Día 3. Recorrido 107 Km. aproximadamente.
Lo peor de este día fue que era lunes, y los lunes cierra buena parte de los monumentos y museos de Navarra. Con lo cual no pudimos ver el Museo del Carlismo, ni hacer la visita que nos quedó pendiente el día anterior al Monasterio de Irache. Así que ojo con los lunes.
Después de desayunar increíblemente bien y barato junto a la plaza de toros, en uno de los numerosos bares de la localidad, dimos un agradable paseo por Estella, población que creció a partir del Siglo XI por el paso de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Tiene bastantes edificios históricos y el recorrido más interesante comienza en la plaza de San Martín, con la fuente de los Chorros y el palacio de los Reyes de Navarra.
Después de desayunar increíblemente bien y barato junto a la plaza de toros, en uno de los numerosos bares de la localidad, dimos un agradable paseo por Estella, población que creció a partir del Siglo XI por el paso de los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela. Tiene bastantes edificios históricos y el recorrido más interesante comienza en la plaza de San Martín, con la fuente de los Chorros y el palacio de los Reyes de Navarra.
Una escalinata, a la derecha, conduce a la iglesia de San Pedro de la Rua; y a la izquierda sale una de las calles más bonitas de la población, la calle de la Rua.
Una de las fotos más bonitas se obtiene desde el puente de la Cárcel, sobre el río Ega, aunque curiosamente se trata de una construcción moderna sobre el antiguo puente románico que se perdió en 1873.
Sin dejar ese margen del río y siguiendo por la calle de Curtidores se llega hasta la Iglesia del Santo Sepulcro, de visita obligada, y en el camino se pasa por el Convento de Santo Domingo y la Iglesia de Santa María Jus del Castillo. Muy buenas las vistas desde allí.
Ya al otro lado del río, hay que visitar la Plaza de los Fueros, donde habíamos cenado la noche antes, y las calles Mayor y Calderería, también se puede subir hasta la iglesia de San Miguel para ver su interesante pórtico románico tardío.
Tras pasear por Estella, nos dirigimos a la sierra de Urbasa, a unos pocos kilómetros de Estella. Tomamos la carretera NA-718 y, pasado Zudaire, nada más coronar el Puerto de Urbasa, llegamos al llamado “Balcón de Pilatos”, un bonito mirador desde el que se ve a vista de pájaro el valle, sus pueblos, las paredes verticales que lo cierran y una parte del sendero que recorreríamos posteriormente en busca del nacedero del Urederra. El mirador no está en la misma carretera, hay que andar unos cien metros hasta el “precipicio”, así que hay que ir con ojo para no pasárselo. Estas son las vistas que se obtienen desde allí:
A continuación, retrocedimos hasta Baquedano, donde comienza la ruta al nacedero del Urederra. En sus calles no se puede aparcar (lo cual me parece estupendo), así que dejamos el coche en el aparcamiento municipal previo pago de no me acuerdo si fueron 2 o 3 euros. Desde allí, hay que caminar hasta el nacedero, pasando por el pueblecito, tan pequeño como bonito.
Respecto de la excursión, poco voy a decir porque sería un tanto repetitiva con mis adjetivos y merecería una etapa por sí misma, simplemente señalar que el recorrido junto al río es una auténtica maravilla y no dejas de preguntarte cómo es posible que el agua tenga ese color turquesa tan espectacular (me recordó al color del agua de los Lagos de Pilvitze en Croacia; naturalmente el paraje es mucho más pequeño, pero para compensar lo tenemos muchísimo más cerca). El camino es, por lo general, muy cómodo y lo puede hacer todo el mundo, salvo los tramos finales en que se complica un poco por la subida y las piedras, pero lo visto hasta entonces ya compensaría la visita a los menos aventureros. Dejo unas fotos que estoy segura animarán a más de uno a ver este incomparable lugar. No obstante, decir que el baño está prohibido en todo el parque y hay vallas de madera que impiden bajar a la orilla del río.
Por poner algún pero (muy pequeñito), la vegetación es tan densa que a veces cuesta trabajo distinguir el agua entre la hojarasca, lo cual en ocasiones dificulta las fotos, aunque otras veces las realza y proporciona imágenes sorprendentes, para enmarcar.
Llegar frente a la pared del nacedero es un poco más complicado porque hay que meterse en el agua y cruzar unas rocas con mucha precaución pues está resbaladizo y hay una buena caída; pero también se puede apreciar el salto de agua desde la distancia. La cascada estaba un poco menguada por ser verano, pero seguía siendo muy hermosa y, contemplándola y oyendo el rumor del agua, comimos nuestros bocatas.
]En esta zona se pueden hacer otras excursiones por la sierra, seguramente muy interesantes. Nos hubiera gustado subir, por ejemplo, al Balcón de Urbasa (que según nos dijeron no es el mirador del Balcón de Pilatos), para ver la cascada desde arriba, donde revolotean los buitres. Y también visitar otros nacederos en la vecina sierra de Andía, pero no nos daba tiempo; así que se quedaron para otra ocasión. Y es que volveremos, por lo menos esa intención tenemos.
Volvimos a pasar por Puente la Reina y fuimos hasta la peculiar iglesia de Santa María de Eunate, de misteriosos orígenes templarios y con una inusual planta octogonal. Lamentablemente sólo pudimos verla por fuera (lo que también merece la pena si se pasa cerca) ya que al ser lunes no se podía visitar, ¡dichosos lunes!.
Volvimos a pasar por Puente la Reina y fuimos hasta la peculiar iglesia de Santa María de Eunate, de misteriosos orígenes templarios y con una inusual planta octogonal. Lamentablemente sólo pudimos verla por fuera (lo que también merece la pena si se pasa cerca) ya que al ser lunes no se podía visitar, ¡dichosos lunes!.
De camino a Olite, pasamos por Artajona para ver el famoso Cerco medieval, conjunto amurallado del siglo XI, formado por 14 torreones cuadrados, unidos por un camino de ronda. Ya en la distancia su perfil atrae sin remedio. Los muros lucían realmente preciosos iluminados por el cálido sol vespertino.
No había absolutamente nadie, lo cual nos pareció increíble en pleno mes de julio y en un lugar tan sugerente como aquél. Rodeamos el Cerco a pie y desde el la muralla interior contemplamos el pueblo de Artajona y los campos de viñedos que abarcan el horizonte. Merece la pena verlo. En las inmediaciones también hay unos dólmenes, pero no fuimos.
Llegamos a Olite sobre las ocho de la tarde, previa travesía en coche por el centro de Tafalla, con curiosas construcciones de piedra. Nos alojábamos en el Palacio Viejo que actualmente es el Parador Nacional. Hay que tener cuidado al reservar porque sólo las habitaciones superiores están en el Palacio Viejo, las restantes están en un edificio moderno sin ningún interés artístico ni monumental; las del Palacio son algo más caras, lógicamente, pero es que si a las habitaciones del Palacio puedes encontrarle una explicación a su alto precio por estar ahí precisamente, a las otras, no tanto. Reconozco que fue un capricho, aprovechamos una oferta y aún así nos salió bastante caro para un establecimiento de tres estrellas, pero los Paradores Nacional son así y por una noche no nos íbamos a arruinar. El coche tuvimos que dejarlo en una zona de aparcamiento, fuera de las murallas.
Palacio Viejo:
Aparte de Pamplona, Olite fue el primer lugar donde vimos bastantes turistas, incluso por la noche. Olite ostenta el título de ciudad desde 1630, tiene un casco antiguo muy pequeño pero realmente precioso y la iluminación de sus dos plazas principales la de los Teobaldos (con el Palacio Viejo y la Iglesia de Santa María la Real) y la de Carlos III el Noble (con el Ayuntamiento, la pirámide de cristal, las galerías medievales y la entrada al Castillo) realzaba su encanto medieval. Curiosamente el castillo (Palacio Nuevo) no estaba iluminado aunque sí tiene muchos focos instalados. Había un andamio y estaban haciendo obras, quizás esto tuviera relación con la falta de iluminación. ¡Una lástima!
Teníamos la intención de cenar en la muy recomendada Casa Zanito, pero cerraba los lunes (¡vaya fastidio con los lunes), así que buscamos otro restaurante porque después de varios días de tapas y bocatas nos apetecía cenar algo más consistente y empezar a probar la auténtica gastronomía navarra de plato, cuchara y tenedor. Después de dar vueltas sin encontrar demasiada oferta porque ya era tarde, entramos en un restaurante de la plaza de los Teobaldos y, curiosamente, nos llevaron al comedor del Parador Nacional, ya que era el restaurante del Parador, que tiene acceso por el exterior, y no nos habíamos dado cuenta. La comida estaba muy buena, me gustó el bacalao al ajoarriero. El precio alrededor de los 30 euros por persona. Con otro paseíto nocturno por los alrededores terminó la jornada.
Teníamos la intención de cenar en la muy recomendada Casa Zanito, pero cerraba los lunes (¡vaya fastidio con los lunes), así que buscamos otro restaurante porque después de varios días de tapas y bocatas nos apetecía cenar algo más consistente y empezar a probar la auténtica gastronomía navarra de plato, cuchara y tenedor. Después de dar vueltas sin encontrar demasiada oferta porque ya era tarde, entramos en un restaurante de la plaza de los Teobaldos y, curiosamente, nos llevaron al comedor del Parador Nacional, ya que era el restaurante del Parador, que tiene acceso por el exterior, y no nos habíamos dado cuenta. La comida estaba muy buena, me gustó el bacalao al ajoarriero. El precio alrededor de los 30 euros por persona. Con otro paseíto nocturno por los alrededores terminó la jornada.