mucho más, porque había bastantes edificios en rehabilitación, así que dimos por concluida esta visita.

Decidimos dejar para otro día más temprano los templos Wat Pho y Wat Arun y en su lugar ir al Wat Suthat. El primer taxi que íbamos a coger no quería poner el taxímetro y sí cobrar 200 baths por ir a este templo que no está ni a 2 km del Gran Palacio , así que seguimos preguntando hasta encontrar un taxi en el que nos quisieran poner el taxímetro. El trayecto nos costó 45 baths.

Después de la algarabía del Gran Palacio, llegar a este templo en el que no había apenas turistas fue de agradecer y pudimos disfrutar de una gran tranquilidad. Es uno de los más antiguos de Bangkok (finalizado a mediados del siglo XIX), construido para albergar una estatua de Buda en bronce del siglo XIII procedente de Sukhothai. El patio está rodeado por una galería repleta de estatuas de Buda. Según las cifras son hasta 156. El interior del templo contiene la mencionada estatua y está cubierto con murales. Cuando entré era el momento de la oración y la sala estaba repleta de tailandeses recitando los mantras de un libro. La entrada a Wat Suthat es gratuita y creo que merece la pena.

Después de pasear un poco por el claustro del templo pusimos rumbo hacia el templo Wat Traimit, en el barrio chino, aunque no fue muy fácil conseguir un taxi y no por falta de ellos, porque pasaban a decenas cada minuto, sino porque todos iban llenos. Al final, después de 20 minutos por lo menos, conseguimos uno con taxímetro y sólo nos costó 55 baths, a pesar del tráfico que ya se empezaba a notar en la ciudad a mediodía. La entrada para Wat Traimit cuesta 40 baths y se compra en una ventanilla que hay en el lateral del templo. La estatua del Buda de oro más grande del mundo, que es lo más interesante, se encuentra en la 4ª planta del edificio, pero el que no pueda tiene la posibilidad de subir en ascensor, para lo que se entra en el templo por el lateral. La escultura de Buda mide 5 metros y pesa más de 5 toneladas. Después de ver la escultura y ponernos el calzado decidimos bajar en el ascensor y al salir del mismo nos cayó una buena bronca de un señor del templo por ir con los zapatos puestos y nos los tuvimos que quitar a 10 m para salir a la calle. Menuda vergüenza pasamos pero es que no nos dimos cuenta que al bajar en el ascensor seguíamos en el recinto del templo.

Tras este apuro y siendo ya la hora de comer, pusimos rumbo hacia el centro comercial Siam Paragon. En esta ocasión no hubo manera de conseguir un taxi en el que nos pusieran el taxímetro y tuvimos que pagar 100 baths. Después del bullicio, el tráfico y el calor tan asfixiante que hacía en la calle, entrar en este sitio con el aire acondicionado fue casi una bendición. Fuimos a la búsqueda de un café que había visto recomendado en el foro: el Another Hound by Greyhound Cafe. Nos gustó bastante el estilo del café y la comida no nos decepcionó tampoco. La carta contiene platos italianos y tailandeses y viene con fotos, lo que facilita bastante las cosas. La cuenta nos salió por unos 840 baths, incluyendo un plato de sopa con gambas picante, dos platos de pasta, agua mineral y postre. Después de eso estuvimos curioseando un poco por la planta de ropa y telefonía móvil y de paso aprovechando para comprar algunas cosas en el supermercado.

Junto a una de las salidas del centro comercial hay una parada de taxis y un señor organizando la cola. Además aquí no te ponen pegas con ponerte el taxímetro a pesar de todos los atascos que haya en la ciudad, que a partir del mediodía son continuos. Eso sí, el taxista que nos llevó al hotel no parecía tener muy claro dónde estaba, a pesar de que se le dio la dirección escrita en thai y de que el hotel Eastin Grand Sathorn está en una avenida importante, porque tuvo que mirar unas cuantas veces el mapa y la dirección en la tarjeta que me habían dado en recepción, e incluso hizo una llamada telefónica porque no se aclaraba. En fin, yo no sé si daríamos algún rodeo, pero al final el viaje nos salió por 90 baths .

Esa noche no nos apeteció salir a cenar y dimos buena cuenta de lo que habíamos comprado en el supermercado.

Al día siguiente cogimos otro taxi para ir hasta el templo Wat Pho por el precio de 70 baths. Actualmente la entrada al templo cuesta 100 baths y continuan dando una botella de agua mineral gratuita, que es de muy agradecer. El motivo por el que principalmente es conocido este templo es porque alberga la estatua del Buda Reclinado, que tiene la friolera de 46 metros de largo y 15 de alto, cubierta por pan de oro. A sus pequeños pies de 3 m, hay unas inscripciones en nácar en las que se describen características de Buda. Se trata de la estatua más grande de Buda en Tailandia. También me llamó la atención el gran número de estupas que hay en Wat Pho y como dato curioso parece que es el templo que más estatuas de Buda contiene en Bangkok.

El siguiente punto de interés al que nos dirigimos fue al templo Wat Arun o templo del Amanecer. Fue construido en la época del reino de Ayutthaya y albergó por un breve espacio de tiempo la estatua del Buda Esmeralda antes de que se trasladara al templo Wat Phra Kaew. Desde Wat Pho el embarcadero está casi en línea recta, justo por donde están los puestos del mercadillo. Cruzar en el barco al otro lado del río cuesta 3 baths.

La imagen de este templo desde el lado contrario del río o mientras que lo estás cruzando, creo que es una de las vistas más especiales en la ciudad de Bangkok . Impresiona contemplar la enorme pagoda central de estilo jemer (alcanza hasta los 80 m) rodeada por otras cuatro pagodas menores en cada una de sus esquinas.

La entrada al templo cuesta 50 baths y se puede visitar de 8 a 17:30.

A quien le apetezca puede subir todas las escaleras que tiene la pagoda central, aunque tiene muchísima pendiente. Allí estuvimos un rato viendo como subía la gente y sobre todo cómo bajaban, unos sentados, otros de espaldas o de lado y los que menos de frente. Yo no hubiera subido ni loco porque no me hubiera atrevido a bajar después, jaja. Todas las pagodas están decoradas con conchas marinas, piezas de porcelana y multitud de figuras mitológicas. Alrededor de la pagoda central también hay varias figuras de animales que no supe identificar. Eran como unas cabras con cuernos.

A esta hora de la mañana el calor era ya muy sofocante y no se estaba muy cómodo en la calle, así que aprovechando que a la salida del templo está uno de los embarcaderos desde los que se puede hacer la excursión por los klongs de Thonburi, pensamos en hacer uno de estos paseos. En el panel informativo ponía que pasaba por el Museo de las Barcas Reales, la granja de orquídeas y la de serpientes, que me llamaba bastante la atención. No obstante, como tampoco estaba muy seguro al haber leído opiniones contradictorias en el foro, o que podía haber bichos, elegimos hacer uno de una hora de duración. No recuerdo el precio porque no lo apunté, pero quizás costara 500 baths por persona. ¡Menudo negocio que tienen montado allí! No paraban de llegar barcas de popa larga a cada minuto y no se esperaban a que se llenaran para salir, sino que en unas iban 2 personas (como en mi caso) y en otras 10 personas. Cuando por fin nos asignaron una barca y nos metimos en ella como buenamente pudimos sin caernos al agua, la barca salió disparada pegando botes sobre el agua y yo pensando "Como este trasto vaya todo el rato saltando a toda velocidad menudo paseo me espera". Lo que no me esperaba y acerca de lo que no había leído nada, era que al entrar al canal hubiera una esclusa. Había varias barcas esperando a que se abriera la compuerta y allí estuvimos varios minutos y cuando por llegó el momento y pensaba que íbamos a pasar, pues no, resulta que sólo hay espacio para 7 barcas y nosotros estábamos en la posición octava. ¡Pues ale! A esperar tostándonos al sol a que se complete el proceso completo de apertura y cierre de la esclusa . En total estuvimos alrededor de media hora allí parados más luego otros minutillos hasta que entramos ya al canal en sí. Iluso de mí, creía que el paseo de una hora comenzaba en ese momento y que sería más o menos tranquilo, pero no, la barca salió disparada a toda velocidad como si de una persecución se tratara y apenas si nos daba tiempo a percibir unas casitas de madera por aquí, alguna chabola por allá, pequeños templos. Y qué decir de poder hacer fotos, que no tenía casi tiempo. Para añadir anécdotas al paseo, en cierto momento el barquero se paró detrás de otra barca, no sé si porque tendría que decirle algo al que la llevaba o qué. El caso es que en un momento dado, esa barca arrancó y no sé qué maniobra haría que empezó a saltar agua para atrás y a caerme a mí encima. El que guiaba nuestra barca le tuvo que llamar al otro la atención hasta que se dio cuenta y paró el motor, aunque para entonces yo estaba empapado de arriba a abajo. ¡Estupendo! Sudando por el calor y mojado por el agua del canal, que estaría de todo menos limpia. Menos mal que estaba con la boca cerrada . En 2 ó 3 minutos llegamos a otra esclusa y tras esperar 5 minutos salimos de nuevo al río Chao Phraya y nos dejaron en el embarcadero cercano al Wat Pho.

La conclusión es que el paseo me decepcionó parcialmente porque la mayor parte de la hora transcurrió esperando en las esclusas y lo que vimos ni nos dio tiempo a hacerlo con relativa calma. Obviamente no vimos ni granja de orquídeas, ni de serpientes ni ningún Museo de Barcas Reales. Supongo que eso sería en los paseos de 2 horas, pero en el panel informativo no especificaba eso, ya que de lo contrario quizás hubiera optado por el paseo más largo .

Eran ya cerca de las 2 de la tarde y yo prefería regresar al hotel para asearme un poco y si eso comer allí, porque no me encontraba muy a gusto que digamos con la ropa mojada por el agua del canal. Sin embargo muy a mi pesar, ganó la opción de ir de nuevo a comer al centro comercial Siam Paragon. Esta vez no hubo manera de conseguir un taxi con el taxímetro en funcionamiento. Por la mañana no había dificultades para lograrlo, pero a partir del mediodía era imposible. Supongo que a los taxistas no le haría mucha gracia tirarse un rato en la carretera para llevarse una miseria de carrera. Por 150 baths fuimos en esta ocasión al centro comercial. Por no repetir en el mismo sitio del día anterior, dimos una vuelta por el espacio de restaurantes de la planta baja y seleccionamos uno japonés en el que había gente y no parecía tener mala pinta: el Nippon Kai. Pedimos lo siguiente:

- Gyoza (empanadillas japonesas)
- Sushi de anguila
- California maki
- Sashimi variado
- Agua mineral

No nos convenció demasiado ninguno de los platos y la cuenta salió por 1210 baths.

Tras las oportunas compras en el supermercado nos fuimos a coger un taxi para regresar al hotel. El taxista parecía tenerlo claro porque no miró ni una vez la dirección de la tarjeta, pero craso error, porque cuando llevábamos más de 20 minutos para en un hotel diciendo que ya habíamos llegado y se trataba del Eastin Makkasan, no del Eastin Grand Sathorn. Como para fiarse . A partir de entonces fue una pesadez, porque había muchísimo tráfico e incluso en un sitio estuvimos parados 10 minutos sin movernos. Incluso me pareció que ni el semáforo había cambiado de color. Pasado el rato llegamos al parque Lumpini, pero desde allí hasta el hotel fue otra eternidad. Resumiendo: tardamos una hora y media en llegar y nos salió por 170 baths.

No tuvimos apenas tiempo para descansar, porque esa noche teníamos una reserva en el restaurante The China House del hotel Mandarín Oriental y con la experiencia de esa tarde con el taxi no me quería ir demasiado tarde. Cogemos un taxi en la puerta del hotel y le digo que al taxista que nos lleve al hotel. ¡Pues no! El hombre no conoce el hotel o no sabe lo que le estoy diciendo, así que tengo que regresar a la recepción para que me escriban en thai el nombre del hotel y la dirección. Cuando parece que está todo perfecto, entonces resulta que no le da la gana poner el taxímetro, porque según él hay tráfico y pide 100 baths. Por no discutir y no perder tiempo aceptamos, aún sabiendo que con taxímetro el trayecto que íbamos a hacer no pasaría de 50 baths. Para rematar el taxista no tiene muy claro donde está el hotel a pesar de llevar la dirección y tiene que preguntar en otro hotel para que le digan cómo llegar. ¡Qué suplicio! Como llegamos con 45 minutos de antelación, ya que como suponía no había demasiado tráfico, entramos en el hotel para curiosear un poco la decoración, la gente que había. Como había un bodorrio en uno de los salones se veía gente bastante arreglada, aunque también mucha bermuda para tratarse de un hotel de 5*.

A la hora apropiada fuimos al restaurante, que está en un edificio independiente enfrente del hotel. Allí nos sentaron en una especie de reservado. Mi idea era pedir el pato asado, aunque no tenía muy claro si era un plato para una o dos personas. Entender el inglés del camarero chino no era muy fácil y tampoco ayudaba la ortodoncia que llevaba, pero finalmente pude entender que pedir el plato para una sola persona podía ser demasiado, así que pedimos un entrante más y desistimos de tomar otro plato principal. Cuando al rato nos llevaron un pato para nosotros solos y empezaron a cortar más y más lonchas de carne y la piel en crepes, a mí casi me da algo. Cuando terminaron nos lo dejaron todo guardado en una cesta. Para tomarlo se mete una loncha de carne en la masa del crepe, se le añade la verdura (tiras de pepino japonés y cebolletas) que ponen de acompañamiento y la salsa de ciruelas y se envuelve. Después de unos cuantos crepes ya no podía más y encima a mi hermana no le gustaba. Al borde de la indigestión tuve que desistir de seguir con aquel plato y dejarme unos cuantos crepes. Aunque me gustaba, terminé hasta las narices de pato. El otro aspecto del restaurante es el servicio, a nuestro modo de parecer exagerado. Está muy bien que estén pendientes, pero no a cada momento, ni que te lleven 3 toallitas calientes para limpiarte las manos cuando sólo has pedido un plato, ni que te observen a través de los espejos puestos en el reservado.

La cuenta nos salió por 2650 baths con lo siguiente:

- Pato asado al horno
- Rollito de primavera
- Agua mineral
- Té de jazmín de sobre

Quizás si hubiéramos pedido otros platos de la carta hubiéramos disfrutado más, ya que era muy variada, pero el pato era demasiado. Es un plato para 3 ó 4 personas.

La vuelta al hotel nos costó sólo 50 baths.

El día siguiente se lo dedicamos en su mayoría a la excursión por el Parque histórico de Ayutthaya


Esa noche decidimos ir a cenar al restaurante Baan Kanitha, al que se quedaba en la misma calle de nuestro hotel pero cerca del parque de Lumpini. Cogimos un taxi y ya la volvimos a liar, porque el tipo nos quiso dejar en un restaurante y en una calle que no tenían nada que ver con el sitio al que queríamos ir . No me cabe en la cabeza como si das una dirección que es la misma del lugar en el que te recoge sólo que 2 km más arriba, te vayan a dejar en un sitio que no tiene nada que ver. A mí me parece que el taxista era un poco "piratilla". Cuando llegamos al Baan Kanitha por fuera tenía muy buena pinta, pero a la hora de la verdad la comida nos pareció un poco floja y el precio total fue el más caro de todos los restaurantes en los que estuvimos en Bangkok, pues nos salió por unos 2800 baths:

- Entrantes variados
- Curry verde de pollo
- Un pescado indescifrable cubierto de especias o vaya vd. a saber qué
- Postres: plátano dulce en sirope y arroz glutinoso con mango
- Arroz blanco
- Agua mineral

De lo que pedimos no había nada que estuviera especialmente bueno.

El día siguiente era el último que pasábamos en Bangkok y como no estaba interesado en ver ningún templo más, pensé que lo mejor era ir al parque Dusit y visitar la mansión Vymanmek, aprovechando que estaba incluida con el ticket del Gran Palacio. El taxi con taxímetro creo que nos costó entre 100 y 110 baths, porque está bastante lejos. El acceso a la mansión está perfectamente controlado para que nadie se salga del camino y nos revisaron las entradas no una ni dos veces, sino hasta tres. No sé si hasta cachearon . También hay escáner. Pero no bastante con esto tienes que ir un poco tapadillo (las mujeres con falda o pantalón demasiado corto se tuvieron que poner pareos) y tampoco puedes llevar gorra. Antes de entrar en la mansión, a la derecha, hay un edificio donde están las taquillas en las que hay que dejar las pertenencias y cuestan 20 baths, que no se devuelven. En la planta baja de la mansión hay una habitación en la que hay que dejar el calzado antes de entrar.

Se supone que es el edificio de teca dorado más grande del mundo, con 81 habitaciones, en el que no se utilizó ningún clavo de hierro. Inicialmente Palacio de Verano de la familia real en Chon Buri, fue desmantelado y trasladado al parque Dusit a principios del siglo XX, tratándose del primer edificio permanente en este parque. Fue residencia del rey Rama V durante 5 años y a su muerte en 1910 la familia real regresó al Gran Palacio.

En cuanto a la visita en sí, nosotros la hicimos por libre, aunque a determinadas horas hay programadas visitas guiadas en thai y en inglés. Algunas de las salas que vimos fueron la Cámara de Audiencias, los dormitorios, sala de marfil, sala de cerámica, sala con cubertería, salones, etc...Tiene una mezcla de decoración occidental y oriental que me pareció bastante original. Este palacio es visitado por muchos grupos organizados lo que hace que a veces sea un poco incómodo, porque cada 5 minutos llegan oleadas de gente y es difícil ver bien las diferentes salas. Cuando se quedaba más silencioso el edificio me hacía gracia contemplar a las vigilantes como estaban entregadas en cuerpo y alma unas en hacer ejercicios físicos y otras en maquillarse .

A la salida tomamos junto a la oficina de información un shuttle que nos llevó al Ananta Samakhom Throne Hall, edificio de dos plantas de mármol blanco construido durante el reinado de Rama V. Albergó la Asamblea Nacional y sirvió como lugar de recepción de invitados de Estado. Actualmente hay una exposición permanente llamada "Arts of the Kingdom" en la que se pueden ver algunas piezas de arte tailandés. Aunque inicialmente íbamos con la idea de visitar el Museo Nacional, finalmente optamos por visitar esta exposición. El precio de la entrada es de 150 baths y el horario de visita es de martes a domingo de 10 a 5 de la tarde. En el edificio en el que se compran las entradas hay taquillas en las que hay que dejar los bolsos. Para variar, hay un código de vestimenta para ver la exposición: tanto hombres como mujeres deben llevar ropa larga y nada de camisas sin manga, no se puede llevar gorra y tampoco gafas de sol . Si hay alguien discapacitado o que no pueda andar mucho, que sepa que tienen alguna silla de ruedas. En cuanto a las piezas de arte que se pueden contemplar, personalmente me llamaron más la atención las de la segunda planta, donde hay objetos como los siguientes: modelo de una barca real, un palanquín, un barco de juncos dorado, réplicas de tronos de madera de teca dorados, tapices bordados, paneles de madera tallada con escenas de leyendas, etc...

www.artsofthekingdom.com/ ....php?=home

Cuando terminamos de ver la exposición era la hora de comer y pusimos rumbo hacia la zona de Wat Pho, porque me apetecía ir a un restaurante recomendado por varias personas en el foro, en el que se decía que había buenas vistas del templo Wat Arun: The Deck by the River. El taxi fue muy barato, sobre 70 baths, pero para variar el taxista para no complicarse nos quería dejar en el Wat Pho y le tuve que insistir para que nos llevara lo más próximo al restaurante. Está en un callejón sin salida en el que no esperas encontrarte un restaurante que esté medianamente en condiciones, pero el sitio no está nada mal. Se puede comer en el interior o bien en la terraza, que es desde donde se ve el templo Wat Arun. Nosotros en un primer momento nos sentamos en una mesa pegados al río, pero no está limpio que digamos y se ve basura, así que nos retiramos un poco, que total se ve lo mismo. La pena es que había un barco de cierta envergadura atracado delante del restaurante, por lo que tapaba parte del templo y no se quitó en las 3 horas que estuvimos allí.

En cuanto a la comida en sí, la carta tiene tanto platos italianos como tailandeses y de precio no está nada mal. Para nosotros fue de lo mejor en Bangkok y casi que de todo el viaje, porque todo estaba delicioso, con el punto añadido de ver el templo . Pedimos lo siguiente:

- Chicken satay: Brochetas de pollo al grill acompañadas de varias salsas picantes
- Ensalada de papaya
- Risotto de productos del mar
- Lasagna de espinacas
- Postres: Melón en leche de coco y arroz glutinoso con mango
- Agua mineral y zumo de sandía

En total la cuenta nos salió por unos 1800 baths. Nos quedamos con las ganas de volver, pero era nuestro último día y por la noche no nos iba a apetecer volver hasta allí.

El regreso al hotel fue un poco odisea. Nos pilló alrededor de las 5 de la tarde y no había manera de conseguir un taxi en el que quisieran poner el taxímetro. Empezaron por 200 baths, 250, 300 e incluso 400 baths. Después de haber parado a por lo menos 10 ó 12 taxis, conseguí uno por 180 baths y lo cogí, que no me apetecía estar parando taxis durante una hora hasta que alguno quisiera poner el taxímetro. Podría haber vuelto en barco y en el skytrain hasta la estación de Surasak, pero me había planteado no usar el transporte público para cansarme lo menos posible al ir andando con muletas. Tengo que reconocer que sí que había atasco, porque al final tardamos una hora en llegar al hotel.

En resumen con los taxis en Bangkok: es fácil conseguir un taxi con taxímetro por la mañana y por la noche, o quizás en sitios en los que supongo que puede haber algún acuerdo (como en el centro comercial Siam Paragon, en el que te ponían el taxímetro aunque fuera media tarde), pero fuera de esto era prácticamente imposible. No sé cuántos taxis habría tenido que parar para lograrlo. Por otra parte, hay que andarse con ojo y saber a dónde se dirige uno, porque si no, es posible que te dejen en un lugar distinto a aquel al que quieres ir.

Al final esa noche no hicimos nada más y ni siquiera salimos a cenar, porque al día siguiente volábamos a Sukhothai bastante temprano, así que se daba por concluida la visita de Bangkok.