Hoy dedicaríamos el día a descubrir y disfrutar del entorno de la manera más tradicional holandesa: en bici.
Alquilamos dos bicis grandes, una de ellas con sillita para mi peke y otra bici más pequeña para mi otro hijo. Nos dieron un mapa de la zona donde iban bien indicadas las rutas.
Es muy difícil perderse pues todos los cruces están muy bien señalizados con números. Cada número es una ruta, así que, perderse es totalmente imposible. Además es muy fácil, al ser todo prácticamente llano. Los caminos en su mayoría están asfaltados y tienen una anchura de no más de un metro. Si oyes un ring ring a tu espalda, no tienes más que ajustarte al lado derecho y te adelantarán sin mayor problema. Nosotros flipamos con la cantidad de gente mayor, y mayor me refiero a mayores de setenta años que nos pasaba sin ningún esfuerzo. Sí que están en forma los holandeses!!!
La ruta que elegimos empezaba recorriendo el maravilloso bosque del Veluwe, que estaba literalmente junto a nuestra casa.
Es fascinante, sus altos árboles y sus riachuelos hacían de aquello un paisaje único y fresco. Pasamos también junto a unas impresionantes dunas. A nuestro ritmo y parando a hacer fotos (que no pongo porque en todas salen mis hijos), nos cruzamos con gente en bici, andando y hasta a caballo.
Espectacular. La ruta continuaba hasta el pueblo de Ermelo y seguía hasta la costa atravesando Horst. Una vez llegados al mar continuamos en paralelo con dirección a Harderwijk. En nuestro camino nos encontramos con una playa muy chula llena de familias. Así que decidimos comer allí.


Había parking para vehículos, pero nosotros nos llevamos las bicicletas a la playa. Ésta era muy peculiar, pues la mitad era de césped y árboles y la otra mitad hasta la orilla, de arena. Así que sacamos el mantel y aparcadas las bicis junto a un árbol, comimos debajo de su gran sombra. Ésta vez sí íbamos preparados y llevábamos el bañador puesto. Así que, después de comer, nos dimos un frío baño. La mami, o sea yo, se mojó más bien poco. Dicen que el agua fría es buena para la circulación, pero ésta no debía ser muy buena para mi corazón, porque casi se me para al meter los pies en el agua. Así que, fue un chapuzón bastante rápido. No así los niños, que estuvieron casi una hora en el agua bañándose con el papi, cual valientes holandeses. Aunque moco colgando después...
Seguimos la ruta con las bicis pero no pudimos continuar demasiado porque se nos cruzó en el camino otra playa más concurrida que nos llamó la atención.
Había un garito estilo ibicenco, con música house y a su lado la playa llena de familias con niños pre adolescentes que iban y venían con las tablas de surf y esas que vas de pie y remando. también había una escuela y alquiler de tablas de surf y una pista de fútbol en el agua.
Había mucho ambientillo, así que nos quedamos un rato, comiendo un helado. Los niños se divirtieron jugando con una pelota gigante que encontraron en la orilla y nosotros agradecimos ese tiempo de relax donde hasta se nos pegó el sol.

Continuamos la ruta hasta Harderwijk . Habían muchas calitas justo enfrente de casas estilo urbanización y allí te veías a la gente tomando café, leyendo, como si fuera su propia playa. Qué gozada!!
Atravesamos Harderwijk y nos fuimos camino de nuestra casa. En total unos 35 kms. muy llevaderos y tranquilos. Una ruta perfecta para los críos y disfrutada por los mayores.
Al llegar, nos dimos un baño en la piscina que nos dejó como nuevos.