Este día Baiona no estaba incluida en el planning inicial, pero viendo lo que nos había cundido el día anterior que de Donosti solo nos quedaba subir al monte Igeldo, decidimos incluirlo porque pensábamos que nos iba a sobrar mucho tiempo. Así que allí fuimos primer destino del día.
Llegamos a Baiona y aparcamos en el parking que está justo al lado de la oficina de turismo y de donde empieza todo el casco viejo. Pedimos un planito y nos fuimos a hacer el recorrido recomendado por el plano. Entramos por el antiguo castillo, fuimos hacia la catedral entramos, visitamos su claustro
y después de eso nos pusimos a callejear.
Las calles y las fachadas de Baiona son preciosas me gustaron muchísimo, tanto que iba haciendo fotos a casi todas las casas. Nos paramos a tomar un smoothie en el Bar Basque, hechos con fruta natural riquísimos, el mío era de coco, mango y fresa, el de mi novio de naranja, fresa y menta, ambos por 9€.
Después nos acercamos a lo que queda de murallas, cruzamos el río, nos acercamos al castillo nuevo y vuelta a cruzar el río callejear y al coche que se nos acababa la hora del parquímetro.
Siguiente destino San Juan de la Luz. Aquí aparcamos al lado del paseo marítimo, al lado del Gran hotel, también con parquímetro. Y nos fuimos a dar un paseo por el paseo marítimo
y después a callejear.
Este pueblo es precioso, nos gustó mucho también, aunque hay que decir que es carillo…vi algunas cosas en varias tiendas que me gustaron pero los precios no me gustaron nada…
Como ya era la hora de comer, nos volvimos a acercar al paseo a ver donde podíamos comer, a mi me apetecieron unos moules frites pero eran carillos la verdad y acabamos comiendo un par de paninis en Le Brounch que en total, comimos por lo que habría comido solo uno, y ni eso, en los restaurantes de moules. De postre fuimos a una heladería en la que había visto que tenían helados de violetas y se me había antojado.
Por cierto San Juan de la Luz está llenito de heladerías, y todas artesanas, nuestro helado fue de violetas una bola y de melón la otra y estaban buenísimos.
Siguiente destino Hondarribia, ya de vuelta en España. Aquí por fin pudimos aparcar gratuitamente, aparcamos en una calle al lado del puerto y cogimos un ascensor para subir al casco antiguo. El ascensor tela…casi que si te bajabas y lo empujabas llegabas antes arriba…jaja
Dimos una vuelta por el casco viejo y poco más, el cansancio ya empezaba a hacer mella hoy también y había ganas de llegar a la piscina a relajarse un poco.
Visto Hondarribia, fuimos hacia Lezo, pero pasando por allí con el coche no vimos que tuviera gran cosa así que decidimos no parar y seguir hacia Pasai Donibane que era nuestro siguiente destino. Nos equivocamos con una salida y acabamos subiendo hacia Jaizkibel hasta que en lo alto había un restaurante en el que pudimos dar la vuelta.
Ya que estábamos, paramos a hacer un par de fotillos desde arriba aunque tampoco es que se viera gran cosa.
y por fin llegamos a Pasai, dejamos el coche en un parking gratuito que hay a la izquierda a la entrada al pueblo.
Seguimos la única calle que tiene el pueblo
hasta el final que empieza un caminito por al lado del mar, lo seguimos un poco pero tampoco mucho porque no sabíamos exactamente hasta donde llegaba y estábamos cansados.
Volvimos al coche pusimos en el GPS la dirección del hotel y vuelta. Al llegar al hotel estuvimos discutiendo sobre qué hacer, yo prefería quedarme en la piscina que aunque ya sabía que el agua estaba muy fría era capaz de meterme con tiempo, mi novio quería ir a la playa y darse un baño en la famosa playa de la Concha, yo decía que no porque sabía que el agua iba a estar helada y no íbamos a tener narices de meternos.
Al final ganó el y bajamos a la playa, efectivamente no nos pudimos meter en el agua, mi novio diciendo yo no me imaginaba que esto fuera a estar tan frío, yo diciendo te lo dije…nos sentamos a tomar un poco el sol y sobre las 20 y poco nos fuimos andando por la orilla hasta el casco viejo a comprar algo de desayuno para el día siguiente y a cenar.
Cenamos en el bar Maiatza, se pidió el un bocata y yo pedí unas bravas. Estaban ricas y su bocata también y la atención fue muy buena, lo llevan chicos jóvenes que te atienden genial y son muy majos.
Después de cenar nos fuimos de nuevo a nuestro paseo de 40 minutos hasta el hotel, en el paseo vi al famoso pintor que pinta azulejos rodeado de gente viéndole pintar.
Como estábamos cansados y era tarde no me paré y dije ya mañana me compro un azulejo, error, al día siguiente no le quedaba ninguno de los que me gustaba y había cola de gente pidiéndoselos hacer en el momento así que al final me volví sin azulejo
